LOS ESTUDIANTES QUE SOBRAN:
MOTIVACIONES Y CAUSAS DEL FRACASO ESCOLAR EN JÓVENES ESTUDIANTES CHILENOS
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 36
padres y familiares cercanos de los 11 jóvenes que
participaron de esta investigación había accedido
a estudios superiores. En este contexto, la baja
escolaridad de los miembros de sus familias es
vista por algunos jóvenes como un desafío a
superar, sin embargo, para la mayoría signica
más bien un techo, una normalidad socializada
y compartida en la experiencia familiar. Algunos
ejemplos de esto último se encuentran en frases
como: “[en mi familia] no conozco a nadie que
haya terminado sus estudios” (Camila, 17 años),
y “de niña nunca me hablaron de la universidad,
ni que podría ir ni nada” (Claudia, 18 años).
Como primer punto en esta dimensión,
usaremos el concepto: desesperanza aprendida
en educación para referirnos a las expectativas
y metas pensadas como posibles por los
adolescentes, tanto educativas como laborales,
que en muchos casos están condicionadas por las
experiencias de fracaso previas de sus familias,
la condición de pobreza de estas y las tradiciones
o rubros familiares relacionados con algunos
trabajos u ocios (generalmente informales y de
bajos ingresos).
Sobre este asunto, algunos profesores
entrevistados conrman que esta demarcación
simbólica está presente en muchos jóvenes.
En este sentido, una profesora de un liceo de
adultos de Temuco dene a algunos apoderados
como “cercanos al analfabetismo por desuso”
(Julia, Profesora de Filosofía). En concreto, la
profesora habla del escaso capital cultural de los
hogares de los jóvenes como una consecuencia
del limitado acceso al conocimiento de las
familias en general. Mientras, respecto a las
oportunidades de trabajo, otro profesor explica
que los jóvenes no solo heredan los rubros
familiares sino también la idea de que ese es su
techo, añadiendo que “esta perspectiva limitada
muchas veces es transmitida por los propios
padres” (Armando, Profesor de Historia y
Geografía).
Lo cierto es que diversos estudios sostienen
que las desigualdades de la generación anterior
condicionan los resultados de éxito educativo de
las nuevas generaciones (Bourdieu y Passeron
1996; Bourdieu 2005). En este contexto, el peso
de la herencia familiar es descrito por Bourdieu
(1997) de la siguiente manera:
La evidencia muestra que los resultados
escolares reproducen demasiado elmente
las condiciones socioeconómicas y de
capital cultural de las familias; existe
una asociación y correlación muy alta
entre nivel educativo de los padres y
resultados SIMCE, entre ingresos de
los padres y resultados escolares, y
entre vulnerabilidad social y resultados.
Así, pareciera que el capital cultural
heredado determina la productividad
de la oportunidad educativa. (en Bellei
2015:139)
Asimismo, investigaciones recientes han
destacado más especícamente aspectos como
la composición del hogar, la estructura familiar,
la ausencia de herramientas emocionales y las
bajas expectativas de los padres en el éxito
escolar de sus hijos como variables a considerar
en el ámbito familiar sobre el fracaso escolar
(Arredondo y Narváez 2021; Garrido-Miranda
y Polanco 2021). Con todo, es importante
evitar visiones reduccionistas que, como hemos
mencionado desde el inicio, interpretan este
tipo de herencias familiares (como en el caso
de las responsabilidades individuales y el décit
familiar) al margen de un análisis crítico de las
condiciones sociales, políticas e históricas que
las hacen posible.
En tal sentido, se comprende que el análisis de
las problemáticas identicadas por los jóvenes
respecto a las causas del fracaso escolar en la
dimensión familiar (entre las que hallamos
pobreza, estudios incompletos, diversas formas
de violencia, consumo de drogas, delincuencia,
entre otros), debe partir por preguntarse por las
condiciones de vida estructurales y que, en lugar
de reproducir modelos explicativos desde la
lógica del décit individual y/o familiar, indaguen
en las diferencias en tanto consecuencias de
desigualdad social (Tarabini 2015).
En un segundo punto, tenemos que, al hablar
de la relación entre grupos de pares y barrios
vulnerables, el análisis realizado mostró la
importancia de la asociación entre prácticas
de consumo problemático de drogas y
conductas delictivas, en tanto experiencia que