LA UNIVERSIDAD Y LA PROFESIÓN ACADÉMICA
ANTE LA CRISIS SOCIOPOLÍTICA EN CHILE: APORTES
DESDE LOS FEMINISMOS
THE UNIVERSITY AND THE ACADEMIC PROFESSION IN
THE FACE OF THE SOCIO-POLITICAL CRISIS IN CHILE:
FEMINISM’S CONTRIBUTION
DOI:
Artículo de Reexión
https://doi.org/10.37135/chk.002.16.15
Recibido: (15/12/2020)
Aceptado: (30/05/2021)
Universidad Mayor, Facultad de Humanidades,
Escuela de Educación, Santiago de Chile, Chile.
rocio.knipp@mayor.cl
Rocío Knipp Silva
Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales,
Santiago de Chile, Chile.
dannavarro@ug.uchile.cl
Daniela Navarro Ortega
Número 16 / ABRIL, 2022 (241-255)
LA UNIVERSIDAD Y LA PROFESIÓN ACADÉMICA ANTE LA CRISIS SOCIOPOLÍTICA EN CHILE:
APORTES DESDE LOS FEMINISMOS
Número 16 / ABRIL, 2022 (241-255) 242
LA UNIVERSIDAD Y LA PROFESIÓN ACADÉMICA
ANTE LA CRISIS SOCIOPOLÍTICA EN CHILE: APORTES
DESDE LOS FEMINISMOS
THE UNIVERSITY AND THE ACADEMIC PROFESSION IN
THE FACE OF THE SOCIO-POLITICAL CRISIS IN CHILE:
FEMINISM’S CONTRIBUTION
La crisis sociocultural y económica de octubre de 2019 en Chile, profundizada por la
pandemia del COVID-19, ha develado una serie de discriminaciones e inequidades
sociales en el ejercicio de la profesión académica, que afectan con mayor fuerza
a las mujeres. Lo anterior, interpela a repensar modelos alternativos de hacer
academia y construir conocimiento, considerando la posición que ocupan estas y
sus conceptualizaciones en el espacio universitario, cuestión que cobra especial
relevancia en la excepcional coyuntura constitucional, si se busca resolver las
problemáticas de la sociedad actual. Así, el objetivo de este artículo es reexionar
en torno a la situación de las mujeres en la educación superior y a los aportes
teóricos de los feminismos ante la crisis de sentido de la academia en el contexto
neoliberal. Bajo una lectura crítica-reexiva de fuentes secundarias, enmarcada
en una epistemología feminista, se construye el texto desde una estructura global
de ensayo argumentativo. Se concluye que existen diversos aportes teórico-
prácticos de los feminismos con potencial transformador, en tanto herramientas
conceptuales que permiten comprender y hacer frente a la crisis de la universidad
y del neoliberalismo, por lo que resulta urgente promover una plena igualdad de
género en el espacio académico.
PALABRAS CLAVE: Universidad, profesión académica, feminismo,
neoliberalismo
The socio-cultural and economic crisis manifested in the so-called ‘social
explosion’ of October 2019 in Chile, and deepened by the COVID-19 pandemic, has
revealed a series of discriminations and inequalities at the social level and in the
exercise of the academic profession that aects women more strongly. This calls for
rethinking alternative models of academia, building knowledge, and contributing
to the needs of today’s society, considering the position occupied by women and
their conceptualizations in the academic sphere. This issue is especially relevant in
the exceptional constitutional situation. Thus, this essay aims to reect on women’s
situation in higher education and the theoretical contributions of feminisms in the
face of the university’s crisis of meaning in the neoliberal context. Under a critical-
reexive reading of secondary sources, framed in feminist epistemology, the text is
constructed from an argumentative essay’s global structure. It is concluded that there
are several theoretical-practical contributions of feminisms with transformative
potential, as conceptual tools that allow understanding and facing the university’s
crisis and neoliberalism, being urgent to transform the academic space to favor full
gender equality.
KEYWORDS: University, the academic profession, feminism, neoliberalism
RESUMEN
ABSTRACT
Rocío Knipp Silva - Daniela Navarro Ortega
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722 243
INTRODUCCIÓN
La reestructuración del sistema de educación
superior (ES, en adelante) chileno impuesta
durante la dictadura cívico-militar signicó, en
pocas palabras, su privatización, en el marco
de un ciclo de mercantilización neoliberal de
la vida (Ruiz y Boccardo 2014). Esto ha tenido
profundas consecuencias a nivel societal, y en
particular, en el profesorado universitario. A
nes de los años 90’, junto con la expansión
de la matrícula se amplió el mercado laboral
académico bajo condiciones de exibilidad y
creciente precariedad, sobre todo para las mujeres
que ejercen la profesión académica (Berríos
2007). En este contexto de mercantilización, hoy
día se suele hablar de una crisis de sentido de la
academia (Alves 2019).
Dicha falta de sentido cobra énfasis en
la compleja coyuntura sociohistórica que
está experimentando la sociedad chilena,
caracterizada por un proceso abierto de crisis
social, económica y política, que ha puesto de
maniesto la urgencia de reestructurar el sistema
académico-universitario para que sea capaz de
responder a las necesidades de la sociedad y no a
los requerimientos del capital (Ruiz 2020).
