EL COMERCIO DE ESCLAVOS GUAYAQUIL-PAITA EN LOS ÚLTIMOS DECENIOS DEL SIGLO XVIII
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 172
1792 costaba 250 pesos, mientras que en 1798
su precio era de 400 y, en 1803 ascendió a 525
pesos (Mazzeo 2010).
En consecuencia, no todos los particulares
pudieron acceder a estos esclavos por lo que,
como se ha mencionado anteriormente, se siguió
empleando la ruta de Panamá y Guayaquil
para adquirirlos y destinarlos principalmente al
trabajo doméstico. De acuerdo con un estudio
realizado encontramos que, en las dos últimas
décadas ingresaron por Paita 875 esclavos: 662
adultos y 213 muleques (Gutiérrez 2021).
EL COMERCIO DE ESCLAVOS EN
GUAYAQUIL
En este contexto se arma que la ruta Panamá-
Guayaquil-Paita nunca fue dejada de lado,
pues había un grueso de comerciantes limeños
que no estaban dispuestos a abandonarla,
máxime cuando se trasladaban continuamente a
Guayaquil a raíz del boom del cacao. Incluso, el
mismo Lavalle, quien había adquirido licencia
para tracar esclavos por la ruta Buenos Aires,
aprovechando la comercialización de cacao
y efectos de Castilla en Guayaquil, también
introdujo esclavos al menudeo, a través de
diferentes representantes.
Los esclavos comercializados en Guayaquil
procedían del asiento de Panamá y tuvieron doble
destino: el mismo puerto o ser comercializados
para trasladarlos a otros lugares. En el primer
caso, los esclavos de Guayaquil eran destinados
al servicio doméstico. Según Laviana (1987), en
la ciudad de Guayaquil se concentraba más de
la mitad de esta población. Hacia 1754 había de
12 a 14 mil individuos entre mulatos, zambos
y negros y, en el caso concreto de los esclavos,
entre 1780 y 1825, pasaron de 1500 a 2200
individuos.
Para Chaves (1999), gracias al auge del comercio
de cacao la zona vivió un período de orecimiento,
no solo económico sino también demográco,
pues se dieron frecuentes migraciones de la
sierra a la costa diversicándose el mapa étnico
y, con respecto a los esclavos, adquirieron su
libertad de manera más constante. Asimismo,
Mercaderes de Lima, de Barbacoas, de
Nueva Granada son visitantes asiduos
de la ciudad. Muchos dueños de minas
en Barbacoas tienen su residencia aquí,
y comerciantes de esclavos de Nueva
Granada cierran sus negocios. Mulatos
intermediarios buscan nuevos amos para
esclavos y esclavas. Los negros esclavos
y libres del “Barrio del Astillero”, trabajan
y se amontonan en un “almácigo de
bujíos con la confusión de maderas para
construcción regadas por los contornos”. El
astillero es un lugar de mucho movimiento
y de trabajo seguro. (39)
Los esclavos adquiridos en Guayaquil no tuvieron
como destino las minas de oro de la región, pues
en los lugares de extracción de este metal como
Baba, Babahoyo y Machala apenas se registran
391, 23 y 25, respectivamente (Contreras 1990).
Probablemente varios de ellos eran alquilados,
como de hecho se evidencia en un documento de
1782: el maestre José Mateo Velásquez arribó a
Paita conduciendo en su barco San Francisco de
Asís, entre otros, “4 negros criollos de propiedad
de María Antonia Márquez Caballero quien los
había alquilado para el trabajo de la mina y por
haberse concluido este trabajo, regresaban a
poder de su ama”. (Archivo General de la Nación
[AGN], 1782, L.1190, C.68)
Tampoco se empleó abundante mano de obra
esclava en el cultivo del cacao. Contreras (1990)
detecta que, incluso en la época de esplendor
cacaotero, la década entre 1780 y 1790, apenas
se dio un incremento del 5 % de la población
esclava, pues se prefería emplear jornaleros
indígenas y mixtos. Como arma el mismo
autor, tal vez se empleó mano de obra esclava
en las plantaciones, pero no fue predominante
ya que se evitaba erogaciones fuertes de capital,
además de que no estaban en condiciones
económicas de hacerlo, dada su dependencia de
los comerciantes limeños (Contreras 1990). Por
último, en la audiencia de Quito, la actividad
textil -otrora labor determinante en la economía
de la audiencia- desde nes del XVII y a lo
largo del XVIII sufrió una fuerte caída debido a
epidemias, catástrofes naturales y debilitamiento