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Es cierto que algunos investigadores han
dicho, y siguen diciendo hasta el presente,
que falleció en Sevilla siendo presidente del
Consejo de Indias, pero eso se debe a la
información que dio su deudo Ruy Díaz de
Guzmán y al parecido del nombre del que
pasará a ser por esas fechas contador de la
Casa de Contratación, Pedro Cabeza de Vaca
(AGI, Indiferente, 1965, L.13,
fols.110v-111r.). Ruy Díaz de Guzmán,
descendiente de Alvar Núñez, al ser hijo de
una hermana suya y de Ruy Díaz de
Guzmán, e igualmente servidor de Juan
Alonso de Guzmán, duque de Medina Sido-
nia, mantiene el mito de una muerte rodeada
de “honra y quietud”:
[Y] desterrado a Orán con seis lanzas a su
costa: y en la sentencia de revista fue decla-
rado libre con sueldo de dos mil ducados
anuales para su sustento en Sevilla, donde
falleció en la primacía del consulado de ella
con mucha honra y quietud. (Díaz de
Guzmán 1986:173)
Sin embargo, no existe ninguna prueba
documental de estas afirmaciones. Hasta su
muerte, Alvar Núñez Cabeza de Vaca tendrá
presente el fantasma del hambre, al igual que
sabemos que en el año 1554 todavía estaba
viva su pobre mujer y que, como el cronista
jerezano, padeció necesidad hasta el final de
sus días:
Visorrey delas provincias del peru e presiden-
te dela audiencia rreal que en ellas reside.
Alvar nuñez cabeça de baca gobernador que
fue delas provincias me ha fecho rrelacion
que bien sabiamos como avia servido
mucho tiempo a su magestad en la provincia
florida de donde avia salido perdido y gasta-
do todo quanto tenia y despues avia sido
proveydo por governador dela dichas
provincias del rrio dela plata donde ansi
mismo avia gastado lo que el y sus deudos
tenian e que en lo presente estava tan pobre
que si no le mandasemos dar con que se
sustentar el moriria de hambre. Y me supli-
co que acatando lo que avia servido a su
magestad e que en su rreal persona avia
gastado su hazienda le hiziese merced de
mandarle dar en esa provincia un buen
repartimiento de yndios con que se pudiese
sustentar o como la my merced fuese. Por
que vos mando que yendo el dicho Alvar
Nuñez Cabeça de Vaca a essa tierra y
llevando consigo a su muger para vivir e
permanescer en ella le deys e señaleys en
los tributos del primer repartimiento que
estuviere vaco o vacare que vos ovieredes
de proveer mill pesos de oro en cada un año
para ayuda a su sustentación de los quales
dichos mill pesos aya de gozar e goze desde
quatro meses antes que esta mi cedula fuere
presentada en adelante todo el tiempo que
rresidiere en esa tierra e syno estuviere vaco
algun rrepartimiento en esas probincias al
tiempo que en esta mi cedula os fuera
mostrada provereys que los officiales de su
magestad que rresiden en la ciudad de los
rreyes entretanto que vaca el dicho rreparti-
miento le den de la caxa rreal en cada un año
los dichos mill pesos desde el dia que man-
damos que goze dellos en adelante hasta que
se le señalen en el dicho rrepartimiento con
que su majestad sea pagado de lo que ansi
dieren los dichos officiales de su caxa Real
de los tributos del dicho rrepartimiento en
que ansi se le señalaren los dichos mill
pesos sin descontar ninguna cosa al dicho
alvar nuñez cabeça de baca fecha en ponfe-
rrada a treze dias del mes de junio de mill e
quinientos e cinquenta y quatro años yo el
principe. (Archivo General de Indias, Lima,
567, L. 7, fols. 442v-443r.)
Contamos con otro importante documento
del Archivo General de Indias del 15 de
septiembre de 1556, una Real Cédula dirigi-
da a Ochoa de Luyando y redactada en
Valladolid para que de los maravedís de
penas de estrado entregue 12.000 a Alvar
Núñez Cabeza de Vaca para ayudarle en su
enfermedad (AGI. Indiferente, 425, Leg. 23,
f. 246v.). Todo parece indicar que la muerte
le sobrevino pocos meses después. Los testi-
monios del Inca Garcilaso de la Vega en La
Florida del Inca y la Relación de Jaime
Rasquín que hizo Alonso Gómez de Santo-
ya, nos indican que para 1559 Alvar Núñez
ya había muerto.
Cabeza de Vaca al menos llegó a tener la
satisfacción de haber visto publicada su obra
pocos años antes de morir. Estos tres docu-
mentos tienen a Valladolid como lugar de
referencia. Aunque, sin duda, los últimos
escritos que conservamos de Alvar Núñez
pertenecen al “Prohemio” de los Comenta-
rios, como veremos a continuación esta
parte de su obra corresponde a una pluma
que no es la suya. Esto podría estar motivado
por estar el autor privado de libertad en
Valladolid o por tener que dejar la dedicato-
ria/proemio de la obra en manos de una
persona que conociera mucho mejor el
mundo de la Corte. El Inca Garcilaso de la
Vega confirma su muerte en Valladolid:
“[L]es sucedieron las cosas de manera que
acabaron tristemente, como lo cuenta todo el
mismo Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el cual
murió en Valladolid, habiendo venido preso
del Río de la Plata, donde fue por goberna-
dor”. (Garcilaso de la Vega, El Inca
1986:lib.1, cap. 3:77-78)
Se ha escrito, sin presentar prueba documen-
tal, que Cabeza de Vaca está enterrado en el
Convento de Santa Isabel, en la calle Encar-
nación de Valladolid, donde se conserva una
lápida que guarda los restos de este conquis-
tador. Tuve la oportunidad de visitar dicho
convento y de hablar con la priora que ama-
blemente me facilitó la entrada a ciertas
estancias del mismo, ya que es un convento
de clausura, permitiéndome investigar en él
durante dos días. Se me autorizó a ver la
lápida en cuestión, y aunque parece ser que
sí hay relación entre la familia Cabeza de
Vaca y dicho convento, dado el deterioro de
la lápida no se puede afirmar a ciencia cierta
que esa sea la tumba de Álvar Núñez.