Al respecto, este ensayo argumenta que
ante la crisis de sentido de la universidad, la
academia y el neoliberalismo chileno, aquellas
conceptualizaciones feministas -como libertad,
igualdad y sostenibilidad de la vida- que ponen
en jaque a las contradicciones del neoliberalismo
y del modo de producción capitalista patriarcal,
podrían presentarse como aportes y herramientas
teórico-prácticas a incorporar en las propuestas
de reestructuración del sistema académico-
universitario y de la sociedad en su conjunto.
La reexión se articula en cuatro apartados.
En el primero, se da cuenta de la metodología
que sustenta la realización del artículo. En el
segundo, se caracteriza el contexto universitario
chileno actual, aludiendo particularmente a
la mercantilización del sistema de ES y de la
profesión académica, con especial énfasis en
la situación de las mujeres y atendiendo a la
coyuntura pandémica. En el tercer apartado
se destacan algunas conceptualizaciones
feministas provenientes de diversas tradiciones
epistemológicas.
Finalmente, se presentan reexiones nales
en torno a los aportes analíticos y políticos del
feminismo ante la crisis del neoliberalismo
chileno y la pérdida de sentido del quehacer
académico.
METODOLOGÍA
Este artículo surge de una relación dialógica y de
reexión en torno a la posición de las mujeres en
la academia y algunos posibles aportes teóricos
de los feminismos ante la crisis de sentido de la
academia -propiciada por la comercialización
del conocimiento- en un contexto general de
crisis del neoliberalismo.
Cabe señalar que el artículo se enmarca en una
epistemología feminista, en tanto se enfoca
en cómo la participación de las mujeres, en
las diferentes disciplinas que componen la
academia, tiene un rol en las transformaciones
que se producen en dicho espacio, implicando
avances sociales, políticos, culturales, históricos,
etc. (Harding 2012).
El artículo ha seguido las convenciones del género
argumentativo denido “por su propósito, que
consiste en persuadir al lector de la corrección
de una armación central. Este tipo de texto
se caracteriza por una estructura de tres etapas
que representa los principios de organización
del género: Tesis, Argumento y Conclusión”
(Hyland 1990:68). Así, se presentan una serie de
argumentos que sustentan la armación central y
cierra con un (re)planteamiento posicionado del
tema.
A partir de un esquema argumentativo global,
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basado en la estructura tradicional de un texto
argumentativo de tesis, cuerpo y conclusión (Van
Dijk 1997), se desarrolló un plan que permitiera
sustentar teóricamente nuestra propuesta.
Para lograr esto, en primer lugar, se ejecutó una
profunda búsqueda bibliográca de literatura
especializada a n de ahondar en el tema de
interés anteriormente mencionado. En ese marco,
las fuentes secundarias fueron seleccionadas en
función de los siguientes ejes de búsqueda:
a) caracterización del sistema neoliberal
chileno y del proceso de mercantilización
de la educación superior, a partir del golpe
de estado de 1973;
b) estudios sobre la participación de las mujeres
en la academia, preferentemente aquellos
realizados en América Latina;
c) conceptualizaciones feministas relacionadas
con la tensión entre el capitalismo y la
democracia.
Para cada eje se utilizaron -como motor de
búsqueda- palabras clave que sintetizan la
temática y se recolectaron principalmente
artículos de revistas indexadas en las bases de
datos: WoS, Scopus, Scielo, Redalyc, Dialnet
y Latindex, así como libros, especialmente
aquellos publicados en las dos últimas décadas.
Luego, y a modo de reducir la amplitud de la
bibliografía, se seleccionaron los artículos que se
aproximaron mejor al problema de investigación
fundados en una perspectiva crítica. De ellos,
se realizó una lectura profunda a modo de
identicar variables relevantes para abordar
en la reexión. Por ejemplo, para el tercer eje
temático se optó por relevar particularmente
aquellas teorizaciones referidas a las relaciones
de producción/reproducción, la igualdad y la
libertad.
Posterior a la síntesis de las principales
conclusiones de lectura, se inició un
proceso dialógico entre los textos y entre las
investigadoras, articulando la reexión.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
UNIVERSIDAD Y ACADEMIA:
MERCANTILIZACIÓN Y
PATRIARCADO
En el Chile de las últimas décadas se instaló
y perpetuó un sistema neoliberal ortodoxo,
depredador de la naturaleza y expropiador de
las capacidades humanas para vivir dignamente
(Ruiz & Boccardo 2014). Esto, al alero de
un Estado que ha servido como antesala
para negociados nancieros, y que las élites
económicas y políticas han utilizado para
acumular riqueza a niveles impresentables (Ruiz
2020).
En concordancia con lo anterior, se ha generado
una desafección de la política tradicional por
parte de la ciudadanía y un sinnúmero de
desigualdades nuevas que aún no han sido
canalizadas en un movimiento político unicado,
con un metarrelato común. Sin embargo, gracias
a las signicativas movilizaciones de octubre del
2019, se ha abierto la posibilidad de reformular la
Constitución de 1980, a través de un mecanismo
abierto a la participación ciudadana.
Particularmente en cuanto al ámbito educativo,
las transformaciones del sistema universitario
chileno de las últimas décadas apuntan a una
colonización de dinámicas de mercado. Estas
pueden ser entendidas como parte de un régimen
de capitalismo académico, caracterizado por
un conjunto de procesos de privatización,
mercantilización y empresarialización (Slaughter
& Leslie 1997). Dicha reestructuración siguió
una lógica de políticas neoliberales impuestas
en dictadura y profundizadas los primeros años
de la transición pactada, vale decir, entre 1989
y 2005 (Garretón y Martínez 1985; Kremerman
2007; Brunner 2017).
