Yansy Sánchez Fernández
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 239
Otra concepción bajo la cual podría abordarse
el segundo nivel de determinantes, se proyecta
desde la Escuela Formalista Rusa y del
Círculo Lingüístico de Praga, con la Teoría
del Polisistema. Esta rompe con la concepción
esencialista de las obras y pone en relación los
elementos que componen el sistema literario, al
hacer énfasis en cada una de las funciones de
dicho sistema considerando su coexistencia.
Even-Zohar (1990; 1999), representante de
esta teoría, concibe el sistema de la literatura
como una red de relaciones de las que se
derivan actividades designadas como literarias.
Asume para ello el esquema comunicacional de
Jakobson y a través de él designa las relaciones
entre productores (escritores) y consumidores
(lectores). Estas están mediatizadas por la
institución (la edición, las revistas, la crítica,
los grupos de escritores, las instancias estatales,
el sistema escolar, los medios, el repertorio) y
por el mercado. En ese sistema de relaciones
destaca en la institución la función de remunerar
y penalizar a productores y agentes (Even-Zohar
1990; 1999). Así, las tomas de decisión de los
agentes, a cualquier nivel del sistema, depende
de las benecios y restricciones hechas por las
instancias de la institución.
Como se ha podido observar, el segundo nivel
determinantes es asociado, en primer lugar, a
la acción de las instituciones (remuneración,
sanción) y, en segundo, a la reacción del
público. A partir de estas instancias se produce
la legitimación de la obra literaria en el segundo
nivel de determinantes. La legitimación
posibilita la existencia del libro como producto
literario para ser comercializado y reconocido.
La producción de las generaciones literarias está
mediada por esta estructura y, por consiguiente,
las generaciones mismas.
Sin embargo, debe precisarse que, en el
escenario cubano la noción de gran público
como mediador de la obra literaria queda
reducida al llamado criterio de los semejantes.
El Estado cubano, al subvencionar la gestión
del libro, libera a los productores literarios de
las mediaciones del gran público. De esta forma
limita la acción legitimadora de este, que cede
espacio a los involucrados en el campo literario
como principales mediadores de la obra; es
decir, a los semejantes. Esta condición es más
visible en relación con la poesía, no solo por
la independencia del mercado, sino también
por la propia característica del género, en la
cual median mayormente otros poetas, jefes de
redacción, promotores o críticos.
La noción de segundo nivel de determinantes
impone también para su estudio un acercamiento
desde la Sociología del Conocimiento. Bourdieu
(1990; 1993; 1995) reere los determinismos
que sobrevienen a la obra de arte a través de
demandas y constricciones sociales. Estas, como
explica Sánchez (2013) se encuentran inscritas
en la posición que ocupa el productor en un
campo determinado (más o menos autónomo) de
producción. De esta manera, los determinantes
sociales y los del campo de producción
aportan a la epistemología de la Sociología del
conocimiento. En ese sentido la concepción de
esta autora es también un antecedente de los
dos niveles de determinantes propuestos por el
artículo.
El segundo nivel de determinantes está
compuesto por una estructura legitimadora,
la cual se descompone en instancias de
legitimación. En este artículo se denen las
instancias como: potencias sociales, las cuales,
en virtud del poder político, económico o las
garantías institucionales de las que disponen
están en condiciones de imponer normas
culturales y reivindican una legitimidad cultural.
Derivada de esta noción, se puede denir además
la legitimación literaria como: la denición de
la legitimidad de las prácticas literarias a partir
del conjunto de normas dentro del campo.
(Elaboración propia apoyada en Bourdieu 1966
[2002]; 1990; 1995; Escarpit 1978; Even-Zohar
1990; 1999; Dubois 1978 [2014]).
En el contexto cubano las propiedades del campo
no las dene el mercado de la literatura como
principio de jerarquización económica. Estas
las decide el principio de jerarquización política
expresado a través de políticas culturales. Así,
este sería una precondición de homología para
considerar, en función de los cambios en las
políticas, las generaciones literarias desde 1959
hasta la Generación Cero, en la actualidad. En