Enrique Flores-Juca, Cristhian Parrado Rodríguez, Pedro Jiménez-Pacheco, Jéssica Chica Carmona
CHAKIÑAN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades / ISSN 2550 - 6722
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Generalmente, las oportunidades para las mujeres agricultoras se
emplazan en los centros urbanos locales o regionales donde se
aglomeran los bienes y servicios relacionados con su actividad
ocupacional. Vecchio (2018) y González y Czytajlo (2022)
señalan que el acceso a estos lugares estriba en la disponibilidad
de infraestructura comercial y el servicio de transporte público. Su
décit o ausencia genera potenciales desigualdades socioespaciales
que se hacen efectivas si la población no puede acceder a los
servicios que requieren para su actividad. Superar estas limitaciones
requiere que las mujeres hagan uso de su portafolio de activos para
movilizarse (Bergman et al., 2019).
Para las mujeres agricultoras, estos activos pueden ser más o menos
disponibles, adecuados y asumibles para conseguir sus nes de
desplazamiento. Noack (2010) señala que el medio de transporte
utilizado es el recurso que más disparidad de género implica, en tanto
que las mujeres poseen vehículos privados en menor proporción
que los hombres, lo cual en la ruralidad limita su movilidad. De
la misma manera, las redes de reciprocidad se convierte en otro
activo relevante para acceder a las oportunidades (Hernández,
2012). Las mujeres rurales emplean este recurso para vender sus
productos mediante el apoyo de un intermediario que, comúnmente,
forma parte de su círculo familiar y comunitario, aportando con sus
propios recursos para lograr el traslado y la venta de los productos
(Lei et al., 2019; Singh & Iranacolaivalu, 2018).
A partir de la interacción entre las estructuras de oportunidad y los
activos se conguran las prácticas de movilidad y comercialización
de los hogares, denidas como la forma en que estos usan y se
apropian del territorio (González & Czytajlo, 2022). El medio de
transporte empleado, el tiempo y el costo de traslado son variables
que denen los desplazamientos, mientras que los lugares y la
frecuencia de venta indican la comercialización. Un factor que
incide en la utilización de estos recursos es la satisfacción que tienen
las mujeres con respecto a los medios que utilizan y los lugares a
los que acceden, puesto que estos pueden constreñir su potencial de
movilización (Bergman et al., 2019).
- Fase dos: denición de variables de análisis para medir
empíricamente los conceptos de estructuras de oportunidades,
activos, prácticas de movilidad y prácticas de comercialización
denidas en la fase uno. Con base en la revisión bibliográca realizada
se identicó múltiples variables, de las cuales se seleccionaron
aquellas consideradas más pertinentes para el contexto especíco
del área de estudio. Se obtuvo un total de once variables, las cuales
se agruparon en cada concepto de análisis (Tabla 1).