En síntesis, en tal periodo se desmanteló
la estructura de la ES pública y se dio paso
-con el argumento de la modernización- a
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un expansivo sistema privado, generando las
condiciones para la creación de universidades,
institutos profesionales y centros de formación
técnica privados (Ruiz y Boccardo 2014;
Kremerman 2007). Se suele identicar a los
procesos concomitantes de diversicación
y especialización de la ES así como a
su masicación, como los pilares de la
transformación del sistema.
La Ley General de Universidades promulgada en
1980, bajo una concepción subsidiaria del Estado,
inaugura una nueva institucionalidad como parte
del segundo ciclo de reformas de privatización
de la dictadura y de mercantilización de la
vida (Ruiz y Boccardo 2014). De acuerdo con
Garretón y Martínez (1985), el objetivo de la
reforma era un reordenamiento de la universidad
en vista de las nuevas demandas por expandir
la ES, al introducir criterios de mercado en la
producción del conocimiento.
Desde otra perspectiva, se argumenta que la
incorporación de dichos criterios de mercado
buscaba, por un lado, alcanzar la eciencia en la
utilización de los recursos que entrega el Estado
a través de los subsidios y, por otro, incrementar,
a través del uso eciente, dichos recursos
(Brunner 2017). Así, bajo el rol constituyente
del mercado, el núcleo central del sistema pasa
a ser la competencia instalada en el ámbito del
desarrollo cientíco, la oferta de instituciones y
al interior de las mismas universidades. Dicha
cuestión ha sido ampliamente criticada desde
perspectivas feministas (Rodríguez-Martínez,
2018).
Actualmente, el sistema de ES chileno resulta
un ejemplo paradigmático de prácticas del
capitalismo académico en fase avanzada de
nanciarización (Jessop 2017), que se caracteriza
por una fuerte presencia de proveedores y
nanciamiento privado y mercados altamente
competitivos (OCDE 2017). Todo ello
simboliza que “la economía está subordinada a
las demandas externas para la rentabilidad del
‘capital como propiedad’ (…) que emanan de
fuera del sector de la educación superior y la
investigación” (Jessop 2017:861).
La explosiva ampliación de la matrícula durante
los años 2000-2014 surgió como respuesta
ante la necesidad de integración social de las
capas medias, no obstante, ocurrió mediante
endeudamiento bancario y con amparo
subsidiario del Estado. Son precisamente los
sectores medios quienes se alzan en contra del
lucro en la educación en los años 2006 y 2011,
dejando ver que las promesas modernizantes de
la ES en torno al desarrollo, igualdad, libertad
y democracia, que acompañaron la expansión
de la cobertura, no fueron puestas en práctica
(Orellana 2016).
Por otro lado, la diversicación institucional
que acompañó a la expansión en la ES produjo
la existencia de centros educacionales que no
aseguran educación de calidad. Así, quienes
ejercen la profesión académica se insertan
en un escenario de incertidumbre, con cada
vez mayor exibilidad laboral e incluso
precarización (Simbürger & Neary 2016). Las
políticas neoliberales implementadas en la ES
se combinan con una situación de precariedad
laboral, lo que genera una crisis de sentido de la
universidad (Alves 2019).
En otro ámbito, Bernasconi (2010) distingue tres
grupos dentro de una estraticación de la profesión
académica en Chile: quienes gozan de mayor
prestigio y remuneración son los investigadores;
luego están los docentes dedicados a tiempo
completo a la enseñanza; nalmente, en la base
de la pirámide se encuentran los profesionales
que trabajan algunas horas en la universidad bajo
contrato a honorarios. Estos últimos, apodados
profesores taxi, constituyen la fuerza de trabajo
más precarizada de la academia (Simbürger &
Neary 2016).
La gura del profesor taxi remite a uno de los
mayores fenómenos de transformación en la
academia de manera global. En Chile, tal grupo
conforma alrededor de un 53 % de la fuerza
laboral académica (SIES 2019). La existencia
de profesores taxis en el mercado académico
chileno es alarmante, puesto que no están
regidos por leyes laborales. Tampoco perciben
una remuneración especíca para el desarrollo
de las actividades de investigación, cuestión
crucial para el avance de la carrera académica.
Si bien no hay cifras segregadas por género
sobre profesores taxi, cabe señalar que la
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docencia es un campo feminizado (Lamarra
2012). El Servicio de Información de Educación
Superior -SIES- (2019) indica que, en promedio,
las mujeres son contratadas por una menor
cantidad de horas semanales que los hombres,
por ende, es posible que gran parte de este
grupo sean mujeres y tengan menos presencia
en la producción de conocimiento. En esta línea,
quienes experimentan mayor exibilidad y
precariedad, junto a una serie de discriminaciones
en el mundo académico, son mujeres (Berríos
2007; Berríos 2005).
El perl del profesor investigador es la gura
bajo la cual se conguran las normas del trabajo
académico (Bernasconi 2010). Este ideal
hegemónico de la profesión establece como
criterio de excelencia la productividad cientíca
evaluada bajo indicadores de investigación y
publicaciones, lo cual repercute en la carrera
e identidad académica local. Quienes no se
adecúan a dicho ideal son marginados de los
espacios de toma de decisión, cuentan con
menores salarios y, a menudo, gozan de menor
reconocimiento (Berríos 2008).
