LITERATURA DE TRADICIÓN DESDE LA INCLUSIÓN Y
LA JUSTICIA SOCIAL
TRADITIONAL LITERATURE FROM INCLUSION AND
SOCIAL JUSTICE
DOI:
Artículo de Investigación
https://doi.org/10.37135/chk.002.16.07
Recibido: (19/07/2021)
Aceptado: (23/09/2021)
Universidad Nacional de Chimborazo, Facultad de
Ciencias de la Educación, Riobamba, Ecuador.
gponce@unach.edu.ec
Genoveva Ponce-Naranjo
Número 16 / ABRIL, 2022 (116-127)
Genoveva Ponce-Naranjo
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 117
LITERATURA DE TRADICIÓN DESDE LA INCLUSIÓN Y
LA JUSTICIA SOCIAL
TRADITIONAL LITERATURE FROM INCLUSION AND
SOCIAL JUSTICE
La literatura de tradición oral merece un espacio en el currículo, diseñado
principalmente desde un canon que deja de lado al lector desde su contexto y
al oyente sin el abastecimiento de la memoria de su pueblo. En este marco, el
propósito de este trabajo se enfoca en establecer una discusión relacionada con la
literatura de tradición como propuesta desde la justicia social, la interculturalidad
y la inclusión, a partir de una investigación de enfoque cualitativo basada en
la experiencia etnográca en parroquias rurales del cantón Riobamba. Dicho
trabajo estuvo compuesto por las fases: 1) Delimitación del área etnográca; 2)
Localización de informantes depositarios de un acervo tradicional; 3) Diseño,
validación por expertos de la guía de entrevista abierta y aplicación a treinta y tres
informantes claves y 4) Trabajo de gabinete: transcripción, clasicación y edición
de los etnotextos registrados. Además, desde la sustentación teórica se plantean
otras formas de docencia en Pedagogía de la Lengua y la Literatura. Se arribó a
dos resultados importantes: el corpus valorado evidencia a la comunidad como
una fuente inagotable y el mantenimiento de espacios a través de la tradición oral
contrarresta las dicultades relacionadas con los pobladores que no han accedido
a la escritura.
PALABRAS CLAVE: Literatura de tradición, justicia social, inclusión,
interculturalidad, canon
Oral traditional literature deserves a space in the curriculum, designed mainly from
a canon that leaves out the reader from its context and the listener without the memory
of its people. In this framework, the purpose of this work focuses on establishing
a discussion related to traditional literature as a proposal from social justice,
interculturality and inclusion. This reection arises from a qualitative approach
research based on the ethnographic experience in rural parishes of the Riobamba
canton. This study consisted of the phases: 1) Delimitation of the ethnographic
area; 2) Location of informants who are depositories of a traditional heritage; 3)
Design, validation by experts of the open interview guide and application to thirty-
three key informants and 4) Oce work: transcription, classication and editing
of the recorded ethnographic texts. In addition, from the theoretical support, other
ways of teaching Language and Literature Pedagogy are proposed. Two important
results were reached: valued corpus evidences the community as an inexhaustible
source and the maintenance of spaces through oral tradition counteracts the
diculties related to the population who have not accessed writing.
KEYWORDS: Traditional literature, social justice, inclusion, interculturality,
canon
RESUMEN
ABSTRACT
LITERATURA DE TRADICIÓN DESDE LA INCLUSIÓN Y LA JUSTICIA SOCIAL
Número 16 / ABRIL, 2022 (116-127) 118
INTRODUCCIÓN
Entender a la literatura de tradición oral como
una posibilidad de diálogo y comprensión
desde la comunidad, se convierte en necesidad
imperiosa en un presente donde la rapidez ha
devenido forma común de estar y ser. Además,
ella requiere de un espacio en la formación
del docente de Lengua y Literatura. Desde la
concepción de la lengua como un proceso que
se vivica en la comunidad, la literatura se
enriquece no solo desde el canon ocial sino
también del periférico, acción que enfrenta
problemáticas como el desaprovechamiento del
contexto, las brechas intergeneracionales y la
disminución del diálogo presencial.
