EL LENGUAJE, AQUEL ARTILUGIO QUE NOS HACE
COMUNIDAD: LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD
(LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
THE LANGUAGE, THAT GIMMICK THAT MAKES US
COMMUNITY: READING-WRITING-ORALITY, MEMORY
AND SOCIAL JUSTICE
DOI:
Artículo de Investigación
https://doi.org/10.37135/chk.002.17.02
Recibido: (19/10/2021)
Aceptado: (04/02/2022)
Profesora e Investigadora del Grupo Información,
Conocimiento y Sociedad y Coordinadora del Grupo
de Investigación Diverser.
Universidad de Antioquia, Escuela Interamericana de
Bibliotecología, Antioquia, Medellín, Colombia.
natalia.duque@udea.edu.co
Natalia Duque Cardona
Número 17 / AGOSTO, 2022 (40-56)
Natalia Duque Cardona
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 41
EL LENGUAJE, AQUEL ARTILUGIO QUE NOS HACE
COMUNIDAD: LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD
(LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
THE LANGUAGE, THAT GIMMICK THAT MAKES US
COMMUNITY: READING-WRITING-ORALITY, MEMORY
AND SOCIAL JUSTICE
El presente artículo tiene como propósito exponer el lenguaje como un dispositivo cultural
que promueve formas de organización comunal una vez se interpelan saber, poder y
subjetividad a partir de lenguajes políticos de la lectura que responden a valores y principios
comunitarios. De este modo lo comunal vinculado a procesos de educación lectora que
involucran la memoria con intención de justicia social aportan a la consolidación de
sociedades democráticas radicales. El desarrollo de este trabajo se sitúa en el programa
de acción/investigación de bibliotecas desde Abya-Yala: sociedades y culturas del Sur, y
en especíco en la línea Bibliotecas, lecturas, escrituras y oralidades. Metodológicamente
el artículo hace uso de un análisis teórico-documental que mediante de una lectura crítica
fundamenta el lenguaje en marcos comprensivos que amplían su mirada en las Ciencias
Humanas y Sociales, retomando diversos referentes teóricos contemporáneos como
Zambrano, Bértolo, Therborn, Escobar, Butler, Fraser, entre otras. Finalmente se presentan
una serie de alternativas que posicionan el lenguaje en relación con la educación lectora
como oportunidades para el acontecer en el mundo de la vida. Se hace uso del pronombre
y objeto directo femeninos para dirigirme a las personas sin importar su género o sexo.
PALABRAS CLAVE: Lenguaje, comunitario, memoria, justicia social, LEO
The purpose of this article is to expose language as a cultural device that promotes
forms of communal organization once knowledge, power, and subjectivity are challenged
through political reading languages that respond to democratic values and principles
located in the good-life and well-being. In this way, the communal linked to processes of
reading education that involve memory with the intention of social justice contribute to
the consolidation of democratic societies. The development of this work is located in the
action/research program of libraries from Abya-Yala: societies and cultures of the South,
and specically in the line Libraries, readings, writings, and oralities. Methodologically,
the article uses a theoretical-documentary analysis that, through critical reading, bases
the language on comprehensive frameworks that broaden its gaze on the Human and
Social Sciences taking up various contemporary theoretical references such as Zambrano,
Bértolo, Therborn, Escobar, Bautler, Fraser, among others. Finally, a series of alternatives
are presented that position language concerning reading education as opportunities for
events in the world of life.
KEYWORDS: Language, community, memory, social justice, LEO
RESUMEN
ABSTRACT
EL LENGUAJE, AQUEL ARTILUGIO QUE NOS HACE COMUNIDAD:
LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD (LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
Número 17 / AGOSTO, 2022 (40-56) 42
INTRODUCCIÓN
Cuando se alude al lenguaje como artilugio que
nos hace comunidad, se propone un ejercicio que
permita pensar en formas de acción que superen
mecanismos de opresión y estén en la vía del
fortalecimiento de los sujetos desde lo comunal.
Para ello, las lecturas, escrituras y oralidades
(LEO) como tecnologías de poder hacen de la
memoria una posibilidad para el encuentro en
la humana condición (expresión que pone como
sustantivo la humanidad y no la condición, en
perspectiva de Zambrano (2019) de aludir a una
condición olvidada del ser que es el alma misma)
y el reconocimiento de la otredad.
El lenguaje como campo de estudio
interdisciplinar y extradisciplinar ha migrado
en la última década a una comprensión
ampliada sobre él mismo, vinculando diferentes
áreas de las Ciencias Humanas y Sociales y
transgrediendo su comprensión en relación con
este como habilidad, competencia y capacidad.
Cada vez con mayor fortaleza entendemos el
lenguaje y sus elementos constitutivos -las
LEO- como tecnologías de poder que inciden
directamente en las formas de organización
social y el modo en que estas contribuyen a
Estados democráticos o autoritarios, una vez
que estas tecnologías contienen mecanismos de
emancipación o dominación que sostienen la
memoria social.
Así en este artículo se propone exponer el
lenguaje como un elemento ineludible para
promover formas de organización comunal, que
responden a valores y principios democráticos
situados en el buen-vivir y en el bien-estar,
para ello dialoga con la Ciencia Política, la
Sociología, los Estudios Culturales, la Filosofía
Política y la Bibliotecología con el ánimo de
presentar una serie de posibilidades que nos
permitan seguir escudriñando el lenguaje no
solo como concepto, sino como categoría que
en el mundo social posibilita alternativas para la
justicia social.
Los referentes usados para el artículo se ubican
en el contexto de la Teoría Crítica, que bajo
un marco analítico intercultural anticolonial
permiten transitar por el campo del lenguaje y
las posibilidades que este brinda en la reexión
y reconguración de los estados democráticos
actualmente.
Esta reexión retoma la idea urdimbre lectora
propuesta por Bértolo (2017), la cual constituida
por el lenguaje implica reconocer que este en
sociedad responde a lenguajes políticos de las
LEO que, de acuerdo con principios, valores
y acuerdos promueven modos de ser y estar
socialmente.
