135
Número 11 /
AGOSTO, 2020
(135-146)
Alegría Cumandá Navas Labanda; Christian Paúl Naranjo Navas; Ands David Naranjo Navas
Recibido:
(28/10/2019)
Aceptado:
(21/03/2020)
Número 11 / AGOSTO, 2020 (135-146)
PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO
VIOLENCIA
CHRISTIAN PRINCIPLES OF NON-
VIOLENCE
DOI:
https://doi.org/10.37135/chk.002.11.10
Artículo de Reflexión
Alegría Cumandá Navas
Labanda
anavas@unach.edu.ec
Universidad Nacional de Chimborazo,
Facultad de Ciencias de la Educación,
Humanas y Tecnologías, Carrera de
Ciencias Básicas.
Riobamba, Ecuador
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-7818-4845
Christian Pl Naranjo
Navas
cnaranjo@unach.edu.ec
Universidad Nacional de Chimborazo,
Facultad de Ciencias de la Educación,
Humanas y Tecnologías, Carrera de
Ciencias Sociales.
Riobamba, Ecuador
ORCID:
Andrés David Naranjo
Navas
adnaranjofl@flacso.edu.ec
Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Facultad de Ciencias Poticas.
Quito, Ecuador
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-0835-7544
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
Número 11 / AGOSTO, 2020 (135-146)
Resumen
Los principios cristianos de la no violencia se construyen a través de cuatro
ideas indispensables: la existencia del opresor, existencia del oprimido,
métodos no violentos y, la idea de justicia. Estas ideas son contextualizadas
dentro de una revisión bíblica de la no violencia, intentando construir un
fundamento teológico sobre el cual se fundamente la no violencia. La
revisión bíblica se desarrolló analizando los diálogos de Jesús con Poncio
Pilatos, la carta de Pablo a los Romanos, y el libro de Daniel, de esta
forma se podrá generar una estructura interpretativa coherente del espacio
interpretativo de la desobediencia civil.
Palabras clave: Principios cristianos; filosofía de la no violencia;
desobediencia civil
Abstract
Christian principles of non-violence are built up through four
indispensable ideas: the existence of the oppressor, the existence of the
oppressed, non-violent methods and the idea of justice. These ideas are
contextualized within a biblical review of nonviolence, trying to elaborate
a theological foundation on which nonviolence is based on. The biblical
review was developed through the analysis of dialogues between Jesus
and Pontius Pilate, Paul´s letter to the Romans, and Daniel´s book, in this
way, a coherent interpretive structure of the interpretative space of civil
disobedience may be generated.
Keywords: Christian principles; philosophy of non-violence; civil
disobedience
PRINCIPIOS
CRISTIANOS DE LA NO
VIOLENCIA
CHRISTIAN PRINCIPLES
OF NON-VIOLENCE
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Alega Cumandá Navas Labanda; Christian Paúl Naranjo Navas; Ands David Naranjo Navas
INTRODUCCIÓN
La filosofía de la no violencia se construye a través
de concepciones imprescindibles que se comportan
como engranajes de un mismo sistema. Estas ideas son
autónomas y necesarias, si bien no funcionan solas.
Se han considerado cuatro ideas indispensables: la
existencia del opresor, la existencia del oprimido, los
métodos no violentos y la idea de justicia.
Sobre la justicia es necesario, primero, establecer la
idea de verdad como absoluta, inmutable, trascendente,
indispensable y excluyente para defender la idea de
justicia. Es este contexto, la verdad no es relativa
porque si lo fuera, recaería en un error de lógica:
p no puede ser al mismo tiempo p: el principio de
no contradicción formaliza la verdad como absoluta.
En palabras de Aristóteles, lo verdadero es decir que
lo que es, es; o que lo que no es, no es; y lo falso es
aseverar que lo que no es, es; o que lo que es, no es.
La filosofía de la no violencia acoge la protección y
relevación de la justicia como su objetivo primario,
exponiendo, al mismo tiempo, la injusticia perpetrada
por el opresor. La justicia no abre espacio a la
sumisión o fidelidad al opresor, porque la exposición
de la verdad no puede ser reemplazada por el temor
a la represalia, por la vergüenza del rumor blico,
por la indiferencia, ni por la fidelidad al tirano. La
verdad sobrepasa cualquier construcción de valores
que se fundamenten en la lealtad: la lealtad al tirano
es semejante a la lealtad a la injusticia, semejante a la
lealtad a la mentira, semejante a la lealtad a la maldad.
Este artículo realiza una revisión bíblica de la no
violencia, intentando construir un fundamento
teológico sobre el cual se fundamente la filosofía
de la no violencia. Para ello, se ha considerado dos
supuestos: la Biblia es inspirada por Dios y útil para
enseñar, reprender, corregir e instruir (2 Timoteo 3:16,
Nueva Versn Internacional 2011); y, segundo, la
inerrancia de los textos bíblicos.
Con estos dos supuestos, la revisión bíblica se
desarrolló analizando los diálogos de Jesús con Poncio
Pilatos, la carta de Pablo a los Romanos, y el libro de
Daniel: de esta forma se podrá generar una estructura
interpretativa coherente del espacio interpretativo de la
desobediencia civil.
METODOLOGÍA
La filosofía de la no violencia acoge la protección
y el alivio de la justicia como su objetivo principal,
exponiendo, al mismo tiempo, la injusticia perpetrada
por el opresor. La justicia no abre espacio para la
sumisión o la fidelidad al opresor, porque la exposición
de la verdad no puede ser reemplazada por el miedo
a las represalias, la vergüenza del rumor público, la
indiferencia o la fidelidad al tirano. La verdad sobre
cualquier construcción de valor se basa en la lealtad:
la lealtad al tirano es similar a la lealtad a la injusticia,
similar a la lealtad a las mentiras, similar a la lealtad
al mal.
