Número 19 / ABRIL, 2023 (236-250)
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL
DE DETERMINANTES PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS
GENERACIONES LITERARIAS
CULTURAL POLICIES AS A SECOND LEVEL OF
DETERMINANTS FOR THE LEGITIMATION OF LITERARY
GENERATIONS
DOI:
Artículo de Reexión
Recibido: (06/04/2022)
Aceptado: (17/06/2022)
https://doi.org/10.37135/chk.002.19.14
Universidad de Oriente, Facultad de Ciencias
Sociales, CESCA, Santiago de Cuba, Cuba
yansy@uo.edu.cu
Yansy Sánchez Fernández
Yansy Sánchez Fernández
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 237
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL
DE DETERMINANTES PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS
GENERACIONES LITERARIAS
CULTURAL POLICIES AS A SECOND LEVEL OF
DETERMINANTS FOR THE LEGITIMATION OF LITERARY
GENERATIONS
El estudio de las generaciones literarias a menudo se ve sesgado por las precondiciones
de homología que se asumen para considerarlas. Se cuentan entre ellas como principales:
el criterio de coetaneidad, la pertenencia a un mismo cuadro histórico social y las
características estéticas que vinculan a sus integrantes. Sin embargo, si bien estos son
criterios vinculantes, no se deben desestimar las propiedades especícas del campo
literario. Justamente, el objetivo de este artículo es revelar, a partir de dichas propiedades,
las determinantes que han condicionado en el período revolucionario (1959 hasta la
actualidad) la expresión de las generaciones literarias. Estas tienen como base las políticas
culturales y operan sobre la producción literaria a través de benecios y restricciones.
Para defender esta postura fue preciso utilizar el método histórico lógico, el cual permitió
comprobar cómo el cambio en las políticas cultuales ha mediado las producciones
literarias de generaciones de poetas. Todo ello ha arrojado como principal resultado para
el contexto cubano, que la retraducción de los acontecimientos externos vinculados a la
crisis económica redundó en una mayor exibilidad que ha impactado la estructura del
campo literario en favor de los escritores.
PALABRAS CLAVE: generaciones literarias, segundo nivel de determinantes,
propiedades especícas del campo literario, campo literario, políticas culturales
The study of literary generations is often biased by the preconditions of homology that
are assumed to consider them. They are counted among them as main: the criterion
of contemporaneity, belonging to the same historical social frame and the aesthetic
characteristics that link its members. However, while these are binding criteria, the
specic properties of the literary eld should not be dismissed. Precisely, the objective of
this article is to reveal, from these properties, the determinants that have conditioned in
the revolutionary period (1959 to the present) the expression of the literary generations.
These are based on cultural policies and operate on literary production through benets
and restrictions. To defend this position, it was necessary to use the logical historical
method, which allowed us to verify how the change in cultural policies has mediated the
literary productions of generations of poets. All this has yielded as the main result for the
Cuban context, that the retranslation of external events linked to the economic crisis has
resulted in greater exibility that has impacted the structure of the literary eld in favor
of writers.
KEYWORDS: literary generations, second level of determinants, specic properties of
the literary eld, literary eld, cultural policies
RESUMEN
ABSTRACT
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL DE DETERMINANTES
PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 238
INTRODUCCIÓN
Los estudios desde la Sociología de la Literatura
explican relaciones que se producen en el ámbito
literario. Petersen ([1930]1946), hablando
especícamente de las generaciones literarias,
explica que toda unidad de generación que se
forma dentro de la primera etapa de conexión
de generación “en los dominios de la política,
de la ciencia y de cada una de las artes (…),
merece una consideración aparte y, por lo tanto,
existe, un problema literario de la generación”
(191). Para este investigador, ese problema
literario de la generación da paso a lo que dene
como segundo nivel de determinantes de las
generaciones literarias.
En cambio, lo concebido como primer nivel
de determinantes, que no es el objetivo de
este trabajo, también tiene sus referentes en la
Sociología. Los estudios sobre generaciones
y generaciones literarias entienden el cuadro
histórico-social como el primer espacio que
determina a una generación (Mannheim [1928]
1993; Petersen [1930]1946; Bourdieu [1988]
1998).
En el caso de Bourdieu ([1988] 1998),
teórico principal de este trabajo, se justica
el surgimiento de la nueva generación a partir
del cambio de estructura social (o fragmento
de la sociedad). La concepción de campo
de Bourdieu ([1966] 2002) como estructura
dinámica explica que las funciones que se
ejercen en el campo siempre están sometidas
a una mediación. Sánchez (2013) explica que
la mediación en Bourdieu se concreta a partir
de los determinismos sociales que dejan su
impronta en la obra de arte ejerciéndose a través
del habitus del productor. Ello nos remite a las
condiciones sociales de su producción como
sujeto social (familia, etc.) y como productor
(escuela, contactos profesionales, etc.).
Bourdieu coincide con Mannheim ([1928]
1993), Petersen ([1930]1946) y otros teóricos de
las generaciones que las marcas que distinguen
a una generación devienen de los cambios que
ocurren en la sociedad. Este hecho es visible,
incluso, para las generaciones globales, las
cuales se vinculan a los cambios que diferencian
los tiempos (espíritu de época) y distinguen a
los que han nacido bajo ellos (Díaz-Sarmiento,
López-Lambraño y Roncallo-Lafont 2017).
Sin embargo, en la lógica de este artículo se
entiende que las generaciones literarias están
denidas por dos niveles de determinantes.
