
JUGAR PARA APRENDER:
ESTRATEGIAS Y RECURSOS DIDÁCTICOS UTILIZADOS EN LAS CLASES DE QUÍMICA
Número 26 / AGOSTO, 2025 (273-296)
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El juego, desde la perspectiva humana, está asociado con la diversión,
la risa, la recreación física, el placer y la alegría (Gallardo & Gallardo,
2018). Según la teoría constructivista de Piaget (2012) y la teoría
sociocultural de Vigotsky (2012), el juego es un escenario dinámico
donde convergen las estrategias para estimular el desarrollo integral y
proporciona la adquisición de nuevos saberes y habilidades. El juego
formativo desde la denición de Sandí & Bazán (2020) es:
aquel recurso didáctico que se centra no solo en la diversión, sino
que tiene un propósito educativo bien estructurado y pensado
para maximizar diferentes áreas de conocimiento, facilita
el aprendizaje, apoya los procesos pedagógicos, promueve
cambios en la actitud o el comportamiento, gestiona emociones,
maximiza la adquisición de habilidades y/o competencias, entre
otros. (p. 359)
Con respecto a la enseñanza de la química, varios estudios (Chonillo-
Sislema et al., 2024; Lorenzo, 2021; Sánchez & Guamán, 2024; Torres et
al., 2021) indican que se requieren cambios urgentes en la forma didáctica
en que se abordan los contenidos conceptuales, procedimentales e
incluso los actitudinales. La razón se debe a que la Química requiere de
varios temas para entender cómo se compone, estructura y transforma
la materia. También posee varios lenguajes -verbal, simbólico, gráco
y matemático- que utiliza para comunicar, traducir e interpretar su
complejidad conceptual (Galagovsky & Bekerman, 2009). Esto
exige que quienes la estudien posean un alto dominio conceptual,
operacional y deductivo, así como habilidades visuales, reexivas y
críticas, esenciales para entender cómo se maniestan los fenómenos
(López et al., 2010). La falta de comprensión también se debe al uso de
“metodologías pobres que no motivan al estudiante; clases dogmáticas,
expositivas y poco participativas” (Gutierrez & Barajas, 2019, p. 60).
A pesar de ello, algunos casos han demostrado que el juego es una
fuente ecaz de motivación, participación, alegría y aprendizaje (Arias
et al., 2021; Gutierrez & Barajas, 2019; Medel-San et al., 2022; Plutin-
Pacheco & García-López, 2016), donde los contenidos de Química, por
ejemplo, la tabla periódica, fueron propuestos en bingos, mini partidos
de fútbol (Franco-Mariscal, 2014; Franco-Mariscal et al., 2010) o
monopolios (Plutin-Pacheco & García-López, 2016). Otros temas como
temperatura, modelos moleculares, el átomo, número de Avogadro,
estequiometría, nomenclatura, enlace químico, balanceo y reacciones
químicas se han integrado en secuencias de escape room (Lozano &
Sánchez, 2021; Tajuelo & Pinto, 2021). Esto determina que la función
lúdica del juego y la función pedagógica se encuentran articuladas pues
no existe aprendizaje sin diversión (Soares & Cavalheiro, 2006). La
respuesta emocional del juego deriva del hecho de ganar, perder
o pasar al siguiente nivel, estos factores intervienen para que el
conocimiento no sea frustrante y mantenga concentrado al estudiante.