La crisis de las historias presentadas en este artículo
nos llevó a considerar el fundamento racional de la no
violencia en dos fuentes: la imposición del culto y la
búsqueda de justicia. La imposición del culto refleja
la naturaleza malévola y benevolente del ser humano,
y la necesidad de moldes prohibitivos y prescriptivos;
mientras que la búsqueda de justicia refleja el conflicto
entre la defensa de la verdad y la adaptabilidad cultural.
El valor resalta el carácter que trasciende la cultura y
contempla la existencia de la verdad: la idea de justicia
contempla la verdad como absoluta, sin espacio
para adaptarla o manipularla según las tradiciones
culturales.
El fundamento cristiano de la hermenéutica juega
un papel importante como el origen de la teología,
donde la hermenéutica tiene como objetivo fijar los
principios y reglas que se aplicarán en la interpretación
de los libros sagrados de la Biblia. En este sentido, la
hermenéutica utilizada en este manuscrito enfatiza las
interpretaciones de las narraciones de ciertas historias
de la Biblia.
Este artículo de reflexión intenta proponer una forma
de ver la no violencia a través de un análisis crítico
del texto bíblico, teniendo en cuenta tres áreas
de conocimiento: hermenéutica, epistemología y
ontología. Dichas áreas interactúan entre sí para poder
encarnar una interpretación coherente de la filosofía de
la no violencia a través de las gafas del cristianismo.
Además, el conocimiento incorporado en estas áreas
nos da el espacio para enfatizar el aspecto cognitivo de
la hermenéutica en el texto bíblico.
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Las raíces de la filosofía de la no violencia pueden
encontrarse es la voz sánscrita Ahimsa. Aunque
Ahimsa es traducida comúnmente como no violencia,
el vocablo conlleva un espacio que conjura lo físico
y lo trascendente, sin violencia física y sin violencia
pasiva. Gandhi traducía Ahimsa como amor, pensaba
en la no violencia como una herramienta más poderosa
que cualquier arma de destrucción masiva, superior a
la fuerza bruta (Attri 2014).
Gandhi creía que matar o herir puede ser un acto
de violencia solo bajo ciertas condiciones. Estas
condiciones son enojo, orgullo, odio, consideración
egoísta, mala intención y otras consideraciones
similares. Cualquier daño a la vida hecho bajo estos
motivos es himsa.
Las consideraciones de Gandhi solo representan una
visión de la no violencia, quizá la más conocida. Pero
tenemos consideraciones diversas: según la tradición
india, Ahimsa involucra un vacío creado por la ausencia
de un deseo de dañar a otros. Esta ausencia de deseo
provoca la renuncia al sentimiento de enemistad. Sin
embargo, algunos pensadores hindúes destacan que
los seres humanos siempre serían culpables de algo
de violencia. Entonces, si causar daño o destrucción
era ineludible para mantener el orden social, este daño
estaba completamente justificado. Así, no toda la
violencia se puede considerar como himsa (deseo de
matar o dañar) (Rambachan 2003).
Los seguidores budistas y jainistas pensaban de manera
diferente y criticaban la visión hindú. Según ellos, tal
punto de vista fomenta en las personas formas de daño
y destrucción como forma de justificar la violencia.
Además, utiliza la autoridad de la religión para
sancionar la violencia inaceptable. Preferían definir
todo daño o destrucción como himsa.
Para ellos el daño justificado e injustificado era himsa,
no ahimsa. Ahimsa se refiere a la ausencia de daño y
destrucción. A pesar de las diferencias entre las tres
religiones, el hinduismo, el budismo y el jainismo,
todas se basan en estas conocidas palabras védicas: no
lastimarás a ningún ser vivo.
Al mismo tiempo, Gandhi consideraba que la tradición
de la no violencia debe ir de la mano de Satyagraha,
verdad: Gandhi creía que la verdad y la no violencia
son las dos caras de una misma moneda, o más bien
un disco metálico liso sin sello. ¿Quién puede decir,
cuál es el anverso, y cuál el revés? Ahimsa es el
medio; la verdad es el final (Ramchiary 2013). La no
violencia se convierte en el medio para defender la
verdad. Indirectamente, Gandhi se refiere a la verdad
como un estado absoluto, sin matices ni variantes, sin
relativismos.
Satyagraha es el arma del vigilante moral y activo,
no resiste el mal por el mal, sino, el mal por el bien,
considerando la verdad el bien absoluto. Satyagraha
no considera las personas como enemigos, sino como
malhechores, en el sentido de que los malhechores
son personas que no ven sus errores, son personas que
requieren de tiempo para sobreponerse a la violencia
y odio. Además, para Gandhi, Dios y la Verdad son
idénticos, aunque tenía una visión panteísta de Dios.
Así también, Ahimsa significa amor a todas las
criaturas. Por el mismo amor, no existe espacio para el
deseo de daño o venganza. Este amor no es lo mismo
que no matar, como se explicó anteriormente, sino
que involucra una decisión activa de resistencia a la
injusticia. Ahimsa conlleva ideas esenciales de amor,
perdón y compasión.
Gandhi creía que solo hay una opción entre la cobardía
y la violencia, y, sin embargo, la no violencia es
infinitamente superior a la violencia, el perdón es más
valiente que el castigo. El perdón adorna a un soldado,
“pero la abstinencia es el perdón solo cuando existe
el poder de castigar; no tiene sentido cuando pretende
proceder de una criatura indefensa” (Prabhu & Rao
1967:187).
Por otro lado, según Ryan (2002), la filosofía de la
no violencia puede entenderse como efectiva algunas
veces; sin embargo, puede ser perjudicial para el
progreso social a causa de su dogma moral. Ryan está
en contra de descartar el uso de violencia en casos
como la opresión o represión.
