LITERATURA DE TRADICIÓN DESDE LA INCLUSIÓN Y LA JUSTICIA SOCIAL
Número 16 / ABRIL, 2022 (116-127) 118
INTRODUCCIÓN
Entender a la literatura de tradición oral como
una posibilidad de diálogo y comprensión
desde la comunidad, se convierte en necesidad
imperiosa en un presente donde la rapidez ha
devenido forma común de estar y ser. Además,
ella requiere de un espacio en la formación
del docente de Lengua y Literatura. Desde la
concepción de la lengua como un proceso que
se vivica en la comunidad, la literatura se
enriquece no solo desde el canon ocial sino
también del periférico, acción que enfrenta
problemáticas como el desaprovechamiento del
contexto, las brechas intergeneracionales y la
disminución del diálogo presencial.
La recolección de manifestaciones de literatura
de tradición oral como proceso etnográco
comprueba su potencialidad para convertirse en
una experiencia de aprendizaje que promueve
respeto, acercamiento generacional, conexiones
entre lo rural y lo urbano; condiciones
relacionadas con prácticas de justicia social que
rebasan discursos sobre respeto a la diversidad;
pues como lo reeren Belavi y Murillo
(2020), se alimentan los signicados desde la
construcción de las interacciones, las que surgen
en el reconocimiento de la comunidad, de las
personas y de sus imaginarios, ya que la literatura
oral transmite mensajes ltrados de manera
imperceptible desde un discurso simbólico y
metafórico (Pesántez 2016).
Al reconocer que el aprendizaje de la literatura
se sustenta en mayor grado en la producción
escrita, con una priorización de textos de origen
internacional, lo que proporciona a los estudiantes
planes alejados de sus contextos vivenciales
inmediatos -sin desmerecer el aporte de todas
las literaturas- se plantea la participación de los
miembros de las comunidades para dinamizar
los aprendizajes desde una educación inclusiva
y la voluntad docente para acercarse “a la
diversidad individual y social de sus estudiantes,
y también al entorno donde se encuentra inmersa
la escuela” (Hurtado y Muñoz 2017:150).
Se deende la literatura de tradición oral
como muestra de interacción humana, tanto
desde la generación como desde el traspaso,
porque el ejercicio comunicativo surge de los
componentes de un espacio social concreto que
hace posible el reconocimiento de las reacciones
del interlocutor, porque el lenguaje hablado
mantiene un sitio preferente enriquecido desde la
tradición oral como mecanismo de transmisión
de conocimientos, saberes e identidad, que
devuelven de algún modo el encuentro con
los otros, correspondiendo además a la norma
constitucional ecuatoriana, en la cual se
reconoce la pluralidad, la multiculturalidad e
interculturalidad, ya que es un país diverso;
por lo tanto, esas consideraciones que también
se trasladan a la legislación educativa guían el
cumplimiento de nes y objetivos, y estimulan
la gestión y desarrollo de procesos inclusivos.
La valoración de la memoria colectiva y la
convivencia armónica en la coexistencia
de grupos heterogéneos forman parte de la
denominada relación intercultural que dene
a una práctica de justicia social, al valorar en
muchos sentidos la tradición que muestra un
sinnúmero de relaciones fortalecidas desde una
perspectiva compleja en la práctica educativa,
al conducir al planteamiento, identicación y
visibilización de imaginarios, porque como
sostienen Suavita y Méndez (2019) la escuela se
resignica cuando el trabajo de aula se proyecta
al de la comunidad en la búsqueda de la justicia
social.
Pero existe otro punto esencial al cual se vincula
la literatura de tradición oral: la interculturalidad,
término denido por la Convención sobre la
Protección y Promoción de la Diversidad de las
Expresiones Culturales de la UNESCO (2005),
y que enfatiza sobre la presencia e interacción
equitativa de las culturas que permiten expresiones
compartidas adquiridas a través del diálogo y
una actitud de respeto mutuo, rearmando la
diversidad cultural. Por lo tanto, la literatura de
tradición oral surge como contenido, estrategia
y recurso en las prácticas docentes de Lengua y
Literatura para generar lo que Dussel deende
como “diálogo multicultural que no presupone
la ilusión de la simetría inexistente entre las