Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
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Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
Universidad Politécnica Salesiana,
Guayaquil, Ecuador.
carlos.iturralde@hotmail.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-0300-7748
DR Asesores Legales, Guayaquil,
Ecuador.
lenin_duque81@hotmail.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-4153-9454
Recibido:
(20/08/2020)
Aceptado:
(14/12/2020)
Carlos Antonio Iturralde
Durán
Lenin Efraín Duque
Romero
PRECARIZACIÓN DEL TELETRABAJO
EN ECUADOR EN CONTEXTO DE
COVID-19: VARIABLES DE ANÁLISIS
DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
PRECARISATION OF TELEWORKING
IN ECUADOR IN THE CONTEXT OF
COVID-19: ANALYSIS VARIABLES FROM
THE MARXIST APPROACH
DOI:
Artículo de Reexión
https://doi.org/10.37135/chk.002.14.10
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El objetivo del presente artículo es identicar, desde el enfoque marxista,
las variables clave para resguardar el trabajo digno, que deben ser
consideradas por las normativas y los procesos de regulación y control
público para evitar o minimizar la precarización laboral en Ecuador. En
el contexto de la pandemia ocasionada por el Covid-19 se generalizó e
intensicó el teletrabajo, y se continuó con la producción, manteniendo
el distanciamiento social y respetando las restricciones de movilización,
lo que redujo el riesgo de contagio del virus. Dicha postura exigió rápidas
adaptaciones a todos los agentes económicos y afectó la dinámica de las
relaciones laborales en la coyuntura de elevadas tasas de desocupación y
frente a un marco legal cuyo diseño no estuvo pensado para el teletrabajo.
A través de una investigación bibliográca enmarcada en la metodología
cualitativa, se determinó que los mecanismos de explotación y expropiación
de la plusvalía se elaboran sobre las variables: ingresos y benecios
sociales del trabajador, jornada laboral y estabilidad y ambiente laboral.
Se determinó que la Ley Humanitaria y el Acuerdo Ministerial MDT-
2016-0190 permitieron el incremento de la precarización y promovieron la
exibilidad laboral en las tres variables, hecho que incidió negativamente
en el bienestar de la clase asalariada.
Palabras clave: Teletrabajo, pandemia, plusvalía, relaciones laborales
This article’s objective is to identify, from the Marxist approach, the key
variables to safeguard decent work. This objective should be considered
by the regulations and public regulation and control processes to avoid
or minimize Ecuadors job insecurity. In the context of the pandemic
caused by Covid-19, that generalized and intensied teleworking. It allows
continuing with production, maintaining social distancing, and respecting
mobilization restrictions. All of the mentioned aspects reduce the risk of
contagion of the virus. However, it has required rapid adaptations to all
economic agents. Thus, it aected the dynamics of labor relations in high
unemployment rates and in the face of a legal framework whose design
was not thought for teleworking. Through bibliographic research framed
in the qualitative methodology, it was determined that the mechanisms
of exploitation and expropriation of the surplus-value are elaborated on
the variables: income and social benets of the worker, working hours,
stability, and work environment. Finding that the Humanitarian Law
and the Ministerial Agreement MDT-2016-0190 allow the increase of
precariousness promoting labor exibility in the three variables and
negatively aecting the salaried class’s well-being.
Keywords: Telework, pandemic, capital gains, labor relations
Resumen
Abstract
PRECARIZACIÓN
DEL TELETRABAJO
EN ECUADOR EN
CONTEXTO DE
COVID-19: VARIABLES
DE ANÁLISIS DESDE EL
ENFOQUE MARXISTA
PRECARISATION OF
TELEWORKING IN
ECUADOR IN THE
CONTEXT OF COVID-19:
ANALYSIS VARIABLES
FROM THE MARXIST
APPROACH
Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
PRECARIZACIÓN DEL TELETRABAJO EN ECUADOR EN CONTEXTO DE COVID-19:
VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
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INTRODUCCIÓN
El concepto de trabajo, de particular importancia
en la esferas económica, social y política, ha
sido abordado desde diferentes escuelas de
pensamiento que han realizado aportes teóricos
para su comprensión y análisis, y con ello, para
el diseño e implementación de políticas públicas
que propendan al idealizado trabajo digno en
pleno empleo.
Su denición responde al contexto económico
enmarcado en un modo de producción que
depende de los avances tecnológicos del
momento, y puede categorizarse en tres periodos:
la sociedad preindustrial, la sociedad industrial y
la sociedad postindustrial.
La sociedad preindustrial, comprendida por
la comunidad primitiva, el esclavismo y el
feudalismo, concibió al trabajo como un conjunto
de actividades físicas destinadas a la producción
de bienes materiales, primarios y secundarios,
requeridos para la subsistencia (Llanos 2016),
y lo estigmatiza como un acto denigrante que
debían realizar las clases sociales subyugadas:
esclavos, siervos, vasallos o anes, ya que,
como se reeja en el pensamiento de Platón y
Aristóteles, solo los seres libres con calidad de
ciudadanos debían ejercer la ética y la política,
por lo que quedaban excluidos del desempeño de
trabajos físicos de supervivencia (Rivera 2016).
La sociedad industrial, ubicada en la transición
de la Edad Media a la Edad Moderna entre la
segunda mitad del siglo XVIII y principios del
siglo XX, consolidó la lógica capitalista que
consideró al trabajo como una actividad positiva
y deseable que impulsa el desarrollo, tratándolo
como una mercancía y dando origen al mercado
laboral, donde los oferentes son los hogares que
venden su fuerza de trabajo, los demandantes las
empresas que contratan trabajadores como factor
productivo, y las remuneraciones a trabajadores
son el precio del mercado, colocando al empleo
como una actividad central que, además de tener
un carácter instrumental para la subsistencia,
proporciona identidad y propósito.