En esta línea argumentativa, varios académicos han
presentado la teoría de la guerra santa como una
noción teórica para la justificación de la violencia. El
propósito, según Guthrie y Quinlan (2007), es asegurar
la justificación moral de la guerra a través de una serie
de criterios como el derecho a la guerra, y el derecho
de la conducta dentro de la guerra; en recientes años
se ha añadido una tercera categoría: el derecho a la
reconstrucción después de la guerra.
La teoría de la guerra justa postula que esta no resulta
siempre la peor elección, porque se configura en el
contexto donde no existe otra opción para detener
las atrocidades de la humanidad. En este sentido, el
propósito del artículo no es negar la opción de la guerra
justa como una opción válida, sino justificar la filosofía
de la no violencia desde la teología cristiana.
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Alega Cumandá Navas Labanda; Christian Paúl Naranjo Navas; Ands David Naranjo Navas
NOCIONES NECESARIAS PARA
ENTENDER LA FILOSOFÍA DE LA
NO VIOLENCIA
La filosofía de la no violencia se construye a través de
concepciones imprescindibles que se comportan como
engranajes de un mismo sistema: la fundamentación
de la filosofía de la no violencia emerge a través de
estas ideas, la cuales son autónomas y necesarias, pero
no funcionan solas. Se han considerado cuatro ideas
indispensables: la existencia del opresor, la existencia
del oprimido, los métodos no violentos y la idea de
justicia.
La existencia del opresor puede visualizarse en un
sistema político y legal, en imperios o países. Aunque
el opresor pueda mostrarse en nociones de estructuras
sociales, siempre estará encarnado en personas.
El opresor se encarna en individuos que mandan,
obedecen, callan o alientan.
Esta idea es indispensable para entender que
los objetivos de la no violencia se enmarcan en
resquebrajar la estructura espiritual de la persona que
toma decisiones, que manda u obedece, para reflexionar
sobre el dolor y la persecución, sobre la justicia y su
participación directa. Esta persona se verá expuesta a
su propia maldad, lo que puede traer dos resultados: el
primero, que el opresor se arrepienta y deje de mandar u
obedecer, deje de perseguir e infligir dolor; el segundo,
que, a pesar de ver su maldad, su pensamiento se llena
de necedad, se obnubila por el poder que siente al
sojuzgar, al flagelar a sus opositores. El opresor es la
persona con una motivación interna para reprimir, es
orgulloso, duro y deshonesto, dispuesto a mentir si es
necesario (Kehoe 2018).
La noción de la existencia del opresor requiere pensar
también en la existencia del necio, quien, a pesar de ver
la opresión, el dolor y la maldad infringida, no dejará
de perseguir, no dejará de infringir dolor, no dejará de
oprimir. El necio se divierte en su necedad, aborrece
que alguien le muestre su injusticia, detesta alejarse
de su maldad, utiliza los argumentos del justo para
burlarse y menospreciarlo (Proverbios 13; 15, Nueva
Versn Internacional 2011).
La existencia del necio en el sistema de represión
involucra, al mismo tiempo, la existencia de individuos
que se emanciparán en el tiempo, personas que
decidirán no adaptarse al sistema de represión. En tanto
el necio exista, el individuo, quien busca intensamente
la verdad, también existirá. La libertad se convierte
en el elemento esencial de toda persona que busca la
verdad.
La necedad puede convertirse en un delirio masivo: el
necio de masas es indispensable para la funcionalidad
del opresor; al despreciar la sabiduría subestima la
disciplina, no desea ser instruido, ve la maldad con
indiferencia, ningún argumento podrá hacer que
cambie su actitud, la cual será defendida, justificada,
incluso pensada como un acto de fidelidad.
El necio de masas defiende al opresor, aunque no
necesariamente participe activamente en la represión.
El opresor requiere de este tipo de necio porque este
se convierte en su seguidor más fiel: la fidelidad es el
primer principio moral del necio de masas. El opresor
y el necio de masas se alimentan mutuamente, sin el
necio de masas la existencia del opresor pierde sentido.
Sobre la existencia del oprimido se visualizan tres
opciones de respuesta frente al opresor. Primera, el
oprimido puede alinearse al opresor, de forma que
aparente cierta conformidad y satisfacción. Este tipo
de oprimidos está dispuesto a cambiar su estructura
de creencias y moralidad, está abierto a convertirse en
aliado, con una única condición, que el opresor deje de
oprimirlos.
Segunda, el oprimido puede decidir callar, quedarse
en silencio, sin mostrar apoyo o rechazo, evitando ser
visto en manifestaciones públicas, y evitando comentar
sobre la opresión, incluso en reuniones privadas.
Los oprimidos que deciden callar son aquellos a
quienes la indiferencia y el temor pueden carcomer
su racionalidad, están dispuestos a permanecer en
silencio, mientras les dejen crear una burbuja de paz.
Estas personas son quienes miran como Nerón
incendia Roma (aunque Bohm (1986), basado en los
Anales de Tácito, cree que Nerón no quemó Roma, el
mito sirve para ejemplificar la característica esencial
de los oprimidos que deciden callar) sin aplaudir, pero
tampoco sin quejarse: tendremos que arrepentirnos
en esta generación no solo por las odiosas palabras y
acciones de las personas malas, sino por el espantoso
silencio de las buenas personas (King Jr. 1963).
Tercera, el oprimido que decide revelarse, alzar su voz
en contra del opresor, y decide denunciar públicamente
su maldad. Estas personas se construyen considerando
que la “medida suprema de un hombre no es su posición
en momentos de comodidad y conveniencia, sino dónde
se encuentra en momentos de desafío y controversia”
(King Jr. 2010:26). Estas personas son aquellas quienes
están dispuestas a hacer uso de métodos no violentos
para denunciar la maldad y revelar la verdad.