En cuanto al segundo nivel, el problema
literario de las generaciones que declara
Petersen ([1930]1946), comienza a orientar
hacia esa concepción. Por ella se entiende el
condicionamiento que imponen las propiedades
especícas del campo literario sobre las
agencias de los que participan en él. A través de
estas propiedades se expresa una estructura de
legitimación. Este fenómeno ha sido estudiado
desde la perspectiva externalista de la Sociología
de la Literatura. En ese sentido, diferentes
escuelas y teorías analizan cómo funcionan la
estructura del campo literario y cómo esta a su
vez media la producción literaria.
Para argumentar la idea anterior se considera, en
principio, la Sociología Empírica de la Escuela
de Burdeos, con Robert Escarpit (1978) como
pionero. Esta plantea la condición del hecho
literario en una relación que se establece entre
obra literaria, autor y público. De esta manera
supone tres parcelas de estudio: producción,
distribución y consumo. Las dos últimas,
distribución (asociada a la acción institucional) y
público, imponen propiedades que condicionan
la legitimación de la obra y, en consecuencia, del
autor.
Por otro lado, se tiene el enfoque de la Institución
Literaria, el cual evoca la noción de campo
literario. Este hace referencia al proceso mediante
el cual la actividad literaria y sus diferentes
prácticas adquieren, en el modelo de producción
y consumación burgués, cierta autonomía y
legitimidad. Jacques Dubois, como profesor de
literatura francesa en la Universidad de Lieja,
es uno de los que sistematiza este enfoque. Este
concibe la noción de institución como “lugares
de dominación y de subordinación ideológica”
(Dubois 1978 [2014]):35).
Yansy Sánchez Fernández
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 239
Otra concepción bajo la cual podría abordarse
el segundo nivel de determinantes, se proyecta
desde la Escuela Formalista Rusa y del
Círculo Lingüístico de Praga, con la Teoría
del Polisistema. Esta rompe con la concepción
esencialista de las obras y pone en relación los
elementos que componen el sistema literario, al
hacer énfasis en cada una de las funciones de
dicho sistema considerando su coexistencia.
Even-Zohar (1990; 1999), representante de
esta teoría, concibe el sistema de la literatura
como una red de relaciones de las que se
derivan actividades designadas como literarias.
Asume para ello el esquema comunicacional de
Jakobson y a través de él designa las relaciones
entre productores (escritores) y consumidores
(lectores). Estas están mediatizadas por la
institución (la edición, las revistas, la crítica,
los grupos de escritores, las instancias estatales,
el sistema escolar, los medios, el repertorio) y
por el mercado. En ese sistema de relaciones
destaca en la institución la función de remunerar
y penalizar a productores y agentes (Even-Zohar
1990; 1999). Así, las tomas de decisión de los
agentes, a cualquier nivel del sistema, depende
de las benecios y restricciones hechas por las
instancias de la institución.
Como se ha podido observar, el segundo nivel
determinantes es asociado, en primer lugar, a
la acción de las instituciones (remuneración,
sanción) y, en segundo, a la reacción del
público. A partir de estas instancias se produce
la legitimación de la obra literaria en el segundo
nivel de determinantes. La legitimación
posibilita la existencia del libro como producto
literario para ser comercializado y reconocido.
La producción de las generaciones literarias está
mediada por esta estructura y, por consiguiente,
las generaciones mismas.
Sin embargo, debe precisarse que, en el
escenario cubano la noción de gran público
como mediador de la obra literaria queda
reducida al llamado criterio de los semejantes.
El Estado cubano, al subvencionar la gestión
del libro, libera a los productores literarios de
las mediaciones del gran público. De esta forma
limita la acción legitimadora de este, que cede
espacio a los involucrados en el campo literario
como principales mediadores de la obra; es
decir, a los semejantes. Esta condición es más
visible en relación con la poesía, no solo por
la independencia del mercado, sino también
por la propia característica del género, en la
cual median mayormente otros poetas, jefes de
redacción, promotores o críticos.
La noción de segundo nivel de determinantes
impone también para su estudio un acercamiento
desde la Sociología del Conocimiento. Bourdieu
(1990; 1993; 1995) reere los determinismos
que sobrevienen a la obra de arte a través de
demandas y constricciones sociales. Estas, como
explica Sánchez (2013) se encuentran inscritas
en la posición que ocupa el productor en un
campo determinado (más o menos autónomo) de
producción. De esta manera, los determinantes
sociales y los del campo de producción
aportan a la epistemología de la Sociología del
conocimiento. En ese sentido la concepción de
esta autora es también un antecedente de los
dos niveles de determinantes propuestos por el
artículo.
El segundo nivel de determinantes está
compuesto por una estructura legitimadora,
la cual se descompone en instancias de
legitimación. En este artículo se denen las
instancias como: potencias sociales, las cuales,
en virtud del poder político, económico o las
garantías institucionales de las que disponen
están en condiciones de imponer normas
culturales y reivindican una legitimidad cultural.
Derivada de esta noción, se puede denir además
la legitimación literaria como: la denición de
la legitimidad de las prácticas literarias a partir
del conjunto de normas dentro del campo.
(Elaboración propia apoyada en Bourdieu 1966
[2002]; 1990; 1995; Escarpit 1978; Even-Zohar
1990; 1999; Dubois 1978 [2014]).