METODOLOGÍA
Este artículo se enmarca en el programa de
acción/investigación de bibliotecas desde Abya-
Yala: sociedades y culturas del Sur (Duque 2018)
y de manera especíca en el tema Bilbiotebas,
lecturas, escrituras y oralidades, el cual “investiga
las relaciones que la biblioteca ha establecido
con el lenguaje. Su interés se concreta tanto
en el estudio histórico como contemporáneo
de las LEO como prácticas socioculturales y
sociopolíticas” (Duque 2018:104).
Su desarrollo recurrió a una metodología
analítica documental que buscó a partir de
una lectura crítica fundamentar el lenguaje en
marcos comprensivos que amplíen su mirada en
relación con la Ciencia Política, la Sociología,
los Estudios Culturales, la Filosofía Política
y la Bibliotecología. Parte de los desarrollos
realizados alrededor de los lenguajes políticos
de la lectura: liberal, republicano y crítico
desarrollados por Álvarez y Naranjo (2003)
y el lenguaje político intercultural-decolonial
(Duque 2019).
Tras la proposición de una serie de tesis se
comienza un ejercicio de indagación que presenta
cómo el lenguaje puede posibilitar formas de
organización comunitaria que contribuyan al
fortalecimiento de sociedades democráticas.
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Inicialmente, retomando a Bértolo (2017) y
Escobar (2016), se plantean algunas ideas para
abordar lo comunal, para nosotrear y pensar cómo
la palabra propia, la de la otra y la de nosotras
nos hace comunidad. A continuación, partiendo
de Bértolo (2017) y sus consideraciones sobre la
operación de leer y recorriendo los estratos de
este proceso social: lo textual, lo autobiográco,
lo metaliterario y lo ideológico, se analiza el
lenguaje como artilugio, y en especíco las
LEO, y cómo estas intencionadas comunalmente
contribuyen a procesos de concienciación y de
fortalecimiento de sociedades democráticas.
Seguidamente, deteniéndose en el estrato de lo
ideológico y de la mano de Bértolo (2017) y
Therborn (1987), se expone la relación de los
lenguajes políticos de la lectura con la memoria y
se presentan algunos ejemplos que materializan,
pasando del mundo de las ideas al mundo de la
vida, esta relación en el campo de la educación
lectora cuyo n es la justicia social.
Finalmente, a partir de las reexiones de Fraser
(2008) y Butler (2020, 1997) se exponen
alternativas que reiteran la capacidad del lenguaje
como artilugio en relación con su fortaleza
de aportar al tránsito de reconocernos como
comunidad, como sujetos interdependientes; y
en tanto, bajo la facultad crítica de pensar un
nosotras, hacemos de la palabra una herramienta
para salvaguardar la vida.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Después de casi una década, retomando la gura
del tejido, la urdimbre y el entramado para hablar
del lenguaje, esta metáfora se volvió reiterativa
y en ocasiones vacía, aun sabiendo la potencia
que en esta existe. Empero, Bértolo y su obra La
cena de los notables (2017), nos permite retomar
esta palabra usada sin decoro: urdimbre; con
toda la delicadeza posible. “Llamamos urdimbre
lectora o urdimbre constitutiva del lector a la
resultante de sumar los rasgos y relaciones que
en cuanto lector individual mantiene con su
estado de cuentas y hábitos con el que la lectura
se va a relacionar” (Bértolo 2017:78).
Pensar el lenguaje como artilugio implica
referirse a una urdimbre lectora de la cual se
es parte socialmente. Ese conjunto de hilos
entrelazados de modo tal que cuidadosamente
disponen el conjunto de palabras para dar
Tabla 1: Sistema de tesis
Fuente: elaboración propia
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lugar a un entramado que se teje en memoria
y vida. Lo más interesante es que cada vez con
mayor intensidad los hilos que llegan a una
urdimbre permiten ampliar la comprensión del
lenguaje en el mundo de la vida, raticando no
solo la importancia de este sino posibilitando
experienciarlo en la vida cotidiana.
La urdimbre lectora en este artículo es contexto,
pre-texto y excusa para presentar cómo utilizando
diferentes estratos del lenguaje, las palabras
conforman comunidad una vez posibilitan el
reconocerse, nombrarse y hacer consciencia de la
interdependencia que como especie tenemos. Es
en ese mismo escenario del tejido donde a partir
de la palabra, incluso en medio de contextos
violentos, el lenguaje permite fortalecer la
facultad crítica de los sujetos en diversos niveles
de su ser y estar en sociedad, de modo tal que
caminen en pro de ideales democráticos.
Son variados los hilos que soportan la urdimbre.
Respecto al lenguaje, las ideas se fundamentan
en la comprensión de este como un dispositivo
que, en perspectiva de Deleuze (1990),
implica pensarlo como un escenario en el que
se entremezclan saber, poder y subjetividad.
Especícamente en la dimensión del saber y la
subjetividad se retoma el marco comprensivo
propuesto por Zambrano, quien en la palabra
presenta una apertura a la razón poética, a ese
otro espacio olvidado de la vida, el alma, “esa
palabra perdida y a la par sentida y hallada o que
escapa, se disipa, no llega a formularse porque
lo humano no está acabando, está siempre
empezando” (2019:12).
Y en relación con el poder, se sitúa la comprensión
en los desarrollos de Butler para pensar cuáles
son las relaciones que se establecen socialmente
y cómo impactan la sociedad.
¿Podría acaso el lenguaje herirnos si
no fuéramos, en algún sentido, seres
lingüísticos, seres que necesitan del
lenguaje para existir? ¿Es nuestra
vulnerabilidad respecto al lenguaje una
consecuencia de nuestra constitución
lingüística? Si estamos formados en el
lenguaje, entonces este poder constitutivo
precede y condiciona cualquier decisión
que pudiéramos tomar sobre él. (1997:17)
En relación con lo comunitario, se retoma la
denición propuesta por Escobar (2016) sobre
la autonomía y la esperanza de un pensamiento
propio, en la cual las LEO cumplen un rol
fundamental: la palabra como constituyente
de formas de organización social. Además, se
retoman las deniciones propuestas por Bértolo
(2017), quien en su trabajo genera un vínculo
explícito del lenguaje, articulando las LEO
con la idea de comunidad y explicitando su
implicación al lenguaje.