Sobre los métodos no violentos, es importante resaltar
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
que la intencionalidad del oprimido no es menospreciar,
manipular ni ridiculizar al opresor, por el contrario,
su intencionalidad se deriva de una idea específica:
confrontar al opresor con la verdad, de forma que este
pueda restituirse de su error.
Por ello, los métodos no violentos deben llevar a crear
una relación entre opresor y oprimido, mientras evite
que el opresor se aleje y se aferre en su necedad. Los
métodos no violentos han sido ampliamente estudiados
por Godwin (2006), Sharp (2010) e Irene (2016),
quienes los dividen en al menos tres categorías:
protesta y persuasión; no cooperación, y, por último, la
intervención no violenta.
La protesta se refiere al acto de desafiar, resistir o hacer
demandas a las autoridades, a las personas a cargo
del poder (Goodwin 2006:3). La persuasión intenta
hacer visible las demandas del grupo no violento y sus
desafíos al poder, con el objetivo de obtener más apoyo
para las acciones del grupo.
Sharp (2010:70-81) enumera 78 métodos de campañas
no violentas o acciones que desarrollan la categoría
de protesta y persuasión, entre los más importantes se
encuentras las declaracionesblicas, comunicaciones
con audiencias grandes, actos públicos simbólicos,
presión a individuos, precesiones y asambleas blicas.
La no cooperación tiene un objetivo específico: hacer
molesto el trabajo de las personas en poder, teniendo
en cuenta que ningún gobierno puede sobrevivir sin
el apoyo o la cooperación de la gente. Irene (2016)
subdivide la no cooperación en la falta de cooperación
social, la falta de cooperación económica y la falta de
cooperación política.
La no cooperación “se centra esencialmente en
boicotear o rechazar a los funcionarios y partidarios de
la oposición o el régimen” (Irene 2016:55). En el caso de
la no cooperación económica, puede incluir el no pago
de impuestos o huelgas que generalmente conducen a
la inestabilidad económica. La no cooperación política
hace uso de declaraciones y manifiestos blicos para
expresar el rechazo de la persona en poder.
La intervención no violenta se constituye en el todo
que se enfoca en interrumpir una estructura política o
en desarmar sistemas de tomas de decisiones, mientras
se establecen nuevas estructuras políticas o nuevos
sistemas de toma de decisiones. Cuando esto ocurre,
la sociedad recibe un shock al estatus quo en su forma
de vivir, en la consideración de sus valores, en la
construcción de sistemas políticos: el establecimiento
de nuevas estructuras políticas propone un desao
directo a la sociedad, la cual puede rechazar o adaptarse
al shock. Los actos de intervención pueden debilitar
y posiblemente acelerar el colapso de los pilares de
soporte del poder, dejando a un opresor cada vez más
solo.
Por último, sobre la justicia, es necesario primero
establecer la idea de verdad como absoluta, inmutable,
trascendente, indispensable y excluyente para defender
la idea de justicia. Es este contexto, la verdad no es
relativa porque si lo fuera, recaería en un error de
lógica: p no puede ser al mismo tiempo p: el principio
de no contradicción formaliza la verdad como absoluta.
En palabras de Aristóteles, lo verdadero es decir que
lo que es, es; o que lo que no es, no es; y lo falso es
aseverar que lo que no es, es; o que lo que es, no es
(Garófalo 2016:24).
Los atributos de la verdad pueden ser visualizados
de la siguiente forma: p y ~p no pueden ser verdad al
mismo tiempo, o, p es verdad y ~p no es verdad, o, p
no es verdad y ~p es verdad (ley de no contradicción);
p y ~p no tienen intermedios, no existe proposiciones
terciarias (p v ~p); y, p es idéntica consigo misma, (p =
p), p es siempre p.
Así, las posibles verdades relativas recaen en un
espacio racional ilógico cuando una de las verdades
niega otra verdad, o, cuando una de las verdades
contradice otra verdad, o, cuando una de las verdades
manipula otra verdad: por ello, las verdades relativas
son ilógicas, y dan paso, necesariamente, a visualizar
la racionalidad de la verdad como una sola, absoluta,
invariable y universal.
Cuando se establece la verdad como absoluta, no hay
espacio para las verdades relativas: la verdad absoluta
deja las verdades relativas en el espacio de la mentira.
Zacharias (1996), haciendo uso de una de las frases
de Winston Churchill, menciona que la verdad es
tan preciosa que siempre debe ser atendida por un
guardaespaldas de mentiras.
Las verdades relativas intentan esconder la verdad
absoluta, por ello, la defensa de la verdad absoluta,
la única verdad, se convierte en un acto de justicia; y,
por el contrario, la defensa de la mentira se convierte
en un acto de injusticia. La justicia intenta revelar la
verdad, mientras que la injusticia pretende mostrar la
mentira como verdad, pretende reconstruir una realidad
alternativa a través de mentiras.
La filosofía de la no violencia acoge la protección y
relevación de la justicia como su objetivo primario,
exponiendo, al mismo tiempo, la injusticia perpetrada
por el opresor. La justicia no abre espacio a la
sumisión o fidelidad al opresor, porque la exposición
de la verdad no puede ser reemplazada por el temor
a la represalia, por la vergüenza del rumor público,
por la indiferencia, ni por la fidelidad al tirano. La
verdad sobrepasa cualquier construcción de valores
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Alega Cumandá Navas Labanda; Christian Paúl Naranjo Navas; Andrés David Naranjo Navas
que se fundamenten en la lealtad: la lealtad al tirano
es semejante a la lealtad a la injusticia, semejante a la
lealtad a la mentira, semejante a la lealtad a la maldad.