La recolección de manifestaciones de literatura
de tradición oral como proceso etnográco
comprueba su potencialidad para convertirse en
una experiencia de aprendizaje que promueve
respeto, acercamiento generacional, conexiones
entre lo rural y lo urbano; condiciones
relacionadas con prácticas de justicia social que
rebasan discursos sobre respeto a la diversidad;
pues como lo reeren Belavi y Murillo
(2020), se alimentan los signicados desde la
construcción de las interacciones, las que surgen
en el reconocimiento de la comunidad, de las
personas y de sus imaginarios, ya que la literatura
oral transmite mensajes ltrados de manera
imperceptible desde un discurso simbólico y
metafórico (Pesántez 2016).
Al reconocer que el aprendizaje de la literatura
se sustenta en mayor grado en la producción
escrita, con una priorización de textos de origen
internacional, lo que proporciona a los estudiantes
planes alejados de sus contextos vivenciales
inmediatos -sin desmerecer el aporte de todas
las literaturas- se plantea la participación de los
miembros de las comunidades para dinamizar
los aprendizajes desde una educación inclusiva
y la voluntad docente para acercarse “a la
diversidad individual y social de sus estudiantes,
y también al entorno donde se encuentra inmersa
la escuela” (Hurtado y Muñoz 2017:150).
Se deende la literatura de tradición oral
como muestra de interacción humana, tanto
desde la generación como desde el traspaso,
porque el ejercicio comunicativo surge de los
componentes de un espacio social concreto que
hace posible el reconocimiento de las reacciones
del interlocutor, porque el lenguaje hablado
mantiene un sitio preferente enriquecido desde la
tradición oral como mecanismo de transmisión
de conocimientos, saberes e identidad, que
devuelven de algún modo el encuentro con
los otros, correspondiendo además a la norma
constitucional ecuatoriana, en la cual se
reconoce la pluralidad, la multiculturalidad e
interculturalidad, ya que es un país diverso;
por lo tanto, esas consideraciones que también
se trasladan a la legislación educativa guían el
cumplimiento de nes y objetivos, y estimulan
la gestión y desarrollo de procesos inclusivos.
La valoración de la memoria colectiva y la
convivencia armónica en la coexistencia
de grupos heterogéneos forman parte de la
denominada relación intercultural que dene
a una práctica de justicia social, al valorar en
muchos sentidos la tradición que muestra un
sinnúmero de relaciones fortalecidas desde una
perspectiva compleja en la práctica educativa,
al conducir al planteamiento, identicación y
visibilización de imaginarios, porque como
sostienen Suavita y Méndez (2019) la escuela se
resignica cuando el trabajo de aula se proyecta
al de la comunidad en la búsqueda de la justicia
social.
Pero existe otro punto esencial al cual se vincula
la literatura de tradición oral: la interculturalidad,
término denido por la Convención sobre la
Protección y Promoción de la Diversidad de las
Expresiones Culturales de la UNESCO (2005),
y que enfatiza sobre la presencia e interacción
equitativa de las culturas que permiten expresiones
compartidas adquiridas a través del diálogo y
una actitud de respeto mutuo, rearmando la
diversidad cultural. Por lo tanto, la literatura de
tradición oral surge como contenido, estrategia
y recurso en las prácticas docentes de Lengua y
Literatura para generar lo que Dussel deende
como “diálogo multicultural que no presupone
la ilusión de la simetría inexistente entre las
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culturas” (2016:45); porque desde una mirada
intercultural e inclusiva se llega a comprender y
actuar sin limitaciones.
METODOLOGÍA
La literatura de tradición oral enfrenta un
principal problema, la priorización de un
canon hegemónico que deja muy poco espacio
para los aportes de la comunidad; por lo tanto,
antecede a este documento el abastecimiento
teórico conceptual sobre el tema generador, el
que además se halla en estrecha relación con
la justicia social y la visión de la educación
inclusiva desde la amplitud y no solo ancada
en las discapacidades.
Este artículo surge de una investigación
cualitativa que tuvo como intención principal
recopilar textos pertenecientes a la tradición
oral a través de entrevistas efectuadas a 33
informantes claves de las parroquias rurales del
cantón Riobamba. La experiencia etnográca
permitió el análisis de los textos recogidos de
boca de los adultos mayores, previa rma del
acta de consentimiento informado; cuyos datos
esenciales se recogen en la Tabla 1.