Agregado a esto, el escenario académico
local parece estar regido por una endogamia
intelectual, desplegada a través de un
conservadurismo académico y de una lógica
instrumental de hacer investigación (Muñoz-
García 2019). Dichos mecanismos restringen
las posibilidades de ingresar a la academia y son
dañinos para la construcción de conocimiento,
en tanto no permiten una diversicación de
problemas y temas de investigación.
A pesar del ingreso masivo de las mujeres a las
instituciones de ES y de las diversas políticas
de inclusión implementadas en los últimos años
en el país, es un hecho innegable para todas las
mujeres que forman parte de la academia que
las discriminaciones de género se reejan en
toda la estructura institucional (Berríos 2005;
Montecino y Pemjean 2011; Acuña y Montecino
2013).
Siguiendo los hallazgos de algunos estudios
locales e internacionales, desde una perspectiva
de género, podemos dar cuenta de una patente
segmentación horizontal y vertical al interior de
la universidad que distribuye diferenciadamente
a académicos y académicas según disciplinas,
a la vez que jerarquiza y valora sus funciones
de manera diferenciada (Berríos 2007; Acuña y
Montecino 2013; Weisshaar 2017).
De este modo, en un plano de segmentación
horizontal vemos una mayor presencia de
mujeres que estudian profesiones asociadas a las
labores de cuidado, como educación parvularia
y básica, trabajo social, enfermería, mientras
que los hombres eligen profesiones en ciencias,
tecnología, ingeniería y matemáticas. El hecho
de que mujeres y hombres se concentren
respectivamente en profesiones diferentes,
afecta directamente a sus ingresos.
La reproducción de la estructura patriarcal en la
ES también se evidencia en la menor presencia
de mujeres en altos cargos de poder y prestigio,
puestos claves en la toma de decisiones en la
universidad, lo que indica así una segmentación
vertical. Weisshaar (2017) señala que esta
brecha no se debe precisamente al factor
de productividad, sino que responde a una
amalgama de factores aparentemente invisibles,
sesgos involuntarios o inconscientes que limitan
el desarrollo y avance de las mujeres y sus
perspectivas en las estructuras académicas.
El campo académico, en un sentido bourdieuano,
es un lugar de lucha permanente por la
hegemonía cientíca, el estatus y los recursos.
Allí se establecen relaciones de poder entre
quienes investigan y difunden los resultados
de su producción cientíca, enfrentándose
a situaciones de reconocimiento (fuente de
capital académico) o de exclusión, de acuerdo
a las normas y al orden establecido en el campo
cientíco (Bourdieu 1994). Actualmente, las
evaluaciones, mediante indicadores determinan
el prestigio que puede tener un agente.
Pero tal supuesto meritocrático es puesto en
entredicho al develar que las prácticas cientícas
y académicas se sustentan “en un principio de
ordenación del mundo basado en el predominio
de lo masculino, que se instituye como único
referente válido para ver, sentir e interpretar la
experiencia individual y de comunidad cientíca
dentro de la universidad” (Berríos 2005:358). Lo
masculino (asignado y atribuido exclusivamente
a los hombres) está intrínsecamente vinculado
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al lugar de la cultura, el poder, la cognición, el
intelecto y el saber (Fernández 2010).
Los estudios feministas han develado que, en
tanto construcción sociocultural, el género
masculino se articula en oposición binaria al
femenino (género devaluado) y que existe una
serie de asociaciones imaginarias arraigadas
entre el saber y el género. La universidad no
es una institución ajena a estos ordenamientos
socioculturales, lo que tiene como consecuencia
que las condiciones para las mujeres que trabajan
en estos espacios no sean las mismas (Acuña &
Montecino 2013; Berríos 2005).
De este modo, la evidencia indica que las
mujeres deben trabajar más y cumplir con
mayores estándares profesionales “para
neutralizar el coeciente simbólico negativo
con el que son asociadas y que las afecta”
subjetiva y materialmente (Berríos 2005:355).
Así, las mujeres, en el avance de sus carreras
académicas, deben enfrentarse a una serie de
limitaciones en diferentes ámbitos, las cuales
han sido ampliamente documentadas.
Dichas dicultades se resumen en: peores
evaluaciones que sus pares hombres con
currículos en igualdad de condiciones; mayor
carga de tareas domésticas en la academia;
mayor precariedad laboral; menor participación
en espacios de poder y toma de decisiones; menor
número de publicaciones cientícas y citas;
peores resultados en procesos de revisión de pares
en revistas académicas; barreras y discriminación
institucional y cultural por la maternidad, riesgo
de acoso sexual, entre otras (Monroe et al. 2008;
Montecino y Pemjean 2011; Weisshaar 2017).
De ahí que la producción de conocimiento esté
igualmente jerarquizada: aquella conducida
por hombres -generalmente blancos y de nivel
socioeconómico alto- ha obtenido históricamente
mayor estatus en desmedro de las investigaciones
de mujeres (Hill 1986).
Cabe señalar que la brecha de género en la
academia y la ciencia ha alcanzado escala global
y se ejerce con particularidades en contextos
socioculturales diversos y con sistemas de ES
heterogéneos. Si bien se ha avanzado, gracias
a la lucha de mujeres organizadas dentro y
fuera de la academia, las diferencias de género
persisten de un modo más soterrado o menos
perceptible. Tales sesgos afectan la construcción
de la subjetividad generizada, y con ello, las
académicas experimentan un estado de outsider
within (Fox 2010, citado en Martínez 2015), es
decir, estar, pero no ser.
