LA UNIVERSIDAD Y LA PROFESIÓN ACADÉMICA ANTE LA CRISIS SOCIOPOLÍTICA EN CHILE:
APORTES DESDE LOS FEMINISMOS
Número 16 / ABRIL, 2022 (241-255) 250
recongurar las relaciones laborales (Ferguson,
2020).
Por otro lado, el feminismo también ha puesto
en cuestión el signicado mismo y los límites de
la política, en tanto ha descrito el campo de las
simbolizaciones culturales como un campo de
enfrentamientos, subordinaciones y resistencias
frente a signicados hegemónicos que limitan
las subjetividades. En ese marco, el feminismo
ha confrontado “el dispositivo de lo ciudadano
universal a los márgenes irrepresentados de todo
lo condenado a la sustracción y el connamiento
por el espectáculo del poder” (Richard 2013,
citado en Follegati 2018:287).
En efecto, diversas autoras feministas -entre ellas
Curiel (2007), Bell Hooks (2017) y Crenshaw
(1991), citadas en Platero (2012); Anzaldúa
(1995), citada en Castillo y Moraga (1995)- han
planteado la necesidad de que los feminismos
reconozcan las distintas formas de desigualdad
y exclusión que intersectan la vida de una
diversidad de colectivos de mujeres, buscando
-al mismo tiempo- establecer relaciones de
sororidad entre estos.
Como señala Butler (1990), el feminismo
deberá ineludiblemente contar con una política
de representación y dicha política, para no ser
reduccionista y no replicar relaciones de poder,
tendrá que presentar una actitud crítica frente a
quién es el sujeto del feminismo. Así, la autora
expresa que se requiere comprender la categoría
mujeres como incompleta y sin unidad, con
el objetivo de evitar una coerción normativa,
permitiendo una alianza más amplia.
El reconocimiento de la necesidad de considerar
políticamente la categoría mujeres como abierta
e incompleta implica reconocer una libertad de
ser de manera diversa. Para que todas y todos
alcancen la libertad de ser, según Birulés (2015),
no basta con alcanzar la igualdad de derechos, en
tanto esto no se traduciría en que efectivamente
exista libertad. Siguiendo a la autora, si bien
la igualdad guarda relación con el constituirse
como sujetos de derecho y ciudadanas, esto no
agota el campo político, siendo únicamente la
condición previa.
Así, la política no debiera reducirse a establecer
relaciones de igualdad, sino a hacer habitable un
mundo común que se crea y amplía al promover
redes de relación. Es necesario avanzar más allá
de la conquista de la igualdad, reconociendo
los espacios de la libertad: aquellos en que
emergen las diferencias, sin generar violencias
y desigualdades. Entonces, libertad es tener un
lugar en el mundo desde el cual poder expresar
las propias ideas y juicios, además de tener
expectativas y ser objeto de expectativas en la
relación con las demás personas (Birulés 2015).
Por su parte, Nancy Fraser (2018) -a través del
concepto de dualismo perspectivista- intenta
conjugar la idea de redistribución con la de
reconocimiento, buscando un enfoque integrado
que pueda hacer frente a un reconocimiento
inadecuado y a la distribución desigual,
entendiendo la necesidad de abordar ambos
aspectos para alcanzar la justicia para todos. En
este sentido, la autora plantea que:
(…) casi todos los ejes de subordinación
del mundo real pueden tratarse como
bidimensionales. Prácticamente todos
suponen tanto una mala distribución como
un reconocimiento erróneo, de manera que
cada una de estas injusticias tenga cierto
peso independiente, sean cuales fueren
sus raíces últimas. Sin duda, no todos los
ejes de subordinación son bidimensionales
del mismo modo ni en el mismo grado.
Algunos, como la clase social, se inclinan
más hacia el extremo de distribución
del espectro; otros, como la sexualidad,
se inclinan más hacia el extremo del
reconocimiento, mientras que otros, como
el género y la ‘raza’, se agrupan en torno al
centro. (Fraser 2018:95)
Junto a Honneth, proponen la noción de
reparación transversal que apunta a implementar
medidas en el campo de la justicia orientadas
a remediar las faltas de reconocimiento,
implementando acciones distributivas y medidas
de reconocimiento para reparar la distribución
inequitativa, así se propone abarcar el estatus
y la clase social de forma conjunta, mitigando
ambas subordinaciones al mismo tiempo (Fraser
y Honneth 2006). Siguiendo esta perspectiva,
a nivel académico no bastaría con mejorar las
condiciones económicas de las mujeres al interior
del sistema universitario, por lo que resulta