A continuación, se realizará una revisión bíblica de
la no violencia, intentando construir un fundamento
teológico sobre el cual se fundamente la filosofía
de la no violencia. Para ello, se ha considerado dos
supuestos: la Biblia es inspirada por Dios y útil para
enseñar, reprender, corregir e instruir; y, segundo, la
inerrancia de los textos bíblicos.
Partiendo con estos dos supuestos, la revisión bíblica
se desarrollará analizando los diálogos de Jesús con
Poncio Pilatos, la carta de Pablo a los Romanos,
y el libro de Daniel, de esta forma se podrá generar
una estructura interpretativa coherente del espacio
interpretativo de la desobediencia civil.
PONCIO PILATO Y JESÚS
La conversación entre Poncio Pilato, gobernador de la
provincia de Judea, y Jesús se convierte en la piedra
angular al retratar el principio más importante de la no
violencia: el cristianismo no se basa en la imposición,
es decir, la verdad no se impone, se la expone con amor:
la exposición de la verdad se realiza en un contexto de
bondad.
La misma exposición de la verdad representa un gesto
de amor porque el reconocimiento de la verdad produce
libertad, mientras que el acto de esconder la verdad en
un cerco de mentiras produce culpabilidad. La culpa se
convierte en un motivador personal, capaz de inventar
historias, cada vez más detalladas, que intenten borrar
la verdad.
Cuando la mentira se impone, la injustica triunfa. La
exposición de la verdad también contempla un acto
de valentía: la exposición de la verdad puede traer la
represión brutal del opresor. La exposición de la verdad
se convierte en un acto de valentía: la búsqueda de la
justicia se convierte en un acto de valentía.
Los evangelios Mateo 27:11-14; Marcos 15:1-5; Lucas
23:2-4; Juan 18:33-38 (Nueva Versión Internacional
2011) retratan la conversación de Poncio Pilato y
Jesús, especialmente el evangelio de Juan, el cual llena
la conversación de detalles importantes. El diálogo
empieza con una pregunta: ¿eres el rey de los judíos?
Jesús responde: ¿preguntas por tu propia cuenta o
porque otros te hablaron de mí? La respuesta de Jesús
coloca al interrogante por detrás de la interrogación: la
interrogación de Pilato ¿es una curiosidad honesta? o
¿es solo parte del protocolo de todo acusado? ¿Desea
Pilato conocer la respuesta?
El contexto de la conversación deja entrever que, en
principio, Pilato no deseaba conocer la respuesta, era
irrelevante, era un interrogatorio más a un acusado de
un pequeño pueblo del vasto Imperio Romano. Sin
embargo, la respuesta de Jesús confronta a Pilato con
la idea de justicia: si Pilato quiere hacer justicia, tiene
que conocer la verdad, y para conocer la verdad, tiene
que desear conocerla.
Pilato reconoce: ¿Acaso yo soy judío? Tu propio
pueblo y sus principales sacerdotes te trajeron para
que yo te juzgue. ¿Por qué? ¿Qué has hecho? Pilato ha
pasado de la apatía al interés, ahora, la interrogación es
honesta, Pilato desea conocer las razones por las cuales
el pueblo judío quiere matar a Jesús.
La réplica de Jesús estremece a Pilato: mi reino no es
un reino terrenal. Si lo fuera, mis seguidores lucharían
para impedir que yo sea entregado a los líderes judíos;
pero mi reino no es de este mundo. Jesús establece
dos verdades y un principio fundamental. La primera
verdad: yo soy rey; la segunda verdad: mi reino no es
de este mundo.
El principio fundamental: las verdades no se imponen.
“Mi reino no es un reino terrenal. Si lo fuera, mis
seguidores lucharían para impedir que yo sea
entregado” (Juan 18:36, Nueva Versión Internacional
2011): si el reino de Jesús fuera terrenal, no hubiese
espacio para la opresión, para la mentira, para la
injusticia; no obstante, como el reino de Jesús no es
terrenal, las verdades tienen que ser defendidas, pero
no impuestas, las verdades son razones para buscar
la justicia, aunque esta no llegue y se difumine en las
mentiras.
Jesús termina su argumentación: en realidad, yo nací y
vine al mundo para dar testimonio de la verdad. Todos
los que aman la verdad reconocen que lo que digo
es cierto. Jesús propone una tercera verdad: “todos
los que aman la verdad reconocen que lo que digo
es cierto” (Juan 18:37, Nueva Versn Internacional
2011). Existen personas que aman la verdad y quienes
no, personas que buscan intensamente la verdad, y
otras que la rehúyen, aunque la encuentren, no desean
reconocerla.
Las personas que aman la verdad la buscan, y cuando
la encuentran la reconocen, y cuando la reconocen, la
verdad produce libertad (Juan 8:32, Nueva Versión
Internacional 2011). El diálogo entre Jesús y Pilato nos
ayuda a visualizar dos principios fundamentales de la
no violencia: la verdad no se impone, se defiende con
amor y valentía.
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
CARTA A LOS ROMANOS
La carta a los Romanos (Romanos 13:1-3, Nueva
Versión Internacional 2011), escrita por el apóstol
Pablo, es quizá el libro del Nuevo Testamento con la
mayor profundidad teológica. Pablo explica el mensaje
del evangelio y cómo este empata con las profecías
del Antiguo Testamento. El evangelio involucra la
sumisión a la autoridad; sin embargo, esta afirmación
queda suelta en un mar de dudas y preguntas: ¿en toda
circunstancia?, ¿con toda autoridad? En el capítulo 13
de la carta a los Romanos, Pablo inserta una respuesta
entre neas a los cuestionamientos sobre la sumisión
de todo cristiano a la autoridad civil.
