Jeannette Parra / Claudio Díaz / Carmen Acuña / Gonzalo Aguayo
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 141
representa un elemento novedoso al hablar de
autoridad pedagógica, pues la visión tradicional
de este concepto se relaciona con la obediencia
y el acatamiento. Sin embargo, la narrativa
actual asocia “la autoridad principalmente con
el cuidado del otro y el reconocimiento de la
singularidad del alumnado” (268).
Para Arendt (1996), la autoridad pedagógica
inuye directamente en cómo el estudiante
se desenvuelve en el ámbito educativo, ya
que ayuda a crear un puente entre el pasado y
el futuro. Por lo tanto, si se considera que la
autoridad pedagógica se reere a la relación e
interacción entre profesores y estudiantes, “un
profesor en soledad no es autoridad” (Zamora y
Zerón 2010:112-113).
La interacción entre profesores y estudiantes es de
suma importancia para el proceso de enseñanza
y aprendizaje. Dicha interacción se lleva a
cabo a través de la relación entre profesores y
estudiantes, y cómo esta se expresa dentro de la
sala de clases en el ejercicio de autoridad. “En
la actividad docente esto signica demostrar
respeto a los estudiantes, delegar autoridad en
el debate, crear espacios de colaboración, que
permitan ejecutar las tareas con autonomía”
(Fernández y Brito 2018:57). El estudiantado
espera que el profesorado ejerza la autoridad
pedagógica, pero también que se cumpla el
convenio pedagógico y que existan espacios de
decisión favorecedores de la interacción y la
comunicación clara y sencilla de contenidos.
Harjunen (2009) da a entender que la autoridad
pedagógica es el resultado de la conanza que
tiene el profesor en sí mismo, y la conanza
que proyecta en sus estudiantes y viceversa.
Para Batallán (2003), se debe estudiar cómo la
autoridad se ejerce en el aula, pero en perspectiva
de la interacción con los estudiantes. Estas dos
visiones establecen el estrecho vínculo entre
la autoridad pedagógica y la interacción que
acontece en el entorno educativo. La autoridad
pedagógica se basa en la interacción entre
profesores y estudiantes, pues es un concepto que
nace y se desarrolla a partir de dicha interacción.
Al interior del aula y de los establecimientos
educacionales se congura un modelo de
comunicación pedagógica entre profesorado,
estudiantado, contenidos y contexto. Todos
ellos se relacionan bidireccionalmente y
retroalimentan entre sí, y es justamente en
este espacio de decisión donde la autoridad
pedagógica se ejerce y legitima.
Si bien la autoridad pedagógica del profesor
puede ser vista en relación con las demandas
emanadas hacia sus estudiantes, muchas veces
estas demandas no son acatadas por ellos, por lo
tanto, cabe preguntar si la autoridad fue ejercida
o no. Se entiende que “la autoridad es un tipo de
poder que reposa en el reconocimiento por parte
de los individuos gobernados” (Díaz 2016:38),
por lo tanto, el estudiantado podría reconocer
o no la autoridad del docente a partir de la
legitimación de su poder.
Hay que tomar en cuenta que de las directrices
entregadas por el Marco para la Buena
Enseñanza (Ministerio de Educación 2008)
emanan parámetros para profesores chilenos
que establecen que la autoridad pedagógica
debe ser rearmada por el profesor, para así
lograr que los estudiantes lo reconozcan, ya que
obedecen a las demandas del profesor no por
la existencia de una fuerza coercitiva, sino que
por un reconocimiento de su autoridad (Donoso
2017), aunque el reconocimiento no se otorga de
manera automática (Pierella 2015).
El desenvolvimiento profesional de un docente
tiene gran importancia y repercusión en todos
los sujetos que forman parte del proceso
educativo (Quito 2019). Para Du (2020), a través
de la acumulación de experiencia, la práctica, la
reexión docente y la formación de la sabiduría
práctica, el profesor puede establecer mejor su
autoridad.
Otra arista importante a considerar es la
percepción del docente sobre autoridad. Con
una visión tradicional, el profesor se considera
competente y conocedor del área del contenido.
Este punto de vista problemático de la autoridad
del profesor desestima e incluso deslegitima
cualquier reexión, opinión o pensamiento que
los alumnos lleven al aula (Tierney 2020), por el
contrario, los estudiantes destacan y valoran más
el sentirse escuchados y tratados con respeto