INTRODUCCIÓN
LA INTERCULTURALIDAD COMO
DIVERSIDADES EN RELACIÓN DE
EQUIDAD Y POLÍTICA PÚBLICA
En Ecuador somos parte de una larga historia de
dominación occidental. Según Enrique Aya- la
(2014), la “cultura indígena” fue interrumpida por
procesos de conquista y colonización europea.
Este acontecimiento histórico provocó que la di-
versidad cultural del país haya sido invisibilizada
por más de 500 años, cuando constituye una pro-
blemática de relevancia para el sistema político
contemporáneo. De este modo, en la actualidad
cobra sentido la afirmación de que “el mundo se
ve desde el yo cuando debe verse desde el noso-
tros” (SENPLADES, 2009). Es decir, no se re-
conoce la diferencia, por ende, no existe diálogo
intercultural.
Pese la dominación colonial mencionada, es posi-
ble sostener que las propuestas interculturales se
generaron a partir de 1944, con el proceso lleva-
do a cabo por Dolores Cacuango y la Federación
Ecuatoriana de indios (FEI), en territorios de co-
munidades rurales del cantón Cayambe. Durante
estas manifestaciones de lucha política, se crearon
las primeras Escuelas de Educación Intercultural
Bilingüe; de indios para indios (Rodas, 1998). Es-
tos procesos se fortalecieron en la década de los
70, por la influencia de la Teología de la Libera-
ción, con Monseñor Leonidas Proaño en la Sie- rra
Centro, y con los Salesianos en la Amazonia
(Conejo, 2008). A partir de estos antecedentes, se
explica el posterior surgimiento de la Confedera-
ción de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) en
1986, la institucionalización estatal de la Direc-
ción Nacional de Educación Intercultural Bilingüe
(DINEIB) en 1988 y la inclusión de la intercul-
turalidad dentro de los parámetros jurídicos de la
Constitución de 1998.
El posicionamiento político de la interculturalidad
adquirió un importante protagonismo luego del
período de 1998-2007. Ante las imposiciones del
capitalismo neoliberal, el Estado ecuatoriano rea-
lizó varios salvatajes bancarios, incautó los aho-
rros financieros de los ecuatorianos en el año 1999
y modificó el sistema monetario del sucre por la
dolarización en el 2000. Estos hechos provocaron
reiteradas crisis en el sistema político y la necesi-
dad de un nuevo proceso gubernamental, del cual
surgió la Constitución de 2008; se planteó el Esta-
do plurinacional e intercultural, así como, el régi-
men del Buen Vivir y los derechos de la naturale-
za, entre los temas de mayor relevancia. Dentro de
este momento histórico y político, bajo los nuevos
determinantes constitucionales, se estructuraron
políticas públicas y procedimientos técnicos para
otra gobernabilidad, a través de los Planes Na-
cionales para el Buen Vivir (PNBV 2009-2013 y
PNBV 2013-2017).
Es necesario aclarar que, esta breve panorámi- ca
histórica, estuvo acompañada de trabajos de
reflexión y teorización sobre interculturalidad
(Moya y Moya, 2004). La intención de este artí-
culo no es resumir la variedad de contribuciones
que se hicieron al respecto, sino comprender la
interculturalidad como un proyecto principalmen-
te político, dirigido hacia la construcción de un
nuevo pacto ético (Tubino, 2004), que conciba al
poder como hecho que se comparte, que se opone
al ejercicio hegemónico colonial y clasista (Wal-
sh, 2009). En esa medida, se tornó urgente gene-
rar procesos de descolonización en lo político y
epistémico (De Sousa Santos, 2010). El objetivo
de la interculturalidad, por tanto, es “construir una
sociedad pos-capitalista y pos-colonial” (Hirsch-
kind, 2014: 111) donde la lógica de superiores e
inferiores se supere: “la interculturalidad signifi-
ca el contacto e intercambio entre culturas en tér-
minos equitativos, en condiciones de igualdad”
(Walsh, 2009:41).
Desde aportes teóricos y prácticos de indiscutida
pertinencia, se concibe que la interculturalidad no
puede ser patrimonio de etnicidades, sino que debe
integrar a otros sectores y pueblos (Herrera, 2015).
De ahí que la contribución de Marisol de la
Cadena (1991) es relevante, ya que alerta so- bre
la necesidad de generar relaciones de equidad de
género dentro de las poblaciones indígenas. En
términos de reflexiones que articulen el género
con la interculturalidad, es preciso señalar la nece-
sidad de definir posturas teóricas que profundicen
la descolonización racista, a la par de la descolo-
nización patriarcal. Esta necesidad de articulación
debe también concretarse respecto a diversas te-
máticas de intervención social, tales como: salud,
educación, participación política, ordenamiento
territorial, comunicación, entre las principales,