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Número 12 /
DICIEMBRE, 2020
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Roberto Gerardo Flores Olague
Número 12 / DICIEMBRE, 2020 (135-146)
EL ROMANTICISMO DE EMILIO
SALGARI EN EL CORSARIO NEGRO -
LA VENGANZA
EMILIO SALGARI’S ROMANTICISM IN
THE BLACK CORSAIR THE REVENGE
DOI:
https://doi.org/10.37135/chk.002.12.09
Artículo de Reflexión
Recibido:
(11/10/2019)
Aceptado:
(06/05/2020)
Roberto Gerardo Flores
Olague
robertog.floresolague@gmail.com
Universidad Autónoma de Zacatecas,
Unidad Académica de Historia.
Zacatecas, México
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DICIEMBRE, 2020
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Resumen
En la sociedad occidental actual, la filosoa empieza a reconocer algunos
de los elementos representativos del pensamiento romántico, sobre todo en
lo concerniente al quebranto de las relaciones que vinculan al hombre con
su entorno natural, a la búsqueda de propósito más allá de las miras
productivas del mercado y al renovado interés por lo trascendental. Con esa
motivación, el presente artículo propone una lectura en clave analítica de la
influencia del romanticismo en la novela El corsario negro - La venganza
de Emilio Salgari. El análisis, a partir de la propuesta de Domínguez
Caparrós, comprende la exposición del entorno del autor, de la corriente
romántica y demuestra la presencia de influencias del romanticismo en el
estilo y la estructura del relato.
Palabras clave: Romanticismo; siglo XIX, análisis literario; Emilio
Salgari; novela histórica.
Abstract
In today’s Western society, philosophy begins to recognize some of the
representative features of romantic thought, especially concerning the
breakdown of the relationship linking man with his natural environment,
also to the search for a purpose beyond the productive aims of the market,
and to the renewed interest in the transcendental. With this motivation, this
article proposes an analytical reading of Romanticism’s influence in the
novel The Black Corsair - The Revenge of Emilio Salgari. The analysis,
based on the proposal of Domínguez Caparrós, includes the exposition of
the author’s environment, and the romantic movement demonstrating the
influences of Romanticism on the style and structure of the story.
Keywords: Romanticism; 19th century, literary analysis, Emilio Salgari;
historical novel.
EL ROMANTICISMO DE
EMILIO SALGARI EN EL
CORSARIO NEGRO - LA
VENGANZA
EMILIO SALGARI’S
ROMANTICISM IN THE
BLACK CORSAIR THE
REVENGE
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INTRODUCCIÓN
El siglo XIX inició con la herencia del racionalismo y
la Ilustración, una manifiesta tendencia al cientificismo
y a fundamentar todos los individuos y todos los
fenómenos en la razón, que permeaba en todos los
ámbitos de la sociedad. En este contexto nace el
movimiento del Romanticismo, en contraposición a la
propuesta del movimiento ilustrado. En este caso, los
elementos que se contraponen son la razón y el
sentimiento y, por extensión, lo claro y lo misterioso,
lo científico y lo fantástico, la certeza y la irresolución
nebulosa del pensamiento.
El Romanticismo enaltece las emociones al contrario
del tratamiento que el iluminismo del siglo XVIII y
el enciclopedismo francés les habían dado al
considerarlas aspectos inferiores de la existencia. El
Novecento romántico define al sentimiento como (…)
una categoría espiritual que la antigüedad clásica había
ignorado” (Abbagnano 2000:1135). “Romances fue el
nombre que (…) se dio a las narraciones (en verso o en
prosa) de las aventuras caballerescas” (Wolf 2007:7),
mundos fantásticos llenos de lances, donde lo
tenebroso, lo misterioso y lo estremecedor creaban un
ambiente de arrebato.
Los rasgos más importantes de esta nueva forma de
pensar y de vivir, descrita por Friedrich Von
Hardenberg, más conocido en el mundo literario como
Novalis, se centraban principalmente en un marcado
panteísmo, donde el hombre empezaba atribuirle a la
naturaleza un alma divina “(…) y una inmersión de la
fantasía individual en contextos cósmicos” (Wolf
2007:6).
Se deificaba a la naturaleza, y de la misma manera al
hombre, ya no por intervención de una deidad, sino por
ser parte del universo. “Todo se vuelve romántico”
(Wolf 2007:8), decía Novalis. Además, existía un
exacerbado deseo de explorar y explotar la creatividad
del hombre, el cual se refugió en la soledad de su
interior, ya que experimentó la pérdida de la relación
armónica entre él, la sociedad y el cosmos.
Con base en lo anterior, este comentario tiene como
objetivo hacer una identificación del pensamiento
romántico de Salgari, escritor decimonónico tardío, a
través de un análisis de su novela El corsario negro -
La venganza. Esta obra además de dar fama al escritor
por su descripción de espacios, sucesos históricos y
sentimientos de una manera atractiva y seductora,
también es reflejo de una sociedad necesitada de
nuevos valores e ideales ante la caída del pensamiento
racional del siglo XVIII.
METODOLOGÍA
El presente es un artículo de reflexión que se inscribe
dentro del ámbito del comentario literario,
específicamente en la rama del comentario temático,
definido por Hernández (1996) como un estudio que
analiza y describe los asuntos sobre los que versan las
composiciones literarias concentrándose en su
contenido y sus valores estéticos e ideológicos. Los
estudios temáticos, de acuerdo con el autor, buscan
mostrar que el valor de la literatura radica en lo que
está fuera de ella, es decir, en los referentes, en los
elementos y factores que la rodean y la preceden.