Salvando las distancias cronológicas entre la
redacción de Naufragios (anterior a 1542) y
la redacción de Comentarios (anterior a
1555), ambas obras poseen suficientes simi-
litudes para decir que están escritas por un
mismo autor. No hay una clara impronta del
secretario Pero Hernández en los Comenta-
rios. El proemio posee una retórica más
culta y sofisticada que el resto de la obra,
aunque no por ello más interesante. Por
razones que se desconocen, pero que muy
bien pueden ser lógicas, el autor de este
proemio centra todas sus alabanzas en dos
figuras clave en la educación de la persona a
quién va dedicada la obra: Honorato Juan y
Antonio de Rojas, preceptores del príncipe
Carlos, hijo heredero de Felipe II.
No sabemos qué interés podría tener el
malogrado gobernador del Río de la Plata en
ensalzar las figuras de estos dos humanistas.
Quizá fuese el haber ponderado la importan-
cia que para él podía llegar a tener la bene-
volencia del príncipe de Asturias, el príncipe
Carlos, a quién va dirigido este proemio. Era
ley natural que el príncipe Carlos sobrevi-
viera a Felipe II y que, en consecuencia, la
herencia del trono español pasara a sus
manos, lo cual invita a pensar que una de las
metas del desventurado autor fuera la de
congraciarse lo máximo posible con el
futuro rey.
Es conocida la rispidez y dureza con que don
Carlos trataba a sus vasallos; también lo es el
amor, respeto y honra que tenía a Honorato
Juan.
“Varias cartas suyas, que todavía se
conserv
an son sumamente significativas: en
una de ellas llama a Honorato su mayor
amigo y le promete hacer lo que le pida; y en
otra se manifiesta lleno de contento al saber
que pronto volverá a verlo” (Gachard
1963:260). Se sabe que el editor de Comen-
tarios de 1555, el zamorano Florián de
Ocampo, tuvo buena relación en la Corte, y
que la edición de 1542 de Naufragios (tam-
bién conocida como La Relación…) fue
publicada en su tierra natal, al igual que
ocurrió un año antes con Las quatro partes
enteras dela Cronica de España que mando
componer el Serenissimo rey don Alonso
llamado el sabio. Vista y enmendada mucha
parte de su impresion por el maestro Florian
Docampo: Cronista del emperador rey nues-
tro señor. [Al fin:] Zamora, Agustín de Paz y
Juan Picardo, 1541 y un año después hizo lo
mismo con la Crónica general de España:
Before publishing anything under his own
name, Ocampo worked on a lavish edtion of
Alfonso X’s Chronicle of Spain, a work
from the 13th century. He had been com-
missioned to correct and oversee the
printing by the same Zamoran printer, Juan
Picardo, who latter apparently forced him
into the premature publication of the Chro-
nicle. Ocampo’s dedicatory epistle to his
patron Luis de Zuñiga y Ávila asserted “es
buena parte de la estoria saber los vocablos
y manera de hablar que nuestros antecesores
tuuieron para lo cotejar con la historia de
nuestro tiempo. (Samson 2006:340)
La “desnudez” de las palabras de Ocampo
nos recuerda la “desnudez” de Alvar Núñez
en el prólogo de Naufragios:
Lo cual yo escribí con tanta certinidad, que
aunque en ella se lean algunas cosas muy
nuevas, y para algunos muy difíciles de
creer, pueden sin duda creerlas: y creer por
muy cierto, que antes soy en todo más corto
que largo: y bastará para esto haberlo ofreci-
do a Vuestra Majestad por tal. A la cual
suplico la reciba en nombre del servicio:
pues este todo es el que un hombre que salió
desnudo pudo sacar consigo. (1555:76)
Lo cierto es que esa desnudez de la que
habla Alvar Núñez, será profética hasta su
muerte. Uno de los últimos documentos con
los que contamos, de la misma fecha en que
se publican sus Comentarios (1555), da
cuenta de cómo Cabeza de Vaca quiere recu-
perar una cama, un camafeo y un repostero
que había empeñado a Jerónima de Sotoma-
yor en Valladolid (Real Chancillería de
Valladolid, Pleitos Civiles: Moreno (olvida-
dos). Caja: 580-12). Ocampo escribe en las
líneas finales del prólogo de su obra Los
quatro libros primeros de la crónica general
de España. Este fragmento está sacado de la
edición de Zamora de 1544, que se conserva
en la Real Academia de la Historia:
Solo desearia yo que los letores que deven
esto a vuestra Magestad tuviesen avertencia
particular a que mi principal intencion ha
sido brevemente y en las mas desnudas
palabras que puede contar la verdad entera y
senzilla sin que en ella aya engaño ni cosa
que la adorne para que mejor parezca/ sin
enbolver en ella retoricas y vanidades que
por los otros libros deste nuestro tienpo se
ponen/ pues allende de ser esto lo mejor y
mas natural del buen estillo/ que çierto que
si con artificio de razones o muy a lo largo
yo lo quisiera dezir quedara prolixa y enojo-
sa [pasa al folio 6r] escritura. En lo qual
dado que la fatiga y trabajo ayan sido dema-
siadamente grandes/ asi en el cuerpo como
en el espiritu, todo es poco pues servicio
que en ello se haze a Vuestra Magstad/ ante
cuya grandeza y merecimiento qualquier
cosa por magnifica que sea se deshaze.
