TRABAJO ACADÉMICO Y TRABAJO REPRODUCTIVO EN PANDEMIA.
ANÁLISIS DE UNA UNIVERSIDAD PÚBLICA EN ARGENTINA
Número 22 / ABRIL, 2024 (35-50) 42
La dicultad para adaptarse a esta nueva forma
de trabajo fue considerable para la mayoría de
los docentes investigadores. En este sentido,
el 36 % manifestó que no pudo ejecutar el
mismo trabajo en su casa que en la universidad
o instituto, el 49 % que pudo realizar el mismo
trabajo, pero menos, no habiendo diferencias
entre grandes áreas del conocimiento. Solo el
23 % armó poder realizar el mismo trabajo y
allí encontramos considerables diferencias entre
las grandes áreas de conocimiento. Del total de
encuestados perteneciente al área de Ciencias
Sociales y Humanidades el 31 % sostuvo poder
realizar completamente el mismo trabajo en sus
casas; el 30 % de Ciencias Agrarias, Ingeniería
y de Materiales; el 17 % de Ciencias Exactas y
Naturales y solo el 5 % de quienes pertenecen al
área de Ciencias Biológicas y de la Salud.
Se apreció también que la complejidad de
investigar desde los hogares aumentó para
aquellos dedicados a tareas docentes. En
nuestro caso representaron el total de las
personas encuestadas, entre las cuales el 74 %
impartió clases en el primer cuatrimestre. Los
docentes que habían dictado clases durante el
periodo estudiado, señalaron que enfrentaron
una sobrecarga de trabajo, al adaptar las clases
presenciales a la virtualidad de forma rápida
y, a la par, intentar responder las demandas
de las actividades de investigación (Gómez-
Hurtado et al., 2020). De los que dictaron clases
virtuales en el transcurso del aislamiento, el 76
% dijo dedicarle más horas al trabajo docente,
el 7.5 % menos horas y el 14 % que no notó
cambios respecto al tiempo dedicado al trabajo
de docencia. Sin embargo, entre estas últimas
si bien no se muestran diferencias de género,
hay claras diferencias entre quienes tienen o no
tienen hijos. Mientras que los primeros dijeron
aprovechar más el tiempo en sus casas, ya que no
tenían tiempo muerto, los segundos realizaron la
mayor cantidad de trabajo académico mientras
todos dormían.
De este modo, el 63 % dedicó menos horas
de trabajo de investigación en este contexto,
el 23 % más trabajo de investigación y un 14
% no evidenció cambios. Del total de mujeres
solo el 9 % sostuvo esto último, mientras que
el porcentaje de varones para quienes no hubo
cambios en la cantidad de tiempo dedicado
al trabajo de investigación fue de 20 %. Entre
quienes dijeron haberle dedicado más tiempo
al trabajo de investigación, si bien no hubo
diferencias de género, fue representativo el estar
o no a cargo de cuidados: el 81 % no tiene hijos,
mientras que el 15 % que tiene hijos realizó
trabajo de investigación cuando todos dormían.
El porcentaje restante correspondió a varones
que pudieron hacerlo en cualquier momento del
día, y su pareja es la responsable del cuidado de
sus hijos, aunque en el contexto de aislamiento
se encargaron más que antes.
Respecto a la concentración en el trabajo
académico (en tanto capacidad para mantener
la atención en esta actividad), el 70 % de las
mujeres y el 60 % de los varones respondieron
que fue peor que antes. Entre los varones, el 23
% sostuvo que no hubo cambios mientras que el
porcentaje de mujeres que no notaron cambios
fue del 5 %. Por su parte, para el 25 % de mujeres
y el 17 % de varones que sostuvieron que la
concentración en el trabajo académico es mejor
que antes, el 74 % no tenía responsabilidades de
cuidado de niños o adultos mayores.
En cuanto a la calidad del trabajo cientíco, el 42
% respondió que fue peor que antes, el 41 % que
no hubo diferencias y solo el 15 % sostuvo que
fue mejor. Estos porcentajes aumentan respecto
a la productividad en el trabajo académico, ya
que el 63 % de mujeres y el 64 % de varones
sostuvieron que fue peor que antes; el 26 % de
varones sostuvo que no hubo diferencias, frente
al 12 % de mujeres (más del 90 % de unos y otras
disponía de un espacio privado para trabajar y
podía hacerlo en cualquier momento del día).
Estos números se invierten si consideramos para
quiénes fue mejor que antes: 23 % de mujeres
y 12 % de varones, entre las cuales más del
80 % tenía un espacio privado en sus hogares
donde trabajar. A su vez, para el 76 % de los
encuestados el contacto con colegas empeoró al
igual que con tesistas, becarios y directores (66
%).
A su vez, el 69 % armó que el contacto con
familiares fue peor que antes y el 82 % rerió