El trabajo de compilación de etnotextos se ejecutó
durante cuatro meses (enero a abril de 2020) y
como producto esencial se obtuvieron 30 archivos
sonoros. Dicho trabajo estuvo compuesto por
las siguientes fases, tomando como paradigma
las propuestas por el investigador español Luis
Miguel Gómez Garrido (2001):
1) Delimitación del área etnográca:
se eligieron 11 parroquias rurales de la
provincia de Chimborazo, en Ecuador. La
selección de un espacio rural y no citadino
responde a la hipótesis de Tuaza (2017:23),
que reza:
(…) la comunidad indígena, más allá del
ordenamiento jurídico establecido por el
Estado ecuatoriano, a través de la Ley del
régimen de organización y de las comunas
(1937, 2004), el sistema de parentesco, la
intervención de los actores cooperantes y
la religión, se construye, se sostiene y su
funcionalidad depende en buena medida de
los relatos narrados por los adultos mayores.
Dicho de otra manera, la comunidad se crea
y se recrea, entre otros factores, gracias a
los imaginarios indígenas contenidos en
los relatos.
2) Localización de informantes
depositarios de un acervo tradicional. Sin
dudas, la especialización se conforma
Tabla 1: Informantes clave por Parroquia
Parroquia Sexo masculino Sexo femenino
Cacha 1 1
Calpi 13
Cubijíes 13
Flores 1 2
Licán 1 1
Licto 1 2
Pungalá 1 3
Punín 1 3
Químiag 1 1
San Juan 1 2
San Luis 1 3
TOTALES 11 22
Fuente: Base de datos de la investigación efectuada.
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como un factor usual en la memoria oral.
En principio se entrevistó a informantes
conocidos en sus comunidades por sus
cualidades de narradores orales natos; estos,
a su vez, llevaron a la investigadora a los
desconocidos.
3) Diseño, validación por expertos de la
guía de entrevista abierta (Taguenca 2002)
y aplicación a los informantes en ambientes
apropiados (familiares y sin posibles
interferencias), tras la concertación de hora
y fecha. Vale destacar que no se presentaron
casos de entrevista fallida. Se utilizó una
grabadora Sony ICD-PX470 Digital Voice
Recorder para el efecto.
4) Trabajo de gabinete: transcripción,
clasicación y edición de los etnotextos
registrados.
En cada transcripción del corpus documental
aglutinado, la investigadora respetó los rasgos
conversacionales y diatópicos del habla de
los narradores entrevistados. Más allá de
vulgarismos y de voces dialectales, se han
incluido en las transcripciones reiteraciones,
anacolutos, frases entrecortadas, interjecciones
y consecuentemente, el tono dubitativo
característico de los discursos literarios orales.
Cabe indicar que desde la comprensión de
que la cultura y la sociedad son cambiantes,
la recopilación de textos orales enfrenta el
problema de variaciones ad innitum, por lo
tanto, se consideró mantener la versión de los
informantes y seleccionar los textos que resulten
poco conocidos en las compilaciones más
difundidas.
Tanto el trabajo bibliográco como el de campo
requirieron el acercamiento a otros conceptos
esenciales como justicia social, interculturalidad,
inclusión y canon periférico, principalmente
desde los postulados de Freire (2004), Walsh
(2005), Freán (2018) y Ocampo (2019), ya que
resultan consonantes con las prácticas docentes
en Lengua y Literatura cercanas al contexto del
estudiante.
Las reexiones se plantean desde cuatro puntos:
1) Literatura de tradición oral;
2) Tradición oral y contexto sociocultural;
3) Tradición oral como práctica intercultural e
inclusiva y
4) Justicia social y canon periférico.
Dichos aspectos se abordaron desde el
interpretativismo, que “busca descubrir los
motivos, intenciones, la forma de vida y todas
aquellas circunstancias que dan sentido a una
acción o acontecimiento particular” (Amador
1994:60).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La literatura de tradición oral plantea el
acercamiento a la comunidad, porque de ella
se desprenden conocimientos y saberes desde
la multiplicidad de expresiones que guardan
relación con la herencia cultural, la cual genera
lazos para fortalecer el concepto más consistente
en el ámbito humano, la comunicación; por eso,
a partir de ella giran los puntos de discusión que
se interrelacionan.