No sorprende entonces, que en pleno desarrollo
de la crisis pandémica en el norte global, diversos
editores de revistas académicas de prestigio
internacional reporten con preocupación
una notoria baja en el envío de artículos de
investigación por parte de mujeres (Vincent-
Lamarre, Sugimoto & Larivière 2020).
En un suplemento del Washington Post se informa
que los papers escritos por autores hombres
reportaron un incremento del 50 % (Kitchener
2020). Siguiendo la lógica mercantil que domina
a la universidad, las académicas están siendo
menos productivas que sus pares hombres en
el contexto del coronavirus. En paralelo, las
mujeres de la academia alzaron la voz acerca
de la sobrecarga laboral y doméstica que están
experimentando producto de la pandemia (Times
Higher Education 2020; Kitchener 2020).
¿Cómo incide esta situación en la trayectoria
académica de las mujeres? Bajo un esquema
de asignación de reconocimiento y ascenso
en la academia centrado en la productividad
cientíca, la respuesta es: de la peor manera. El
ethos neoliberal asumido por las universidades
acarrea el desdibujamiento del trabajo y del
tiempo libre, la precariedad, la autoexplotación
y la competencia desleal (Jessop 2017). Efecto
que parece acrecentado con la pandemia, en
que la dinámica laboral del teletrabajo se ha
convertido en un turno sin n (Boncori 2020).
Este preocupante panorama lleva a pensar que,
a las ya conocidas desigualdades de género en
la academia, se le estarían sumando otras en el
marco de la pandemia. En suma, los efectos de las
inequidades de género producto de la pandemia
no solo vienen a recordar viejas desigualdades
existentes en la universidad y denunciadas a lo
largo de los años, sino que podrían causar un
refuerzo de la dominación patriarcal imbricada
en la universidad.
No obstante, hay que reconocer que la posición
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fragmentada y subordinada de las mujeres en
la academia también debe entenderse en su
heterogeneidad. Es por ello que los efectos
negativos de la pandemia en las carreras
académicas estarían diferenciados entre las
mismas mujeres. Para el caso de Chile, resulta
posible pensar que las mujeres con hijos pequeños
que ocupan posiciones bajas o marginales dentro
de la jerarquía académica y que deben asumir
una mayor carga laboral por las funciones de
docencia, se verán más afectadas.
El hecho de que el predominio masculino en
la producción del conocimiento, asociado al
quehacer cientíco, se verá reforzado producto de
los efectos de la pandemia deviene profundamente
problemático, puesto que los estudios de género
y sus perspectivas -generalmente aportadas por
mujeres- se podrían ver reducidos en cantidad y
visibilidad. Esto incide directamente en los tipos
de conocimientos que se generan y en la forma
en la que se (re)producen.
Por ende, se hace urgente considerar no
solo formas alternativas de evaluación del
desempeño (Times Higher Education 2020)
sino también plantear una reestructuración
del sistema en su conjunto. Igualmente, es
pertinente reexionar sobre en qué medida la
academia y las ciencias sociales actuales -con
sus formas de funcionamiento y sus fundamentos
epistemológicos, teóricos y metodológicos-
responden o no a las necesidades del contexto
actual chileno. Así también sobre los aportes que
podrían brindar las perspectivas feministas en
dicho contexto discriminatorio y desigual.
UNA APROXIMACIÓN A
CONCEPTUALIZACIONES
FEMINISTAS
A diferencia de las organizaciones feministas de
los 90’ -que, durante la transición a la democracia,
pasaron por un proceso de despolitización en
el que una tecnocracia de género se apropió
de los discursos feministas-, desde comienzos
del año 2000 surgen en el espacio universitario
nuevas propuestas feministas. Estas apuntan
a la inclusión de nuevos actores sociales, a la
articulación entre movimientos sociales y a la
irrupción en el ámbito político partidista, desde
la izquierda, pero considerando nuevos sujetos
y actores.
Se trata así de un movimiento que sitúa al
feminismo en un campo de acción política,
mediante la organización, la lucha y el activismo.
Es entonces de carácter político -no testimonial
ni identitario-, vale decir, un feminismo que
critica la manera tradicional de construir política
y que debe articularse considerando múltiples
dimensiones, como la clase, la raza, el género y
la sexualidad (Follegati 2018).
Al respecto, Follegati (2018) plantea que el
feminismo se ha vuelto una necesidad obligada
en Chile, por lo que resulta necesaria una
izquierda que incluya, entienda y actúe desde el
feminismo, reconociendo que es una posibilidad
para reconstruir el tejido social descompuesto
por la dictadura. Sobre lo anterior, Ruiz (2020)
indica que actualmente las luchas de las mujeres
en mayor medida abordan el problema de la
emancipación humana, sobrepasando el ámbito
económico y ensanchando las formas de
enfrentamiento ante el poder.
Se presenta aquí una oportunidad para los
feminismos, en la medida que las ciencias
sociales no han dado total comprensión a la
profundidad de las transformaciones en el
sistema social, en los actores involucrados y
en los conictos sociales (Ruiz y Boccardo
2014). Diversos autores arman que las
ciencias sociales latinoamericanas han dado
respuestas anacrónicas frente a las necesidades
sociopolíticas actuales (Follari 2015).