Es en esa urdimbre del lenguaje bajo un
enfoque comunitario que las LEO, la memoria
y la justicia social se entrelazan como hilos
que buscan el fortalecimiento del tejido social;
para ello el referente de trabajo de las LEO se
enmarca en los lenguajes políticos de las LEO
(Álvarez y Naranjo 2003 y Duque 2019) donde
se establecen modos de interpelación y acción del
lenguaje en relación con formas de organización
social, que responden a diversas ideologías,
las cuales “enmarcadas en un lenguaje político
de la lectura son un proceso social en curso, el
cual a través de la lectura, escritura y oralidad
se surten de técnicas de desigualdad-igualdad
para interpelar los sujetos y dar respuesta a un
modelo de sociedad” (Duque 2019:93).
En tanto, las LEO son abordadas en perspectiva
Foucoultiana, es decir, como tecnologías de
poder que de acuerdo con Duque:
Se componen, tanto del material empírico:
de la práctica, como de los discursos
en que se fundan, particularmente los
lenguajes políticos de la lectura. Estos
pueden considerarse una tecnología al ser
elementos que sustentan ciertos discursos
políticos (neoliberalismo) y económicos
(capitalismo) en relación con el propósito
de las prácticas de lectura y escritura.
(2019:26)
Los procesos de visibilización o invisibilidad a
los que el lenguaje como dispositivo contribuye,
implican una vinculación intrínseca de las LEO
con la memoria, una vez que ir a esta permite
cuestionar la continuidad de las relaciones de
saber, poder y subjetividades existentes en el
lenguaje, cuestionar el statu quo que ha implicado
formas de organización que no responden a lo
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comunal.
La memoria en este sentido vinculada a las
tecnologías de poder (LEO), genera procesos
de resistencia y resignicación en los diferentes
estrados de la urdimbre lectora, de modo
que camina hacia procesos de justicia social
preguntándose qué implica la justicia social
en el campo del lenguaje y quién cuenta como
un auténtico sujeto de justicia (Fraser 2008),
esto último tiene como campos posibles de
materialización en el desarrollo de actividades
de educación lectora vinculadas con la memoria
y que aportan a procesos de justicia social.
Así, este artículo busca constituirse como una
urdimbre que sume a la posibilidad de narrativas
que permitan continuar la reexión acerca del
lenguaje como un elemento, no solo constitutivo
de la especie humana, sino como aquel artilugio
que recurriendo al ingenio de hombres, mujeres
y niños posibilita mecanismos que digniquen
la vida misma, permite salir de los marasmos de
la muerte y se resiste al despojo de la dignidad,
de la esperanza, de la humana condición.
LA PALABRA QUE NOS HACE
COMUNIDAD
Pensar en lo comunitario es referirse a una forma
de organización que dista de ideales neoliberales
y se ubica en el contexto de la democracia radical
que prioriza los derechos como condiciones
colectivas y no como privilegios individuales.
Lo comunal es una alternativa para ser y estar
socialmente, basado en un ejercicio autónomo
de reconocimiento de lo propio, de la otra y
de nosotras. En esta alternativa encontramos
posibilidades para transitar y no limitarnos
exclusivamente a pensar en procesos de
deconstrucción sino de transformación de las
estructuras y formas de relacionamiento.
Ya que reconocemos el lenguaje como un
dispositivo que entremezcla saber, poder y
subjetividad al referirnos a formas comunales
para pensar, ser y estar en sociedad es
indispensable que la palabra ponga en tensión los
saberes, relaciones y condiciones individuales
del ser humano, los cuales históricamente
privilegian lo individual y se han ubicado bajo
un discurso que de modo persistente intensica
y sobre todo legitima la desigualdad social.
Cuando estos elementos se tensionan, se discuten
y transforman comienza a aparecer lo comunal.
En la historia de la humanidad, tal como lo
propone Bértolo, es la comunidad quien avala,
da el uso de la palabra, ella misma “era la que, en
primera y última instancia, y en su condición de
dueña y custodia de las palabras, legitimaba el
uso de las palabras” (2017:85). Y en ese proceso
de escucha y diálogo, de la palabra dicha pero
también de la oída, es donde colectivamente
identicamos al lenguaje, a la cultura como un
bien común que ennoblece la humana condición
y en tanto es imperativo el disfrute de esta
por todos y cada uno los integrantes de una
comunidad.
Esta interdependencia no es entendida como una
subordinación a la otra u a otras, sino como una
condición de igualdad. Pongamos un ejemplo, si
bien el lenguaje nos hace humanos, no cumpliría
esta condición si no tuviéramos la necesidad de
poner la palabra en diálogo, pues no simplemente
se trata de mí misma, sino de cómo esa palabra
ennoblece la humanidad al hacerme parte de un
contexto mayor.
Así que todos tengamos la posibilidad de la
palabra, de ser escuchados, oídos, leídos implica
que tendremos derechos además de individuales,
legitimados comunalmente para ser parte de un
bien mayor, la comunidad. De este modo, el
lenguaje es “el ujo de narraciones, verdadera
memoria social, es el instrumento básico con
el que cada sociedad se visualiza, se oye, se
objetiva y se autodescribe”. (Bértolo 2017:75).
La palabra y las tecnologías de poder (LEO) se
convierten en una diversidad de posibilidades
para aportar a la consolidación de lo comunal
una vez que en ella se reconoce un bien común
que todas disfrutamos, pero nadie se apropia.
Escobar propone una serie de supuestos
para el diseño de procesos comunales, que a
continuación presentamos en relación con el
lenguaje para trazar posibilidades para la palabra
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y él cómo esta nos hace comunidad:
1. Toda comunidad practica el diseño de sí
misma, y en este proceso de hacerse comunidad
es la palabra la tecnología de poder para llegar
a acuerdos, trazar perspectivas en común,
es un punto de encuentro. En el proceso de
construcción de una colectividad el lugar de la
palabra es privilegiado, poniendo en lo público
los mínimos necesarios para el bien-estar y el
buen-vivir.