La estructura que aquí se sigue, replica la metodología
de Domínguez (1985), quien propone dar al texto un
sentido basado en la exposición de elementos internos
y externos a ella. Esto supone una exposición que
relacione el contexto del autor, las características de la
corriente a la que pertenece con elementos textuales
dentro de la obra que ejemplifiquen dicha relación y
vincular los resultados con la interpretación global de
la obra.
Para los propósitos de este artículo, se realizará una
recapitulación del movimiento romántico;
posteriormente, se contextualizará al autor del objeto
de análisis, el italiano Emilio Salgari, y finalmente se
expondrán los elementos del Romanticismo presentes
en la novela El Corsario Negro - La venganza, buscando
asociarlos a la experiencia humana de búsqueda
individual de propósito y significado.
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EL ROMANTICISMO DE EMILIO SALGARI EN EL CORSARIO NEGRO - LA VENGANZA
RESULTADO Y DISCUSIÓN
EL ROMANTICISMO
COMO RUPTURA CON EL
RACIONALISMO
Como ya se anticipó, el siglo decimonónico es un
parteaguas del pensamiento occidental; esta centuria
vio un sinnúmero de cambios en los aspectos políticos,
nacionales, sociales, culturales, filosóficos y artísticos
especialmente en Europa. En sus primeros años se
expresó con una clara manifestación ideológica en
favor de un academismo riguroso, científico y
racionalista a ultranza.
El siglo XVIII dejó en claro que todo aquello que
habría de aspirar a ser considerado como verdad en la
ciencia y bello en el arte, debía tener como fundamento
la razón y la lógica. La sociedad burguesa se consolidó
y se forjó a través de este pensamiento neoclásico,
donde los valores culturales eran inamovibles.
La industrialización de la sociedad, el desarrollo de la
tecnología, las conquistas del imperialismo europeo en
África, Asia y Oceanía, junto con el avance de las
ciencias naturales, la consolidación de la historia con el
positivismo como disciplina científica, el nacimiento de
estados nacionalistas, especialmente Italia y Alemania,
son parte de los principales hechos que marcaron al
siglo XIX.
La sociedad decimonónica se aferra por una parte a los
valores clásicos y al deseo de alcanzar el bienestar
social a través del orden y el progreso (por medio de
los gobiernos), y por otra parte, se desea redescubrir la
parte esencial del hombre, aquello que tiene s un
carácter trascendental que material, anhelando
recuperar la libertad del espíritu humano que se había
anquilosado en una existencia racional y estática,
explorando “(…) lo misterioso, lo vedado, lo sugestivo”
(Yegres 2015:20).
Será durante el apogeo del neoclasicismo artístico y el
racionalismo ilustrado, cuando surja un movimiento
filosófico y estético que irrumpa en la escena social,
buscando de manera desesperada con romper con los
cánones establecidos; esta corriente será conocida
como Romanticismo, el cual “(…) se inició en
Alemania en los últimos años del siglo XVIII, alcanzó
su máximo florecimiento en toda Europa durante los
primeros decenios del silgo XIX y constituyó la nota
característica de este siglo” (Abbagnano 2000:1135).
El término romántico (del francés antiguo romanz,
usado para contraponer el latín, lengua culta, con las
lenguas vulgares o romances), era, y sigue siendo,
considerado sinónimo de sentimental. Esto se debía a
que el romanticismo, a diferencia del racionalismo,
propuso la afirmación del sentimiento por encima de la
razón. Este movimiento “(…) descubrió las fuerzas de
lo profundo, los abismos de la existencia humana.”
(Stein 2007:6).
Fue el inglés Thomas Baily quien utilizó por primera
vez, en 1650, el término romantick para señalar “(…)
la inverosimilitud de las ficciones novelescas” (Wolf
2007:7). Pero Novalis empleó la palabra románticos en
1799, para nombrar a todos los escritores de novelas.
Es de él la definición más categórica que tal vez se
haya dado sobre este movimiento, cuando dijo que el
romanticismo consiste en “Dar a lo corriente un sentido
sublime, a lo cotidiano una apariencia misteriosa, a lo
conocido la dignidad de desconocido, a lo finito un
semblante infinito” (Wolf 2007:7). Se anhelaba
reconciliar:
naturaleza y espíritu, consciente e
inconsciente, ley y libertad, cuerpo y alma,
individualidad y universalidad, sensibilidad e
idealidad, finito e infinito. El secreto de la
belleza está en que lo infinito desciende a
encarnarse visiblemente en lo finito y en que
lo finito se torna símbolo de lo infinito.
(Hirschberger 2000:241)
De igual manera, algunos de los exponentes del
movimiento, como Friedrich y Schegel, señalaban una
tendencia a recuperar la herencia cristiana medieval
que había sido desvirtuada y rechazada por los
movimientos de Ilustración en el siglo XVIII. Para el
año de 1820, Johann Wolfgang von Goethe
especificaba que ser romántico y “ser moderno no
significa dejar de lado la formacn clásica, ni tampoco
el ideario procedente de la Biblia. Sin embargo, la gran
mayoría se da por satisfecha con llamar romántico a
todo lo que es oscuro, necio, confuso e incomprensible”
(Hirschberger 2000:241).
El romanticismo, por lo tanto, nació cuando se dejó
de declarar que la razón era la fuente infinita y
omnipotente que regía el universo. Los ideales
personales se coronaron por encima de los ideales
universales marcados por el convencionalismo
burgués, que evitaba lo inesperado, lo irracional y lo
enigmático; que amaba la imitación de lo clásico y
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huía de la originalidad y singularidad, signos de locura
y desenfreno. Joseph Anton Koch lo explicó de la
siguiente manera: “El alma creadora ha de asumir los
detalles más nimios para crearlo todo desde su propio
interior, como de una sola pieza, bajo el relámpago de
la fantasía idealizante” (Wolf 2007:13-14).