(Ocampo 1544: fols. 5v. y 6r.)
Si bien Florián de Ocampo ha pasado a la
historia por no ser del todo veraz o por dar
un toque novelesco a sus historias, el adelan-
tado Alvar Núñez no le va muy a la zaga,
incluso me atrevería a decir que le supera. El
erudito español Domínguez Ortiz es otro que
también expresa sus dudas sobre la autenti-
cidad de la información del editor y huma-
nista Florián de Ocampo (1499-1555):
Pero a falta de datos históricos en qué
apoyarse, Ocampo no sólo aceptó las fábu-
las que sobre los reyes primitivos de España
había fabricado el dominico italiano Annio
de Viterbo sino que añadió otras de su
propia cosecha, componiendo más que un
relato histórico, una historia novelada que
sólo alcanza hasta las campañas de los Esci-
piones. La influencia de Ocampo fue amplia
y nefasta porque se trataba de una obra que,
sobre estar escrita con buenas dotes litera-
rias, resultaba entretenida y atrayente para
el lector de tipo medio y lisonjeaba el orgu-
llo nacional mostrándole una galería de
personajes ilustres, héroes invictos y
estupendas hazañas que aseguraban la
primacía inmemorial de España sobre las
demás naciones. (Domínguez Ortiz 1990:
Capítulo V, sección 2, 382)
Otra persona que necesita mención en la
publicación de esta última obra de Cabeza
de Vaca, así como de las de Florián de
Ocampo, es Juan Pedro Mussetti, conocido
en los círculos de Medina del Campo, Valla-
dolid y Zamora como “Musete”. Sabemos
por la documentación que estuvo involucra-
do en algunos procesos judiciales. En la
edición de Los Çinco libros primeros de la
Cronica general de España publicada en
Medina del Campo en 1553 por Guillermo
Millis y también conservada en La Real
Academia de la Historia (4/1754), está escri-
to a mano en el Folio 1 v.: “Lo que este autor
reprehende es el mayor pecado, porque saco
toda esta historia de la del maestro Antonio
Beoter valenciano, el qual escribio mucho
antes que él en lengua valenciana”:
Juan Pedro Musete, mercader de origen
italiano, Museti para Pérez Pastor, Musete
en la documentación original que hemos
consultado y con mayor frecuencia sólo
como Juan Pedro. El bibliógrafo le supone
origen italiano. Le pone al frente de una
actividad editorial en Medina del Campo,
Zamora y Burgos entre 1542 y 1549, y le
sitúa entre los primeros mercaderes que
envían grandes partidas de libros a Indias.
El mercader de libros o librero aparece
también como Musetti en su actividad
editorial. En 1543 costea las ediciones de la
Crónica general de España, recopilada por
Florián de Ocampo y el de Cuerpos natura-
les y morales y diálogos de medicina de
López de Villalobos, ambos impresos en
Zamora por Juan Picardo. En 1547 Juan
Pedro Musete forma sociedad con Guiller-
mo de Millis y Pedro de Castro para costear
la obra Repertorio de pragmáticas de
Andrés Martínez de Burgos, que les costó
un proceso y prisión en Valladolid por faltar
a la obligación de insertar el privilegio de
impresión. (Torres 2007: 83)
La erudición y sofisticación del lenguaje
utilizado en el proemio no aparece en ningún
momento en los Comentarios. Por el contra-
rio, el lenguaje y la redacción de Comenta-
rios es similar a su obra anterior, Naufra-
gios, y la razón de tener un redactor nominal
diferente al del autor de Naufragios, Pero
Hernández, no es otra que la de querer dar en
tercera persona un ambiente de veracidad a
la excesivamente apologética narración de
los hechos del gobernador Alvar Núñez. De
otra manera, una obra de estas característi-
cas tendría mucha menos credibilidad.
Merece la pena analizar con detenimiento y
estudiar la retórica y estrategia utilizadas por
Álvar Núñez o, en su caso, del autor del
Proemio, que emplea un estilo y léxico muy
diferentes a las del autor de Naufragios.
El estilo del “Prohemio” supera en mucho al
estilo escueto, lacónico y menos elaborado
de Cabeza de Vaca. Igualmente existe la
posibilidad de que el gobernador y el librero
hubiesen tenido algún contacto personal. El
“Prohemio” es un fragmento de la obra
Comentarios sui generis, por tener muy
poco en común con el resto del libro. En su
licencia/cédula se hace mención a dos
relaciones o libros, el primero intitulado
Relación de lo acaecido en las Indias en el
armada de que vos yvades por gobernador y
otro llamado Comentarios, que tratan de las
condiciones de la tierra, y costumbres de la
gente della”. De cualquier manera, se dio
licencia para que fueran impresos juntos:
“[P]odays imprimir y vender en estos nues-
tros reynos los dichos libros que de suso se
haze mencion, ambos en un volumen”.
