Ricardo Sánchez Lara
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 151
coherencia con la armación nal del párrafo
anterior, las declaradas desde el marco de la
justicia no relevan el responder cuestionarios
estandarizados ni el aplicar ciertos marcos de la
teoría literaria con nes analítico-textuales como
acciones didácticas. No obstante a ello, ambos
bloques de hallazgos evidencian participaciones
dialógicas, inventivas, deliberativas, reexivas y
autorreexivas.
En cuanto a los énfasis didácticos, en los dos
emerge la lectura como experiencia colectiva
y como detonante de otras producciones,
diferenciándose, fundamentalmente, en que
aquellas prácticas reportadas desde el marco de
la justicia no reconocen explícitamente el uso de
lecturas silenciosas e individuales.
En lo que respecta a los aspectos simbólicos
de la lectura literaria, sobre todo a aquellos
que se intersectan en los nes y sentidos de su
práctica escolar, sí pareciera haber diferencias
importantes. Mientras que en el bloque de
hallazgos documentados desde la justicia social
son evidentes los propósitos didácticos que
dan cuenta del enriquecimiento colectivo, la
invención y la participación autoral, en el primer
bloque también se explicitan nes asociados al
desarrollo de competencias lectoras de acuerdo
con estándares de medición universales y a la
alfabetización para el desempeño escolar.
Precisamente en la diferencia de nes comienza
a congurarse un punto crítico. Como se
planteó desde Hamilton (2000), las prácticas
letradas reconocen, simbólicamente, polifonías
sociales que informan su acción. En los
sentidos competenciales (universalistas) y de
alfabetización para el desempeño escolar se
intersectan discursos políticos y epistémicos que
conguran aquello que, en trabajos anteriores,
se ha denominado injusticias simbólicas
dentro del dominio lectoliterario escolar, a
saber: inhabilitación e invisibilización de las
experiencias socioculturales, ausencia genérica
de reconocimiento de disposiciones emocionales,
de riquezas culturales y de posibilidades
participativas con expresiones que legitimen la
heterogeneidad (Sánchez 2020a, 2020b).
En términos epistemológicos, la concepción
de desempeño universal encierra la negación
del espacio constructivo, experiencial y
constitutivamente diverso de los observadores
como sujetos que signican distinto porque
poseen biografías marcadas por la multiplicidad.
En términos políticos, la noción de alfabetizar
para el desempeño escolar invisibiliza que,
muchas veces, el mismo desempeño escolar como
ideal de logro contiene en su base la exclusión
de las diferencias, la inclusión a sistemas de
pensamiento homogéneos y la reproducción de
racionalidades acríticas (Sánchez 2019, 2020a).
Esta intersección político-epistémica informa,
a su vez, los dominios sociodiscursivos en
los cuales las prácticas de lectura adquieren
sentido. Esto es particularmente relevante si se
considera la evidencia que demuestra que, para
los estudiantes de Pedagogía en Castellano, para
el estudiantado escolar y para el profesorado
en ejercicio, la lectura literaria, en general,
no ocupa un espacio relevante en sus hábitos
cotidianos, incluso más, que el desarrollo de
la lectura literaria está informado, también en
general, por directrices técnico-lectoras (Gelber
2017; Asfura y Real 2019; Errázuriz, Becerra,
Aguilar, Cocio, Davison y Fuentes 2019).
Por el contrario, en los casos explorados
desde el marco de la justicia, se reconoce a los
lectores como sujetos múltiples, diversos y con
capacidades que exceden la constatación de
lectura comprensiva. Dichos reconocimientos,
a su vez, posibilitaron una participación
didáctica que supuso crear, deliberar, expresar
juicios diversos y ser legitimados en la propia
heterogeneidad.
Lo mencionado demuestra que los sustratos
simbólicos que informan estas prácticas de
lectura dan cuenta de preocupaciones distintas
al desarrollo excluyente de competencias
lectoras de acuerdo con estándares de medición
universales o a la alfabetización para el correcto
desempeño escolar.
En efecto, la preocupación central de las prácticas
lectoliterarias en clave de justicia simbólica
está en problematizar cómo es reconocido el
estudiantado y, consecuentemente, problematizar
la serie de habilitaciones participativas que
ocurren como legítimas en los contextos lectores
(Sánchez y Druker 2021; Learned, Morgan &