La intensicación de la globalización,
impulsada por los constantes y rápidos avances
tecnológicos, valorizó el conocimiento como un
activo intangible, revolucionando el concepto
de trabajo en el contexto de una sociedad
postindustrial gestada a nales de los años
cincuenta donde el sector terciario genera mayor
riqueza que los sectores primario y secundario,
produciendo nuevas formas de marginalidad,
como el analfabetismo tecnológico y el
desempleo tecnológico, pero también ingeniosas
formas de ocupación, como el teletrabajo.
El teletrabajo inició en la década del setenta
cuando varias empresas estadounidenses lo
implementaron para enfrentar la contracción
económica provocada por la crisis del petróleo
(Ministerio del Trabajo de Colombia 2016),
y en la actualidad ha tomado una importancia
crucial frente a la crisis ocasionada por la
pandemia mundial del Covid-19, convirtiéndose
en una práctica generalizada en América Latina,
incluyendo Ecuador, donde se experimentó esta
modalidad de trabajo de forma intempestiva,
hecho que derivó en problemas operativos,
administrativos y nancieros que intentan ser
superados en el esquema de un marco normativo
que debe ajustarse a la nueva realidad.
Con un mercado deprimido, las relaciones
laborales entre empleados y empleadores
sufrieron un rápido deterioro, se reducen
remuneraciones, se extinguen benecios
sociales e incluso se amplían horas de trabajo,
lo que contrajo el ingreso real de gran parte de
los trabajadores que lograron mantener su plaza
de empleo formal; mientras que, otros migraron
de la ocupación plena a la subocupación, y los
menos afortunados, al desempleo.
Para abordar esta situación problema, se
escogió las tesis de Carlos Marx, quien estudió
la interrelación capital-trabajo en el sistema
capitalista, y concluye que el único factor capaz
de generar valor es el trabajo, al tener los obreros
el rol de proveedores de mano de obra que es
vendida a los capitalistas al precio del salario
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durante un periodo denominado jornada laboral;
lo que da lugar a una lucha de clases donde los
burgueses aplican diversos mecanismos para
expropiar la plusvalía al proletariado.
Reconociendo el riesgo de precarizar el trabajo
debido a la implementación rápida y no
planicada del teletrabajo, que, por motivos de
la pandemia de Covid-19 se ha constituido en
la modalidad laboral predominante en el país
bajo el marco normativo de la Ley Orgánica de
Apoyo Humanitario que rige desde mediados de
2020, y en un contexto social de aumento de la
desocupación y la pobreza; han surgido diversas
interrogantes que deben ser atendidas desde la
academia, entre ellas: ¿qué variables deben ser
reguladas para evitar la explotación laboral en
teletrabajo? Estas problemáticas motivaron el
desarrollo del presente estudio que tiene como
propósito identicar las principales variables
que deben ser contempladas en la normativa y
procesos de regulación y control público, para
evitar o minimizar la precarización laboral en la
aplicación de teletrabajo.
METODOLOGÍA
El presente artículo se enmarca en las ramas
del conocimiento de las ciencias sociales y su
elaboración utilizó el enfoque cualitativo y el
método descriptivo, y es, de acuerdo al criterio
de temporalidad, una investigación seccional
o de corte transversal centrada en la coyuntura
de la crisis de 2020 provocada por la pandemia
del Covid-19, que impulsó el uso masivo del
teletrabajo como modalidad laboral, sin observar
su evolución desde sus orígenes en la década del
setenta hasta la actualidad.
Para identicar las principales variables que
deben ser reguladas para evitar la explotación
laboral en contexto de pandemia y el cambio
de modalidad de trabajo, se realizó una
investigación bibliográca que contempló la
tesis de la plusvalía de Karl Marx, encasillada
en el pensamiento clásico, que tiene amplia
aceptación en la academia por lograr explicar
el funcionamiento de la lógica capitalista en las
relaciones económicas.
El levantamiento de información contempló tres
categorías de búsqueda: artículos de relaciones
laborales basadas en la teoría de la plusvalía
marxista, así como obras clásicas de Karl Marx;
estudios y datos acerca del mercado laboral
ecuatoriano y la implementación del teletrabajo
en la región latinoamericana; y el marco
normativo para el teletrabajo en el país.
Para la recolección de fuentes que tratan la
teoría de la plusvalía y las relaciones laborales,
se utilizaron las siguientes palabras clave
de búsqueda: plusvalía, tasa de ganancia,
mercado de trabajo, exibilización laboral y
precarización laboral. Se escogieron artículos
publicados en revistas indexadas en Scopus,
Wos y Scielo, que preferentemente respondieran
a estudios realizados en América Latina y el
Caribe, y se priorizaron aquellas emitidas en un
periodo de cinco años o menos con respecto a la
fecha de elaboración de este artículo. Luego, se
seleccionaron los artículos que se aproximaron
mejor al problema de investigación y de ellos se
realizó una lectura profunda con el propósito de
identicar, de manera sintetizada, las variables
más relevantes utilizadas para abordar la
explotación laboral, además de los mecanismos
asociados a estas malas prácticas. Al existir dos
o más artículos con propuestas similares, se
escogió aquel que explicó con mayor detalle las
variables o mecanismos de explotación laboral.
Posteriormente, se identicaron las variables
que fueron factor común en los artículos
seleccionados.