Pablo empieza su argumentación con la afirmación de
que todos deben someterse a las autoridades civiles,
pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto,
así que las que existen fueron establecidas por él.
Esta afirmación abre espacio para preguntarnos sobre
la intencionalidad de Pablo, y sobre el mensaje en
mismo.
Sobre la intencionalidad, Piper (2005) afirma que
Pablo tenía el ojo puesto en el César, considerando que
esta carta pasaría por las manos de oficiales romanos,
de autoridades, de judíos y cristianos: parte de la
intencionalidad de Pablo es dejarle saber al César que
el pueblo cristiano tiene un rey, el cual no es terrenal,
sino espiritual, y que la intención del pueblo cristiano
no es derrocar al Emperador, sino llevar el mensaje de
salvación. Pablo estaba hablando a los cristianos, pero
también a los gobernantes romanos.
Pablo construye la esencia de la autoridad civil: todo el
que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios
ha instituido. Esta afirmación propone un problema
de lógica evidente: siendo Dios bueno (Lucas 18:19,
Nueva Versn Internacional 2011) y amoroso (1 Juan
4:8, Nueva Versión Internacional 2011), ¿ha instituido
Dios también a gobernantes despóticos? Si es así,
¿cómo es Dios bueno y amoroso? La respuesta puede
dibujarse a través de la idea de libertad: la libertad de
decisión y, por ende, la responsabilidad para asumir las
consecuencias de las decisiones está cimentada en el
amor.
El amor se refleja en nuestro mayor regalo, la libertad:
el amor de Dios se refleja en el acto de persecución,
como en la búsqueda de la justicia, porque la libertad
implica la existencia de personas despóticas, como
la existencia de personas amantes de la verdad. La
libertad está fundamentada en el amor porque si no
hubiese amor, no hubiese libertad y, si no hubiese
libertad, todo se degradaría a una composición de
causa y efecto: nadie sería culpable de nada, seríamos
simples engranajes de cierto determinismo histórico.
La represión, como la rebeldía, es un ntoma de la
libertad, y la libertad es la exponente más vívida del
amor. Por ende, los gobernantes son responsables de
la represión, consecuentemente, son agentes de juicio
y condena.
Sobre el mensaje en mismo, Pablo afirma que el
fundamento de la autoridad civil tiene un principio,
Dios, quien los ha señalado e instaurado con un
propósito: los gobernantes no están para infundir
terror a los que hacen lo bueno, sino a los que hacen
lo malo. Pablo deja en claro la responsabilidad de los
gobernantes: castigar el mal.
De esta forma, la relación condicional entre gobernantes
y gobernados se dibuja de forma coherente: es necesaria
la sumisión del cristiano frente a la autoridad porque
esta tiene la responsabilidad de castigar la maldad: la
sumisión del uno obliga la responsabilidad del otro.
Sin embargo, la relación condicional abre la puerta a
la desobediencia civil si los gobernantes no castigan
lo malo, sino lo bueno. Noman Geisler (1985), citado
por Feinberg (1999: 98-99), muestra una lista de
circunstancias que preparan el terreno para entender
los ejemplos bíblicos de desobediencia civil:
1. Cuando el gobierno prohíbe la adoración a Dios
(Éxodo 5:1, Nueva Versión Internacional 2011).
2. Cuando se requiere quitar la vida inocente (Éxodo
1:15-21, Nueva Versn Internacional 2011).
3. Cuando exige el asesinato de los siervos de Dios
(1 Reyes 18:1-4, Nueva Versn Internacional
2011).
4. Cuando requiere la adoración de ídolos (Daniel
3:1-7, Nueva Versn Internacional 2011).
5. Cuando ordena orar a un hombre (Daniel 6:6-9,
Nueva Versión Internacional 2011).
6. Cuando prohíbe la propagación del evangelio
(Hechos 4: 17-20, Nueva Versn Internacional
2011).
7. Cuando exige la adoración de un hombre como
Dios (Apocalipsis 13: 4, Nueva Versión
Internacional 2011).
La desobediencia civil se compone como el escudo
visible de la filosofía de la no violencia cristiana, es
necesaria en tanto y cuanto los principios cristianos
sean quebrantados: los cristianos somos llamados a la
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desobediencia civil en tanto y cuanto el bienestar de
los pueblos se encuentre en peligro, en tanto y cuanto
nuestra vida se vea amenazada, en tanto y cuanto
nuestra libertad sea coartada.
En este contexto, la sumisión frente al mal convierte
al cristiano en agente del mal, el cristiano se convierte
en el brazo entendido de la injustica. La sumisión
con el mal convierte al cristiano en el pedestal de la
persecución, lo convierte en el agente justificante del
opresor. De la misma forma, el silencio aplaude al
opresor, lo convierte en un ente sin juicio, sin castigo,
sin necesidad de ser vigilado.
El silencio compromete la existencia de la justicia y,
por ende, el cristiano que decide quedarse callado se
coloca en la posición de observador, en la posición
adecuada para no ser tocado, mientras ve la injusticia
asolar su realidad. La sumisión, igual que el silencio,
deja que la verdad se apague mientras la injusticia se
extiende rápidamente.
La relación condicional entre gobernantes y gobernados
tiene una correspondencia directa con la relación entre
la responsabilidad y la sumisión. El cristiano se somete
porque la sumisión compromete la responsabilidad del
gobernante: el cristiano se somete porque sabe que el
gobernante tiene la obligación de castigar la maldad.
Si la maldad no es castigada, sino venerada, admirada
o fortalecida, el cristiano tiene la obligación de
desobedecer, tiene la responsabilidad de impedir que la
injusticia se extienda. Así podemos entender las vidas
de Nabucodonosor: la desobediencia de algunos judíos
se convierte en un grito que clama por justicia.