La falta de una comprensión cabal del panorama
chileno actual por parte de las ciencias sociales
se puede relacionar con el debilitamiento de las
universidades públicas y, esto último, con la falta
de una masa intelectual crítica (Garretón 2007),
lo que no ha aportado de manera signicativa al
cambio social y a las transformaciones políticas.
En la opinión de Ruiz (2020), la masa que
irrumpe en las calles en octubre de 2019 no
puede ser encajada en las antiguas clasicaciones
sociológicas para comprender los conictos
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sociales, por lo que resulta imperioso generar
nuevas teorías y conceptualizaciones. Frente
a lo anterior, las ciencias sociales parecen ser
llamadas a generar conocimientos que permitan
retroalimentar un proyecto de país que responda
a las necesidades actuales.
Pues bien, parece pertinente recuperar los
espacios académicos para la reexión y la acción
política, uno de los rasgos del movimiento
feminista de 2018.
Uno de los planteamientos feministas
fundamentales alude a la necesidad de reconocer
que todo conocimiento es político y situado.
Haraway (1991) sostiene que no es posible pensar
un conocimiento desprovisto de un cuerpo y un
contexto, porque siempre se es parte del mundo
que se busca conocer y comprender, así como
corresponsables y cómplices del conocimiento
que se genera. Así, los investigadores de las
ciencias sociales deberían partir por reexionar
y asumir las posiciones sociopolíticas en
que se sitúan, junto con las consecuencias de
sus teorizaciones. Huelga recordar que tales
posiciones se encuentran profundamente
entrelazadas con la mercantilización de la
ES y una organización patriarcal del espacio
académico, tal como se mencionara en el
apartado anterior.
Particularmente en cuanto a la situación política
de las mujeres dentro y fuera de los espacios
académicos, es posible armar que, en general, las
latinoamericanas han participado históricamente
en movimientos sociales y políticos, aun cuando
sus planteamientos, demandas y perspectivas
propias han quedado usualmente al margen de
los resultados de dichos movimientos (Lagarde
2012).
Siguiendo lo último, cabe reexionar en torno
a las razones por las cuales las perspectivas
feministas han quedado excluidas de los
distintos espacios de toma de decisión (Lagarde
2012), incluidos los académicos. Una de las
razones plausibles es el que el feminismo,
principalmente a través de la economía feminista,
ha puesto en entredicho la focalización política
y analítica en torno a la producción antes que
en la reproducción, cuestión que contradice los
principios que sostienen al sistema neoliberal y
al patriarcado. Y que atraviesan también el orden
universitario.
Desde la perspectiva de la sostenibilidad de
la vida se revela que el sistema mercantil
capitalista efectúa un aprovechamiento de la
naturaleza y del espacio doméstico, generando
extremas inequidades y una fuerte degradación
ambiental, lo cual se cruza con una devaluación
de las mujeres y de las actividades asociadas a
lo femenino. No obstante, todas las personas
requieren de una serie de cuidados desarrollados
en el espacio doméstico, tradicionalmente
realizados por mujeres, los cuales nunca podrán
ser mercantilizados por completo (Carrasco
2016).
Con razón, Carrasco (2016) argumenta que el
modelo de acumulación capitalista no permite
dar respuesta a las necesidades de las personas, al
evidenciarse profundas tensiones en el escenario
de la vida cotidiana y en las posibilidades de
sostenibilidad. Así, el capitalismo establece una
relación de explotación del espacio del cuidado
y de depredación de la naturaleza (Carrasco y
Tello 2012, citado en Carrasco 2016).
Dicha perspectiva resalta también la importancia
de mantener una relación respetuosa con la
naturaleza, reconociendo la eco-dependencia y
asegurando la mantención de la vida (Carrasco
2016). Como un principio ético, político e
ideológico, sin necesariamente presentar un
carácter universal, se plantea la necesidad
de que los sistemas apuesten por desarrollar
condiciones de vida aceptables para todas las
personas (Bosch et al. 2005, citado en Carrasco
2016).
Lo anterior subraya la importancia política,
analítica y metodológica de esta perspectiva,
al situar la producción en el marco más amplio
y prioritario de la reproducción, debido a la
inviabilidad de un sistema que no logra reproducir
sus condiciones de producción (Carrasco 2016).
En un sentido similar, las teorizaciones desde
feministas marxistas acerca del trabajo,
asalariado y no asalariado, como una realidad
capitalista concreta, que se maniesta en y a
través de relaciones racializadas, sexualizadas
y de género pone de maniesto la necesidad de
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APORTES DESDE LOS FEMINISMOS
Número 16 / ABRIL, 2022 (241-255) 250
recongurar las relaciones laborales (Ferguson,
2020).
Por otro lado, el feminismo también ha puesto
en cuestión el signicado mismo y los límites de
la política, en tanto ha descrito el campo de las
simbolizaciones culturales como un campo de
enfrentamientos, subordinaciones y resistencias
frente a signicados hegemónicos que limitan
las subjetividades. En ese marco, el feminismo
ha confrontado “el dispositivo de lo ciudadano
universal a los márgenes irrepresentados de todo
lo condenado a la sustracción y el connamiento
por el espectáculo del poder” (Richard 2013,
citado en Follegati 2018:287).