Para analizar el mercado laboral se utilizaron
fuentes de acceso abierto provenientes de
organismos internacionales e instituciones
ociales reconocidas en el ámbito nacional y
regional, y que tratan sobre características del
mercado de trabajo y la aplicación del teletrabajo
en la región y el país, donde se destacaron las
siguientes: Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), Organización Internacional del Trabajo
(OIT), Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), Banco Mundial,
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Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
(INEC), Ministerio de Trabajo y Banco Central
del Ecuador (BCE).
El marco normativo para la implementación
del teletrabajo en Ecuador se estudió tras la
revisión de la Constitución del Ecuador, el
Código de Trabajo, la Ley Orgánica de Apoyo
Humanitario y el Acuerdo Ministerial MDT-
2016-0190. Con estos elementos se elaboró
una síntesis comprensiva y contextualizada a la
crisis presente.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
CONCEPTUALIZACIÓN DEL
TRABAJO
El contexto socio-histórico es determinante en
el constructo del signicado del trabajo, que
es afectado por el macroentorno económico,
social, político y jurídico-institucional, y por
el microentorno cristalizado en los modelos de
gestión de las empresas; ergo, el concepto de
trabajo varía entre sociedades y periodos, y reeja
la acumulación de conocimientos requeridos
para el desempeño de actividades laborales y
el nivel de tecnología vigente, pero también las
relaciones de poder entre trabajadores y dueños
de medios de producción (Aja y Sánchez 2020).
Piedra (2018) considera que, de forma medular,
el trabajo está asociado con el esfuerzo físico y
mental realizado por las personas con la nalidad
de satisfacer necesidades, especie de carácter
instrumental donde la fuerza de trabajo se pone
al servicio de la producción de bienes y servicios
como contraparte del factor productivo capital.
Un concepto de amplia aceptación es el de trabajo
digno o trabajo decente, sugerido en 1999 por
Juan Somavía, Director General de la OIT en el
período 1999 - 2012, y entendido como un trabajo
capaz de dignicar y desarrollar las capacidades
de quienes lo ejercen, y que proporciona ingresos
justos complementados con benecios sociales
y sin existencia de discriminación, por lo que,
para su cumplimiento, se requiere de respeto a
los derechos laborales y de un diálogo social
uido bajo un marco normativo equilibrado.
El trabajo tomó un signicado dinámico y
multidimensional que superó la perspectiva
económica, al incorporar aspectos psicosociales,
culturales e institucionales que le atribuyeron
valor más allá de lo monetario, y que lo
colocaron como un aspecto indispensable para
lograr el desarrollo humano. En consecuencia,
el desempleo se transformó en un problema
con implicaciones económicas, sociales y
psicológicas que afectan tanto al hogar como a
la sociedad en general (Iturralde 2019).
Indiferente del contexto o el momento histórico,
el trabajo es un componente fundamental
de la vida humana y se constituye en una de
las simientes de toda sociedad; y, conforme
la humanidad evoluciona, surgen nuevas
modalidades de trabajo que se adaptan a los
cambios que requieren de acuerdos sociales entre
trabajadores, empresarios y Estado; tal como
ocurre en el 2020, donde los seres humanos al
enfrentarse a una pandemia mundial han hecho
uso de las tecnologías de la información y
comunicación (TIC) para realizar actividades
laborales y educativas, fomentando el teletrabajo
y la educación virtual.
EL TRABAJO ASALARIADO EN LA
LÓGICA CAPITALISTA
Tal vez el mejor estudio del capitalismo fue
elaborado por Karl Marx en su obra titulada:
El Capital. Crítica de la Economía Política,
donde retoma interrogantes tratadas por Adam
Smith y David Ricardo acerca de la creación
de valor en los productos, otorgándoles mayor
completitud con la dotación de nuevos elementos
conceptuales, entre ellos, la plusvalía y la tasa de
ganancia.
Smith (1979), sostuvo que el precio de las
mercancías se determina por la cantidad ofertada
y demandada vinculando parcialmente al trabajo
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humano como medida de valor al proponer
el concepto de precio natural que aglutina
salarios, ganancia y demás costos, lo que fue
secundado por David Ricardo en su publicación:
Principios de Economía Política y Tributación
(1973), quien señaló que las mercancías pueden
intercambiarse si la cantidad de trabajo humano
implícito para su creación es equivalente entre
ellas. Empero, Karl Marx agregó que la magnitud
del valor de un producto es la cantidad de
trabajo socialmente necesario para producirlo,
esto es, el tiempo de trabajo que se utilizó en su
elaboración (Marx 1959). Al integrar la variable
tiempo en la ecuación, el precio de mercado
comprende tanto el costo de fabricación como
el benecio económico del propietario, de tal
manera que entre mayor sea el tiempo que el
trabajador destina a la faena productiva y menor
el costo de producción, mayor será el excedente
a favor del empresario.
El bien creado por el obrero durante la jornada
laboral tiene dos destinos: cubrir los costos de
producción, que incluye el propio sueldo del
empleado, costo de insumos, depreciación de
activos, entre otros; y generar ganancias para
el dueño del negocio; o, viéndolo desde la
perspectiva marxista, el precio de la mercancía
equivale a la cantidad de horas de trabajo que se
usaron para su producción, y el capitalista solo
paga a los obreros una porción de esas horas
que trabajaron, básicamente para que subsistan,
apropiándose del resto, a lo que denominó
plusvalía.