Un artista o filósofo romántico se mostraba ante todo
como una persona a la que le era grato todo aquello que
tuviera un roce con lo íntimo, lo poético, lo ideal, lo
religioso; era un soñador que vivía a flor de piel las
exaltaciones de sus sentimientos, valorando más lo
inconsciente que lo consciente.
Era considerado un excéntrico, un ser chocante para la
burguesía, con pensamientos demasiado inverosímiles
para el común de las personas o, al menos, para quienes
creían, basándose en la filosofía cartesiana, que los
sentimientos y los sentidos eran engañosos. Artista,
según Schegel, era aquel que “(…) tiene una religión,
una intuición original de lo infinito” (Abbagnano
2000:1140). Esto se reafirmó con la visión que postuló
Novalis del hombre que entró en el dinamismo del
romanticismo, considerándolo “(…) un mago evocador
de mundos, creador y aniquilador de la realidad”
(Abbagnano 2000:1142).
El romántico posicionó el yo siento por delante del yo
pienso como fundamento de la existencia. Es decir, en
el romanticismo como movimiento literario prevalece
el vínculo entre sentimiento y producción artística, en
el sentido de que el arte es la expresión del sentimiento.
Encontramos ese nculo en ideas como la de
Hirschberger (2000), quien afirma que la sensibilidad
especial del romántico que enaltece su sentimiento es
el centro de su ser.
Fuera de la expresión del sentir y del enaltecimiento
que de él se hacía con los sueños, la imaginación, la
fantasía e incluso lo ilógico, el ser humano perdía su
esencia, transformándose en una creatura necesitada de
un orden guiado por normas matemáticas, axiomas
morales y dogmas infalibles en todos los campos de
su vida, negándose a aceptar las vicisitudes de la
existencia, especialmente el dolor, el cual era
ennoblecido como valor de perfeccionamiento para el
hombre y, de igual manera, la muerte, de la cual nadie
puede escapar. De acuerdo con Abbagnano
(2000:1139), esta idea es recogida por el gran poeta
romántico alemán J. Friedrich Hölderlin en la frase “El
hombre es un dios cuando sueña, un mendigo cuando
piensa” (Hölderlin 1998:25).
La fuerza de esta nueva forma de pensar tuvo gran
resonancia no solo en Alemania, especialmente con el
grupo denominado Sturm und Drang, a finales del
siglo XVIII, sino que se diseminó hasta la mitad del
siglo XIX por gran parte de Europa, especialmente
Francia, Inglaterra e Italia. Esta última se consideró un
lugar apropiado para que germinara el romanticismo,
debido al pasado del Imperio Romano, la ejemplaridad
de los primeros mártires cristianos, la vida espiritual de
muchos santos nacidos en sus tierras y las aportaciones
artísticas de cientos de pintores, arquitectos, músicos,
poetas y escultores que vivieron en los territorios
italianos. Wolf (2007) afirma que desde el siglo XVI
los jóvenes de las clases privilegiadas viajaban a Italia
para ampliar su educación con los testimonios de la
antigüedad y con el arte renacentista.
Y es que un aspecto de gran importancia para la
ideología romántica se encontraba en el deseo
imperioso de viajar, ir en búsqueda de lo desconocido,
el deseo de conocer otros lugares llenos de misterio;
todo esto era esencial para los románticos, los cuales se
consideraron extranjeros en cualquier parte, ya que su
forma de ser y de concebir el mundo chocó
terriblemente con el status quo. De esto parte la
primicia de que el arte, especialmente la literatura y la
pintura, tendió a resaltar las aventuras en tierras
inhóspitas y el paisajismo.
El pintor Edmund Burke consideró “el paisaje como el
campo de acción de lo sublime (…) atrae la atención la
naturaleza salvaje e irrefrenable, los pantanos
escoceses y las cadenas montañosas de los Alpes (…)
o también escenarios dramáticos, lugares donde se
desarrollan escenas terribles” (Wolf 2007:11).
En las novelas históricas y fantásticas, que abundaron
principalmente en las primeras décadas del siglo XIX,
el paisajismo y el vínculo con el pasado idealizado son
elementos característicos del romanticismo. La
contemporaneidad, en cambio, produce hastío y
repulsión en artistas y filósofos. Al respecto, Arnold
Hauser (1993:359) expresa que “en la fuga de esta
realidad se encuentra lo inconsciente, lo oculto a la
razón, la fuente de sus sueños ilusos y de las soluciones
irracionales para sus problemas”.
El movimiento romántico no solo estableció las bases
de un lenguaje literario o filosófico en el siglo
decimonónico, sino que incluso “no hay producto del
arte moderno, no hay impulso emocional, no hay
impresión o disposición del ánimo del hombre
moderno, que no deba su sutileza y su variedad a la
sensibilidad nerviosa que tiene su origen en el
Romanticismo” (Hauser 1993:342).
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EL ROMANTICISMO DE EMILIO SALGARI EN EL CORSARIO NEGRO - LA VENGANZA
SALGARI EN SU CONTEXTO
PERSONAL
La vida del autor no es el objeto de estudio del presente
trabajo, sin embargo, a continuación, se proveen
algunas notas biográficas que nos ayudan a situar al
escritor en su contexto. De no ser que se indique de
otro modo, la información que se presenta es un
comentario propio a partir de la biografía publicada por
Gallo y Bonomi (2011). Es en el siglo XIX que Italia,
nación recientemente unificada y permeada por un
espíritu romántico, vio nacer a uno de sus s
prolíficos autores, quien realizó una obra extensa en lo
que se refiere al género de la novela histórica: Emilio
Salgari.
