
Leynier Chacón Estrada, Yamirka Robert Brady, Manuel Martínez Casanova
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722
179
(p. 2).
Ahora bien, para acercarnos al análisis de condición racial nos remitimos
a Mara Viveros citada por Flavia Ríos (2023) cuando fundamentó que en
el contexto latinoamericano la raza es un indicador de clase yel color de
la piel característica fundamental que transversaliza las jerarquizaciones
de dichas sociedades. En tanto, Morales (2008) se reere al color de la
piel como “variable histórica de diferenciación social” (p. 96).
Se inere que el estigma del color sostuvo y sostiene algunas de las
desventajas objetivas del negro y el mestizo en la sociedad cubana.
Podemos citar las obras de autores como Alvarado (1996), Colectivo
de autores (2011), Romay (2015), Cuba (2019), Zabala (2020),
Campoalegre (2021), De la Fuente y Bailey (2021), Sarduy y Espina
(2022), Zabala y Fundora (2022), Chacón (2024); por citar algunos,
donde se especica el color de la piel como variable principal de
diferencia social desde lo simbólico en las interacciones sociales.
En el escenario social, los llamados grupos sociales minoritarios
teniendo en cuenta el color de la piel pueden ser asumidos como
discriminados, discriminadores, o jugar un doble papel, incluso dentro
del grupo en cuestión. Esos paradigmas corroboraron las ideas de Gall
(2004) al denir que la pertenencia, autodenición, autopercepción
e identicación con un grupo es una realidad social marcada por
imperativos que necesitan de cambios para una equidad social. A esto
no escapan manifestaciones culturales y religiosas.
Lo ilustrado condujo a diversas interrogantes: ¿Por qué pese a la
aplicación de políticas ramales en la sociedad cubana y a más de 60
años de Revolución en el poder, persisten desigualdades sociales,
algunas con un trasfondo racial? ¿Cuáles son esas manifestaciones de
asimetrías entre grupos humanos? Estas interrogantes han sido de cierta
forma analizadas desde diversas instituciones. Destaca la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO- Cuba) con la creación
en 2015 del área de investigación Desigualdades sociales y políticas de
equidad (Zabala et al., 2018).
En Zabala (2020) encontramos enjundiosos presupuestos teóricos-
metodológicos indispensables para el estudio de las desigualdades
raciales. El análisis interseccional como herramienta analítica permitió
no solo indagar sobre el fenómeno en cuestión, entrecruzando y
relacionando diferentes categorías en escenarios socio históricos
concretos en pro de medir la incidencia en el reforzamiento de
inequidades, sino que sustenta el carácter holístico, sistémico y
multidimensional del fenómeno.
No abundan en las ciencias sociológicas de Cubalos estudios sobre
desigualdades raciales en el campo religioso o dentro de las prácticas
de origen africano, especícamente el Complejo Osha- Ifá. No así en