Lo qual era obra muy provechosa para las
personas que avian de passar aquellas
partes. Y porque el un libro y el otro era
todo una misma cosa, y convenia que delos
dos se hiziesse un volumen, nos suplicastes
os diessemos licencia y facultad, para que
por diez o doze años los pudiessedes impri-
mir y vender, atento el provecho y utilidad
que dello se seguia o como la nuestra
merced fuesse. (Licencia de impresión, fol.
1 vta)
Los documentos que conservamos hoy nos
invitan a pensar que Alvar Núñez murió tan
sólo dos años después en la misma ciudad de
Valladolid donde se imprimió esta edición.
Poco provecho pudo sacar de una obra que
con los años probó ser una de las “crónicas”
más populares de España y el extranjero,
algo que queda certificado por su traducción
a varias lenguas y por su enorme populari-
dad hasta el presente.
Uno de los detalles de la dedicatoria que más
llama la atención es su destinatario nominal.
No está dedicada, como podríamos pensar al
emperador Carlos V, y tampoco a su hijo
Felipe II, sino al nieto del emperador, el
infante don Carlos que sólo contaba con diez
años cuando se publica la obra. Carlos V
delega su imperio en su hijo Felipe II el 25
de octubre de 1555 y muere tres años
después en el monasterio de Yuste. Pero en
este caso, nos estamos refiriendo al príncipe
Carlos de Austria (1545-1568), hijo de
Felipe II y de María de Portugal y Príncipe
de Asturias.
Murió, al parecer, de una neumonía a los
siete meses de haber sido encerrado en una
torre por su padre tras un sinnúmero de
enfrentamientos: “Prohemio. AL SERE-
NISS. MVY ALTO Y MVY poderoso señor,
el infante. D. Carlos. N. S. Aluar nuñez
cabeça de vaca, adelantado y gouernador del
Rio de la Plata. Paz y felicidad”. Los años de
peregrinación por Norteamérica que se ofre-
cen tampoco son correctos, porque estuvie-
ron poco más de 8 años, y no 10, entre los
que Cabeza de Vaca califica ya en España de
“gente tan bárbara”. Es paradójico que en su
Relación se presenta como el defensor de los
indios que ahora insulta. Se abstiene, igual-
mente, de mencionar a su compañero africa-
no Esteban con el que compartió todos esos
años de fatigas. Retórica falsa pero altamen-
te efectiva, al igual que la utilización cons-
tante de la palabra “Dios” que resaltará las
acciones del protagonista:
Y para exemplo de que otros hombres esten
ciertos y seguros que por la poderosa mano
de Dios (que todo lo abraça) por qualquiera
parte del mundo los guiara y ayudara: di
quenta a su M. en la breve relacion que con
estos commentarios va: porque con su
amplissimo & inuictissimo nombre (tan
extendido, temido o obedescido en la mayor
parte de la tierra) vaya la memoria, testimo-
nio y exemplo de las mercedes que Dios
hizo a su subdito. Despues queriendo su
altissima magestad continuar comigo sus
maravillas, movio al Emperador vuestro
abuelo a que me embiasse el año de. X L.
con vn armada al rio del Parana (que llamo
Solis de la Plata) a socorrer la gente: y
proseguir el descubrimiento de D. Pedro de
Mendoça (que dixeron de Guadix). En lo
qual pase muy grandes peligros y trabajos,
como V.A. muy particularmente vera en
estos commentarios (que con grande
diligencia y verdad escriuio Pero fernandez
secretario del adelantamiento y gouerna-
cion, a quien yo los encargue) los quales van
juntos con mis primeros sucessos, porque la
variedad de las cosas, que en la vna parte y
en la otra se tractan, y la de mis aconteci-
mientos.
Don Pedro de Mendoza, primer gobernador
del Río de la Plata, dejó poder a Juan de
Ayolas para que actuase en su nombre tras
salir para España a causa de sus enfermeda-
des. No pudo llegar a la península, muriendo
en las Azores.
La publicación de Comentarios, escrita con
“diligencia y verdad” al igual que lo fue la
de Naufragios, busca “mercedes” compen-
satorias por los trabajos y gastos sufridos en
la aventura rioplatense. “Vaya la memoria,
testimonio y exemplo de las mercedes que
Dios hizo a su subdito”. Pero Hernández es
el autor nominal, no real, detalle que no debe
pasar deapercibido. La cercanía de estos dos
personajes muestra la complicidad existente
entre ellos y los muchos secretos que debie-
ron compartir.