Nacido en 1862 en la ciudad de Verona, lugar del amor
imposible de Romeo y Julieta de William Shakespeare,
entre conflictos sociales y políticos, Salgari fue
miembro de una familia de comerciantes de telas, lo
cual le significó tener, aunque con algunas dificultades,
la oportunidad de estudiar en el Real Instituto Técnico
Naval P. Sarpi, en Venecia.
Ahí el escritor pasó varios años aprendiendo los
conocimientos básicos de la náutica y la cartografía,
pasando más horas en las salas de lectura que en el aula.
Sus malos hábitos y la poca seriedad en las cátedras de
la escuela le impidieron obtener el tulo de capitán y de
tal forma dedicarse a surcar por los océanos como había
sido su sueño desde niño; sin embargo, todo lo anterior
nos ayuda a entender que el navegar, “la fantasía de
Salgari no es totalmente gratuita, porque, si bien no
surcó todos los mares, como afirmaba, nunca dejó de
navegar entre libros y bibliotecas para fundamentar sus
historias, costumbres y paisajes” (Priante 2012:201).
Pese a que Salgari no fue un estudiante prodigioso, su
amor por la lectura, especialmente novelas y libros de
historia, le llevaron a tener un amplio espectro de
conocimientos, lo cual se vio reflejado en los relatos
que empezó a publicar a la corta edad de 21 años en
diversos periódicos de su ciudad natal.
Dichos textos estaban, como bien lo refiere Laura
Donaire (2021), repletos de referencias de muchos
lugares lejanos a su vida cotidiana: mares y océanos
distantes; playas, villas y fortificaciones descritas con
gran precisión; selvas y bosques con toda su vegetación
y fauna nombradas minuciosamente.
Sus primeros cuentos y los relatos que lo consolidaron
en el mundo literario estuvieron influenciados por la
pluma de autores de renombre: Julio Verne, Alejandro
Dumas, Mayne Reid, Walter Scott, Robert L. Stevenson
y Joseph Conrad. Este último fue quien más aportó en
la obra del veronés, ya que, además de novelista, fue
marinero en la Insulindia, espacio geográfico que
Salgari retomó en diversas ficciones, como: Los tigres
de Mompracem, Los piratas de la Malasia, La venganza
de Sandokán, La reconquista de Mompracem, entre
otros.
Aquí es importante señalar que los protagonistas en la
narrativa de Salgari poseen una carga patriótica. Como
señala Vega (2015), el escritor italiano mantuvo una
posición crítica contra el imperialismo que se
manifestó en el siglo XIX, especialmente el británico y
holandés. Por lo anterior, no es sorpresa que muchos
de los antagonistas de sus narraciones sean ingleses y
neerlandeses.
La vida de Emilio Salgari estuvo llena de tragedias, lo
cual marcó no solamente su estilo de vivir, sino también
su obra literaria, donde buscaba crear y describir un
mundo ideal, pero que siempre se plagaba de eventos
crueles, llenos de melancolía, nostalgia, muerte,
desilusiones amorosas y pobreza, como a él le sucedió.
La tragedia fue realmente la maestra del autor italiano;
fue ella la que le hizo ver y sentir el lado más doloroso
de la existencia. Para 1887 muere su madre y dos años
después su padre se suicida, ya que el fallecimiento de
su esposa, aunado a un negocio en quiebra, le hizo
imposible salir de una depresión.
En 1892, cuando ya Salgari había conseguido una
notable reputación por sus relatos, y alcanzando un
notable lugar dentro del mundo literario local, se casó
con Ida Peruzzi, madre de sus cuatro hijos. La vida
matrimonial y familiar lo llevó a trabajar de manera
exhaustiva, convirtiéndose en un escritor que redactaba
casi quince horas al día. La mala paga de literato no
lograba compensar los gastos de manutención,
propiciando en él una adicción a la escritura, lo cual le
ocasionó poco a poco una terrible depresión.
Como muchos artistas, Salgari fue un hombre elogiado
por la sociedad, pero nunca fue recompensado
monetariamente por sus escritos antes de su muerte,
viviendo gran parte del tiempo inmerso en la pobreza.
Los editores fueron quienes se enriquecieron con la
producción literaria de Salgari, imponiéndole trabas en
sus contratos para no recibir más que unas cuantas liras
por los textos.
Su esposa le pidió un esfuerzo para salir avante de la
crisis familiar, pero, al mismo tiempo, le exigió más
atención para estar con ella y sus hijos. Esta tensión
llevó a Salgari a internarse en un manicomio, ya que
no tenía dinero para solventar los gastos de un
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Roberto Gerardo Flores Olague
hospital, y pagar su tratamiento. Mientras esto sucedía,
sus novelas se vendieron en grandes cantidades; los
jóvenes de su tiempo leían frenéticamente las obras
colmadas de imágenes que fusionaban lo ideal con lo
mundano; narraciones que captaban la atención de sus
lectores inmediatamente, donde cada aventura estaba
hilada a la siguiente, de tal forma que no daba descanso
a la imaginación de quienes las leían.
El mar, aquel espacio que tanto añonavegar en sus
épocas de niño y de estudiante naval, es el territorio
donde sus personajes, y él mismo, se convierten en
titanes, que no temen enfrentar los más terribles
obstáculos con el fin de lograr su noble ideal. Los
hombres galantes y temerarios, ya sean piratas,
corsarios, filibusteros, condes o esclavos, son los
verdaderos protagonistas de sus narraciones, que
alegran la vida de miles de lectores, que saborean un
romanticismo en su máxima expresión.