LITERATURA DE TRADICIÓN
ORAL
La literatura oral es la forma o género estándar
de la literatura en aquellas sociedades que no
poseen lenguaje escrito. En las sociedades
letradas se usa especialmente en la transmisión
de géneros de las tradiciones y el folclor. En
cualquiera de los casos, se transmite de boca en
boca a lo largo de generaciones. Es el primer y
más extendido modo de comunicación humana,
y comprende mitos, cuentos populares, leyendas,
canciones y otros. Ahora bien, ciertas formas
-como el cuento popular- continúan existiendo,
especialmente en sociedades complejas que aún
no tienen un sistema de escritura, pero la cultura
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escrita necesariamente inuye en la tradición
oral (Murphy 1978).
El principal inconveniente radica en que la
literatura de tradición es oral; por lo tanto, existe
riesgo de que sus manifestaciones se pierdan o
se distorsionen extremadamente, mucho más si
no se aprovecha su rica vertiente investigativa
y didáctica para brindarle espacio, pues “la
literatura de tradición oral debería tener el
prestigio y la simpatía que ha tenido la literatura
escrita en nuestra tradición cultural, porque no
podemos pensar en la una sin la otra” (Gómez
2002:17). Se trata de un concepto que peca de
ambigüedad por su dicultad epistemológica,
difícil de concebir a partir de cánones
aceptados de literatura. De acuerdo con esto, las
descripciones del tema son bastante recientes,
sobre todo en función de la recuperación de la
memoria histórica de los pueblos originarios en
América Latina.
La literatura presenta la posibilidad de ir más
allá de los listados establecidos por la editoriales
o los críticos y recoger la riqueza oral abastecida
por diversas manifestaciones: leyendas,
coplas, rondas, chascarrillos, canciones, nanas,
que son parte de la memoria colectiva que
permitió mantener expresiones de generación
en generación que fueron transmitidas desde la
palabra oral, y las que se presentan con variantes,
y obedecen al contexto y desde el entendimiento
que ninguna cultura es estática y que se renueva
con el paso del tiempo que se condiciona por
nuevos escenarios, cuestión coherente a la
experiencia etnográca en las parroquias rurales
del cantón Riobamba, pues los informantes eran
conscientes de ser poseedores de aquello que
les fue heredado desde el traspaso oral sujeto a
variaciones.
Entonces, en términos generales, la literatura de
tradición oral conforma un corpus extenso que
aparte de todo evoluciona según van creciendo
o muriendo los pueblos que lo originan. Central
en este concepto, la literatura de tradición oral
resulta un mecanismo generador de cultura y de
conocimientos de transmisión intergeneracional.
El contexto del lenguaje precisamente contiene
su esencia en el aspecto relativo a la capacidad
para hacer trascendental alguna idea o contenido
particular y es precisamente a través de la
tradición oral que pueblos sin acceso a la
escritura mantienen determinados espacios
cognitivos vigentes y aprovechables.
TRADICIÓN ORAL Y CONTEXTO
SOCIO CULTURAL
Si bien lo que hoy denominamos literatura fue una
práctica de todas las civilizaciones, el término es
moderno; y desde su etimología alude a aquello
que está escrito, pero contrario a ese origen, se
destaca la cultura oral como preámbulo; aunque
“prácticamente todas las culturas conocen la
escritura y tienen experiencia de sus efectos y
repercusiones” (Durán 2009:122), porque todo
texto escrito se enlaza con el mundo del sonido
que propicia la imaginación, la conexión a través
de la voz; de esa forma se consolida la palabra
dicha, porque según Ong (1997) la oralidad
existe sin escritura; pero no viceversa.
A pesar del contrasentido aparente implícito en
el término, debemos comprender la literatura
oral en este caso como un constructo múltiple,
surgido desde la concepción de la estética a
través de la palabra. De esta forma, el contexto
que puede aplicarse ya no es de palabra escrita
y transmitida, sino en todo el ámbito que rodea
a la palabra como tema artístico y de trasmisión
cultural.