La materialidad socioeconómica dene las clases
sociales de tal forma que la clase obrera encaja
en el sistema en la medida que logra vender
su fuerza de trabajo a cambio de un salario de
subsistencia que le asegura solo su conservación
y reproducción, que la productividad laboral
propende a dejar mayores excedentes a los
capitalistas, y que el poder tiende a concentrarse
en los agentes que logran acumular mayores
niveles de capital, por lo cual, las grandes
empresas poseen la capacidad de presionar al
Estado para imponer normativas que precarizan
la situación laboral y la calidad del trabajo
(Lorca 2019; Boundi 2017).
Aunque son muchos los mecanismos utilizados
para aminorar la calidad del trabajo y extraer
mayores niveles de plusvalía, la literatura
sugiere que estos se concentran alrededor de
las siguientes variables: ingresos laborales que
comprende sueldos o salarios y seguridad social,
horas de trabajo y estabilidad laboral (Úbeda,
Cabasés y Pardell 2020; Arcos y Ferrada 2019;
Pineda 2019; Arroyo, Pinzón, Mora, Gómez y
Cendales 2016; Pérez y Mora 2014; Jiménez y
Páez 2014; Mora y Ulloa 2011).
INGRESOS LABORALES
Smith y Ricardo, siguiendo la herencia siócrata,
pensaban que el precio natural de la fuerza de
trabajo, el salario, debía ser de subsistencia
de tal manera que permitiera a los obreros
y a sus familias sobrevivir para asegurar la
reproducción que cubriera los futuros puestos de
trabajo que demandara la economía, y era la libre
competencia el mecanismo más eciente para
regular los sueldos y salarios sin que existiera
ningún tipo de intervención o regulación del
Estado (Ricardo 1973), lo cual para Marx
era producto del exceso de mano de obra que
desembocaba en desempleo, permitiendo que el
precio de la fuerza laboral sea reducido (Marx y
Engels 1960).
La exibilización laboral en presencia de
desocupación ha sido ampliamente debatida, al
existir vertientes que plantean la eliminación de
rigideces en el precio del mercado de trabajo,
promoviendo su uctuación libre de acuerdo con
la oferta y demanda de este factor productivo. Al
concebir al desempleo como la diferencia entre
la cantidad de personas que desean trabajar y la
que las empresas desean contratar a un salario
determinado, la existencia de desocupación
signica que el salario es muy elevado, por lo
que resulta recomendable su reducción para que
el mercado llegue al equilibrio y el desempleo se
anule. Por consecuencia, los defensores de esta
postura arman que es la intervención del Estado
a través de imposiciones de salarios básicos, la
generadora de desempleo, y su reducción se logra
con mayores niveles de inversión y acumulación
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de capital (Jiménez 2018; García y Cruz 2017).
Desde la óptica de las políticas liberales, la
exibilización del mercado de trabajo no se
relaciona con la movilidad de los trabajadores
hacia territorios con mayor demanda laboral,
sino con la desregulación del precio de la fuerza
de trabajo, lo que implica eliminar el salario
básico y los benecios sociales a favor de la clase
obrera; y son las políticas económicas gestadas
en el Consenso de Washington e impulsadas por
el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial, los hitos más signicativos en la
región, pues insistieron en el desmantelamiento
del Estado del Bienestar en América Latina, y
con ello, en la desarticulación de diferentes
prestaciones sociales que engrosaban el ingreso
real del trabajador (Castañeda y Díaz 2017).
Sin embargo, según Velásquez (2017), en la
medida en que el salario mínimo se je en
valores inferiores a la productividad marginal del
trabajo, no debería generar desocupación; idea
que al alinearse con la teoría marxista, revela
que el desmantelamiento de políticas públicas de
salarios básicos podría ser una práctica tendiente
a incrementar la tasa de ganancia del capitalista,
quien se benecia de la disminución del valor
de cambio de la fuerza de trabajo obtendría pero
mantiene su mismo valor de uso ya que la jornada
laboral no se ha reducido, y por consecuencia, se
acrecentaría la plusvalía expropiada al obrero; a
lo que Lastra (2018) denomina superexplotación
de la fuerza de trabajo, entendida como su
compra-venta por debajo de su valor.
Se agrega que los incrementos moderados en el
salario mínimo generalmente se trasladan a los
precios de los bienes en una proporción menor y
no necesariamente se traduce en desempleo, pues
las empresas enfrentan este aumento de costos
no solo con el recorte del personal; además,
mejores niveles de remuneración se asocian
con mejoras en la eciencia de las empresas, ya
que se aminora la rotación de personal, mejora
el clima organizacional y la motivación del
personal, se reducen errores en los procesos
productivos, entre otros (Campos 2015).
JORNADA LABORAL
La delimitación del tiempo que el trabajador
destina a la faena productiva, es decir, la jornada
de trabajo, es una temática de relevancia en
materia laboral que fue considerada desde el
siglo XIX al aceptarse el hecho de que jornadas
extensas deterioran la salud de los obreros,
afectan negativamente a sus hogares y reducen
la productividad; razón que se constituye en el
centro de la discusión de la Conferencia General
de la OIT (1919) llevada a cabo en Washington
cuyo producto fue el primer Convenio
Internacional sobre las Horas de Trabajo que
estableció una jornada de ocho horas diarias y
cuarenta y ocho horas semanales, cuidando que
los trabajadores tuvieran periodos apropiados de
descanso.
