PRINCIPIOS CRISTIANOS DE LA NO VIOLENCIA
que la intencionalidad del oprimido no es menospreciar,
manipular ni ridiculizar al opresor, por el contrario,
su intencionalidad se deriva de una idea específica:
confrontar al opresor con la verdad, de forma que este
pueda restituirse de su error.
Por ello, los métodos no violentos deben llevar a crear
una relación entre opresor y oprimido, mientras evite
que el opresor se aleje y se aferre en su necedad. Los
métodos no violentos han sido ampliamente estudiados
por Godwin (2006), Sharp (2010) e Irene (2016),
quienes los dividen en al menos tres categorías:
protesta y persuasión; no cooperación, y, por último, la
intervención no violenta.
La protesta se refiere al acto de desafiar, resistir o hacer
demandas a las autoridades, a las personas a cargo
del poder (Goodwin 2006:3). La persuasión intenta
hacer visible las demandas del grupo no violento y sus
desafíos al poder, con el objetivo de obtener más apoyo
para las acciones del grupo.
Sharp (2010:70-81) enumera 78 métodos de campañas
no violentas o acciones que desarrollan la categoría
de protesta y persuasión, entre los más importantes se
encuentras las declaraciones públicas, comunicaciones
con audiencias grandes, actos públicos simbólicos,
presión a individuos, precesiones y asambleas públicas.
La no cooperación tiene un objetivo específico: hacer
molesto el trabajo de las personas en poder, teniendo
en cuenta que ningún gobierno puede sobrevivir sin
el apoyo o la cooperación de la gente. Irene (2016)
subdivide la no cooperación en la falta de cooperación
social, la falta de cooperación económica y la falta de
cooperación política.
La no cooperación “se centra esencialmente en
boicotear o rechazar a los funcionarios y partidarios de
la oposición o el régimen” (Irene 2016:55). En el caso de
la no cooperación económica, puede incluir el no pago
de impuestos o huelgas que generalmente conducen a
la inestabilidad económica. La no cooperación política
hace uso de declaraciones y manifiestos públicos para
expresar el rechazo de la persona en poder.
La intervención no violenta se constituye en el método
que se enfoca en interrumpir una estructura política o
en desarmar sistemas de tomas de decisiones, mientras
se establecen nuevas estructuras políticas o nuevos
sistemas de toma de decisiones. Cuando esto ocurre,
la sociedad recibe un shock al estatus quo en su forma
de vivir, en la consideración de sus valores, en la
construcción de sistemas políticos: el establecimiento
de nuevas estructuras políticas propone un desafío
directo a la sociedad, la cual puede rechazar o adaptarse
al shock. Los actos de intervención pueden debilitar
y posiblemente acelerar el colapso de los pilares de
soporte del poder, dejando a un opresor cada vez más
solo.
Por último, sobre la justicia, es necesario primero
establecer la idea de verdad como absoluta, inmutable,
trascendente, indispensable y excluyente para defender
la idea de justicia. Es este contexto, la verdad no es
relativa porque si lo fuera, recaería en un error de
lógica: p no puede ser al mismo tiempo p: el principio
de no contradicción formaliza la verdad como absoluta.
En palabras de Aristóteles, lo verdadero es decir que
lo que es, es; o que lo que no es, no es; y lo falso es
aseverar que lo que no es, es; o que lo que es, no es
(Garófalo 2016:24).
Los atributos de la verdad pueden ser visualizados
de la siguiente forma: p y ~p no pueden ser verdad al
mismo tiempo, o, p es verdad y ~p no es verdad, o, p
no es verdad y ~p es verdad (ley de no contradicción);
p y ~p no tienen intermedios, no existe proposiciones
terciarias (p v ~p); y, p es idéntica consigo misma, (p =
p), p es siempre p.
Así, las posibles verdades relativas recaen en un
espacio racional ilógico cuando una de las verdades
niega otra verdad, o, cuando una de las verdades
contradice otra verdad, o, cuando una de las verdades
manipula otra verdad: por ello, las verdades relativas
son ilógicas, y dan paso, necesariamente, a visualizar
la racionalidad de la verdad como una sola, absoluta,
invariable y universal.
Cuando se establece la verdad como absoluta, no hay
espacio para las verdades relativas: la verdad absoluta
deja las verdades relativas en el espacio de la mentira.
Zacharias (1996), haciendo uso de una de las frases
de Winston Churchill, menciona que la verdad es
tan preciosa que siempre debe ser atendida por un
guardaespaldas de mentiras.
Las verdades relativas intentan esconder la verdad
absoluta, por ello, la defensa de la verdad absoluta,
la única verdad, se convierte en un acto de justicia; y,
por el contrario, la defensa de la mentira se convierte
en un acto de injusticia. La justicia intenta revelar la
verdad, mientras que la injusticia pretende mostrar la
mentira como verdad, pretende reconstruir una realidad
alternativa a través de mentiras.
La filosofía de la no violencia acoge la protección y
relevación de la justicia como su objetivo primario,
exponiendo, al mismo tiempo, la injusticia perpetrada
por el opresor. La justicia no abre espacio a la
sumisión o fidelidad al opresor, porque la exposición
de la verdad no puede ser reemplazada por el temor
a la represalia, por la vergüenza del rumor público,
por la indiferencia, ni por la fidelidad al tirano. La
verdad sobrepasa cualquier construcción de valores