Carmen Rosa Berrocal Villegas - Abel Fernando Ruiz Aguilar
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 103
a Internet, así como un pobre monitoreo y
supervisión de las actividades que desarrollan,
lo cual trae, como consecuencia, una incipiente
retroalimentación compartida respecto a los
aprendizajes desarrollados virtualmente.
En línea con lo anterior, Berrocal et al. (2021), en
su investigación en dos instituciones educativas,
demuestran que los estudiantes no cuentan con
las condiciones técnicas ni tecnológicas para
el desarrollo de la construcción colaborativa,
ni para el logro de los aprendizajes. Estos
resultados se corresponden con el estudio de
Manzuoli y Escofet (2015), quienes, al analizar
la construcción grupal del conocimiento en los
entornos digitales determinan que se caracteriza
por una escasa interacción, sobre todo, porque
los estudiantes tienden a dividirse el trabajo, sin
tener en cuenta las contribuciones individuales;
lo cual limita la construcción compartida del
conocimiento.
En esa misma línea, Hernández-Sellés (2021)
subraya la necesidad de establecer distintos
tipos de interacción entre los estudiantes para
la producción de aprendizajes colaborativos
a través de los entornos virtuales (interacción
cognitiva, social y organizativa), para que
se establezca una interacción continua entre
estudiantes, profesores, materiales educativos y
tecnología.
Se comprobó diferencias signicativas en
los puntajes sobre las variables de estudio,
evidenciadas en sus dimensiones, a excepción
de condiciones de aprendizaje, donde no se halla
diferencia signicativa.
Además, las medias obtenidas por el género
femenino superaron a las de género masculino en
5.9, lo que implica que las mujeres desarrollaron
una construcción favorable al conocimiento
en EVA en comparación con los varones, ellas
destacan en el empleo de las aplicaciones de
WhatsApp por encima de los varones, a pesar
de que ambos géneros usan homogéneamente
todas las tecnologías para el trabajo colaborativo
(Vallespín-Arán et al. 2020).
Estos resultados se corresponden con la
investigación de Tejada, Garay y Romero (2017),
quienes concluyeron que, en la participación
cooperativa a través de entornos virtuales, desde
la perspectiva del género las mujeres tienden a
ser más participativas que los hombres, y logran
una gestión más responsable de sus aprendizajes,
pero, sobre todo, comprometiéndose al logro de
resultados individuales más positivos.
Con un enfoque distinto, la investigación no
experimental de Castillo et al. (2021) concluye
que se halló una correlación positiva moderada
entre género y nivel de ansiedad, durante la
elaboración de signicados en línea, donde las
mujeres evidenciaron un mayor grado de estrés
y ansiedad que los varones, explicado por las
brechas digitales sobre el uso de tecnologías
entre ambos géneros. En otro estudio
experimental, Quijano (2010) señala que las
mujeres respondieron mejor que los varones a
la metodología de aprendizaje colaborativo, por
lo que se halló una diferencia estadísticamente
signicativa por género.
En tanto, el análisis Anova y las pruebas post
hoc comprobaron que no existen diferencias
estadísticamente signicativas en el desarrollo
de la construcción compartida del conocimiento
en estudiantes de educación básica, en cuanto al
grado; aspecto que se relaciona con la percepción
homogénea de los estudiantes en los tres grados
de estudio sobre las condiciones del aprendizaje,
gestión del conocimiento y autorregulación, toda
vez que valoran el aprendizaje centrado en el
estudiante, donde la responsabilidad reposa en él
y no en el docente, además de que se promueve
la construcción libre de signicados.
Estos resultados coinciden con Cotán, García-
Lázaro y Gallardo-López (2021), quienes
concluyen que el compromiso individual
coadyuva al desarrollo de la actividad de grupo
en estudiantes, para fomentar la adquisición
de nuevos enfoques de debate y habilidades
socio-cognitivas y así mejorar la construcción
colectiva del aprendizaje. En otro sentido,
Guerra, Rodríguez y Artiles (2019) reeren que
los estudiantes consideran que el proceso de
elaboración de signicados es un aprendizaje
activo donde se valoran las habilidades sociales,
seguido del procesamiento grupal, la interacción
cara a cara y la interdependencia positiva.
Finalmente, García-Chitiva y Suárez-