Ahora bien, el contexto de la literatura oral
no solo se reere a las manifestaciones de los
pueblos y su cultura, de hecho, componen una
extensa guración literaria en la que el teatro,
la declamación, la narrativa presencial, entre
otras, son formas preferentes de esta modalidad
literaria, que ha tejido otras connotaciones con
el contexto abastecido de recuerdos sustentados
en los pobladores, especialmente los más
ancianos, quienes en las comunidades andinas
guran como poseedores de sabiduría y como
guardianes de la memoria, quienes transmiten
los textos que les fueron contados para que se
internalicen en los nuevos receptores.
La comprensión resulta prioritaria; puesto que
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como reere Freire (2004), para acercarnos a
realidades marcadas por la tradición se debe
convivir, estar en el contexto para conocer los
problemas; entonces, el contexto sociocultural
se convierte en un referente del lenguaje que
se enriquece con las interacciones, porque
como lo asumen Colomé y Fernández (2017)
cada sujeto recibe las inuencias para actuar de
manera individual o colectiva y reeja aspectos
sociales. Desde este argumento, la literatura
que es transmitida por hombres y mujeres con
naturalidad, que dan cuenta de un aprendizaje
espontáneo y vivencial describe “la vida
comunitaria, los temas, los motivos y tópicos
que contiene esas narraciones corresponden a
sus esquemas de valores, pues de lo contrario no
tendría sentido que se conservaran en la memoria
colectiva” (Gonzáles 2017:11).
La transferencia de narraciones y otras
manifestaciones de tradición literaria oral se
adscriben a las relaciones evolutivas de diferentes
grupos, porque sucede un hecho particular en las
comunidades rurales, porque si bien es cierto
que los pobladores emigraron, tanto de forma
temporal como permanente, resulta evidente
que surgen fechas de retorno, vinculadas
principalmente a celebraciones colectivas de
orden religioso y festivo que convocan a diversos
grupos, tanto urbanos como rurales; de la misma
forma de diversas etnias, se producen vínculos
que dan cuenta de las relaciones evolutivas
como del “proceso de intercambio de ideas entre
las personas de diferentes etnias con el n de
buscar el bien común dentro de una sociedad en
proceso de desarrollo” (Barrientos 2018:78).
LA TRADICIÓN ORAL COMO
PRÁCTICA EDUCATIVA
INTERCULTURAL E INCLUSIVA
La comunidad inserta en los procesos de
aprendizaje permite un acto ligado a la
interculturalidad, porque a través de ella se
establecen procesos de comprensión social
vivicados a través del diálogo que conecta a
quienes se unen a través de la palabra, puesto
que las personas se aproximan sin temores,
incluso aquellos no familiarizados con la
escritura. De esta forma se propone rearticular la
literatura de tradición oral dentro de la práctica
preprofesional de los futuros licenciados
en Pedagogía de la Lengua y la Literatura,
reconociendo la participación de los diversos
sujetos, estableciendo un vínculo que nos enlace
con la memoria de la comunidad para efectuar
lecturas y relecturas, armonizada con la inclusión
en cuanto categoría de análisis, estrategia de
investigación y práctica crítica que articula
la comprensión compleja para interpretar y
articular la experiencia social (Ocampo 2019).
Nos acercamos a la literatura de tradición oral
para interrelacionarnos, por lo tanto, es una
práctica intercultural que trasladada al contexto
educativo facilita la formación de habilidades
que permiten interrelaciones culturales que
implica la aceptación de las diferencias en
una aspiración de equilibrio de intereses y la
capacidad de empatía, como sostiene Rehaag
(2010).
El vínculo del aprendizaje radica en el principio
de que todos aprendemos de todo y que todos
estamos en posibilidades de dar lo que se conoce
a disposición de un grupo, de un tiempo y de un
espacio. Surge así una educación basada en la
conanza que tenemos entre todos los sujetos;
una práctica basada en el conocimiento de la
comunidad para la interacción respetuosa y
fecunda entre los individuos y la cultura, porque
como aduce Walsh (2005), la interculturalidad
no se reduce a una simple mezcla de elementos
o muestras culturales; por lo tanto, la postura
se enfatiza en una práctica pedagógica desde
la diversidad cultural en todos los niveles del
sistema educativo.