La fecha de publicación de Comentarios
(1555) es importante porque es la misma que
la del Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schi-
midel, obra que tendrá como telón de fondo
las mismas tierras. En esas mismas fechas el
más directo contrincante de Cabeza de Vaca,
Domingo Martínez de Irala, volverá como
gobernador al Río de la Plata. Fiel a la vieja
máxima horaciana de “enseñar deleitando”
escribe el autor del “Prohemio”:
[D]etenga a. V. A. con algun gusto en esta
leccion. Que cierto no hay cosa que más
deleyte a los lectores, que las variedades de
las cosas y tiempos: y las bueltas de la fortu-
na, las quales aun que al tiempo que se
experimentaron no son gustosas, quando las
traemos a la memoria y leemos, son agrada-
bles. [...]Y porque en esta nueua edad se
encomiençen a criar en V. A. desseos de
recoger con grande clemencia y amor, y con
costumbres christianas y leyes tan sanctas y
piadosas, tantas gentes como Dios va sacan-
do a la luz del Euangelio de IESVCHRISTO
no permitiendo que esten mas tiempo en las
tinieblas y ceguedad y tyrannia del demo-
nio. (fols. 55v. y 56r)
Aquí observamos las grandes dotes del autor
de este proemio, que sabrá dar a sus lectores
lo que le piden, viéndose apoyado como
siempre por la voluntad divina. La retórica
didáctica y religiosa de las líneas anteriores
nos lleva a pensar que fueron escritas por un
humanista cercano a la Corte o un clérigo
buen conocedor del receptor de la obra pero
que no estaba familiarizado con el mundo
indígena al que se dirige con la prepotencia
paternalista de alguien que se sitúa por
encima de esos “pobres diablos” que todavía
no han conocido la luz de la verdad cristiana.
Un tono no muy lejano al que emplearon
pocos años antes en sus disputas Bartolomé
de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en
esa misma ciudad de Valladolid. Recuérdese
la obra del gran moralista, historiógrafo y
acólito de Carlos V, el franciscano Antonio
de Guevara, autor entre otras conocidas
publicaciones del Reloj de príncipes (1529).
En la citada obra Guevara recrea de forma
espuria la vida y obra del gran filósofo
emperador Marco Aurelio. Aunque el autor
pretendiese haber encontrado el texto en un
archivo florentino, toda la obra es de crea-
ción propia.
Este personaje también fue Obispo de Mon-
doñedo y Guadix, tuvo una enorme influen-
cia en toda Europa, sobre todo en escritores
como Montaigne. En un famoso pasaje
incluido en el Reloj de príncipes, “La plática
del villano del Danubio”, aparece una de las
primeras fuentes hispanas del “buen salva-
je”. En la obra, el villano se presenta ante el
senado romano donde expone las injusticias
cometidas a los pueblos del Danubio subyu-
gados por el imperio. Dicho pasaje se ha
interpretado como una temprana crítica a la
labor del imperio español y su tratamiento
del indígena americano. Esta visión no es la
misma que nos ofrece Cabeza de Vaca en su
primera obra sobre la multitud de creencias
de las diferentes culturas amerindias que va
recorriendo. Continúa el “Prohemio”:
Deuese esto principalmente a. V.A. por
hauerse hecho el descubrimiento de que
tractamos por mandado del Emperador
vuestro abuelo: y por ser negocio propio de
Reyes, cuyas fuerças solas bastan para estas
cosas: por darselas Dios para ello muy cum-
plidas: y tambien porque assi estos como los
scriptos, y obras de todos se deuen al grande
ingenio y habilidad que haueys mostrado al
mundo: el qual todo espantado y attento
espera coger vuestras siguientes edades de
juventud, virilidad y senectud, fructos de
perfectisimo rey: (las quales todas Dios
concedera pues os dio al mundo como rey
necessario.) Y de ver esto cumplido ninguno
dubda, ni aun delos muy apartados de vues-
tra casa, que los que cada dia veen, siruen, y
tratan. a V. A. ya lo han començado a gustar:
y entre si se congratulan siempre quando
veen vuestro excelentisimo ingenio, tan
facil, tractable, y dispuesto (que del hiziera
la naturaleza vn absolutissimo varon) enco-
mendado a dos tan singulares artifices como
D. Antonio de rojas vuestro ayo, y mayor-
domo mayor, y Honorato Iuan vuestro
maestro, escogidos ambos para sus officios
por manos del Emperador, y Rey, Principe
(nuestros señores) entre todos los sabios y
caualleros de sus reynos con tanta diligencia
y cuydado, y tiempo como sus MTT. deuian
tener en elegir personas tan sufficientes:
como para encomendarles la persona real,
criança y enseñamiento del mayor sucessor
de la tierra: eran menester. (fol. 56)
Retórica hueca ya que todos sabían que el
príncipe Carlos sufría cierta discapacidad
mental, no obstante, una y otra vez se ensal-
zan las aptitudes mentales de un joven a
todas luces limitado. Como se dijo antes,
Antonio de Rojas y Honorato Juan son el
centro de elogios y halagos por parte del
autor del “Prohemio”, que en menor grado
también van dirigidos al destinatario de la
obra, el príncipe Carlos. Antonio de Rojas
ocupó cargos de importancia bajo los reina-
dos de Carlos I y Felipe II.
Era miembro de una nobleza cortesana que
ocupó puestos administrativos desde la
llegada de Carlos I a España. Su padre,
Pedro de Velasco, fue criado de Fernando de
Austria, hermano del emperador. Según
Cátedra, nacería entre 1507 y 1510, quedan-
do huérfano muy pronto, suponiendo que el
padre muriese en 1510. Existe la posibilidad
de que los primeros años en la Corte los
pasase con su tío abuelo del mismo nombre,
Arzobispo de Granada y Patriarca de las
Indias (Cátedra 227-228).