No obstante, las líneas de pensamiento
ortodoxas cuestionan la idoneidad de regular
la jornada laboral, fomentando en sus discursos
la liberalización del mercado de trabajo con
propuestas de políticas tendientes a la creación
de jornadas laborales parciales con eliminación
de benecios sociales, argumentando que el
libre mercado asigna de forma eciente los
factores productivos, maximizando el excedente
del consumidor (empleador) y del productor
(empleado); situación que al alcanzar el punto
de equilibrio, lograría eliminar la problemática
de la desocupación. Ergo, la renta media que
percibe el trabajador por hora de trabajo sería
inferior a la que percibiría en empleo adecuado,
motivándolo a buscar más fuentes de ingresos que
lo obliguen a ampliar las horas diarias trabajadas
para percibir, incluso, un ingreso medio menor;
permitiendo que los empresarios logren mayores
niveles de plusvalía (Varas, Carrasco, Gutiérrez
y Bascuñán 2018).
Aja y Sánchez (2018) reconocen otra
problemática afín al incremento de las horas de
trabajo exigidas al empleado, pero no pagadas.
Esta forma de explotación incrementa su
factibilidad en la medida que los entes de control
son inecientes y las tasas de desocupación
elevadas, de tal manera que los empleados, por
temor a ser despedidos y carentes de conanza
en la institucionalidad de los órganos de control
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y justicia del Estado, optan por aceptar esta
forma de explotación laboral. Un mecanismo
similar es la implementación de metas laborales
que no se corresponden con la jornada laboral,
lo que obliga al trabajador a ampliar la cantidad
de horas de trabajo diarias para poder cumplir
con dichas metas, demandándole que se quede
mayor tiempo del contratado en la ocina o que
realice actividades laborales en su hogar una vez
terminada la jornada en la empresa, todo ello sin
reconocimiento monetario, lo que aumenta de
manera oculta el tiempo de la jornada de trabajo
e incrementa el valor agregado que no es pagado
al empleado, permitiendo mayor benecio
económico para el empresario, lo que nalmente
se traduce en una forma indirecta de contraer la
remuneración media percibida por el obrero.
De acuerdo con la OIT (2019b), la jornada
laboral fue, es, y continuará siendo una variable
clave al momento de estudiar las relaciones
laborales, requiriendo de especial atención ante
las variaciones ocasionadas por los avances
tecnológicos y las tendencias del mercado,
generándose nuevas modalidades de trabajo y
diversidad en la provisión de fuerza laboral, que
ahora son más descentralizadas, competitivas y
particulares, orientándose hacia resultados.
ESTABILIDAD LABORAL
Úbeda, Cabasés y Pardell (2020), sumándose
a la propuesta de la OCDE, consideran,
además de los ingresos de los trabajadores, dos
dimensiones fundamentales para estudiar la
calidad del trabajo: la estabilidad laboral y el
ambiente de laboral. La estabilidad laboral tiene
relación inversa con la tasa de desocupación de
tal manera que los trabajadores de economías
que sufren mayor desempleo pueden padecer
de menor estabilidad en su trabajo y son más
vulnerables a distintasformas de precarización
laboral como: contratos temporales o jornadas
parciales involuntarias y la eliminación de
benecios sociales; mientras que el ambiente
laboral se entiende como el esfuerzo de los
trabajadores para realizar las actividades que
le son encomendadas en su trabajo con los
recursos provistos por el empleador, que de no
ser sucientes o apropiados, derivan en sobre-
exigencias para la clase obrera que suelen estar
acompañadas de condiciones laborales que no
garantizan la salud y seguridad ocupacional del
empleado.
Es menester mencionar que los procesos
migratorios que desembocan en masas
poblacionales provenientes de otros territorios
en estatus inmigratorio irregular, generan
un aumento de la oferta de mano de obra que
se traduce en incrementos del desempleo y
subempleo con contracciones de sueldos y
salarios, además de la aceptación de trabajos
carentes de benecios sociales y condiciones
dignas; climatizando al trabajador a la
incertidumbre laboral e inferioridad social, y
con ello, alejando a la sociedad de la aplicación
integral del trabajo decente (Perocco 2017).
Para nalizar, se agrega que existen otras
variables utilizadas para estudiar la calidad del
trabajo y los mecanismos de explotación laboral,
empero tienen un menor impacto y hay menos
literatura que revele su correlación, por lo que
no fueron profundizadas en el presente artículo,
encontrándose entre ellas a la hipoteca, la usura
y las tasas impositivas.
EL TELETRABAJO
Los avances en las TIC incrementaron el abanico
de modalidades de trabajo, inician en 1973
con el uso de la telefonía ja como medio de
comunicación para realizar actividades laborales
de forma remota, a tiempo parcial o completo.
Posteriormente, con la masicación del acceso
a computadoras e Internet en los hogares surgió
el home oce u ocina en casa que permitió que
los empleados realizaran muchas de las tareas
del trabajo desde su hogar.
Con la aparición de laptops, tabletas y teléfonos
celulares nace el concepto de ocina móvil,
pues el trabajo puede realizarse fuera de la
ocina, pero no necesariamente en el domicilio
del empleado, sino en todo lugar donde se
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pueda acceder a una red de datos o conexión a
Internet; y, actualmente, se promueve la ocina
virtual apoyada en teléfonos inteligentes y en la
posibilidad de tener gran cantidad de información
en la nube, viabilizando el teletrabajo en muchas
áreas de las organizaciones.