Lleno de frustración y congoja, al no poder gozar de los
beneficios de su pluma ágil y mente aguda, el maestro
de las aventuras de piratas se suicidará en 1911 en la
ciudad de Turín. Fue un escritor de más de ochenta
narraciones, entre las cuales sobresalen: Los piratas de
Malasia, El León de Damasco, El hijo del León de
Damasco: La galera del Bajá, El Corsario Negro/La
venganza, El hijo del Corsario Rojo, Los tigres del mar
y otros cuentos, El capitán tormenta, Yolanda, la hija
del Corsario Negro, Morgan: Yolanda, La Reina de los
Caribes: Honorata de Wan Guld y Sandokán. Como lo
expone Orsini (2018:1), la herencia literaria del escritor
italiano tuvo trascendencia no solo en el siglo XIX,
sino que influyó a notables escritores posteriores como
Pablo Neruda, Carlos Fuentes y Octavio Paz, entre
otros.
ELEMENTOS DEL ROMANTICISMO
PRESENTES EN LA NOVELA
EL CORSARIO NEGRO - LA
VENGANZA. ASOCIACIÓN CON
LA EXPERIENCIA HUMANA DE
BÚSQUEDA INDIVIDUAL DE
PROPÓSITO Y SIGNIFICADO
La novela El Corsario Negro - La venganza, fue una de
las obras más aclamadas por el público italiano en el
año 1900. Dicha narración tiene como trama principal
el clamor de justicia del Corsario Negro, Emilio di
Roccabruna, Señor de Ventimiglia, perteneciente a una
casa noble italiana, contra el asesino de sus tres
hermanos (uno en tierras europeas y dos en el Nuevo
Mundo), el conde flamenco Wan Guld, regente de la
fortaleza de Maracaibo, Venezuela. La ignominia del
conde se ha enraizado en el corazón del Corsario
Negro, quien ha jurado cobrar venganza a toda costa,
matando a aquel que traicionó y deshonró a sus
hermanos, no importando las dificultades y desafíos
que deba enfrentar.
La narración comienza mostrando un paisaje oscuro
que sirve de introducción para el personaje principal de
la novela, el Corsario Negro, hombre de mar. Bravura,
determinación y brío son algunos de los elementos
esenciales que todo marinero, corsario, pirata y héroe
está exigido a poseer, y Emilio di Roccabruna los tiene.
La descripción física del Corsario Negro es
fundamental para entender su personalidad, sus
temores, su forma de pensar y de vivir; y al mismo
tiempo, es una representación del autor que está detrás
de él:
…vestido completamente de negro, con una
elegancia que no era frecuente entre los
filibusteros del Golfo de México… Llevaba
una rica casaca de seda negra…las vueltas de
piel eran negras también; el calzón, de la
misma seda y tono que la casaca… y cubría
su cabeza con un gran chambergo de fieltro,
en el cual lucía una gran pluma negra que le
capia (sic) sobre la cabeza… Como en el
vestido, también en el aspecto de aquel
hombre había algo de fúnebre, pues su rostro
pálido, marmóreo… llevaba la barba partida,
como la de los nazarenos, y la tenía un poco
rizada. (Salgari 1998:3)
Es necesario señalar la posible referencia a Jesús,
conocido como el Nazareno. Salgari no olvida sus
raíces cristianas y es probable que aquí retome la
imagen del fundador del cristianismo, ya que el término
nazareno ha sido utilizado para designar a los fieles
cristianos en distintas tradiciones literarias, tales como
la árabe y la hebrea. Esta primera imagen es el
preámbulo que da el autor para que se pueda identificar
de forma clara y concisa el interior del protagonista. De
igual manera Salgari no escatima en seguir dando
elementos descriptivos de la fisonomía del Corsario
Negro, a quien retrata como un hombre fuera de lo
común, diciendo que:
Sus facciones eran hermosísimas: la nariz, de
gran regularidad; los labios, pequeños y rojos
como el coral; la frente amplia, surcada por
ligeras arrugas, que imprimían en aquel
rostro un sello de melancolía; los ojos de
perfecto diseño, negros como carbunclos y
animados por una luz tal, que en ciertos
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EL ROMANTICISMO DE EMILIO SALGARI EN EL CORSARIO NEGRO - LA VENGANZA
momentos debían de asustar incluso a los
más intrépidos filibusteros de todo el Golfo.
(Salgari 1998:3)
El reflejo de los ojos del Corsario posee una fuerza
extraordinaria, algo que escapa a la de una mirada
normal. El autor describe flamas en los ojos del
protagonista en los momentos de cólera o malestar. Los
elementos misteriosos, inexplicables y tenebrosos
afloraban en todo lo que rodeaba al héroe. Incluso,
Salgari otorga a El Rayo, barco que comandaba el
enigmático pirata, las habilidades de su dueño,
impregnándolo de potencias que lo ponían por encima
de cualquier embarcación española. Ejemplos de ello
los encontramos en: “El Rayo avanzaba con la rapidez
de una gaviota (…) tan negro era, parecía el barco
fantasma” (Salgari 1998:49) “(…) sin producir ruido
apenas” (Salgari 1998:55).
El Corsario Negro es un hombre reservado, hermético
y en pocas ocasiones muestra lo que sucede en su
corazón, el cual está profundamente dolido por las
horribles muertes de sus hermanos. En esta sección
introductoria de la obra, el autor otorga a su
protagonista características que predisponen al lector a
la admiración. Posteriormente Salgari usa el recurso de
mostrar el tormento en el protagonista más que en
cualquier otro personaje del relato.
Si bien, las circunstancias que originan tal dolor no son
situaciones familiares para el lector, el recurso se
propone orientar las aventuras y con ello la vida del
personaje. Pocas veces Salgari expone un recogimiento
interior en su obra, sin embargo, se trata de ocasiones
significativas, pues es en un ambiente nocturno cuando
el Corsario Negro muestra sus suplicios y sentimientos.