2. Toda persona o colectivo es practicante de
su propio saber y desde allí examina cómo la
gente entiende su realidad. Cuando se alude a
que la palabra hace comunidad se maniesta el
reconocimiento de mitos, ritos y rituales y sobre
todo se recupera y salvaguardan saberes propios,
memorias subalternizadas que no han hecho
parte del mundo social.
3. Lo que la comunidad diseña es, en primera
instancia, un sistema de investigación o
aprendizaje sobre sí misma. Y por ello en ese
proceso de construcción de lo propio, el lenguaje
como una tecnología de poder que implicó formas
de organización social distantes de lo comunal,
coloniales y colonizadoras, se transforma en una
oportunidad para la emancipación y la resistencia
social. Las formas de organización comunal
implican ir casa adentro para reconocer-nos en
plural y comenzar a aprender de lo que somos,
antes de establecer puentes casa afuera.
4. Cada proceso de diseño implica un enunciado
de problemas y posibilidades, el cual podemos
traer a la esfera pública utilizando como
mecanismo de trasmisión a la palabra y además
de ello concertar cuáles son prioritarias para
una comunidad. Pensar en diseños propios
implica trabajar casa adentro, preguntarnos por
lo propio antes que trabajar casa afuera, pues la
comprensión de las rutas a caminar será dada y
validada en la escucha y reconocimiento de la
otra.
Así, la experiencia con la palabra en sus múltiples
formas nos congrega como comunidad, dispone
los elementos para la urdimbre, para que los
hilos vayan generando las tramas en las cuales
nos vinculamos alrededor de los bienes comunes
y la generación de proyectos autónomos que
trabajen en procesos de autogobierno.
LOS ESTRATOS DE LA LECTURA:
LA PALABRA COMUNITARIA,
ANDAR HACIA LA JUSTICIA
SOCIAL
Una vez explorado cómo la palabra puede
congregarnos como comunidad, paso a referirme
a cómo las LEO estudiadas a partir de la propuesta
de Bértolo (2017) contribuyen al fortalecimiento
de sociedades democráticas y a la interpelación
del saber, el poder y la subjetividad, siempre
y cuando estén intencionadas comunalmente,
es decir, que respondan a valores e ideales
comunitarios.
Es importante recordar que esto es posible
siempre y cuando reconozcamos las diversas
dimensiones que cohabitan en el lenguaje al
entenderse como un dispositivo cultural; para
Deleuze, el dispositivo
(…) es una especie de ovillo o madeja
(…) en las cuales las categorías de saber,
poder y subjetividad están presentes.
Desenmarañar las líneas de un dispositivo,
es en cada caso levantar un mapa,
cartograar, recorrer tierras desconocidas,
y eso es lo que Foucault llama el “trabajo
del terreno”, en términos de éste los
dispositivos son máquinas para hacer ver y
para hacer hablar. (1990:155)
En el caso del lenguaje esta consideración
implica que a partir de su materialización en las
LEO se mantiene o subvierte el capital cultural,
se generan formas tradicionales de organización
social o se proponen otras contrahegemónicas,
el lenguaje tiene en sí mismo como el principal
condicionante de la humanidad la posibilidad de
dominar o emancipar, por ello nos deslizamos
por los estratos de la lectura en los cuales este
subyace para explorar, en caso de una intención
comunitaria en este dispositivo es probable que
pueda aportar a la justicia social y con ello a
formas de organización democráticas.
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Para este caso las curvas de enunciación
del lenguaje corresponden a los cuatro
estratos propuestos por Bértolo: lo textual, lo
autobiográco, lo metaliterario y lo ideológico,
y las curvas de visibilidad están vinculadas
con la vivencia y experiencia de la palabra que
ocurre mediante las LEO y que van generando
una urdimbre lectora donde acontece la palabra.
LO TEXTUAL
“La lectura textual se corresponde con el
desciframiento del texto narrativo en tanto
código lingüístico, con la asignación de
signicados a los signos que el texto ofrece”
(Bértolo 2017:62). En este estrato de la lectura
el lenguaje adquiere una condición vinculada
inicialmente con la cultura escrita, con una serie
de condicionamientos que han vinculado el
acceso a esta ceñida a un canon eurocentrado,
blanco y masculinizado; este estrato de la lectura
en el contexto latinoamericano y del Caribe no
está democratizado, pues el acceso a la lectura
sigue estando limitado a una porción de la
población que no considera interseccionalidades
de género, lengua, estrato socioeconómico, entre
otras.
Si bien la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO 2020) plantea un índice de lectura
fácilmente rastreable en la región es importante
identicar que al aludir a lo textual en una mirada
occidentalizada y hegemónica limita el goce
y disfrute del lenguaje a la cantidad de libros
leídos independientemente de la comprensión e
impacto de estos en quien los lee.
El estrato textual de la lectura sigue estando
enfocado en las sociedades actuales al consumo
del objeto cultural “libro” más que a la incidencia
que la palabra pueda tener en un sujeto, esto
implica necesariamente que este estrato debe
estar acompañado de prácticas de educación
lectora intencionadas a contribuir a ideales
democráticos que posibiliten comprensiones
amplias del mundo y del goce de una ciudadanía
plena, considerando enfoques interseccionales,
pues si bien como plantea Bértolo “los textos son
una propuesta de signicado y, en ese sentido,
son una propuesta de realidad” (2017:62),
es ineludible que en este estrato las LEO
posibiliten nuevas propuestas de realidad que
como se mencionó en el apartado anterior nos
Fuente: Informe UNESCO. Inclusión y educación: todos y todas sin excepción
Figura 1: Nivel mínimo de competencia lectora jóvenes latinoamericanos de 15 años
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permitan conocer los propios saberes y desde allí
examinar cómo entendemos nuestra realidad,
cómo deseamos transformarla y construir.
Las brechas de desigualdad siguen siendo
profundas, tras la pandemia de la COVID-19
se han agudizado tal como lo demuestra la
UNESCO en su informe Inclusión y educación:
todos y todas sin excepción “la mitad de las y
los alumnos de 15 años en América Latina no
alcanzaron el nivel mínimo de competencia en
lectura” (2020:10)
Y en este estrato textual, las brechas de
desigualdad además de implicar los procesos de
comprensión lectora, involucran condiciones de
lengua, lugar de origen, género, identicación
sexual entre otras. “También hay diferencias
en los resultados de lectura entre el alumnado
inmigrante y las y los hablantes nativos de la
lengua dominante” (UNESCO 2020:13).