En el contexto cubano las propiedades del campo
no las dene el mercado de la literatura como
principio de jerarquización económica. Estas
las decide el principio de jerarquización política
expresado a través de políticas culturales. Así,
este sería una precondición de homología para
considerar, en función de los cambios en las
políticas, las generaciones literarias desde 1959
hasta la Generación Cero, en la actualidad. En
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL DE DETERMINANTES
PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 240
función de defender esta premisa se tomará
el género poesía como muestra de análisis
en el período referido. Desde este género es
posible evidenciar el condicionado del segundo
nivel de determinantes, incluso, a pesar de la
subjetividad que lo caracteriza y de ser menos
propicio que los géneros de narrativa para lograr
representaciones sociales.
METODOLOGÍA
Este artículo de Reexión tiene como objetivo
revelar, a partir de las propiedades especícas del
campo literario cubano, las determinantes que
han condicionado en el período revolucionario
la expresión de las generaciones literarias en
el género poesía. Con este n se han analizado
artículos orientados en tres direcciones
fundamentales: Los que abordan desde la teoría
el tema de las generaciones, los que abordan la
poesía cubana desde 1959 hasta la actualidad y
los que han tratado, en ese mismo período, el
problema de las políticas culturales.
El análisis de todos estos artículos ha permitido
observar, a través del método histórico-lógico, la
regularidad del comportamiento de las políticas
culturales en su capacidad de sobredeterminar
la expresión de las generaciones literarias.
Para sostener este criterio se tuvo en cuenta
que Bourdieu (1995) plantea que los campos
de producción cultural no son totalmente
independientes, pues “están sometidos a la
necesidad de los campos englobantes, la del
benecio, económico o político” (321).
En ese sentido, también la periodización aquí
propuesta está apoyada en las determinantes
que las políticas culturales han impuesto sobre
el campo literario. Así, se considera el primer
período a partir de 1961, con el discurso Palabras
a los intelectuales del entonces primer ministro
Fidel Castro, hasta 1971, con la convocatoria
al Primer Congreso de Educación y Cultura.
Palabras a los intelectuales es como la carta de
presentación de lo que han sido, en esencia, las
políticas culturales en Cuba.
Las drásticas medidas de 1971, con el Primer
Congreso de Educación y Cultura, marcaron
un declive en el espíritu de Palabras a los
intelectuales, el cual ha sido interpretado también
como un retroceso (Pacheco 2010). Bajo esa
lógica fue que se estimó 1971 como el año de la
culminación del primer período.
El segundo período se extiende desde 1971 hasta
1984, con el inicio del Proceso de Recticación
de Errores (PR), bajo los criterios de Mesa-Lago
(1991) y Romero (2019). Estos alegan como
incidental la creación por Fidel Castro del Grupo
Central de Planicación, y la reunión del X Pleno
del Comité Central del Partido, respectivamente.
En realidad, en el año 1976 la creación del
Ministerio de Cultura (MINCULT) constituyó
un cambio en las políticas implementadas por el
Congreso. No obstante, no puso n al impacto
de estas en el llamado Quinquenio gris, razón
por la cual esa etapa es recogida también con el
nombre de Decenio negro (López como se citó
en Fornet 2007; Leyva 2009; Figuera 2021) y
comienza a desaparecer, como precisa Pacheco
(2010), en 1984, con el PR.
Los cambios se visualizarán a partir del tercer
período, el cual se extiende desde 1984 hasta
1990 con el desmantelamiento del Consejo
de Ayuda Mutua Económica (CAME) y el
comienzo del Período Especial (PE). El cuarto
período es considerado a inicios del 1990 (con el
PE) hasta el 2000 con el establecimiento de los
Nuevos Programas Sociales (NPS). Este período
coincide con la formación de los primeros
estratos de conciencia de la Generación Cero, es
decir, su adolescencia.
Se ha denido un quinto período, que inicia en
el año 2000 y se extiende hasta el año 2019, con
la instauración de la nueva Constitución de la
República y el descubrimiento del Covid-19.
La nueva Constitución ha propiciado cambios
en favor del protagonismo del MINCULT, y la
pandemia ha cambiado la forma de las relaciones
humanas. Se instaura a partir de estos cambios
en Cuba un sexto período de la transformación
de las políticas culturales, pero no son objeto de
estudio en este trabajo.
Un antecedente de esta periodización se
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encuentra en el estudio de Leyva (2009), fundado
sobre la base de los criterios de 287 prestigiosos
artistas e intelectuales que discursan sobre
políticas culturales en el 2007. Para ello se tomó
en cuenta la frecuencia con la que los autores
denían los períodos.
Siguiendo la lógica anterior, el primer período
más referenciado fue el del Quinquenio gris
(1971-1976); aunque, como este acontecimiento
marcó toda la década de los setenta, los autores
reeren, en segundo lugar, el decenio de los
setenta. Luego se reeren a los ochenta como
década en la que se concreta el escenario de la
llamada recticación de errores. Por último, los
años noventa como un decenio de profundos
cambios.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Una vez establecidos los argumentos para
la división de los períodos que se pretenden
abordar, se inicia la discusión. En ella se hará
énfasis en los acontecimientos externos al
campo literario y su retraducción en las políticas
culturales que lo rigen. De esta manera se pondrá
de relieve cómo estas políticas, que estructuran
las propiedades especícas del campo literario,
median la producción literaria. La mediación
es vista como una agencia, determinante o no,
de las prácticas literarias. Todo ello permitirá
observar cómo los factores externos, una vez
que se van retraduciendo en el campo literario
cubano, afectan y diferencian la producción de
generaciones literarias de poetas hasta llegar a la
Generación Cero.