Según la Academia Internacional de Teletrabajo
en América Latina y el Caribe (2017), como
se aprecia en la Tabla 1, antes de la pandemia
provocada por el Covid-19 el teletrabajo era
una propuesta laboral en auge, y es Brasil el
país latinoamericano con mayor cantidad de
teletrabajadores, seguido de México, Argentina
y Chile, mientras que en el resto de países su
aplicación era aún endeble debido a que, a
diferencia de los países de primer mundo,
la región no cuenta con la infraestructura
tecnológica apropiada pues, aunque al 2016
casi la mitad de la población mundial tenía
acceso a Internet esta se concentraba en países
desarrollados y la tasa de penetración en los
países en vías de desarrollo era del 15 %, por lo
que apenas uno de cada siete individuos accedía
a Internet (Banco Mundial 2019).
Tabla 1: Cantidad de telebrabajadores en
América Latina
País
Millones de personas
Brasil
7,50
México
2,60
Argentina
2,00
Chile
0,50
Colombia
0,03
Costa Rica
0,02
Fuente: Academia Internacional de Teletrabajo
(2017)
El índice de desarrollo del ecosistema digital de
América Latina es de 49,9 y supera al de África
y Asia, pero queda relegado ante los valores
logrados por Norteamérica y Europa Occidental
que alcanzaron el 80,9 y 71,1, respectivamente.
Esta desigualdad se explica parcialmente por
el alto costo relativo del servicio de banda
ancha, móvil o ja, debido a una decitaria
infraestructura digital y políticas públicas con
resultados insucientes en conectividad.
Se añade que existe una marcada heterogeneidad
en el acceso a Internet de los hogares, que diere
entre países, localidades dentro de un mismo país
e incluso entre territorios dentro de un mismo
cantón, y es el área rural la menos atendida. En
Bolivia, Perú, El Salvador y Paraguay menos del
10 % de los hogares tiene conexión a Internet;
situación que crea divergencias al momento de
implementar el teletrabajo (BID 2019).
La CEPAL (2018) determinó que el 81 % de los
hogares de la región encasillados en el quintil
V, que es el más elevado respecto a ingresos
percibidos, tienen conexión a Internet; mientras
que apenas el 38 % de los hogares del quintil
I, que aglutina a los de mayor pobreza por
ingresos, tiene conectividad a Internet. En el
caso ecuatoriano, para la fecha, apenas el 12
% de los hogares del quintil I tenían acceso a
Internet. Por ende, el 80 % de los hogares con
ingresos categorizados en los quintiles I, II y
III están imposibilitados de teletrabajar, sea
por problemas de conectividad, por el tipo de
actividad que realizan, entre otros; mientras
que más del 50 % de los ocupados agrupados
en los quintiles más elevados, IV y V, pueden
teletrabajar.
Estas deciencias se tornaron más signicativas
en el contexto de la pandemia del Covid-19 que
limitó drásticamente la movilidad humana, al
surgir el uso de TIC como opción obligatoria
para mantener el distanciamiento físico en
el desarrollo de gran cantidad de actividades
económicas y sociales, hecho que ocasionó
que la implementación de tecnologías digitales
en materia laboral, así como en otras esferas
relevantes como la educación, la salud y el
esparcimiento, ocurra en pocos meses cuando,
antes de la pandemia, se preveían lentos avances
de estas modalidades en la región donde se
estimaba que apenas el 21,3 % de la población
empleada podría teletrabajar, como se observa
en la gura 1, mientras que en Europa y Estados
Unidos esta cifra bordeó el 40 % (CEPAL 2020).
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VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
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De acuerdo a la CEPAL (2020), inicialmente la
cuarentena aplicada en países latinoamericanos
contrajo la concurrencia de personas a locales
de venta de alimentos y medicinas en 51 %,
a locales de venta de bienes no esenciales y
entretenimiento en un 75 %, y a lugares de trabajo
en el 45 %; mientras que, en paralelo, durante
el segundo trimestre del año en curso creció de
manera importante el tráco en la web y el uso
de aplicaciones en línea para el trabajo, comercio
y educación, como se aprecia en la Tabla 2 que
presenta las cifras agregadas de cinco países de
la región: Argentina, Brasil, Chile, Colombia y
México; todos ellos con mejor infraestructura
tecnológica que Ecuador.
Tabla 2: Crecimiento del tráco de sitios web
y uso de aplicaciones entre el primer y segundo
trimestre del 2020 en países de América Latina
País
Crecimiento
Teletrabajo
324%
Comercio electrónico
157%
Educación en línea
62%
Fuente: CEPAL (2020)
EL TELETRABAJO EN ECUADOR
De acuerdo al primer literal del artículo dos del
segundo suplemento del Registro Ocial 825,
el teletrabajo y teletrabajador se denen como:
Teletrabajo. Forma de prestación de
servicios de carácter no presencial
en jornadas ordinarias y especiales
de trabajo a través de la cuales el
trabajador/a realiza sus actividades
fuera de las instalaciones del empleador,
siempre que las necesidades y naturaleza
del trabajo lo permitan, haciendo uso
de las TIC, tanto para su gestión como
para su administración y control.
Teletrabajador. Toda persona que tiene
calidad de trabajador/a de conformidad
con lo dispuesto en el Código de
Trabajo, y que efectúe sus labores
mediante teletrabajo fuera de las
instalaciones en las que mantiene su
actividad el empleador, sea de manera
parcial o permanente (Ministerio del
Trabajo 2016:2).