Concebir en este estrato de la lectura las
dimensiones culturales y políticas de las LEO,
provee herramientas a mediadores de lectura
para encontrar en el lenguaje un artilugio donde
construir la realidad, pues posteriormente los
signicados y realidades incorporados en este
estrato alimentarán las demás. En tanto, en este
las dimensiones de saber y poder cobran plena
vida al indagar sobre temas como: ¿Qué leemos?
¿Qué damos de leer a otras? ¿Qué leen los que
no leen? ¿Cuál es la intención de leer? ¿Para
qué leer? ¿A quién responden los indicadores de
lectura en la región?
Y para trabajar alrededor del lenguaje
intencionadamente no se trata únicamente de
dar de leer, en este estrato bajo un enfoque
comunitario que camina hacia la justicia social se
trata como lo propone Fraser (2008) de redibujar
los límites de la justicia en una escala más
amplia, considerar no simplemente la balanza
en términos de redistribución, es decir, de ese
dar de leer, sino del mapa, de identicar quién
en la región cuenta como un auténtico sujeto de
justicia, aquí aparece la línea de subjetividad del
lenguaje como dispositivo.
Fuente: Informe UNESCO. Inclusión y educación: todos y todas sin excepción
Figura 2: Resultados de aprendizaje según género y nivel socioeconómico en escolares de
Latinoamérica y el Caribe
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LO AUTOBIOGRÁFICO
Ahora bien, si comprendemos lo textual y
pasamos de la incorporación de un código, de su
interpretación y creación de realidades posibles
a la incorporación del lenguaje a la vida misma,
a la experiencia, a la propia historia de vida
es importante claricar que en este estrato se
considera la primera persona, la subjetividad,
en tanto alude a “las vivencias experimentadas
como historia personal, la memoria plasmada
narrativamente en recuerdos y olvidos. El
recuerdo como acto de memoria -la memoria
rememorada- y el olvido no tanto como
inconsciente sino como memoria no memorable”
(Bértolo 2017:64).
En este estrato además de las LEO aparece la
memoria como concepto, categoría, y sobre
todo como elemento crucial incorporado por el
lenguaje. Y siendo así ¿qué constituye nuestra
memoria bajo una mirada elitista de la lectura?
¿A qué tipo de memoria nos referimos? ¿Qué
acontece con la memoria en las sociedades
democráticas?, pues si nos limitamos al estrato
textual sería claro que lo que constituye esa
memoria se vincula con una historia nacional
correspondiente a una intencionalidad del
lenguaje donde se privilegia la cultura escrita,
empero que desconoce otras formas de
conocimiento propio y autónomo.
Así, insistimos en la necesidad de proveer un
diseño comunitario que privilegie un sistema de
investigación o aprendizaje sobre sí misma, que
dé lugar a una comprensión amplia del mundo
y que permita el reconocimiento de memorias
subalternizadas y subterráneas excluidas en las
sociedades democráticas liberales.
Las LEO pueden proveer alternativas para
descentrar una única historia y en tanto
permitirnos trazar “una autobiografía de
nuestras palabras, y convertirnos en portadores
de un diccionario relativamente autónomo frente
al general de la lengua” (Bertolo 2017:66),
autonomía característica de lo comunal y en tanto
posibilidad abierta de que en este estrato sumemos
a una justicia cognitiva donde nuestra historia
de vida no responda solo a hegemonías sino a
la multiplicidad de narrativas que constituyen la
sociedad de la que somos parte, comunalmente
lo autobiográco no implica únicamente lo
individual, sino también lo colectivo, pues se es
en tanto se es colectivamente.
LO METALITERARIO
Este estrato comienza a vislumbrar la urdimbre,
una vez vincula lo textual y lo individual, en
él subyacen las dimensiones de poder, saber y
subjetividad alrededor de la cultura individual,
de lo que se conoce y desconoce del mundo en
función de su comprensión y apropiación, dado
en la palabra. Propone Bértolo que
La cantidad y el grado de ecos, relaciones,
asociaciones y equivalencias que un
lector encuentra durante la lectura de una
narración concreta están directamente
condicionados por lo que denominamos
su cultura lectora, aunque sería bueno
matizar que esta cultura lectora no coincide
exactamente con “la cantidad” de lecturas
que ese lector aporte. (2017:72)
Si hay un estrato donde lo comunal orece es en
este, pues lo metaliterario, si bien puede verse
a partir de un caminar y vivenciar la palabra en
soledad, individualmente implica reconocer el
entramado social del que somos parte y saber
que acontece en cuanto hay una pluralidad que
soporta este nivel.
En lo metaliterario hay un eco de nosotras,
voces diversas cargadas de memoria que van
generando un entramado que constituye un más
allá que contiene la palabra. Propongo así que
este estrato sea la condición comunal, se asiente
en los principios y valores de lo comunitario
como posibilidad de cimentar procesos
vinculados con la vida misma, con la autonomía,
el autogobierno, la colectividad y que en tanto
sea así la palabra una tecnología de poder para el
encuentro con la humana condición.
EL LENGUAJE, AQUEL ARTILUGIO QUE NOS HACE COMUNIDAD:
LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD (LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
Número 17 / AGOSTO, 2022 (40-56) 50
LO IDEOLÓGICO
Llegamos al último estrato propuesto por Bértolo
(2017), un puente para el próximo apartado, este
es un nivel que acontece en todo el dispositivo,
bajo este se concibe la intencionalidad de la
palabra, del lenguaje, una vez que lo ideológico
tiene funciones explícitas alrededor de las
formas de organización, mantenimiento y
transformación de las sociedades.
Para este caso, el estrato ideológico de la lectura,
me sitúo en la comprensión de esta como un
medio a través del cual mujeres y hombres
hacemos nuestra historia en cuanto somos
sujetos conscientes de ella, Therborn propone
que esta “funciona como un discurso que se
dirige o interpela a los seres humanos en cuanto
sujetos” (1987:13).