NABUCODONOSOR Y EL PUEBLO
JUDÍO
El libro de Daniel relata algunos episodios del pueblo
judío durante su exilio en Babilonia. El primer
encuentro entre Daniel, Ananías, Misael y Azarías con
la cultura en Babilonia propone un conflicto que se
vislumbra entre la libertad de culto y la imposición de
un culto específico. Este conflicto recae en un problema
más profundo: la malevolencia o benevolencia en el
contexto de la imposición. Finalmente, el conflicto
refleja la decisión de insubordinación como un acto
de correspondencia entre la squeda de justicia y la
adaptabilidad a los patrones culturales.
El libro de Daniel nos cuenta que el rey Nabucodonosor
mandó hacer una estatua de oro, y mandó que todos los
pueblos, en cuanto oyeran el sonido de los cuernos, se
postraran para adorarla. Aquellos que no lo hicieran
serían arrojados al horno.
Este primer escenario recrea el conflicto entre la
malevolencia o benevolencia dentro de la imposición:
la imposición en misma no tiene carácter, ya que este
se adquiere a través de la aplicación de la imposición, y
del análisis de las derivaciones de la aplicación. ¿Cuál
es el carácter de la benevolencia o malevolencia dentro
de la imposición?
La respuesta puede visualizarse en los mandamientos.
Jesús divide los mandamientos en dos (Mateo 22:37-
39, Nueva Versn Internacional 2011): amar a Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu inteligencia y con todas tus fuerzas; y amar a tu
prójimo como a ti mismo. Esta división comprende las
dos posibles relaciones en las cuales el ser humano se
puede inmiscuir: una relación divina y otra humana.
La relación con Dios compone la decisión personal
de reconocerse insuficiente frente a la justicia divina,
mientras acepta que la gracia como la revelación de
la salvación en el sacrificio de Cristo (Gálatas 2:8-9,
Nueva Versión Internacional 2011). La relación con
Dios se contextualiza en los principios que nos acercan
a él: amarás a Dios sobre todas las cosas; no tendrás
otros dioses; no tomarás el nombre de Dios en vano;
y, guardar el día de reposo para consagrarlo al Señor.
Por otro lado, amar al prójimo como a uno mismo
recrea la esencia de la malevolencia o benevolencia
del ser humano: los seres humanos requerimos moldes
prohibitivos y prescriptivos para aplacar la maldad y
dar espacio para que la bondad florezca. Los moldes
prohibitivos se establecen de forma clara: no matarás,
no cometerás adulterio, no robarás, no darás falsos
testimonios, no codiciarás los bienes ajenos. Por otro
lado, el molde prescriptivo se comporta como un ideal
que resalta la benevolencia de los seres humanos:
honrar a tu padre y a tu madre resalta el carácter de la
benevolencia, a decir: la decisión de hacer el bien, sin
presión, sin imposición.
Los moldes prohibitivos corresponden al quehacer
normativo, y pueden ser aplicados de diversas formas,
siempre en relación con el acuerdo social. Sin embargo,
no corresponden al quehacer normativo porque el
carácter de la benevolencia no puede ser impuesta,
sino que se desarrolla en la libertad del ser humano.
De igual forma, la relación con Dios queda aislada del
quehacer normativo porque se basa en la decisión de
búsqueda, relación, y convivencia con el creador. Esta
decisión puede darse solo en un contexto de libertad: si
la relación con Dios depende de la coerción, la relación
es frívola, frágil e hipócrita al extremo.
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
El quehacer normativo estructura las prohibiciones
en sistemas legales. Sin embargo, la estructura de
legalidad debe excluir la relación con Dios, así como
el carácter de la benevolencia, porque, en ambos casos,
el amor es condicionado por la coerción del castigo. En
la coerción, el amor se difumina porque no está claro
si la decisión es libre o causada por temor al castigo:
la coerción deja sin sustento el principio moral más
importante del cristianismo, el amor.
Así, cuando la legalidad crea coerción con respecto a
la relación del ser humano con Dios, o con respecto al
carácter benevolente del ser humano, la desobediencia
civil se convierte en un acto de coherencia con el
pensamiento cristiano. No obstante, la desobediencia
no es necesariamente el primer recurso, pero puede
ser el más efectivo.
Finalmente, el conflicto entre los hebreos y la
cultura de Babilonia resalta el conflicto entre la
búsqueda de justicia y la adaptabilidad a los patrones
culturales. Como se ha mencionado en los apartados
previos, la búsqueda de la justicia está relacionada
con la visualización de la verdad, lo que nos lleva a
preguntarnos si la verdad es únicamente un concepto
que emerge de la relación con su opuesto, la mentira,
o si la verdad, exclusiva, única, e inmutable en
esencia, puede emerger como una realidad ulterior, sin
necesidad de contrarios.
Para ello, es importante referirnos a una de las leyes de
la lógica, la ley de identidad: el principio de identidad
afirma que una cosa es idéntica a sí misma, o ( x) (x
= x), en la que significa para cada; o simplemente
x es igual a x (Encyclopaedia Britannica 2016). Este
principio provee un argumento sólido para entender
que la verdad es verdad sin la necesidad de la existencia
de su contrario: la verdad no se define a partir de la
existencia de la mentira, sino que se define en misma:
la verdad siempre será verdad con o sin mentiras.
La búsqueda de la justicia se construye a través
de la visualización de la verdad. Por otro lado, la
adaptabilidad a los patrones culturales se construye,
primero, a través del reconocimiento de los moldes
culturales; luego, a través del deseo, muchas veces
irreflexivo, de seguir aquellos moldes; finalmente, a
través de una aprobación extendida de los guardas de
las tradiciones.