Una educación que asuma el papel de la
comunidad y se enriquezca de su legado se
torna inclusiva, porque se educa desde la
comprensión para generar una estructura que
ofrezca un tratamiento educativo equitativo
(Sánchez 2018); y también es intercultural por
la posibilidad del encuentro desde el diálogo
generado gracias a las manifestaciones literarias
convertidas en eslabones de nuestra relaciones,
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puesto que “se constituye el derecho a una
educación intercultural basada en la riqueza del
encuentro como seres culturales” (Lara 2019:3).
De esta forma, cuando nos acercamos a la
literatura de tradición basada en la oralidad,
esta retorna a la comprensión como una función
básica en la evolución humana, porque le
permite transmitir a los primeros colectivos,
instrucciones, experiencias compartidas, así
como la emergencia de habilidades grupales
para el crecimiento y protección de los grupos
pequeños que identicaron a la especie en sus
primeros pasos por el planeta. Podemos llegar
a una conclusión rápida armando que la
oralidad le ha permitido a la sociedad humana
evolucionar hasta el punto de convertirse en
la especie dominante, transformadora de su
entorno y adaptable como ninguna otra; pues
todo relato de tradición oral participa de un
sistema de comunicación en el que, además
de un emisor, un receptor y un canal, resulta
fundamental la perfecta denición de un código
y un contexto. Esta circunstancia se debe a su
carácter eminentemente abstracto y que de ellos
dependa la comprensión plena de su signicado
(Freán 2018:6).
JUSTICIA SOCIAL Y CANON
PERIFÉRICO
La educación debe ser la mejor aliada de la
justicia social porque es un derecho; por lo
tanto, debe vincularse con la acción ciudadana
que conlleva el desafío político y ético de
convocarse en torno a ella, ya que para hablar
de injusticia hace falta adherirse para disminuir
las disociaciones que existen entre la manera de
hablar y pensar, ya que la incoherencia radica
en seguir manteniendo mecanismos que amplían
las brechas.
La práctica educacional debe abandonar los
discursos solidarios para actuar de manera
estratégica en el contexto actual que se
corresponde a nuevas formas de mirar, de
mirarse, de formarse y actuar. En ese contexto,
qué ocurre con la formación de los docentes
y su concepción de justicia, acaso esta se
construye desde el análisis de problemáticas
y de la creación de condiciones en las que los
sujetos de la educación se reconozcan como
personas con derechos, capaces de decisiones y
orgullosos herederos de una literatura oral que se
ha desprestigiado por no encontrarse en soporte
escrito, sin entender que se la considera “madre
de la literatura escrita” (Lema 2019:20).
Las realidades étnicas, culturales, lingüísticas y
sociales se conectan con la literatura de tradición,
que ofrece una oportunidad para repensar las
relaciones y el comportamiento de las personas
en su condición de miembros de la comunidad,
dejando a un lado una educación normalizada
“que proporciona información compartida en un
idioma desarraigado y de fácil acceso a través
de nuevos y cada vez más sosticados medios
técnicos” (Lynch 2003:97), que suelen surar el
contexto del estudiante, alejándolo de la riqueza
de su idioma materno y de su comunidad.
La justicia social permite que el ciudadano pueda
verse como observador y actor; que se relacione
con otros, pues los diálogos interculturales
procuran conectar a todos los grupos de la
sociedad como lo arma Dietz (2017), ya
que desde la pluralidad proliferan relaciones
pacícas sobre la base del derecho a vivir con
autodeterminación cultural (Zimmermann
1999).
