PROBLEMAS SOCIALES DE LA CIENCIA EN TORNO AL DESARROLLO DE COMPETENCIAS EMOCIONALES
EN DIRECTIVOS UNIVERSITARIOS
Número 17 / AGOSTO, 2022 (172-187) 182
correlación no suele superar el 10 %, y a veces
es inferior al 4 %. Ello signica que el CI por
sí solo, deja sin explicación, en el mejor de los
casos, el 75 % del éxito laboral, y en el peor, el
96 %.
Los cambios tecnológicos y el proceso de
globalización complejizan la situación laboral
actual a nivel mundial, demostrando que el
alto nivel intelectual, la experiencia y pericia
alcanzadas son elementos considerados como
requisitos umbrales que aportan el mínimo
necesario para garantizar ocupar un puesto
laboral determinado, pero para el logro de la
ecacia óptima se hace cada vez más necesario
e imprescindible el concurso de la inteligencia
emocional (Goleman 1998).
La IE apunta hacia el logro de un mayor ajuste
y bienestar psicológico, manejo más adecuado
de situaciones de estrés, disminución del uso
de sustancias adictivas, de comportamientos
violentos y/o autodestructivos, así como posibilita
una mayor percepción de satisfacción con la
vida, calidad de las relaciones interpersonales,
un desempeño laboral y escolar de éxito.
Este marco conceptual se conguró sobre la base
de la evolución e integración de dos conceptos
históricamente independientes: la inteligencia
y las emociones. Referente a la inteligencia, se
basa en una concepción multidimensional que
apunta a diversas maneras de ser inteligentes.
En cuanto a las emociones, su reconocimiento
y adecuado manejo fue considerado un aspecto
de gran signicación en la comprensión de la
conducta inteligente.
Por tanto, esta concepción mucho más exible
y abarcadora deja por sentado que tanto los
procesos cognitivos como los afectivos, en
unidad indisoluble, intervienen en la resolución
de las problemáticas presentadas en la vida
cotidiana y hacen inteligente el comportamiento
humano.
Los modelos en el estudio de la IE en la actualidad
resultan diversos, amparados en distintas
deniciones e instrumentos de evaluación.
Básicamente se reconocen dos tendencias
fundamentales: el modelo de inteligencia y
desempeño de Salovey y Mayer (1990), basado
en el procesamiento de información emocional
a través de la evaluación psicométrica, y los
modelos mixtos de personalidad y ajuste no
cognitivos donde se ubica el de Goleman (1998,
2002), relacionado con el éxito académico y
laboral.
Este último modelo acapara el interés del
presente recorrido histórico, en tanto es el más
reconocido y estudiado de cara a la gestión de
competencias emocionales para el desempeño
de excelencia en el contexto laboral. Goleman
sostiene que la inteligencia emocional se dene
como “la capacidad de reconocer nuestros
propios sentimientos, los sentimientos de los
demás, motivarnos y manejar adecuadamente
las relaciones que sostenemos con los demás y
con nosotros mismos” (1998:430).
Al inicio Goleman (1998) concibió a la IE en dos
grandes áreas: la intrapersonal y la interpersonal,
de las cuales se derivan cinco dimensiones. La
primera de estas áreas se reere a la relación
del sujeto consigo mismo y se divide en tres
dominios: Autoconocimiento, Automotivación y
Autorregulación. La segunda aborda la relación
del sujeto con los demás y se subdivide en dos
dominios: Empatía y Manejo de Relaciones.
Una revisión exhaustiva de dicha propuesta
siete años más tarde, realizada por Goleman,
Boyatzis y Mckee (2002), expuso un interesante
marco conceptual de la IE enfocada al liderazgo
en el ámbito laboral, prueba de la madurez del
pensamiento cientíco de estos autores. Se
denieron cuatro dimensiones: Conciencia de
uno Mismo, Autogestión Emocional, Conciencia
Social y Gestión de las Relaciones, las que se
operacionalizan en diecinueve competencias
emocionales vinculadas con una actuación
profesional de excelencia.
La interrelación entre estas competencias tributa
a un desempeño sobresaliente en el ejercicio
de liderar grupos laborales, máxime cuando se
alienta la resonancia. “El líder es una fuente
clave del clima emocional de la organización y
su empuje puede movilizar a todo un grupo en la
misma dirección” (Goleman 1998:209).
Trabajar el enfoque de competencias
emocionales supone entenderlas como “una