En todo el proceso de adaptabilidad, la visualización
de la verdad queda relegada a la subjetividad: es
verdad en tanto y cuanto se ajuste a las tradiciones, en
tanto y cuanto no contradiga la realidad que emerge
de los moldes conceptuales de la cultura. La verdad se
convierte en un concepto flexible, mutable y dinámico,
es decir, ha pasado de ser una realidad universal a ser
una construcción cultural, de un referente objetivo a un
referente subjetivo. Cuando el espacio de lo subjetivo
reemplaza lo objetivo, la verdad ha dejado de existir, y
provoca que la squeda de la justicia se convierta en
una red de maniobras argumentales que justifiquen el
quehacer cultural.
El conflicto entre la búsqueda de la justicia y la
adaptabilidad cultural se establece entre la verdad
absoluta y las verdades relativas. Para entender el
carácter ilógico de las verdades relativas, debemos
referirnos a la ley de no contradicción y la ley del
medio excluido (Encyclopaedia Britannica 2016).
La ley de no contradicción podría representarse en la
siguiente proposición: ~p
=
/ p. Es decir, ~p no puede,
al mismo tiempo, ser p. Vivir no puede ser la ausencia
de vida, como la luz no puede ser la ausencia de luz:
mentir no puede estar bien y estar mal: algo verdadero
no puede ser falso. Por otro lado, la ley del medio
excluido propone que entre p y ~p no hay proposiciones
intermedias, lo que significa que p es real, o ~p es
real, sin espacio para considerar un punto medio: algo
es verdadero o falso, no hay puntos medios. De esta
forma, la verdad es absoluta o no, sin puntos medios.
Considerando las leyes de la gica, si la verdad es
absoluta, la verdad existe; sin embargo, si la verdad no
es absoluta, la contradicción entre diferentes verdades
propondría la inexistencia de la verdad. La única
conclusión lógica es afirmar que la verdad es absoluta;
si la verdad es relativa, la verdad deja de existir.
La crisis que vivieron Daniel, Ananías, Misael y
Azarías se convirtió en una conmoción existencial
que encontró su fundamento racional en dos fuentes, a
decir: la imposición de culto y la búsqueda de justicia.
La imposición de culto refleja el carácter malévolo y
benévolo del ser humano, y la necesidad de moldes
prohibitivos y prescriptivos; mientras que la búsqueda
de la justica refleja el conflicto entre la defensa de la
verdad y la adaptabilidad cultural.
La crisis de los agentes hebreos exalta la decisión
valiente de desobedecer el edicto real porque establecía
normas que conflictuaban su relación con Dios. La
decisión de insubordinación de los cuatro héroes
hebreos se muestra como un acto de valentía en la
búsqueda de justicia: la valentía resalta el carácter que
trasciende la cultura y contempla la existencia de la
verdad: la idea de justicia contempla la verdad como
absoluta, sin espacio para adaptarla o manipularla de
acuerdo a las tradiciones culturales.
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CONCLUSIONES
La filosofía de la no violencia acoge la protección y
relevación de la justicia como su objetivo primario,
teniendo en cuenta que la justicia recoge la existencia
de la idea de verdad como espacio que trasciende el
conflicto material. Por otro lado, la adaptabilidad a
los patrones culturales se construye, primero, a través
del reconocimiento de los moldes culturales; luego, a
través del deseo, muchas veces irreflexivo, de seguir
aquellos moldes; finalmente, a través de una aprobación
extendida de los guardas de las tradiciones.
El artículo critica la noción de que, en todo el proceso
de adaptabilidad, la visualización de la verdad queda
relegada a la subjetividad: es verdad en tanto y cuanto se
ajuste a las tradiciones, en tanto y cuanto no contradiga
la realidad que emerge de los moldes conceptuales
de la cultura. La verdad se convierte en un concepto
flexible, mutable y dinámico, es decir, ha pasado de
una realidad universal a una construcción cultural, de
un referente objetivo a subjetivo. Cuando el espacio de
lo subjetivo reemplaza lo objetivo, la verdad ha dejado
de existir, provocando que la búsqueda de la justicia se
convierta en una red de maniobras argumentales que
justifiquen el quehacer cultural.
La desobediencia civil se compone como el escudo
visible de la filosofía de la no violencia cristiana: la
desobediencia civil es necesaria en tanto y cuanto
los principios prohibitivos sean quebrantados: los
cristianos somos llamados a la desobediencia civil
cuando el bienestar de los pueblos se encuentre en
peligro, cuando nuestra vida se vea amenazada, cuando
nuestra libertad sea coartada. No existe espacio para la
sumisión, porque esta transforma al cristiano, lo lleva
de un agente del bien a un agente del mal, de uno que
lleva bendición a otro que lleva maldición. La sumisión
con el mal convierte al cristiano en el pedestal de la
persecución, en el agente justificante del opresor.
La búsqueda de la justicia se construye a través de la
visualización de la verdad. La búsqueda de la justicia se
convierte en un deber de todo cristiano, considerando
que, al mismo tiempo, la injusticia es perpetrada por el
opresor: aquel que se deleita en la mentira, manipula la
verdad y justifica sus actos por cualquier medio.
La squeda de la justicia no abre espacio a la sumisión
o fidelidad al opresor, porque la exposición de la verdad
no puede ser reemplazada por el temor a la represalia,
por la vergüenza del rumor público, por la indiferencia
ni por la fidelidad al tirano. La verdad sobrepasa la
construcción cultural, cualquier valor que erija la
lealtad como el valor ulterior. La cultura construye
valores que pueden revelar la verdad, esconderla o
manipularla; por ello, la verdad trascienda los valores
de la cultura.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES:
Los autores declaran no tener conflictos de interés.
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PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
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