PRIMER PERÍODO, DE 1961 A 1971
El triunfo de la Revolución cubana y,
posteriormente, su Declaración del carácter
socialista signicó la realización de los ideales
del patriotismo radical arraigado en el último
tercio del siglo XIX cubano y que sobrevivió
durante toda la República (Martínez 2007).
El discurso de Fidel Castro en la Biblioteca
Nacional en 1961, que ha trascendido a la
historia como Palabras a los intelectuales,
expresa la necesidad de defender, como explica
Pogolotti (2010), la herencia de esos valores
patrimoniales. De esta manera, la orientación de
las políticas deende la perspectiva de inclusión
de artistas e intelectuales, pero esta con una
proyección dentro de la Revolución (Rodríguez
2017; Ramos, Rodríguez y Suárez 2019).
Sin embargo, la coyuntura en la que tuvo lugar
este discurso: principio de la Revolución y
constantes amenazas a su existencia, redujeron
el espectro de lo que signicó estar dentro
de la Revolución. Ello se aseveraba bajo la
concepción que ponía en dudas, a juzgar por el
discurso de Guevara ([1965] 2011), la autoridad
revolucionaria de los artistas. Se resolvía ante
este dilema que los hombres del PCC tenían que
dirigir la tarea del arte.
En congruencia con el establecimiento de las
políticas culturales a principio de la Revolución,
se denió una generación de poetas con un tono
conversacional y temas cercanos a lo inmediato
social: será la generación de la llamada poesía
nueva. Los autores, considerando las referencias
de las generaciones literarias de Lazo (1967)
y López (2008), nacieron a partir de los años
treinta y hasta mediados de los cuarenta. Por esa
razón coinciden dentro de la generación social
que establece Domínguez (1989), estimada por
los nacidos entre 1930 y 1944.
Se conoce que a estos autores les tocó vivir,
como primeras experiencias de vida, el
incremento de la actividad revolucionaria de los
años cincuenta. En ese sentido, expresan en lo
literario una reconciliación con su circunstancia.
Fueron capaces de expresar, como sostienen
Lazo (1967); López (2008) y Arango (2009), los
cambios de la transformación social y orientarlos
intencionadamente hacia una mayoría, la del
proletariado. La extensa nómina de los poetas
de esta generación nuclea entre sus principales
guras a Roberto Fernández Retamar, Pedro de
Oraá, Antón Arrufat, Manuel Díaz Martínez,
Miguel Barnet y Nancy Morejón.
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PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
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Las posiciones polares de esta generación
no encontraron mucha cobertura bajo las
disposiciones de una época que favorecía
a la poesía comprometida con la ideología
revolucionaria. Entre ellas se puede nombrar
la de los de poetas vinculados a Ediciones El
Puente. Estos, con grupo homónimo, pusieron
por escrito en prólogo a la antología Novísima
poesía cubana (Felipe y Simo 1962), sus
discrepancias; primero, con el grupo Orígenes,
en cuanto a la poesía vuelta hacia sí misma que
renuncia a toda comunicación, y luego, contra la
poesía propagandística de ocasión que tenía en
Retamar a uno de sus más dignos representantes.
Sin embargo, las políticas culturales sí
favorecieron la expresión literaria de poetas
de una generación anterior. Esta comprende,
tomando en consideración las periodizaciones
de Lazo (1954; 1967) y López (2008), a
nacidos entre los años 1914-1930 y 1910-1926,
respectivamente y distinguidos también por
una poesía social. Son autores de una amplia
proyección política de izquierda. Entre sus
mejores exponentes se hallaban Nicolás Guillén,
Manuel Navarro Luna, Mirta Aguirre y Ángel
Augier (Vitier 1970; López 2008).
De la misma generación que la anterior era el
grupo Orígenes. Sin embargo, a este le tocó lidiar
con las incompatibilidades que demostraron
las políticas hacia una postura religiosa y una
estética diferente (Vitier 1970). Estos autores
defendían una poesía que intentaba llegar a las
esencias de la vida, la cultura y la experiencia
religiosa. Lazo (1967), en relación con la
posición origenista, impugna y a la vez justica
su carácter evasivo de la realidad. Explica que
es una generación signada por el fracaso de
la República. En los años sesenta muchos de
estos poetas no fueron favorecidos a causa de
su postura religiosa, a pesar de la tendencia
a la inclusión de las políticas culturales que
quedaron denidas desde 1961 con el discurso
de Fidel Castro.
Ejemplos palpables de las políticas culturales
como segundo nivel de determinantes en este
período lo constituyen, además, el rechazo
institucional de dos textos premiados en el
concurso literario de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC): Los
siete contra Tebas de Antón Arrufat y Fuera del
juego de Heberto Padilla, por considerar que
eran obras que servían al enemigo. Además de la
censura a Paradiso (1966) de José Lezama Lima
por considerar que exaltaba el homoerotismo.
El premio al poemario Fuera del juego (1968)
fue el prolegómeno de lo que ha pasado a la
historia como: “el caso Padilla”. Su postura
literaria le llevó a ser apresado algunas semanas
según reeren Fornet (2007), Del Valle (2009) y
Rodríguez (2017). A ello se añade “la exclusión
generalizada de las producciones de escritores
y artistas que se habían marchado al exilio”
(Pacheco 2010:164).
En ese período, las incompatibilidades de las
políticas culturales con este tipo de estética
consigna una muestra de las determinantes
que se imponen a la expresión literaria. A ello
hay que añadir la censura por características
personológicas como el homosexualismo, la
prohibición de la música rock o el jazz, de las
melenas, las minifaldas, que no eran compatibles
con las aspiraciones del “hombre nuevo” de la
Revolución.