En efecto, diversas autoras feministas -entre ellas
Curiel (2007), Bell Hooks (2017) y Crenshaw
(1991), citadas en Platero (2012); Anzaldúa
(1995), citada en Castillo y Moraga (1995)- han
planteado la necesidad de que los feminismos
reconozcan las distintas formas de desigualdad
y exclusión que intersectan la vida de una
diversidad de colectivos de mujeres, buscando
-al mismo tiempo- establecer relaciones de
sororidad entre estos.
Como señala Butler (1990), el feminismo
deberá ineludiblemente contar con una política
de representación y dicha política, para no ser
reduccionista y no replicar relaciones de poder,
tendrá que presentar una actitud crítica frente a
quién es el sujeto del feminismo. Así, la autora
expresa que se requiere comprender la categoría
mujeres como incompleta y sin unidad, con
el objetivo de evitar una coerción normativa,
permitiendo una alianza más amplia.
El reconocimiento de la necesidad de considerar
políticamente la categoría mujeres como abierta
e incompleta implica reconocer una libertad de
ser de manera diversa. Para que todas y todos
alcancen la libertad de ser, según Birulés (2015),
no basta con alcanzar la igualdad de derechos, en
tanto esto no se traduciría en que efectivamente
exista libertad. Siguiendo a la autora, si bien
la igualdad guarda relación con el constituirse
como sujetos de derecho y ciudadanas, esto no
agota el campo político, siendo únicamente la
condición previa.
Así, la política no debiera reducirse a establecer
relaciones de igualdad, sino a hacer habitable un
mundo común que se crea y amplía al promover
redes de relación. Es necesario avanzar más allá
de la conquista de la igualdad, reconociendo
los espacios de la libertad: aquellos en que
emergen las diferencias, sin generar violencias
y desigualdades. Entonces, libertad es tener un
lugar en el mundo desde el cual poder expresar
las propias ideas y juicios, además de tener
expectativas y ser objeto de expectativas en la
relación con las demás personas (Birulés 2015).
Por su parte, Nancy Fraser (2018) -a través del
concepto de dualismo perspectivista- intenta
conjugar la idea de redistribución con la de
reconocimiento, buscando un enfoque integrado
que pueda hacer frente a un reconocimiento
inadecuado y a la distribución desigual,
entendiendo la necesidad de abordar ambos
aspectos para alcanzar la justicia para todos. En
este sentido, la autora plantea que:
(…) casi todos los ejes de subordinación
del mundo real pueden tratarse como
bidimensionales. Prácticamente todos
suponen tanto una mala distribución como
un reconocimiento erróneo, de manera que
cada una de estas injusticias tenga cierto
peso independiente, sean cuales fueren
sus raíces últimas. Sin duda, no todos los
ejes de subordinación son bidimensionales
del mismo modo ni en el mismo grado.
Algunos, como la clase social, se inclinan
más hacia el extremo de distribución
del espectro; otros, como la sexualidad,
se inclinan más hacia el extremo del
reconocimiento, mientras que otros, como
el género y la ‘raza’, se agrupan en torno al
centro. (Fraser 2018:95)
Junto a Honneth, proponen la noción de
reparación transversal que apunta a implementar
medidas en el campo de la justicia orientadas
a remediar las faltas de reconocimiento,
implementando acciones distributivas y medidas
de reconocimiento para reparar la distribución
inequitativa, así se propone abarcar el estatus
y la clase social de forma conjunta, mitigando
ambas subordinaciones al mismo tiempo (Fraser
y Honneth 2006). Siguiendo esta perspectiva,
a nivel académico no bastaría con mejorar las
condiciones económicas de las mujeres al interior
del sistema universitario, por lo que resulta
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necesario brindar el merecido reconocimiento y
espacio a sus perspectivas teóricas y políticas en
los diversos campos de conocimiento.
Lo último cobra suma relevancia si se consideran
los planteamientos de Fraser (2018) respecto a
los distintos ámbitos en los que se evidencian
crisis en el sistema capitalista, entre las que
menciona: la crisis del límite entre humanidad
y naturaleza, a raíz de problemas como el
calentamiento global; la crisis del límite entre
producción y reproducción, desaada con la
masiva incorporación laboral de las mujeres; y la
crisis del límite entre lo político y lo económico,
asociada a una incapacidad de los sistemas
políticos de manejar la crisis neoliberal.
De este modo la autora plantea, entonces, que el
capitalismo funciona a través de dos mecanismos:
la expropiación y la explotación, los cuales se
traducen en un estrujamiento de las capacidades
de la reproducción social, la cual -a su vez- se
relaciona con la crisis ecológica mencionada
(Fraser 2018). Al respecto, parece ser necesario
abrir los diferentes campos de conocimiento,
permitiendo emerger teorizaciones -como la de
sostenibilidad de la vida- que aporten a enfrentar
esta diversidad de crisis, distinguidas por la
investigadora.
Por otro lado, numerosas autoras feministas
se han referido -desde diversas perspectivas
epistemológicas- al cruce entre diferentes
formas de dominación, lo que Crenshaw
(1991), citada en Platero (2012) ha denominado
interseccionalidad. Entre ellas, Curiel (2014),
citada en Mendia et al. (2014) maniesta que es
necesario dar cuenta teórica y prácticamente de la
manera en la que se enlazan las diferentes formas
de opresión y dejar de subvalorar e invisibilizar
los conocimientos de aquellas poblaciones que
han sido subalternizadas, entre ellas las mujeres.