El Acuerdo MDT-2016-0190 del 24 de agosto
Fuente: CEPAL (2020)
Figura 1: Probabilidad de teletrabajar en América Latina y el Caribe
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VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
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de 2016 determina que el teletrabajo es una
relación laboral contractual entre empleador
y empleado donde el trabajo se realiza en
un lugar diferente a la ocina del empleador
utilizando TIC para el desarrollo de actividades
laborales; y señala el carácter voluntario para
teletrabajar, la reversibilidad o derecho del
teletrabajador para retornar a sus labores de
manera presencial, la igualdad de remuneración
entre teletrabajador y trabajador presencial,
el derecho al pago de horas suplementarias y
extraordinarias, la igualdad en las prestaciones
sociales, el respeto a sus derechos laborales y
cumplimiento de obligaciones, la denición de
la carga horaria, la igualdad de posibilidades de
promociones y desarrollo laboral, la seguridad
y salud ocupacional, además que los gastos e
inversiones para llevar a cabo el teletrabajo
pueden ser cubiertos por la empresa.
Entre sus ventajas destaca la reducción de costos
para las empresas, que ahorran en espacios
de ocinas, fomenta la descentralización y
la gestión por resultados, e incluso aplaca
tensiones y conictos entre el personal dentro
de la compañía; el teletrabajador obtiene mayor
libertad para organizarse a la vez que reduce
la cantidad de tiempo y recursos destinados a
la movilización entre su domicilio y lugar de
trabajo; mientras que la sociedad se benecia
de una contracción del tráco y de elementos
contaminantes, como gases y partículas, el ruido
de vehículos automotores, y también fomenta la
inclusión laboral de personas con capacidades
especiales u otras personas con dicultades para
movilizarse cotidianamente a las ocinas (OIT
2019a).
La correcta aplicación del teletrabajo requiere
de una nueva cultura organizacional orientada a
resultados acompañada de un marco regulatorio
que genere rutas de acción ante eventuales
problemas laborales entre empleado y
empleador, así como mecanismos de regulación
pública efectivos que superen a los tradicionales
que quedan obsoletos ante el salto que las TIC
provocan en las relaciones laborales.
La pandemia actual obligó a intensicar
sustancialmente el teletrabajo en las empresas
sin que existiera una planicación previa que
contenga capacitaciones, reorganización de
procesos, infraestructuras tecnológicas, o
siquiera un marco normativo que especicara
con precisión las nuevas reglas del juego,
generando preocupaciones latentes tanto en
empresarios como en empleados, y los segundos
constituyen el grupo más vulnerable.
Debido a que el desempleo ha crecido
signicativamente, pasando del 5,2 % al 16,8
% entre junio de 2019 y junio de 2020 (BCE
2020), y que los empresarios pueden reducir
el ingreso nominal de su personal hasta en un
45 %, incluyendo los montos equivalentes por
benecios sociales y, en caso fortuito, la jornada
laboral hasta en el 50 % según la Ley de Apoyo
Humanitario aprobada el 19 de junio de 2020, el
poder de negociación de los trabajadores frente a
propuestas laborales del sector empresarial se ve
diluido, más aún si están impedidos de realizar
manifestaciones democráticas por el riesgo de
contraer Covid-19, lo que abre las puertas al
fantasma de la precarización laboral.
Entre las muchas dudas latentes destaca el
temor de que los empleadores trasladen a los
trabajadores, de forma parcial o total, los costos
de implementar el teletrabajo, es decir, que el
empleado deba poner al servicio de la empresa
activos personales como computadoras,
impresoras, vehículos, escritorios, sillas, además
de asumir costos de electricidad, papelería, entre
otros tantos que, de acuerdo con la normativa
vigente, deberían ser proporcionados por la
rma contratante.
De ocurrir el caso, los empresarios verían
incrementada su tasa de plusvalía de una
forma que el pensamiento capitalista no había
gestado, pues, el justicativo para apropiarse
del plusvalor es el riesgo implícito de poner sus
medios de producción a favor del negocio, por
lo cual además reciben una retribución por el
desgaste de estos bienes denominada gasto de
depreciación y amortización que está exenta de
impuestos; mientras que el obrero solo recibe
la paga por su fuerza de trabajo y no debería
arriesgar sus activos personales, pues no recibe
reposición por su desgaste ni tampoco le generan
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VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
Número 14 / AGOSTO, 2021 (146-162)
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rendimientos por el ejercicio.
La estrategia de incrementar la tasa de plusvalía
a través de la reducción del ingreso nominal de
los trabajadores se sustenta en una coyuntura
económica recesiva donde muchas empresas
están luchando por subsistir en el mercado,
empero, no se debe desconocer que el riesgo de
invertir es del empresario quien es retribuido con
benecios económicos, mas no de los obreros
quienes solo perciben una porción del valor
agregado que realmente crean; y si por mantener
su trabajo, tal vez con un ingreso castigado en
el 45 %, se ven obligados a adecuar en su hogar
una ocina improvisada dotada de sus activos
personales, de incurrir en costos de suministros e
insumos necesarios para realizar sus actividades
laborales sin reconocimiento alguno por parte
de la rma para la cual trabajan en relación de
dependencia, se estaría ejecutando una forma
de relación laboral precaria en desmedro de los
derechos del trabajador.
También surgen inquietudes y nuevos riesgos
para el empleador, por ejemplo, si un empleado
indica que sufrió un accidente en horas laborales
mientras realizaba teletrabajo, ¿cómo lo
constataría?, en caso de que la rma proporcione
de los equipos necesarios para realizar teletrabajo,
¿cómo se asegura que se destinen efectivamente
a las actividades de su empresa? Además, debe
realizar nuevas inversiones en software para
garantizar la seguridad de sus datos que ahora
serán llevados al domicilio de sus empleados,
deberá reestructurar la compañía y realizar
incluso reingeniería de procesos, tendrá que
cambiar la cultura organizacional, y todo ello,
en un experimento improvisado de teletrabajo
en el contexto de un mercado deprimido cargado
de expectativas ambiguas e incertidumbre que
nalmente incrementan el riesgo mas no las
ganancias, y rompen la lógica nanciera: mayor
riesgo, mayor rendimiento.