En el campo de las LEO, la ideología subyace
a la palabra, está enraizada en el lenguaje y de
acuerdo con esta promueve, no únicamente, la
intencionalidad de los diferentes estratos de la
lectura, sino también justica la razón del uso
de la palabra: hacernos más cultos, letrados,
generar oportunidades laborales, ascender
socialmente, emanciparse, ampliar las formas
de comprensión de la realidad. Lo ideológico
como estrato de la lectura implica un conjunto
de creencias y valores que tensionan saber,
poder y subjetividad a favor de algo que muchas
veces desconocemos, empero que en el ideal de
la democracia radical serían los bienes comunes
y en el de la democracia liberal los derechos
individuales.
La lectura ideológica sería aquella que
cada lector concreto hace de esa narración
inabarcable y que, precisamente con
su lectura, convierte en cognoscible
-abarcable-, al modo de quien traza su
propio mapa de un entorno que le sobrepasa
pero que, aun así y de modo inevitable, se
le hace presente. (Bértolo 2017:77)
Este nivel discursivo se desenvuelve en la
urdimbre lectora y se mantiene en virtud de
las comprensiones de las LEO que se tengan
y en tanto del modo en que estas se vivencien
socialmente. Si a partir del estrato social
signicamos la realidad y la vamos conformando
a través de lo ideológico la visualizamos,
objetivamos y mantenemos, lo cual implica
un importante reto en relación con la asunción
de una ciudadanía plena capaz de interpelar
la realidad y de proponer incluso propuestas
contrarias a las ideologías preponderantes.
El lenguaje en relación con la justicia cada
vez más nos presenta una posibilidad para
cuestionar las narraciones únicas y en este
estrato aparecen abiertamente “la correlación de
fuerzas sociales presentes en el espacio narrativo
global” (Bertolo 2017:74), las que a través de las
ideologías buscan agenciar las sociedades a nes
particulares.
El lenguaje en un marco comunal, la palabra
hablada, leída y escrita, en el estrato ideológico
es una tecnología de poder para interpelar el
saber, los sujetos, la vida misma: lo que existe,
lo que es bueno y lo que es posible. En este
estrato, y en relación con el lenguaje, las LEO
nos permiten proponer ideologías vinculadas
con la palabra que respondan a realidades y
circunstancias actuales, lo que implica pensar en
formas de reorganización social, para este caso
considero lo comunal para transitar a la justicia
social.
LO IDEOLÓGICO EN LA
PALABRA: MEMORIA Y
EDUCACIÓN LECTORA
En el campo del lenguaje lo ideológico puede
tramitarse mediante lenguajes políticos de las
LEO, es decir, un conjunto de valores, principios
e ideales que responden a modos de comprender
el mundo y que se trasladan a la palabra para
instaurarse socialmente a través de la palabra,
de la cultura escrita, oral, entre otras. Para el
caso de este artículo, los lenguajes políticos
de la lectura en relación con la intencionalidad
de presentar el lenguaje como un artilugio que
nos hace comunidad son el crítico (Álvarez y
Naranjo 2003) y el intercultural decolonial,
en los cuales subyacen los derechos como
Natalia Duque Cardona
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condiciones colectivas de una sociedad y buscan
transitar hacia una justicia social distanciada de
las democracias liberales.
Therborn (1987:15) plantea que las ideologías
“someten y cualican a los sujetos, diciéndoles,
haciéndoles reconocer y relacionarse con:
1. Lo que existe y lo que no existe
2. Lo que es bueno, justo y hermoso y todos
sus contrarios
3. Lo que es posible e imposible”
Esto implica necesariamente vincular la
palabra con la memoria, y para el contexto de
Latinoamérica y el Caribe con las memorias
subalternas y subterráneas en su mayoría
derivadas de hechos de violencia política vividos
en el marco de procesos sistemáticos de saqueo
cultural y regímenes autoritarios (dictaduras del
cono sur). Memoria y lenguaje son dos caras
de la misma moneda que se han usado en el
estrato ideológico de la lectura para mantener
una historia ocial y formas de organización que
privilegian lo individual antes que lo colectivo,
lo comunal.
Empero, en el último lustro, con mayor fuerza,
la condición social del lenguaje, su comprensión
como dispositivo cultural, el entendimiento de
las dimensiones políticas y culturales de las LEO
ha implicado una mirada compleja y holística de
la palabra. Así también, el desarrollo de teorías
que reexionan y respaldan a través de lenguajes
políticos de la lectura alternativas para caminar
la palabra hacia la justicia social, sino también
el desarrollo de propuestas y actividades en
el marco de la educación lectora que vinculan
la realidad con la teoría y demuestran cómo
orgánicamente lo ideológico a manera de
alternativa de interpelación nos permite indagar
por la memoria a través de la promoción de la
lectura.
En especíco el lenguaje intercultural-decolonial
de la lectura “es una alternativa para permitirnos
sentir, crear pensamiento, hacer historia, trabajar,
tejer, comunicarnos a partir de la esencia de
nuestro ser, nuestro saber, nuestro territorio,
nuestra madre tierra” (Duque 2019:109) y en
tanto nos posibilita indagar por lo que sabemos
existe y por lo que desconocemos debido a los
procesos sistemáticos de violencia política.
A su vez, las LEO nos permiten la generación
de acciones de resistencia que propendan por
procesos de emancipación. En este lenguaje
político, el estrato ideológico posibilita
interpelar lo que conocemos (el saber), el cómo
nos relacionamos (el poder) y nuestra humana
condición (subjetividad) en el marco de un
colectivo.
Así mismo el lenguaje crítico-emancipatorio de
la lectura posibilita politizar y comprender en el
marco del estrato ideológico de las LEO:
(…) y simultáneamente investirse de una
signicación ideológica que sugiera que
la alfabetización tiene menos que ver con
enseñar a las personas a leer y a escribir,
que con producir y legitimar relaciones
sociales de opresión y explotación (...)
con lo cual se hace necesario luchar por la
lectura y la escritura como construcciones
ideológicas y como movimiento social.