SEGUNDO PERÍODO, DE 1971 A
1984
Otras coyunturas sociohistóricas, a nales de
los sesenta y principio de los setenta dictaron
el curso de la nueva estructura de las políticas
culturales. El período, si bien se ha denido
como Quinquenio gris, sus efectos estuvieron
presentes acaso, hasta diez o quince años después.
En referencia a dichas coyunturas se pueden
citar: el sostenido bloqueo económico impuesto
por la administración de los Estados Unidos a
Cuba, la muerte del Che en 1967 que constituyó
un golpe para los movimientos progresistas
en América Latina y el proceso denominado
Ofensiva Revolucionaria en 1968. Este, desde la
estatalización de todos los comercios, grandes y
pequeños, dejó sin otras alternativas de acceso
a la población, mientras el dinero estatal se
orientaba a librar la crisis económica. Debe
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añadirse, por supuesto, el no cumplimiento de la
Zafra de los Diez Millones, en 1970, catalogado
como un gran fracaso económico.
Los acontecimientos impidieron a Cuba
saldar sus deudas económicas con la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y, más
allá, se consideró ingresar en 1972 al CAME.
Este hecho mediaba la esfera de la ideología y la
cultura: Tendrían que asimilar ahora la política
soviética, expresamente, la interpretación del
Marxismo, por lo que las políticas culturales
estuvieron condicionadas también por esa lógica.
En 1971, en el Primer Congreso de Educación
y Cultura quedaron jadas las nuevas
determinantes de las políticas culturales, las
cuales inuirían, sin dudas, en las prácticas
literarias de una generación de escritores y
artistas. Refriéndose al Primer Congreso de
Educación y Cultura, Del Valle (2009) y Fornet
(2013) explican que se ratica la necesidad de
que el artista sea revolucionario, la connotación
de ser revolucionario implicaba también ser
socialista.
Ello llevó a que, a partir del Consejo Nacional
de Cultura (CNC), las prácticas literarias se
decidieran de manera sectaria y dogmática. Se
estima que, aunque no de manera establecida por
el Consejo, dichas prácticas recibieron inuencia
de la estética soviética conocida como realismo
socialista. Esta tenía una orientación hacia
la pedagogía y la hagiografía, con intención
metodológica y nalidad de crear héroes
positivos, sublimando en ellos los conictos que
ocurrían en el seno de la nación (Fornet 2007).
Asumiendo el testimonio de Heras (2007), bajo
esta distinción de las políticas, aun la literatura
de tema revolucionario podía ser cuestionada
y censurada, sobre todo por guras políticas,
a veces sin sensibilidad literaria alguna.
Sugiere Rodríguez (2017) que había tenido una
participación protagónica, incluso desde antes
del Primer Congreso Nacional de Educación y
Cultura, la política de los dirigentes del Comité
Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas,
los cuales habían desarrollado puntos de vista
que se hicieron política de gobierno en 1971.
Ejemplo de ello lo constituye la concepción
del arte y la literatura desde la perspectiva del
movimiento de acionado, con un criterio de
amplio desarrollo cultural de las masas, que
exceptúa la concepción del artista de élite.
Este período es considerado por Virgilio López
Lemus como intromisión extraliteraria e
ideológica. En ese sentido, ha constituido hasta
ahora, la posición más radical de las posiciones
de poder del campo literario dentro del contexto
revolucionario (como se citó en Rodríguez 2017).
En 1971 se rompía con el carácter inclusivo
que promovían, al menos desde el discurso, las
políticas jadas en Palabras a los intelectuales.
Bourdieu (1995) explica este tipo de problemática
aludiendo a que la lógica de la polémica política
propicia que se integren a sus representaciones
culturales, sin apenas diferencias, las
producciones de “los propios dominantes (…) o
sus representantes en el orden político cuando
actúan como productores ocasionales de bienes
culturales” (328).
En ese sentido, esas determinantes que, desde las
políticas culturales propiciaron la expresión del
estilo y la intención ideoestética de la llamada
nueva poesía en los sesenta, se tornó más radical
en la década del setenta. Domínguez (2000)
explica que la generación de los setenta fue de
transición en todos los sentidos, partiendo de sus
valores y normas de conducta, que les permitió
tener una mayor participación en la esfera
sociopolítica.
A ello añade que se expresa un desarrollo en
los procesos de generalización de la instrucción
escolar y superior, y en los procesos de
urbanización. Tránsitos comunes que permiten
hablar de una generación con posturas sociales
más homogéneas, las cuales se evidencian
hasta en el arte. Esta generación, continúa la
autora, que se expresa en los años setenta, se
socializó en un contexto de fuertes similitudes
con la generación anterior. Tienen, sin embargo,
como acontecimiento que dene sus primeras
experiencias de vida, el fracaso de la zafra de los
diez millones de toneladas de azúcar en 1970.
Las circunstancias de similitudes con la
generación anterior propiciaron la extensión
del tono conversacional. En el ámbito de la
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PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
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poesía López (2013) lo establece desde 1959
hasta 1979. Es decir, la Generación del ´50,
que es la que inicia esta estética en 1959; y
las promociones que se expresan en los ´60 y
´70. Estas dos últimas se pueden incluir en las
generaciones sociales que dene Domínguez
(2000) por los años de nacimiento de 1944-1949
y de 1950-1961, respectivamente.