El autor lleva al héroe a sufrir momentos de soledad en
la inmensidad del mar, reflejo de su interior, marcado
por la tragedia.
Su capa negra, con la que siempre se envuelve, símbolo
de su constante estado fúnebre, no solamente le sirve
para protegerse del frío, sino como una distancia que
pone de por medio para no ser interrogado o molestado
por los demás. La búsqueda de la soledad y el rechazo
a la convivencia con sus colegas es propia de este
personaje romántico: “El Corsario había caído en una
tétrica meditación, como lo tenía por costumbre aun a
bordo de su barco y en los momentos de alegría de los
festines a que se entregaban los filibusteros en las islas
de las Tortugas” (Salgari 1998:12).
No hay un tiempo de paz, tranquilidad o reposo para
quien se encuentra atormentado por los deseos de
cobrar venganza y silenciar el clamor de justicia de
los traicionados. En los pasajes que describen la
frustración del protagonista al fracasar en su venganza
encontramos el enaltecimiento de los sentimientos y
del conflicto propios de la literatura romántica.
La muerte, sea de sus familiares, amigos y enemigos, es
acompañante constante del personaje principal de esta
obra. Como se vio, sus vestidos daban cuenta de ello.
Las luchas interiores eran más fuertes que las batallas
libradas con la espada en mano. Era el constante
reclamo de justicia y venganza de sus hermanos
asesinados a traición lo que acongojaba el espíritu y
corazón del Corsario Negro con pocos momentos de
descanso emocional y psicológico.
El océano se convirtió en el lugar de descanso de los
cuerpos de sus familiares, y era por lo mismo que de
las profundidades de este se alzaban gritos pidiendo y
reclamando la sangre de su verdugo, lo que llevaba
decir al héroe: “¡Entre tú y yo, Wan Guld, está la
muerte!” (Salgari 1998:20-21).
También característico de la corriente romántica es el
significado profundo que se asocia a elementos y
fenómenos de la naturaleza, en los que se proyectan los
conflictos de la trama. Para Salgari, los mares y
océanos parecen tener una vida propia y se asocian a
las características físicas de sus personajes.
En el relato, el aspecto de la superficie del agua era igual
al de los ojos del Cosario Negro cuando escuchaba el
nombre de su opositor, lo cual dejaba pasmados a los
demás personajes que presenciaban dicho fenómeno
extraordinario. Los filibusteros, hombres bravos en la
lucha, se doblaban ante este tipo de sucesos, aceptando
que hay fuerzas más allá de lo natural que no podían
del todo comprender. Con ello, el autor expresa las
debilidades de la existencia humana tan limitada en su
capacidad.
Otro aspecto fundamental en la obra de Salgari es el
elemento geográfico y su minuciosa descripción. Las
lecturas sobre historia, botánica, zoología y geografía
que realizó en su juventud colmaron las páginas de sus
novelas. El paisaje se convierte en un telón de gran
importancia para el movimiento romántico,
especialmente en la pintura y la literatura. Conocer y
detallar el espacio donde se desarrollan las aventuras
de los protagonistas siempre es fundamental para
lograr que el lector se sienta transportado a una realidad
histórica y geográfica que nunca ha observado.
Aunque jamás pudo ir a América, el autor realiza una
exposición notable de la flora y fauna del Nuevo
Mundo; lugar exótico, misterioso, lleno de animales y
plantas ajenas al contexto europeo; hábitat de
numerosas tribus indígenas que hacen de las selvas sus
hogares a pesar de los peligros naturales que en ellas
abundan. Un ejemplo es el siguiente:
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Roberto Gerardo Flores Olague
Eran las grandes luciérnagas de la América
meridional, las vaga lume, las cuales
despedían una luz tan viva, que a su claridad
podría leerse la escritura más pequeña
a distancia de algunos metros, y que,
encerradas tres o cuatro en un vaso de cristal,
bastan para alumbrar perfectamente una
habitación; el mismo fenómeno lo producen
las lampyris occidentalis, bellísimos insectos
fosforescentes, que se encuentran en grandes
cantidades en los bosques de la Guyana y del
Ecuador.
Los tres filibusteros, siempre silenciosos,
proseguían su marcha sin abandonar las
precauciones, pues, además de los hombres,
tenían que temer a los habitantes de la
floresta, como son los sanguinarios jaguares
y, sobre todo, las serpientes, especialmente
las llamadas jaravas, reptiles venenosísimos.
(Salgari 1998:9)
Nombres científicos de animales y plantas están
presentes en toda la narración. El autor busca revestir
de legitimidad científica sus descripciones del
continente americano. A esto último hay que añadir que
las dificultades geográficas y climáticas hacen que los
personajes, especialmente en este caso los filibusteros,
logren cualidades casi sobrenaturales para poder
esquivar cualquier obstáculo.
El Corsario Negro, en su larga persecución con el fin
de detener a su enemigo, lucha contra los terribles y
caprichosos mares del Caribe; entabla luchas feroces
contra los animales más temibles imaginados por el
hombre europeo; no se deja atrapar ni por las arenas
movedizas y peligrosos pantanos cubiertos de una flora
densa, que apenas da oportunidad al aire de circular.
Ante los riesgos, la actitud del noble italiano y la de sus
amigos es de perseverancia, ya que lo que impulsa a
lograr dichas hazañas es el valor de la justicia y las
virtudes de amistad, amor y camaradería.
Al revestir de esa actitud a sus personajes, Salgari
subraya el elemento de una vida con propósito y
significado, pues, aunque el autor modifique escenarios
y aventuras, los personajes tienen una dirección bien
establecida. Así es como se entiende que el nostálgico
filibustero diga: “Puede ser un animal contestó
levantándose. ¡Bah! ¡Nosotros no somos hombres que
nos asustamos! ¡Empuñad los sables y seguidme!”