Tanto Antonio como Honorato ya estaban
consagrados en sus respectivas carreras y no
tenían ninguna necesidad de elogio en la
Corte, lo que hace que estos dos personajes
sean descartados de entrada como posibles
autores del “Prohemio”. Es más, uno de
ellos, Antonio de Rojas, murió meses
después de publicarse Comentarios. Respec-
to a este asunto, Pedro Cátedra nos amplía la
información sobre una de las últimas actua-
ciones de este ayo del príncipe en su artículo
La biblioteca del caballero cristiano don
Antonio de Rojas, ayo del príncipe don
Carlos (1556).
Escribe Cátedra: “Pocas Fechas después,
viudo ya de la primera esposa, contraía
matrimonio con doña Francisca de Silva,
dama de la princesa doña Juana de Portugal,
´en que solo vivió veinte días´. Moría don
Antonio de Rojas el siete de julio de 1556,
después de haber testado cuatro días antes”
(Cátedra 1983:230). Dentro del inventario
de libros para el príncipe se incluye una
copia de Comentarios de Cabeza de Vaca
(Ibid. 237)
. Probablemente sea la misma
copia que se sigue sirviendo a los investiga-
dores hoy y que corresponde al n° 1201 de la
Biblioteca escurialense.
Luis Cabrera de Córdoba también resalta
algunas cualidades del maestro Honorato
Juan en su obra Felipe Segundo Rey de
España (1619). En esta obra encontramos
nombres que de alguna manera tendrán
cierta relación con la familia de Cabeza de
Vaca, como los Puertocarrero, y será un Luis
de Puertocarrero quien aparezca como uno
de los gentilhombres del infante don Carlos.
Cabrera de Córdoba cuenta cómo Felipe II
dejó aposentado a su hijo en la Corte de
Valladolid:
En Valladolid puso casa al Infante don
Carlos, i diole por ayo i mayordomo mayor
a don Antonio de Rojas, soumiller de Corps,
por gentilombres de su cámara a los Condes
de Lerma i Gelves, al Marqués de Tabara, I
don Luis Puertocarrero, I por maestro a
Honorato Juan, caballero valenciano docto,
i los papeles para instruille y enseñalle la
gramática dio Luis Vives insigne en ciencias
i lenguas antiguas. (Ibid. 18).
Además de Honorato Juan, el fraile agustino
Juan de Muñatones tuvo importancia en la
educación del infante Carlos. Eruditos y
hombres de letras de la época como fueron
Arias Montano, Ginés de Sepúlveda, Andrea
Schott o Fernando Nuño de Guzmán resalta-
ron las virtudes del maestro Honorato Juan.
Leemos en el “Prohemio”:
Porque D. Antonio de rojas y velasco, demas
de su muy antiguo y muy ilustre linaje (que
tan grande ornamento es para los que estan
tan cerca de los reyes) su grande christian-
dad, y prudencia, y modestia, y experiencia
en el seruiçio de las casas y personas reales,
con todas las otras virtudes y gracias que
son necessarias en caualleros a quien tan
importante negocio se encomendo, y la
larga experiencia que sus M.TT. de su
persona y costumbres tenian, por hauer
seruido tanto tiempo y [pasa a fol.56v.] en
officio de tanta calidad al Rey Principe
vuestro padre, y la buena quenta que siem-
pre de todo ha dado: constriñeron a su. M. a
que le apartasse de si, y le encargasse la
criança de su hijo. (fols. 56r. y 56v.)
Gaspar Escolano y Atanasio Kircher hacen
remontar su familia a la dinastía frigia o
amoriana que gobernó Bizancio entre los
años 820 y 867. Escribe Sanchis: “Los
primeros miembros de la familia que se
conocen en España son Honorio Juan, capi-
tán catalán que desatacó en la lucha contra
los musulmanes, y su hijo Alejandro Juan,
que consiguió arrebatar a los sarracenos la
ciudad de Iixar, cuyo dominio quedará
ligado a la familia. El salto desde Cataluña al
Reino de Mallorca y Valencia va a ir asocia-
do a los procesos de reconquista”.
En el caso de Valencia los Juan se introducen
en nuestro territorio a través de Pere Joan,
maestre de Calatrava y Roderic Joan, lugar-
teniente de la Orden del Temple, que acom-
pañaron a Jaime I en la conquista de Valen-
cia (Sanchís 2002: 30-31). Sin embargo,
Antonio de Rojas, que será sustituido por
García de Toledo, vivirá hasta 1556, sólo un
año más tras la publicación de Comentarios.