Ya en el segundo lustro de los setenta, como
consecuencia del Primer Congreso del PCC, en
1975, un año más tarde se funda el MINCULT
y se disuelve el CNC y quedan atrás las
disensiones entre las prácticas de este y los otros
cuerpos culturales (Del Valle 2009). Armando
Hart Dávalos como presidente del Ministerio
comienza a establecer fundamentos legales para
las políticas culturales.
Los nuevos fundamentos se orientaban hacia un
cambio que signicaba el n del Quinquenio gris
y la restructuración del campo literario mediante
la resignicación de las proyecciones estéticas
y culturales. Hart se enfocó en vincular a todos
los artistas con independencia de su postura
estética. Ello comenzó a signicar el n de la
poesía coloquial de contenido social y político
privilegiada desde inicios de la Revolución. Si
bien fue un proceso lento se debe, en criterio
de Rodríguez (2017), a que operaba ahora en
la cultura el mismo aparato de funcionarios que
había sido ejecutor de las determinantes de la
etapa anterior.
TERCER PERÍODO, DE 1984
HASTA 1990
En los años ochenta, el agotamiento del modelo
económico vigente desde la década anterior y
luego, especícamente la puesta en práctica
del Proceso de Recticación de Errores y
Tendencias Negativas, en 1984, posibilitó el n
de los rezagos del Quinquenio gris.
El PR pretendía, según sus promotores, encontrar
un término medio entre los errores idealistas del
período 1966-70 y los materialistas del Sistema
de Desarrollo y Planicación Económica
(SDPE), a pesar de lo “cual comparte algunos de
los rasgos del primero y va contra la corriente de
reforma económica en la URSS, otros países del
Este europeo y China” (Mesa-Lago 1901:498).
Esto último provoca que, en 1989, cuando
Gorbachov visita Cuba anuncia la necesidad de
dejar de exportar a la Revolución, dado que esta
no aceptó el estilo de reformas emprendidas en
la URSS (Romero 2019).
Los protagonistas de estos escenarios sociales
fueron los de la generación nacida a partir del año
sesenta. Domínguez (2000), desde su perspectiva
de generación social, los ja desde 1962 a 1970.
En cambio, en considerable diferencia López
(2008) los sitúa entre 1946 y 1958, y hasta
después de 1959. Estos habían tenido, además,
como primeras experiencias de vida procesos
que contribuyeron a la desideologización del
contenido político de la poesía de generaciones
precedentes. Entre ellos pueden contarse: la
emigración masiva por el puerto del Mariel,
en 1980; los graves sucesos relacionados con
problemáticas de drogas que involucraron a altas
guras militares y el propio PR.
La nueva etapa de las políticas culturales,
que tenía sus antecedentes en la creación del
MINCULT, permitió que se pasara de los temas
épicos y sociales y del discurso ideologizado
a una poesía cada vez más intimista. Esta
anunciaba un acercamiento vivencial a las
circunstancias más cercanas y a la utilización
del yo como sujeto lírico. En el campo literario,
aunque no se renunció al versolibrismo, se
cultivaron el soneto, la décima, llevándola
incluso hasta la variante espineliana de origen
campesino. Fue una poesía con una amplia gama
de temas y experimentación con el lenguaje y las
estructuras (López 2008).
Además de su tendencia a la experimentación,
añadieron a sus presupuestos estéticos algunas
de las ganancias del surrealismo. Encontraron
espacio entre ellos para los poetas origenistas,
en especial para Lezama, lo que propició, en
muchos de los casos una vuelta al barroquismo
(López 2008).
La década de los ´80 fue una época caracterizada
por una profusión de formas y contenidos,
Yansy Sánchez Fernández
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 245
“que van desde la vocación realista hasta
lucubraciones metafísicas, desde el empleo
del tono conversacional hasta el afán de
desorganización del lenguaje, precisamente para
escapar de ese tono ya largamente empleado
(casi cuatro décadas) en la poesía cubana”
(López 2008:260). Entre los principales poetas
de los ´80 encontramos a Rolando Sánchez
Mejías, Carlos Augusto Alfonso, Sigfredo Ariel,
Antonio José Ponte, entre otros.
En conclusión, se concibe que las prácticas
literarias, que expresaron a través de las
instituciones, asociaciones y organizaciones
nacionales ese contenido ideoestético de
nueva generación, fueron solo posibles gracias
al cambio de la concepción de las políticas
culturales.
CUARTO PERÍODO, DE 1990
HASTA EL AÑO 2000
Las condicionantes para el cambio de las
políticas culturales a partir de 1990 estuvieron
dadas, principalmente, por la disolución del
CAME, en 1990, y el n de la URSS, en 1991.
Estos acontecimientos, junto a la acentuación del
Bloqueo Económico Financiero y Comercial,
generaron grandes problemas de subsistencia en
el país que obligaron a buscar un pensamiento
alternativo con nuevos paradigmas teóricos y
culturales dentro de los cambios que ofrecía el
modelo socialista.
La retraducción de estos acontecimientos
conllevó una concepción más amplia de la
cultura que se orientaba ahora hacia una mayor
convocatoria de la población. La máxima
dirección del país consideró a la cultura dentro
de sus prioridades. La enfocaba ahora hacia una
cultura general integral que, en consecuencia,
vincularía además del MINCULT, a otras
instituciones y ministerios (Terry, Espinosa y
Barroso 2016; Rodríguez 2017).
Desde ella se respeta el diálogo con las
tradiciones, la identidad y la diversidad. Se
propician debates en el diálogo de los artistas,
creadores, pensadores, sobre temas que en otras
etapas eran considerados tabú: la racialidad, la
emigración, el género, los estudios feministas,
la desigualdad, la santería vinculada a las
problemáticas de raza y género.