(Salgari 1998:9)
Las precisas imágenes que Salgari realiza de los
elementos naturales también se extienden a los rasgos
de otras razas. La aparición de personas de raza negra
en el relato no es un elemento menor y su descripción
es parte de la valoración de lo extraño, lo ajeno para el
lector, que en este caso es europeo. El personaje
aborigen, Moko, que siente repulsión por el gobierno
español en América y será amigo inseparable del
Corsario Negro, se describe como
uno de los más bellos ejemplares de la raza
africana, pues tenía elevada estatura, anchas
y robustas espaldas, pecho amplio, y brazos y
piernas musculosas, que debían desarrollar
una fuerza enorme. Su rostro, aun cuando de
labios gruesos, nariz ancha y pómulos
salientes, no era feo; había en él cierta cosa
de bueno, de ingenuo, de infantil. (Salgari
1998:13)
La cita anterior pone sobre la mesa el ideal que los
románticos manejaban sobre la pureza del hombre,
especialmente en aquel que se había mantenido lejos
de la cultura técnica y racionalista que imperaba en
Europa, donde los deseos de lograr el bienestar y la
felicidad individual y social quedaban acotados al
orden y progreso tecnológico y científico. Se retomaron
las ideas de Rousseau que abogaban por la bondad del
noble salvaje, libre de prejuicios sociales, moralistas y
que vivía más libre y honradamente, habitando en las
tierras americanas y africanas, y que la literatura
romántica ensalzaba con descripciones como la anterior
con la ingenuidad e infantilismo que transmite.
Salgari dio al personaje de Moko una cualidad
fantástica, era encantador de serpientes y estas
obedecían las órdenes que les daba. La intimidad con
la naturaleza, aquella que añoraban los artistas del
romanticismo, es la que produce este entendimiento
entre el aborigen y las víboras. Es el mundo romántico
idealizado, un lugar donde no hay enfrentamiento entre
los seres racionales y los irracionales. El mismo
Corsario quedó maravillado ante el bello físico y el
poder de encantamiento, que nunca pudo presenciar en
Europa.
Si bien, el noble salvaje es puesto como un ser sencillo,
puro y leal, la nobleza de corazón, la caballerosidad, el
guardar juramentos y sostener su propósito son
cualidades de los hombres de mar de este relato. Si se
pierden estas características, que solo pueden nacer de
un espíritu sincero y leal, se pierde el héroe.
No hay lugar para la deshonra y comportamientos
vulgares dentro de las acciones del protagonista, el
cual, aun con sus deseos de venganza, rechaza actuar
como un asesino. La revancha debe saldarse siguiendo
normas de honor, en una lucha abierta y sin tomar
ventajas sobre el enemigo.
La guerra debe hacerse de frente al opositor, nunca
atacando por la espalda o estando este desarmado.
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EL ROMANTICISMO DE EMILIO SALGARI EN EL CORSARIO NEGRO - LA VENGANZA
Encontramos evidencia de estas cualidades morales se
dejan ver en: - ¡El Corsario Negro es un noble
caballero, y un noble no falta nunca a su palabra!”
(Salgari 1998:11) y - ¡Asesinarle! - exclamó con ira el
filibustero-. ¡Yo me bato, no mato a traición, porque
soy un noble, un caballero! ¡Un duelo entre él y yo es
lo que deseo, no un asesinato!” (Salgari 1998:15).
A pesar de los años que transcurrió lejos de su hogar,
el Corsario Negro, Emilio de Roccabruna, no olvidó la
estirpe y el apellido que poseía y que lo ligaban a la
nobleza, él mismo se denominaba un noble de ultramar
y no deseaba una vida de persecutor, pero las acciones
de Wan Guld lo empujaron a convertirse en un
filibustero.
El Corsario era un peregrino, sin lugar fijo donde vivir.
Su barco y el mar eran los espacios donde pasaba la
mayor parte del tiempo, pero eso no le daba un hogar.
La patria había quedado olvidada, abandonada, y se
anhelaba intensamente, ya que en ella radicaba el
origen de la persona, por lo que se le ama. El héroe
romántico, casi siempre, era un exiliado por diversos
motivos, y en este caso lo era por la necesidad de hacer
justicia.
Salgari buscó realzar los elementos de valentía y
lealtad en sus personajes, siendo una imagen nítida
de los pensamientos idealistas que deseó que
gobernaran al mundo. Los filibusteros, corsarios,
bucaneros y piratas eran considerados, como lo
explica Danel Intxaurrondo (2019:8), como seres
humanos y despiadados.
Sus ambiciones por conquistar ciudades, barcos,
fortificaciones y villas, con el fin de desatar el
miedo y el terror, saqueando las riquezas que
encontraban ante su paso, robando mujeres,
traficándolas y violándolas, no tuvieron cabida en
la imaginación del escritor italiano. El que robaran
los piratas no era algo condenatorio en las obras de
Salgari, ya que lo hacían con el fin de desposeer a
los tiranos españoles que habían conquistado, sin
justo motivo, las tierras americanas. Incluso los
filibusteros fueron descritos como los seres más
nobles y leales, capaces de dar su vida sin miedo
por la de sus capitanes.
No solo la lealtad y fidelidad eran parte de los hombres
de mar, de aquellos que vivían en la famosa Isla de la
Tortuga. Su capacidad de obrar era prodigiosa, y no
podía pedirle nada a las tripulaciones de los mejores
ejércitos regulares de los imperios europeos. La
disponibilidad a las órdenes de sus mayores era
fundamental para triunfar en las acciones de ataque o
defensa.