Las prácticas educativas basadas en el
fortalecimiento de las relaciones se convierten
en brújula de otras acciones enmarcadas en la
justicia social, las que resignican el trabajo
docente más allá del aula, para enfrentar los
desafíos de la globalización efectuando una
simbiosis con la tradición oral, que se abastece
de relatos que presentan un amplio espectro de
emociones y de afectos conectados a la identidad
como bien lo plantean Gallardo y Saban (2021),
en procura de una educación emocional que
potencia las habilidades cognitivas y que se
convierte en una herramienta poderosa como
lo distinguen González et al. (2020); así, los
aprendizajes colectivos que suceden mediante
mecanismos para contar la vida de la sociedad
y las manifestaciones se desprenden en la
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convivencia, de esta forma el interés se extrapola
a la didáctica, la investigación o la vinculación.
Cobra sentido la presencia de un canon desde la
periferia para la reconstrucción de la memoria
literaria desde el testimonio de las personas,
pero no solo para la simple reproducción sino
desde los nexos de otros campos, dado que
las tradiciones como lo reere Castro (2016)
cumplen su función. De esta manera el canon
alternativo se suma al dispuesto por el currículo
vigente para una práctica cultural que prolongue
la memoria individual y social (Cabrejo 2020).
CONCLUSIONES
La literatura de tradición se propone como eje
para el diálogo permanente y también como la
estrategia educativa que invita a reexionar sobre
los planes curriculares de lengua y literatura,
en los cuales prima un canon hegemónico con
prevalencia de autores y obras internacionales;
por lo tanto, se crea un puente entre lo ocial y
periférico que se traduce en el interés cultural
desde nuevas formas de pensar y actuar a las
que nos conduce la literatura que proviene de la
comunidad. Pero cabe la aclaración, todo canon
resulta válido siempre y cuando no excluya al
otro; porque es imprescindible el manejo de una
visión integradora; ya que como lo sostiene Freán
(2018), existe todo un sistema de comunicación
que debe ser comprendido plenamente desde sus
signicados y denidos en un contexto.
Una forma de aprender literatura sin quedarse en
el límite de lo canónico incluye posibilidades de
la palabra, esa que debe ser buscada, se habla
entonces de prácticas etnográcas que otorgan
protagonismo a la comunidad en el intercambio
de textos de tradición literaria oral que cumplen
la misión de revitalizar el diálogo y desarrollar
el pensamiento “valiéndose por lo general de un
lenguaje simbólico, metafórico, indirecto; unos
mensajes que se ltran en nuestras mentes de
una manera imperceptible” (Pesántez 2016:4).
La justicia social se extrapola en la educación; de
esa forma, literatura se suma a la conguración
de expresiones culturales que provienen de
sociedades tradicionales como las modernas
(Rengifo 2019) en un sentido intercultural
que garantice la reproducción de la vida de las
comunidades que hablan dichas lenguas (Álvarez
y Montaluisa 2007), porque las injusticias
no son únicamente de orden económico sino
socioculturales y simbólicas (Belavi y Murillo
2020); por lo tanto, la literatura de tradición
disminuye la inequidad y fomenta la construcción
de signicados desde los referentes de la
memoria colectiva, valorando a la comunidad
como fuente inagotable de saberes.
La práctica docente en Lengua y Literatura desde
la multiculturalidad de la universidad, abre el
debate sobre las nuevas condiciones epistémicas
en las cuales se desarrollan los procesos de
interaprendizaje. Así, la literatura de tradición
motiva al análisis desde varios planteamientos;
algunos de ellos: la necesidad de enriquecer
el canon fortaleciéndolo desde el contexto; el
aprovechamiento de la comunidad como espacio
de aprendizaje y la revalorización de la palabra
sin excluir a quienes la usan oralmente porque
desconocen los códigos escritos.
La propuesta se basa en la incorporación de
la literatura de tradición social en el programa
curricular establecido para Lengua y Literatura,
para que los futuros profesionales en el área
desarrollen un trabajo académico, investigativo
y de vinculación desde una visión inclusiva
y social basada en el valor de la convivencia
respetuosa que considera a los miembros de la
comunidad y no solo al maestro como fuentes
de aprendizajes, visibilizando el valor de
los ancianos como poseedores de sabiduría,
enlazando a las diversas generaciones en
un diálogo permanente, puesto que desde
la máxima de Bernabé “una sociedad será
intercultural cuando sus miembros interactúen y
se enriquezcan con esa interacción” (2012:70).
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES: La autora declara no tener
conictos de interés.
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