(Álvarez 2003:26)
Si hay algo potente en este ejercicio es pasar de
la escritura académica a la realidad, mostrando
cómo lo anterior toma vida en lo público, para lo
cual se presentan dos experiencias que vinculan
lo ideológico con la palabra, recordando que
el pensar en este estrato hace referencia a la
capacidad de interpelar la realidad, en este
caso a través de ejercicios que involucran a la
educación lectora y a la memoria.
LIBROS QUE MUERDEN
En el cono sur endurecidas dictaduras han
generado procesos sistemáticos de saqueo
del lenguaje, silenciamiento de la palabra,
acallamiento de las ideas. En los procesos de
violencia política el lenguaje como dispositivo
cultural incide en los diversos estratos de la
lectura y congura formas exclusivas de lectura
y escritura que contribuyen al establecimiento
de regímenes.
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LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD (LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
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Las LEO en el contexto cultural trabajan sobre el
terreno ideológico al convertirse en medios que
instauran formas de ser y estar socialmente. En
este caso el lenguaje más que una posibilidad de
emancipación posee una condición autoritaria
característica de las dictaduras.
No obstante, a la par que esto acontece el
lenguaje acallado busca formas, intersticios para
no sucumbir a un despojo violento y se convierte
en un acto de resistencia que, como proponía
Toni Morrison en su discurso tras serle otorgado
el premio Nobel en 1997 (Sancho 2020), el
lenguaje nunca puede fotograar la esclavitud,
el genocidio, la guerra. Ni debería lamentarse
por la arrogancia de poder hacerlo. Su fuerza,
su felicidad radica en lanzarse hacia lo inefable.
Es así como la palabra se resiste a desaparecer y
como principal elemento del lenguaje, nombra
lo innombrable y se resiste al exilio y en tanto
quienes trabajamos en el campo de la educación
lectora en diversos momentos y escenarios
insistimos en su potencia alrededor de la
memoria. Son diversas, múltiples y variopintas
las experiencias en América Latina y el Caribe,
en este caso me reero a Libros que muerden,
que aborda a través de la literatura lo acontecido
en la dictadura argentina.
Esta es una experiencia colectiva que
propone reexionar y dar a conocer los
hechos de censura, autocensura y de
resistencia en nuestro país durante la última
dictadura cívico-militar. Nos valemos del
acercamiento a la lectura, tomando como
herramientas fundamentales a los libros
destinados a chicos y jóvenes que fueron
marcados o quitados de circulación. El
grupo que lleva adelante esta muestra y
esta colección es heterogéneo, pero todos
tenemos en común la pertenencia a la
Universidad Nacional de La Plata. (Bossié,
Pesclevi y Salvador 2015:1)
Fuente: Linternas y Bosques
Figura 3: Programa Libros que muerden
A través de una colección de literatura
heterogénea y diversa, la comprensión de la
memoria de la violencia política puede ser
abordada, el reconocimiento de la función social
de las LEO en una experiencia como esta está
completamente viva y a disposición no solo de la
sociedad argentina sino del mundo entero, pues
el lenguaje como artilugio compartido permite
acercarnos al horror de la guerra, de la violencia,
para concientizarnos de que otras formas de
organización social son posibles.
Una experiencia como esta devela que al
ampararnos en lenguajes políticos de la lectura
como el intercultural-decolonial y el crítico-
emancipatorio es posible tramitar y transitar
formas de organización social que apunten a la
justicia social.
HABLEMOS DEL ELEFANTE EN LA
SALA
No en todo el continente se han declarado
dictaduras, tal es el caso de Colombia que desde
Natalia Duque Cardona
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 53
épocas coloniales ha vivido un sistemático
ejercicio de violencias que se mantiene hasta la
actualidad. Hoy día, pocos años después de la
rma de los Acuerdos de Paz, el país ha vivido
un estallido social que da cuenta de las profundas
brechas de desigualdad e incertidumbre por las
que transita.
En este contexto, la cultura y la educación se
han convertido en acciones colectivas que han
generado procesos de resistencia social a favor
de la vida y la dignidad. Esto puede observarse
en múltiples escenarios como el de Medellín,
conocida por la atroz violencia que padeció
alrededor del narcotráco. Este municipio
siempre ha hecho cara al horror y la muerte con
arte y cultura. La palabra a favor de la vida ha
devenido un artilugio para defender la dignidad
y buscar ideologías a favor de lo comunal.
En este espacio, por ejemplo, encontramos que:
en la Zona Centro-Oriental de la ciudad,
donde se tenía la tasa más alta de homicidios
se gestó lo que hoy día es el Festival
Internacional de Poesía de Medellín, que
para el año 2018, celebra su edición 28º.
Así, la palabra hablada, leída y sentida ha
sido una alternativa de resistencia en el
campo de la cultura. (Duque 2020:19)
En Colombia, el lenguaje nos congrega
como comunidad a favor de bienes comunes
preciados como la vida, hemos entendido
la importancia y necesidad imperativa de la
memoria para ser y estar con otras. Las prácticas
de educación lectora han puesto en lo público
lenguajes políticos a favor de la emancipación
y la igualdad permitiéndonos transitar hacia
escenarios sociales más justos y equitativos. El
caso del Elefante en la sala, surgido en 2021 es
un ejemplo al respecto:
En la página 298 del Cambridge Academic
Content Dictionary, dice que en inglés,
elephant in the room «elefante en la
habitación» es una expresión metafórica
que se aplica a un problema obvio que
nadie quiere discutir (...) Esta expresión,
«se basa en la idea de que sería imposible
pasar por alto la presencia de un elefante
en una habitación; entonces, las personas
en la habitación que ngen que el elefante
no está ahí han elegido evitar lidiar con
el enorme problema que implica» dice
Ignacio Sánchez-Cuenca en su columna…
(Bibliotecas A La Calle, 2021)
Fuente: Bibliotecas A La Calle
Figura 4: Programa del Elefante en Sala
Esta campaña ha congregado la palabra en
múltiples formas y formatos y ha presentado
alternativas para hablar de lo innombrable
mediante el arte y la literatura. La intención de
la campaña del Colectivo Bibliotecas es aportar
al cuidado y defensa de bienes colectivos
como la cultura y la educación a través del
conocimiento de hechos sociales que parecen
pasar desapercibidos pero que realmente se
presentan socialmente y evadimos de manera
constante.