El infante Carlos quedó huérfano de madre
con tan sólo cuatro años de edad y su crianza
pasó a manos de su aya Leonor Mascarenhas
y de sus tías doña María y doña Juana hasta
que, por razones matrimoniales, tuvieron
que dejarlo. Por si fuera poco, el rey don
Felipe se veía obligado a ausentarse por
largo tiempo durante sus viajes al norte de
Europa (Sanchís 2002:150-151). Leemos en
el “Prohemio”:
Con el mesmo zelo eligieron sus MM. a
Honorato Iuan: a quien encomendaron el
enseñamiento y erudicion de. V.A. por tener
conoscida su mucha christiandad, virtudes y
letras, de los muchos años que en sus casas
reales ha seruido, y particularmente el Rey
Principe. N.S. en sus estudios: el qual
despues de ser cauallero muy conoscido del
antiguo linaje de los Iuanes de Xativa: y de
tener grande cumplimiento de bienes natu-
rales: su sciencia en todo genero de letras es
tanta y tan rara: que todos los verdadera-
mente doctos deste tiempo, Italianos,
Alemanes, Franceses, Flamencos, Ingleses
y Españoles, admirados: han dado testimo-
nio de su muy peregrino ingenio: y del
mucho y hondo conoscimiento que en los
autores griegos y latinos, y en la philosophia
natural y moral y disciplinas mathematicas
tiene. En todas las quales, como si las hubie-
ra deprendido en el tiempo de los antiguos
(que ellas mas florecieron) satisfaze
scriuiendo y hablando en ellas con la synce-
ridad del estilo de los antiguos, a las particu-
laridades que solo en aquel su tiempo, y de
aquellos sus singulares auctores se podian
satisfazer: con tanta llaneza y perspicuydad,
que los que le oyen, si saben las sciencias
van satisfechos, y si no las saben, las entien-
den: como si fuesen cosas muy vulgares y
llanas y de entre manos: por lo qual su
conuersacion es de grande gusto y vtilidad,
para todos los que le oyen: y muy abundante
de exemplos, y de grande erudicion, porque
hablando familiarmente, trahe cosas de
auctores muy aclaradas, que en ellos eran
muy difficultosas. Y no menos sciencia que
esta tiene en los negocios humanos: en los
quales por ser muy prudente usa de la subs-
tancia de las letras, sin que ellas parezcan.
La “filosofía natural” equivalía antiguamen-
te a lo que hoy entendemos como “ciencia”
(Carta del 3 de julio de 1554. CDI, tomo 26.
citado por el jesuita T.H. Anasthasius
Kircher:146 Principis Christiani Arche-
typum:131, cit.32). La palabra perspicuidad
(clarividencia, claridad), es uno de los argu-
mentos para pensar que Alvar Núñez, o
incluso Pero Hernández, no fueron los
redactores de este proemio es la del uso de
cultismos como éste.
Es la única vez en toda la obra de Álvar
Núñez en que aparece. Lo mismo ocurre con
la palabra “trahe”. Este arcaísmo en tercera
persona del verbo traer tampoco aparece en
ninguna ocasión en la obra de Alvar Núñez.
Este tipo de vocablos sí aparecen en la obra
Pero Mexía, uno de los historiadores del
emperador. Sin embargo, Pero Mexía murió
en el año de 1551, esto es, unos cuatro años
antes de que se publicase la obra de Alvar
Núñez (Edgard James Schuster, Pedro
Mexía and the Spanish Golden Age Histo-
riography). Bien pudo ser una persona del
entorno del emperador el que escribiera
estas líneas.
El infante don Carlos nació el 8 de julio de
1545 en Valladolid. Su maestro Honorato lo
hizo en 1507, aunque quince años más tarde
saliese para vivir fuera de España, donde
mantuvo contacto con erasmistas y amigos
como el cardenal inglés Reinaldo Pole, el
teólogo Arias Montano o el poeta portugués
Lucio Andrés Resendio. Al llegar a España
defendió los principios del Concilio de
Trento y pasó a ser obispo de Osma.
En 1554, Honorato Juan ya había empezado
la instrucción literaria del infante con lectu-
ras acordes con su edad y formación (San-
chís 2002:169). Muy probablemente
siguiendo la técnica docente de Luis Vives
de que es más fácil administrar la medicina
con algo dulce, y qué más dulce que las
historias de hombres que buscaron en Indias
aventuras y formas de servir a Dios y al
emperador, incluyendo la Relación de
Cabeza de Vaca. Así podemos leer en el
“Prohemio”: “Todo lo qual. V.A. experimen-
tara en sus estudios, & ya se encomienza a
ver en su aprouechamiento, y assi libre de la
difficultad y aspereza de los principios, por
ser enseñado por maestro de tantas letras,
prudencia y juyzio, llegara facil y suave-
mente al colmo de la christiandad y scien-
cias: que su docil y excellente ingenio va, y
sus. MM. dessean”.
Si estudiamos la selección y compra de
libros realizada por Honorato Juan y Ginés
de Sepúlveda para Felipe II en 1543, cuando
todavía era príncipe, podemos encontrar las
Obras Completas de Erasmo, La inmortali-
dad del alma de Pico de la Mirándola, De
revolutionibus de Copérnico, así como obras
de Dante y Petrarca (Sanchís 2002:111). Es
interesante la mención de este astrónomo
polaco que sostenía la teoría heliocéntrica
frente a la tradicional geocéntrica.
Honorato Juan no tenía mala opinión de su
regio discípulo, incluso menciona en una
carta al cardenal Reinaldo Pole: “el tan buen
ingenio y natural de tan excelente príncipe”.
Pero el cardenal insiste en que lo primordial
para saber mandar es aprender a obedecer
(Sanchís 2002:170).
Lo mismo defenderá su
abuela Catalina de Austria en otra carta
escrita en 1556, indicando el carácter
“divino” de esta virtud para conseguir la
confianza de la gente (Ibid.:198). Sin embar-
go, pese a todas estas advertencias y esmero
por parte de sus educadores, el príncipe
parecía apartarse cada vez más de esta
“virtud”. Los elogios de Honorato Juan
continúan en el “Prohemio”:
Y estos reynos han menester. Tales personas
como estas: y de tales dotes de ingenio y
animo, conuenia que Dios diesse en el
tiempo que dio a V.A. para que guiassen su
persona y anima, y le compusiessen y ador-
nassen de las claras y eternas virtudes, que
os hagan Rey christiano sabio, justiciero,
fuerte verdadero, prudente, liberal, magna-
nimo, clemente, humano, manso, benigno, y
amable, y aborrecedor de todo [pasa a fol.
