
VOCACIÓN PARA LA FORMACIÓN DOCENTE
Y SU RELACIÓN CON LA SATISFACCIÓN DE LA FORMACIÓN RECIBIDA
Número 24 / DICIEMBRE, 2024 (33-52)
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de resultados del aprendizaje; el conocimiento y las habilidades, así
como la enseñanza fueron las identicadas con mayor frecuencia”
(p. 8). En tanto, el conocimiento del contenido pedagógico no fue
frecuentemente mencionado de forma explícita, pues este estudio solo
se centra en las actividades y resultados del aprendizaje, además de
que se restringió al idioma inglés, por lo que sería una buena opción
vericar si los estudiantes poseen el conocimiento y las habilidades
para desempeñarse en su carrera, si esta fue elegida por vocación o por
no tener otra alternativa.
Fuentes (2020) informa que “no se planteó la disyuntiva de elegir entre
profesional y con vocación (…) considera valiosa la posibilidad de
incluir la dimensión vocacional en el ideal de docente en el contexto de
un nuevo modelo identicatorio que lo excluye” (p. 59).
Como se puede observar, en estas investigaciones la atención estuvo
centrada en si el estudiante que ingresa a la carrera la selecciona por
el contacto con sus profesores, o bien si le va tomando gusto durante
el período de estudios y no se indaga si eligió la carrera por vocación.
Además, se identicó en un estudio de Sandoval et al. (2020), que la
vocación se adquiere al vivir directamente la experiencia como usuario
del sistema escolar. No se estudió la opinión del sujeto sobre la elección
de su carrera, razón por la que surge un interés hacia el conocimiento de
la vocación. De igual forma no se encontraron estudios acerca de si la
vocación tiene alguna injerencia en la satisfacción, y qué opina el sujeto
sobre la formación que ha recibido, por lo que se consideró que es una
opción viable para ser estudiada.
La satisfacción con la formación recibida se dene como el ejercicio
o experiencia vivida a lo largo de la preparación profesional de un
estudiante. Díaz y Pérez (2023) la consideran un ejercicio de bienestar
del estudiante al ser cubiertas sus expectativas académicas, mientras
que Elliott y Healy (2001, como se citó en Al-Sheeb et al., 2018),
conciben que la satisfacción de los estudiantes se logra cuando sus
experiencias o actuaciones coinciden con sus expectativas iniciales.
De estas aportaciones, la última se considera relevante para el presente
artículo porque efectivamente cuando un estudiante elige una carrera y
una institución, espera ver cumplidas sus expectativas.
El estudio de la satisfacción con la formación recibida ha seguido cuatro
vías: la satisfacción percibida por los estudiantes sobre la educación
virtual (Olivera, 2020; Barrutia et al., 2021; Arif et al., 2022), la
satisfacción de egresados de curso o un año de preparación profesional
(Real & Codas, 2020; Lardoeyt & Herrera, 2023; Díaz & Pérez, 2023;
Al-Sheeb et al., 2018), la satisfacción de egresados de un programa
o carrera cursada (Urrutia-San Vicente et al., 2023; Surdez-Pérez
et al., 2018; Rodríguez & Vélez, 2004; González-Bravo, 2014) y la
satisfacción del egresado sobre el profesorado, personal administrativo
y servicios recibidos (Baena-González et al., 2023).