Especialmente la literatura infantil y juvenil (LIJ)
es en este ejercicio un recurso crucial para hacer
de las LEO artilugios que congregan alrededor
del valor de la vida, del reconocimiento de la otra
como un igual y en tanto de la comprensión de
que las afectaciones que un sujeto tiene implican
a toda la sociedad.
La palabra se vuelve precursora de vida, el
lenguaje como lo conocemos en nuestra especie
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LECTURA-ESCRITURA-ORALIDAD (LEO), MEMORIA Y JUSTICIA SOCIAL
Número 17 / AGOSTO, 2022 (40-56) 54
es un dispositivo que permite el encuentro,
por ello cuando se evade, cuando se silencia
la diferencia, cuando este muere, como lo dijo
Toni Morrison en 1993, citada por (Sancho
2020, párrafo 13), “a causa del descuido, el
desuso, la indiferencia y la falta de estima, o sea
asesinado por una orden, no sólo ella, sino todos
los hablantes y creadores serán responsables de
su muerte”, en tanto somos corresponsables de
las ideologías y formas de organización social
instauradas.
Así que lo ideológico como posibilidad
de interpelación implica que la memoria
transcurra en la palabra y que surjan espacios
y oportunidades para el fortalecimiento de una
democracia radical. En este caso la educación
lectora buscará el desarrollo de una alfabetización
crítica para la asunción de una ciudadanía plena.
EL LENGUAJE: ARTILUGIO PARA
LA VIDA
Insistimos en que el lenguaje será un artilugio para
la vida siempre y cuando el estrato ideológico de
la lectura se encuentre enmarcado en lenguajes
políticos como el crítico-emancipatorio y el
intercultural-decolonial. Resulta importante
aclarar que esto ocurrirá con mayor probabilidad
si el escenario que consideramos implica una
democracia radical, la cual como lo expone
Moue:
(…) exige que reconozcamos la diferencia
-lo particular, lo múltiple, lo heterogéneo-,
o sea todo aquello que el concepto
abstracto de hombre excluía. No se rechaza
el universalismo, se lo particulariza; lo que
hace falta es un nuevo tipo de articulación
entre lo universal y lo particular (...)
que permita avanzar a una revolución
democrática y conectar las distintas
luchas democráticas, esa tarea requiere la
creación de nuevas posiciones subjetivas
que permitan la articulación común de,
por ejemplo, antirracismo, anti-sexismo y
anticapitalismo. (1999:39)
En este contexto, es explícita la insistencia en
la justicia social, a la cual el lenguaje suma
desde su capacidad de interpelar las formas
en que estamos y somos socialmente. En
este escenario las LEO adquieren además un
carácter performativo donde se ejercen actos de
resistencia social que aluden a la dignidad, que
se vinculan con la vida y las posibilidades que
en la palabra recaen para interpelar, dialogar y
buscar formas de transitar socialmente.
En este sentido, el lenguaje y los estratos de la
lectura esgrimen una urdimbre donde hay lugar
común para el encuentro, somos en cuanto
el lenguaje nos va permitiendo signicar y
construir la realidad social, tal vez sea por ello
que en él radica la posibilidad no simplemente
de comunicarnos, sino también de reformular
los modos en que somos y estamos, de generar
espacios de debate amplio, de convocar
movilizaciones, de narrar con el cuerpo, de
resistirse a un despojo violento de la palabra,
“las palabras y su efecto performativo son un
espacio de resistencia y confrontación política
en el interior de los discursos dominantes”
(Butler 1997:13).
El lenguaje como dispositivo activa mecanismos
que involucran la palabra, la juntanza, las
instituciones, las organizaciones y por supuesto
los sujetos, si bien no nos detenemos a diario
a reexionar sobre este, a escuchar nuestra
palabra y escasamente percibimos la de los
demás este siempre permanece, nos habita y
constituye como sujetos sentipensantes, no solo
nos permite interpelar a otras sino a nosotras
mismas, y una de las principales acciones que
implica en primera persona es la pregunta por
cómo podemos y debemos hacer de este un
mejor lugar para ser y estar.
La palabra en un escenario de democracia radical
invita a la vida, poniendo en primera línea
los derechos humanos, preguntándose por un
enfoque igualitario, por el valor de la vida, por el
cómo hacer de la palabra un acto de resistencia a
favor de la dignidad.
Natalia Duque Cardona
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CONCLUSIONES
Retomando la perspectiva de Escobar (2016) y
más que conclusiones, puntos de llegada iniciales
para seguir preguntándonos cómo el lenguaje
nos hace comunidad, cierro con algunas ideas
que destacan la condición comunal de la palabra.
La palabra como tecnología de poder tiene una
intencionalidad permanente de encuentro con
la otra y de aportar al tejido social mediante la
escucha y el diálogo.
Una perspectiva comunal de la palabra que
camina hacia la justicia social se desarrolla
alrededor de lo originario, involucra además
de memorias nacionales y de la cultura escrita,
memorias subterráneas y subalternas y la cultura
oral, de modo que el reconocimiento de la otredad
acontece en función de la descentralización de
una única historia y de un recurso hegemónico
centrado con el código alfanumérico.
El lenguaje como dispositivo cultural alrededor
de las tensiones entre poder, saber y subjetividad
deende y tramita derechos colectivos antes que
derechos individuales, en tanto la palabra es
una tecnología a partir de la cual se tramitan y
convocan acciones colectivas.
El encuentro de las LEO con actividades de
mediación ocurre en escenarios donde prima lo
colectivo y aporta a la constitución de proyectos
de sociedad que privilegian el estrato ideológico
alrededor de lenguajes críticos y anticoloniales
de la lectura.
La urdimbre lectora constituye un entramado
común que, si bien aporta desde la individualidad,
teje un proyecto comunal que reconoce a la
palabra como una tecnología para la vida.
El lenguaje como artilugio que nos hace
comunidad es una armación que proyecta
formas de trabajo alrededor de lo colectivo en
defensa de la vida y la dignidad.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES: La autora declara no tener
conictos de interés.
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