Se articula en la creación artística un consumo
cultural relacionado con estrategias y estilos
de vida cotidiana que se representan por una
implosión social de distintos individuos y
grupos. A estos, Basail (2006) los describe
como: religiosos, homosexuales, transexuales,
rockeros, raperos, rastas, creadores de campos
culturales, los cuales luchan por legitimar sus
particularidades en la vida pública.
La transformación de las mediaciones entre los
escritores, el MINCULT, la UNEAC y otras
instituciones y organizaciones se expresan hacia
una nueva orientación de las políticas culturales.
Esta, sin dudas, fue favorecida a partir de 1997
y hasta 2012 por la dirección de Abel Prieto
en el MINCULT. En su dirección inuyó su
formación intelectual y conocimiento de la
comunidad intelectual cubana, su condición de
creador y, sobre todo, su decisión de romper con
la burocracia y enfrentar, debatir y solucionar
los conictos que aparecían (Rodríguez 2017).
Las políticas culturales en este período permiten
que la nueva generación, libre de sectarismo, de
dogmas, exprese una poesía todavía más íntima
que en los ochenta. Según López (2008), la
generación de poetas que se expresa en los años
noventa fue la de los nacidos tras 1975. Estos
autores muestran en su poesía sentimientos y
conictos personales o sociales, reejos todos de
la crisis económica, y van a expresar su propio
ser.
No solo se rearmaron las formas clásicas
y el versolibrismo conversacional, sino que
también se incursionó en elementos de poesía
visual y otros experimentos metapoéticos e
incluso performáticos. La fragmentación se hace
expresa, además del discurso, con líneas o versos
que quedan en esbozo como una idea trunca, en
las maneras sintéticas de la conversación (Araoz
y Melo 2017). El ‘yo’ como ser individual o
ser social mostraría sus elementos identitarios.
Estos expresarían identidades femeninas, de
homosexuales, de emigrantes o de intenciones
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL DE DETERMINANTES
PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 246
regionales.
Se destacan las temáticas referidas a la
insularidad que enfrentan los poetas desde Cuba
o desde la diáspora. Estos últimos, concibiendo
una insularidad idealizada y con un trasfondo
ideólogo contrario o reexivo sobre la situación
del país. Todos estos elementos son reejo de
una sociedad que también estaba reorientándose
y, a la par, reenfocando sus políticas culturales.
No deberían dejar de citarse entre algunos de
los integrantes de generación a poetas de la
talla de Reinaldo García Blanco, Rito Ramón
Aroche, Carlos A. Aguilera, Juan Carlos Flores
y Edwin Reyes Zamora. Ellos, que se expresan
en el escenario de crisis, son el antecedente de
los poetas que protagonizan luego la llamada
Generación Cero. La distinción fundamental
de estos últimos, es que forman en plena
adolescencia, con los impactos económicos
y sociales del Período Especial, su habitus
primario o lo que Mannheim ([1928] 1993)
llama fondo vital.
QUINTO PERIODO, DESDE EL
2000 HASTA EL 2019
Desde una posición más reexiva, las políticas
culturales de principio de siglo incluyen
en el debate ideopolítico, las visiones y el
entendimiento sobre el pasado, el presente y el
futuro en el seno de los grupos socioclasistas
e intelectuales. Se le da la posibilidad a los
artistas y a los creadores comprometidos con
la Revolución de tener una participación en
la proyección nacional e internacional de las
instituciones y organizaciones culturales. La
participación favorece la concepción de la
diversidad dentro de las políticas culturales. Los
límites, apunta Díaz-Canel (2019), comienzan
en el momento donde se irrespetan los valores
sagrados de la patria.
En este aspecto es de destacar que la
implementación de los NPS no solo fungió,
según Landaburo (2009), como importante
aporte técnico-material a la labor artística y
cultural. Deben considerarse, entre otros aportes,
la formación de promotores e instructores
de arte en las provincias y la aplicación de la
Programación Cultural de las políticas culturales
a todos los niveles. La Generación Cero en lo
particular se favoreció con la creación de Sistema
de Editoriales Territoriales (SET) en todas las
provincias del país, las cuales hicieron posible la
expresión de su obra literaria.
Ello ha sido corroborado por el investigador a
partir del establecimiento de un diagnóstico de
la generación de poetas, compuesta por 130
autores con al menos un libro publicado en el
período 2000-2019. A partir del diagnóstico se
argumenta la repercusión del surgimiento de las
editoriales provinciales en la expresión poética
de la Generación Cero. El total de libros de
poesía de sus autores compendia 327 títulos. De
ellos el mayor número ha sido publicado por el
SET, con la representación de un 69,7 %. Esto
corrobora que la política de este sistema editorial
ha sido condicionante para la expresión poética
de la Generación Cero (Sánchez 2022).
Sus poetas, nacidos hacia los años ochenta, se
dejan denir como generación de la siguiente
manera:
Aquella posición generacional nacida entre
1976 y 1986 que, desde sus etapas claves
de socialización (adolescencia), se ubica
de modo afín a la crisis económico-social
generada en Cuba a partir del llamado
Período Especial, y que se expresa del año
2000 en adelante, como parte de un mismo
enfrentamiento social e ideológico, con una
fuerza desencadenante tal, que constituye
un estilo generacional. (Sánchez 2022:65)
Estos autores encuentran en las políticas
culturales de principio de siglo la cobertura para
mostrar, en su expresión simbólica, un nuevo
sistema de valores y la postura crítica ante la
sociedad. Estas particularidades estuvieron
condicionadas por la crisis de los años noventa
en adelante, cuando experimentaron sus
primeras experiencias de vida. La posibilidad
de expresión de sus valores responde a una clara
transformación en las correlaciones de fuerzas
constitutivas entre estos poetas y las posiciones
de poder del campo literario. En ello ha ayudado
Yansy Sánchez Fernández
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 247
la posibilidad de autogestión de sus prácticas
literarias a través de las nuevas tecnologías.
