consumo de productos tangibles e intangibles,
por ello considera el conocimiento de aspectos
“materiales, intelectuales, espirituales y
emocionales distintivos de una sociedad que
abarca las artes y arquitectura, patrimonio
histórico y cultural, patrimonio culinario,
literatura, música, industrias creativas y culturas
vivas con sus estilos de vida, sistemas de valores,
creencias y tradiciones” (OMT 2018:93). De
acuerdo con esta consideración, el turismo
cultural conlleva una extensa cantidad de
manifestaciones de la vida social, lo que brinda
enormes posibilidades de aprovechamiento
turístico.
En la actualidad los museos son instituciones
que estimulan la creación de nuevas formas de
cultura y además aportan al desarrollo del turismo
científico y cultural (Kamel, Malchrowicz-
Mośko & Piasta 2014:23). En el contexto
anterior los museos se convierten en sitios
privilegiados para la actividad turístico cultural,
ya que atesoran relevantes manifestaciones de la
vida social.
En estos últimos podemos encontrar “las formas
de vida y particularidades de las comunidades,
la gastronomía, el recuerdo de personajes
o momentos determinados, las tradiciones”
(Rodríguez 2001:139), por tanto, el turismo
y la cultura pueden desarrollar una mutua y
beneficiosa relación en la que el aprovechamiento
turístico del atractivo cultural redunde a favor de
su conservación, en otras palabras, se beneficien
mutuamente la sociedad anfitriona y sus
visitantes.
El turismo cultural en el mundo comprende un
importante porcentaje; así, en el año 2007, el
40% de los viajes fueron de carácter cultural
(OECD 2009: 21). De otra parte, hay que tener en
cuenta que la OMT considera al turista cultural
como aquella persona que realizó una actividad
en este campo, aunque no haya tenido su viaje
el fin exclusivo de aprovechar bienes culturales.
En nuestro trabajo no podemos establecer si
los turistas extranjeros realizaron actividades
de carácter cultural exclusivamente, o si la
visita a un museo fue una actividad, entre
otras, no obstante, esto último y de acuerdo con
el concepto anterior, basta con que el turista
extranjero haya realizado una actividad cultural
(en este estudio la visita a un museo) para ser
considerado como tal. En todos los casos, los
turistas terminan realizando más de un tipo de
actividad en su visita.
En la tercera conferencia mundial OMT/
UNESCO sobre turismo y cultura celebrada
en Estambul, Turquía, se subraya que “la
contribución del turismo no se limita a crear
oportunidades económicas, especialmente en
los sectores cultural y creativo y en entornos
urbanos, sino que es también parte integrante
de todas las dimensiones del desarrollo” (OMT/
UNESCO 2018:2).
Por tanto, el turismo cultural no se restringe a
servirse del patrimonio, sino que es un elemento
positivo para el desarrollo social, en tanto los
sectores turístico y cultural son elementos que
generan sinergias a favor de las ciudades en las
que colaboran. El turismo cultural es además un
elemento que aporta para la diversificación de la
oferta turística, que “continuará desarrollándose
a la par que el crecimiento de la demanda, y
que las ofertas se multiplicarán de igual modo”
(Ayala 2009:166).
Con este antecedente podemos advertir que
el turismo cultural cuenta con expectativas
positivas al existir una demanda interesada sobre
todo en “los destinos turísticos tradicionales y
consagrados como íconos de la cultura e historia”
(Ayala 2009:166). En este sentido las ciudades
que son atractivos turísticos requieren potenciar
sus recursos culturales y promocionarlos, para
posicionarse como destinos turísticos de primer
nivel.
EL TURISTA CULTURAL
EXTRANJERO EN EL ECUADOR
Ecuador es un país biodiverso que cuenta con
atractivos naturales relevantes, por ello es
propicio para el turismo de naturaleza. No
obstante, su riqueza turística se destaca también
en el aspecto cultural que atrae a turistas
motivados por actividades en este ámbito.