CONCLUSIONES
Desde la perspectiva marxista, la fuente de la
plusvalía es la diferencia entre el valor de uso
y el valor de cambio de la fuerza de trabajo,
y entre mayor sea esta brecha, mayor será la
tasa de ganancia del capitalista; por lo cual la
burguesía realiza esfuerzos para incrementarla
manteniendo los salarios o valor de cambio al
mínimo posible, mientras que el valor de uso
del trabajo lo extienden a través de jornadas
laborales extensas.
La expropiación del excedente entre precio
y costos se aanza por los roles que dicta el
sistema, donde la clase obrera, carente de
medios de producción, solo tiene el camino de
vender su trabajo al empresario, mientras que el
burgués debe expropiar y capitalizar la plusvalía
para acrecentar su poder económico y político,
ampliando las diferencias de clases. La tesis
marxista resalta que el trabajo humano es el
único factor capaz de generar valor agregado.
Conforme ha evolucionado la sociedad,
también han surgido nuevas formas de trabajo,
no obstante, debido a que prevalece la lógica
capitalista en los sistemas económicos, la
expropiación de la plusvalía creada por la clase
asalariada continúa siendo una constante en las
relaciones laborales, aunque ciertos mecanismos
de explotación han cambiado.
Entre las nuevas modalidades destaca el
teletrabajo que es producto de la aplicación de TIC
al trabajo convencional, otorgándole benecios
a empresarios, empleados y comunidad, tanto de
índole económica, como ambiental y personal;
sin embargo, debido a su inmadurez, pues su
uso no era masicado antes de la pandemia
ocasionada por el Covid-19, aún requiere de la
superación de barreras tecnológicas y culturales,
así como de marcos normativos adecuados para
su correcta implementación en América Latina
y el Caribe.
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VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
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En Ecuador, la pandemia afectó al sector
empresarial que experimentó la contracción
abrupta de la demanda de sus productos,
presionándolo a aplicar medidas que
minimizaran sus egresos, entre ellos, el gasto en
nómina; a la vez que debió asumir nuevos retos
para mantenerse en el mercado requiriendo de
la realización de inversiones privadas que no
precisamente constituirán mayores rendimientos
en el mediano plazo, lo que se contrapone a las
necesidades de los empleados quienes observan
recortes importantes en sus ingresos reales, y
ven reducida su calidad de vida.
Históricamente, los intentos de explotación
laboral se concentran principalmente en tres
variables: el ingreso del trabajador que comprende
remuneraciones y benecios sociales, la jornada
laboral, y la estabilidad y ambiente laboral; y
en el caso ecuatoriano, la emisión de nuevas
normativas que intentan sacar a ote a la economía
se han centrado en la exibilización laboral,
bordeando peligrosamente la precarización del
trabajo, ya que repercuten negativamente sobre
estas variables, en tanto que los mecanismos de
regulación laboral de los órganos públicos de
control no han ido acordes a la evolución que
hoy proyecta el trabajo virtual y carecen de la
capacidad de garantizar el trabajo digno.
La Ley Humanitaria, al contrario de precautelar
las tres variables claves mencionadas, facilitó
su precarización al permitir la reducción de
los ingresos de los empleados hasta en un 45
%, incluyendo los montos equivalentes por
benecios sociales, y la jornada laboral hasta
en un 50 %; en el marco de la mayor tasa de
desocupación en décadas y más de un millón de
desempleados con escasa capacidad de realizar
manifestaciones democráticas en rechazo a estas
medidas por el riesgo de contraer Covid-19,
diluyendo su poder de negociación frente a sus
empleadores.
Complementariamente, el Acuerdo Ministerial
MDT-2016-0190 precarizó el ambiente laboral
del teletrabajador al permitir que los activos
y gastos relacionados a la realización de
actividades productivas para una empresa en
esta modalidad laboral puedan ser cubiertos
parcial o totalmente por el teletrabajador, quien
podría tener que destinar parte de sus ingresos
para adquirir activos, materias primas e insumos
que pondrá a favor de la empresa para generar
utilidades para el propietario, sin que le sean
reconocidos los costos y gastos asumidos, ni
la depreciación de sus activos, y mucho menos
el rendimiento que debería generar su pequeña
inversión, lo que desdibuja la lógica capitalista.
Ante la persistente heterogeneidad en la estructura
productiva, caracterizada por una infraestructura
tecnológica decitaria, un mercado laboral
precario y un Estado con institucionalidad débil;
urge adecuar la normativa vigente y el diseño
de nuevos mecanismos de control público en el
mercado laboral, que deben corresponder a las
formas evolucionadas de trabajo que continúan
gestándose gracias a las cambiantes TIC, y cuya
aplicación fue acelerada por la pandemia del
Covid-19; pretendiendo mantener, sino mejorar,
las condiciones laborales de la clase asalariada,
cuidando de no retroceder en los niveles de
remuneraciones y benecios sociales, jornadas
laborales, estabilidad y ambiente laboral; que
se traducen en bienestar y desarrollo para la
mayoría de la población del país.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES: Los autores declaran no tener
conictos de interés.
DECLARACIÓN DE CONTRIBUCIÓN
DE LOS AUTORES: Carlos Antonio Iturralde
Durán (50%) y Lenin Efraín Duque Romero
(50%).
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VARIABLES DE ANÁLISIS DESDE EL ENFOQUE MARXISTA
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