Era tal el orden… que reinaba a bordo de los
buques filibusteros, que en cualquier hora del
día o de la noche toda la gente se colocaba en
su puesto con una rapidez prodigiosa….
Despreciadores de la muerte y capaces de
los más grandes heroísmos y de las mayores
audacias, se convertían en corderos
obedientes, sin perjuicio de transformarse en
tigres en el combate. (Salgari 1998:54)
Todo lo anterior es resumido por el mismo Salgari en
la voz de un personaje noble castellano que se batió a
duelo con Emilio de Roccabruna, donde este último lo
derrotó, pero le perdola vida. Ante este gesto de
nobleza, el español reconoció estar equivocado sobre
los piratas, diciendo:
Mis compatriotas dicen que los filibusteros
son hombres sin fe y sin ley, dedicados tan
sólo al robo en el mar; ahora puedo decir que
entre ellos también se encuentran valientes
que, en lo que atañe a la caballerosidad y a
la generosidad, pueden dar punto y raya a
los más cumplidos caballeros de Europa.
Señor caballero, he aquí mi mano. ¡Gracias!
(Salgari 1998:37)
A partir de ese momento, el Corsario Negro y el conde
español entablaron amistad y respeto que guardaron
hasta el último momento de vida del ibérico, quien
dejó de considerar a los piratas hombres desposeídos
de reglas, normas y conductas que solo podrían verse
en las casas nobles europeas.
Fiel a la literatura romántica, donde lo oscuro, terrible,
misterioso y sobrenatural son piezas claves para crear
novelas fantásticas y extraordinarias, Salgari no puede
dejar atrás el aspecto que involucra al amor. Es ahí
donde el Corsario Negro luchará con el mayor de sus
obstáculos. Conocerá y caerá enamorado de la hija de
su enemigo, Honora de Wan Guld, que hace prisionera
al toparse su barco con la fragata del noble italiano.
Desconocedor de la conexión familiar existente entre
la dama y su enemigo, la mujer logrará despertar el
lado más gentil, amable y cortés del filibustero. Mujer
descrita de una belleza insuperable, conquistará a ese
hombre atormentado por las más terribles tragedias
familiares, pero sin saber que la mayor de estas le
habría de llegar de la mano del amor sincero que le
profesaría a la señorita flamenca.
El hombre más valiente y temido del Caribe fue
desarmado por la mirada de la joven. La mayor de las
batallas que tendrá que experimentar el Corsario será
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aceptar que su corazón ha sido arrebatado por la hija
del asesino de sus hermanos, del cual había jurado
tomar venganza y exterminar a todo su linaje.
La mujer era signo de fatalidad en la obra de Salgari.
Es ella la que llevaba la condena al hombre en donde
quiera que se encontrara, puesto que la hermosura de
la misma no podía más que acarrear desgracias y
desencantos. El autor hace a su protagonista considerar
que Honorata fue su mayor bendición cuando la
empezó a amar; pero también fue su mayor infortunio
en el momento en que se dio cuenta de que era hija de
Wan Guld.
Al final, el Corsario Negro debió aceptar que no podría
estar al lado de la mujer amada, pero no fallaría al
juramento hecho a sus hermanos de matar a todos los
descendientes del conde flamenco. La solución trágica,
característica de la literatura romántica, fue en este caso
dar muerte a la unión de ambos personajes dejando a
Honorata abandonada en el mar, en el mismo lugar
donde sus hermanos estaban exigiendo venganza.
La narración termina en un ambiente fúnebre, de la
misma manera en el que tuvo inicio. Aunque esta vez
el Corsario no levanta la voz para exigir algo o lanzar
una promesa de venganza. Fiel al romanticismo, el
autor concluye su novela llenando al protagonista de
tristeza, de consciencia de que el amor y la felicidad se
han perdido en la lejanía. Y los valientes filibusteros
exclaman: “¡Mira, allá arriba: el Corsario Negro llora!
(Salgari 1998:187).
CONCLUSIONES
A partir de los elementos ejemplificados se interpreta la
inmersión de Emilio Salgari en la corriente literaria del
romanticismo tardío. Los vínculos probados entre las
representaciones de elementos solemnes, la exaltación
de los sentimientos de los personajes y el binomio de
pérdida y búsqueda de sentido permiten concluir que el
autor enarbola su obra en torno a las características
propias del romanticismo del siglo XIX.
El tema recurrente de la pérdida representada por la
muerte y el propósito de la vida representado, por un
lado, en el deseo de venganza y, por otro, en el encuentro
del amor, se halla igualmente en la tradición del
pensamiento romántico anterior a Salgari. Fue también
posible identificar una influencia del pensamiento
estoico en la aceptación serena de la imposibilidad del
amor, aun si el personaje sufre, se mantiene firme, pues
es el amor lo único que logra desviarlo de su propósito
inicial de venganza.
Recapitulando los aspectos perfilados en el análisis, se
concluye que la obra posee todos los elementos del
romanticismo del siglo XIX: héroes que superan
obstáculos y viven aventuras sin temor a lo que se
ponga a su paso; amores trágicos; batallas en tierra y
mar; filibusteros y mares embravecidos; un ambiente
geográfico detallado, de naturaleza exótica e imponente,
donde se desarrollan las aventuras; juramentos de
venganza y justicia guiados por el honor personal y
familiar; personajes con características sobrenaturales;
dramatismo y suspenso en una narración de lenguaje
rico. El Corsario Negro es fiel a las bases y orígenes
del movimiento filosófico y literario del romanticismo
a pesar de ser un escritor tardío a este.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES:
El autor declara no tener conflictos de interés.
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