Característica que, según la concepción de Díaz-
Sarmiento, López-Lambraño y Roncallo-Lafont
(2017), los distingue como millennials.
En cuanto a su nuevo sistema de valores,
un estudio de Sánchez (2021) describe sus
posturas frente a la esfera sociopolítica. La
más revolucionaria de ellas expresa a un tipo
problematizador con tendencia al cambio. Este
en congruencia con el rol que la nueva sociedad
le exige y que él está dispuesto a protagonizar,
no se conforma con una posición de desventaja
frente al sistema de valores prescrito y en sus
juicios no solo lo desacraliza, sino que sobrepone
su propio sistema de valores (Sánchez 2021). Ello
es muestra de la postura crítica ante la sociedad;
la cual es más frontal que en generaciones
literarias anteriores.
Sánchez (2021; 2022) determina homologías
entre las características sociales de la Generación
Cero y las de la expresión literaria de los poetas y
establece sus posturas discursivas. Así nombra:
1 Postura frente a lo sexual: el tratamiento
destabuizado del sexo; el sexo como divertimento,
ejercicio, como mercado; 2 postura frente a lo
social: tendencia a reducir el cerco de interés
social condicionado por intereses personales; 3
postura frente a lo sociopolítico: visión crítica
(a veces hipercrítica), que contempla a un
tipo problematizador, a un tipo desaprobador
resignado y a un tipo resiliente frente al contexto
sociopolítico. En todo ello se observa la pérdida
de peso en la subjetivación de estos contenidos,
en comparación a cómo se tenían concebidos
en generaciones anteriores; 4 postura frente lo
sagrado: pragmatismo; tendencia a destabuizar
y desacralizar, banalizar, humanizar, e incluso
ridiculizar lo tenido como sagrado a partir de las
normas sociales.
A pesar de los vínculos generacionales antes
referidos, esta generación de poetas muestra,
un amplio espectro en su expresión estética,
estilística y temática. Entre los autores más
representativos, no pueden dejar de citarse a:
Legna Rodríguez Iglesias, Oscar Cruz, Jamila
Medina, Larry González, Javier L. Mora, Liuvan
Herrera Carpio, Yanier H. Palao y Sergio García
Zamora.
Miguel Díaz-Canel (2021), presidente de
los Consejos de Estado y de Ministros,
considerando el arte de las nuevas generaciones
en Cuba, apunta que la transformación cultural
profunda que ha tenido el país desde 1959 hasta
la fecha puede corroborarse en la práctica.
Esta es protagonizada por la intelectualidad
artística a través de propuestas osadas, alertas y
señalamientos adelantados. Sobre la expresión
de un nuevo enfoque de las políticas culturales
explica: “la obra de arte tiene no solo el derecho
sino la misión de ser provocadora, arriesgada,
desaante, cuestionadora, también enaltecedora
y emancipadora (…) La libertad de expresión
sigue teniendo como límite el derecho de la
Revolución a existir” (6).
Esta posición ha sido posible gracias a la
retraducción de inuencias sociales externas
en las políticas culturales que afectan al campo
literario. La retraducción se expresa en un
movimiento de las propiedades especícas del
campo, las cuales a su vez connotan su capacidad
mediadora sobre las producciones literarias.
De esta manera es posible considerarlas como
un segundo nivel de determinantes de las
generaciones literarias.
CONCLUSIONES
Las generaciones literarias están mediadas
por las propiedades del campo en el cual
se encuentran. En el contexto cubano estas
propiedades responden a un principio de
jerarquización política expresado desde 1959
hasta la actualidad.
Dentro del segundo nivel de determinantes las
políticas culturales manifestadas en el campo
literario funcionan como una precondición
de homología que vincula a las generaciones
literarias. Estas han funcionado como
mediadoras de la expresión de los poetas en el
período revolucionario.
LAS POLÍTICAS CULTURALES COMO SEGUNDO NIVEL DE DETERMINANTES
PARA LA LEGITIMACIÓN DE LAS GENERACIONES LITERARIAS
Número 19 / ABRIL, 2023 (19-37) 248
El espíritu de las políticas culturales en el
campo literario cubano de hoy promueven
la participación y la inclusión. Desde esta
posición, no se opone a las posiciones más
problematizadoras de la literatura, siempre y
cuando estas no sostengan una posición contraria
a las políticas culturales.
La aplicación del método histórico-lógico ha
propiciado concebir el campo literario cubano en
el período revolucionario como una estructura
dinámica que, en los últimos dos períodos, ha
mostrado sus mayores cambios. Esto signica
que una transformación en la correlación de
fuerzas de las agencias entre los escritores
(poetas) y la estructura legitimadora.
Los factores externos vinculados a la crisis
económica se han retraducido en una mayor
exibilidad que ha afectado la estructura del
campo literario en favor de los escritores
(poetas).
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS
DE INTERESES: El autor declara no tener
conictos de interés.
DECLARACIÓN DE CONTRIBUCIÓN DE
LOS AUTORES: El autor declara que el 100%
del trabajo es de su autoría.
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