57r.] lo contrario, y obediente a aquel que
para tan grandes reynos y señorios os crio.
(fols. 56v. y 57r.)
Este estilo en extremo adulador y cortesano
no es característico de la pluma de Alvar
Núñez que es mucho más escueto y parco en
palabrería. Tampoco se asemeja al usado por
su secretario Pero Hernández, que viene
siendo el mismo de Alvar Núñez. La
relación que estas líneas puedan tener con la
sobria y escueta prosa de Alvar Núñez
Cabeza de Vaca son nulas. Están mucho más
cercanas a un sermón o al escrito de un
cortesano que al de un hombre de armas.
El humanista cordobés Ginés de Sepúlveda
formó parte del entorno de Honorato Juan
por estar igualmente ligado en la educación
del futuro rey Felipe II, sobre todo en lo
concerniente a la arqueología, geografía e
historia. El “príncipe de los poetas castella-
nos”, el toledano Garcilaso de la Vega, le
dedica su segunda oda: “Puesto que poner
más tenso el arco de la religión y de los crue-
les guerreros hasta el límite en que las dos
puntas se dejen unir sólo a ti, docto Sepúlve-
da, te ha sido concedido por la Musa...”
(véase Juan Francisco Alcina, La poesía
latina de Garcilaso). Sin embargo, Garcila-
so de la Vega murió muy joven y no llegó a
conocer los cambios ideológicos sufridos
por Ginés de Sepúlveda. Erasmo de Rotter-
dam mantuvo cierto contacto epistolar con
Sepúlveda, pero terminaría calificándolo de
traidor.
Analizando la prosa y texto del proemio, se
observa un marcado acento apostólico/ecu-
ménico que defiende sin empacho la expan-
sión del imperio y la labor de conquista
española en los territorios de ultramar. ¿Era
esta la postura ideológica de Alvar Núñez
Cabeza de Vaca? Desde luego que no en su
obra escrita, aunque, sin duda, sí lo fue fuera
de ella. Por eso llama la atención el tono
autoritario y oficial de estas líneas, tan dife-
rentes a todos sus escritos anteriores. La
opinión general, sobre todo de los que vivían
en Indias, defendía los aspectos económicos
por encima del discurso lascasista o, si se
prefiere, cristiano, de identificación con el
débil y el oprimido. El hecho de que en la
primera publicación de Alvar Núñez de
1542 se ponga en tela de juicio la legitimi-
dad de la conquista española y ahora en el
Proemio de su segunda obra se justifique, es
un argumento más para pensar que estamos
hablando de dos autores distintos. Sólo hace
falta recordar las características de los dife-
rentes grupos indígenas, la sofisticación de
unos y lo rudimentario de otros, para pensar
que estas líneas fueron escritas poco antes de
llevarse la obra a la imprenta en 1555. Precí-
samente en la misma línea de lo rudimenta-
rio, si es que se puede llamar así, destaca el
choque del estilo sobrio y escueto de Alvar
Núñez si lo comparamos con el vocabulario
o con las citas cultas que aparecen en el
“Prohemio”. Estas citas a las que me refiero
son algunas menciones bíblicas al Papa, al
Eclesiástico y a reyes de estirpe bíblica
como el rey Josías. Las alusiones específicas
CONCLUSIÓN
al “Nuevo Mundo” son prácticamente nulas,
no así las menciones a la política exterior
española, Turquía, Inglaterra y a las innume-
rables virtudes de los educadores del desdi-
chado “príncipe”.
El estilo y el vocabulario del “Prohemio”,
escrito en fechas muy cercanas a la muerte
de Alvar Núñez, fueron realizados por una
persona muy afin a la Corte en esos momen-
tos. El historiador decimonónico Marcos
Jiménez de la Espada nos da noticia de
Lorenzo de Padilla, cronista jerezano
contemporáneo de Alvar Núñez, emparenta-
do con él por vía paterna y conocido por
tergiversar y manipular textos históricos con
noticias de prodigios celestes (Jiménez de la
Espada 2006:n.21). Lorenzo de Padilla fue
autor de la Crónica de Felipe I llamado el
hermoso, obra que muy bien hubiera podido
usar como modelo Cabeza de Vaca en su
“Proemio”. Las fechas que se barajan para
este autor son las de 1485 para su nacimien-
to y 1540 para su defunción. Por lo tanto, no
tuvo relación directa con la última obra de
Alvar Núñez, pero quizá sí sirviese de inspi-
ración en su retórica y como modelo a seguir
en su dedicatoria a los reyes. Todo lo contra-
rio a historiadores “estrictamente científi-
cos”, serios y de gran espíritu crítico como
Jerónimo de Zurita que invirtió diecisiete
años en la elaboración de Anales de la
Corona de Aragón. En definitiva, si tuviese
que pensar en dar un nombre a la autoría del
Proemio de Comentarios me decantaría por
el librero Juan Pedro Mussetti o a alguien de
su entorno, pero en ningún caso a su autor
nominal: Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
REVISTA CHAKIÑAN, 2016, Nº.1, DICIEMBRE, (31-45), ISSN 2550-6722