Considerando lo anterior, se plantea como
necesidad poner en diálogo las múltiples
perspectivas surgidas de los distintos grupos
subalternos que, como señala Gloria Anzaldúa
(1995), citada en Castillo y Moraga (1995),
tienen el potencial de convivir y cambiar el
mundo desde esa convivencia.
Finalmente, es importante señalar que -tal
como lo maniesta Bell Hooks (2017)- la lucha
feminista no es anti-hombres, sino anti-sexista
y “sin los hombres como aliados en la lucha,
el movimiento feminista no avanzará” (Hooks
2004:34). El feminismo no puede centrarse
en erradicar únicamente la violencia hacia las
mujeres, sino que “mujeres y hombres deben
oponerse al uso de la violencia como forma de
control social en todas sus manifestaciones”
(Hooks 2017:92).
En el contexto académico sería pertinente que
tanto las académicas como los académicos,
apuesten por generar condiciones que permitan
el pleno desarrollo y participación de todos sus
integrantes, así como la puesta en valor de las
perspectivas feministas y de género, tanto en las
ciencias sociales como en otras disciplinas, para
una comprensión cabal de las actuales crisis que
enfrenta el sistema neoliberal.
CONCLUSIONES
Ante la emergencia que vivimos, reexionar
en torno a la profesión académica desde
una perspectiva feminista pone en tensión y
cuestiona las formas de poder alojadas al interior
de la academia, los tipos de conocimientos
que se generan, diseminan y discuten en las
comunidades cientícas.
Cuestiones como los procesos de evaluación
de la calidad del quehacer intelectual, que
hoy día operan como mecanismos de control,
deben ser replanteados y repensados entre todos
los integrantes de la comunidad académica
y cientíca, incluyendo –particularmente- a
aquellos que están actualmente marginados
de los espacios de participación democrática,
abriéndose a la emergencia y al desarrollo de
nuevas ideas.
El potencial contrahegemónico de las reexiones
y aportes feministas solo se puede desplegar en
condiciones de igualdad y en la articulación
de una propuesta política que integre a todos
los estamentos de la universidad y que genere
alianzas con otros sectores de trabajadores,
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APORTES DESDE LOS FEMINISMOS
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convergiendo en una agenda común de
transformación.
Entendiendo a la universidad pública como locus
y cristalización de las luchas sociales de clase,
género y etnia, son pertinentes las reexiones de
Birulés (2015): organizarse entre las académicas,
en colaboración con los académicos, y recuperar
la noción de política de la autora asociada a
“tomar la iniciativa de manera concertada y
abrir espacios nuevos en el mundo común”
(Birulés 2015:12). En momentos de cambio
político y social, es menester que quienes
ejercen la profesión académica, junto con los
otros estamentos, se enfoquen en repensar la
universidad.
El proceso constitucional venidero, producto de
la revuelta popular chilena, abre la puerta para
idear el rol de la ES y la universidad pública. En
vista del apabullante resultado del plebiscito por
un cambio constitucional, existe la posibilidad
de que las fuerzas sociales empujen el proceso
constituyente hacia una salida del neoliberalismo.
Con ello, es posible pensar en la creación de un
modelo alternativo de educación terciaria que
efectivamente responda a las necesidades del
país y no a lógicas capitalistas. En este ejercicio,
la construcción de una nueva ES y la proyección
de la universidad pública para el nuevo pueblo
requiere también de una reestructuración de la
profesión académica, avanzando en la igualdad y
en el reconocimiento entre todos sus integrantes.
Los académicos deben verse en la necesidad
de examinar las toxicidades culturales e
institucionales resaltadas en el contexto de
pandemia y aplicar maneras de revertirlas. No
basta con cuotas de género en la academia y
las ciencias duras, ya que esto no promueve la
transformación total.
Resulta preciso reevaluar los mecanismos
de legitimación de la ciencia y del
conocimiento, para lo cual los feminismos
-con sus conceptualizaciones epistemológicas,
metodológicas y teóricas- parecen brindar una
serie de oportunidades alejadas de los imperativos
mercantiles, enfocadas en las necesidades de las
sociedades, de las relaciones laborales y en la
sostenibilidad del ecosistema.
En este sentido, una contribución feminista
signicativa es el concepto de sostenibilidad de
la vida que, analíticamente, permite dar cuenta
del modo que el neoliberalismo chileno ha
puesto -de manera extrema- la producción por
sobre la reproducción, priorizando al capital por
sobre la vida.
En este escenario, deviene imperativo que el
profesorado reexione y accione, en pos de
derribar las múltiples toxicidades y desigualdades
en su seno. Considerando la crisis del modelo
actual, es posible revestir de un nuevo sentido
a la profesión académica, orientado, entre otros,
a garantizar el acceso, apropiación y plena
democratización del conocimiento como bien
social. Enriqueciéndose desde perspectivas
contrahegemónicas, como el feminismo, las
académicas y académicos chilenos deben asumir
su potencial para constituirse en agentes de
cambio.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES: Las autoras declaran recibir
nanciamiento de la Agencia Nacional de
Investigación y Desarrollo (ANID) de Chile por
medio del programa de becas de Doctorado Becas
Chile folios número 21201525 y 21190031.
DECLARACIÓN DE CONTRIBUCIÓN DE
LOS AUTORES: Rocío Knipp Silva (50%) y
Daniela Navarro Ortega (50%).
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