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Número 11 / AGOSTO, 2020 (121-134)
Maria Fernanda Motato Valencia
Recibido:
(02/10/2019)
Aceptado:
(27/02/2020)
Número 11 / AGOSTO, 2020 (121-134)
EL NIHILISMO: UNA LÓGICA DE LA
DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA
HUMANA
NIHILISM: A LOGIC OF THE DECADENCE
THAT AFFECTS HUMAN LIVE
DOI:
https://doi.org/10.37135/chk.002.11.09
Artículo de Reflexión
Maria Fernanda Motato
Valencia
mafe.motatov@gmail.com
Universidad de Caldas, Facultad de
filosoa y letras, Departamento de
humanidades.
Manizales, Colombia
ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-9897-1945
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Número 11 / AGOSTO, 2020 (121-134)
Resumen
El presente trabajo se encarga de reflexionar sobre el fenómeno del
nihilismo, algunos de sus antecedentes en el campo literario (Turguénev y
Dostoievski) y su uso en el ámbito filosófico, con el fin de buscar un punto
de partida del uso del término en la discusión epistolar de los pensadores
alemanes Jacobi y Fitche. Las dos primeras partes del artículo se encargan
de hacer un contexto y un análisis de lo que se ha conocido por nihilismo.
Sin embargo, lo que se observa es que existe más ambigüedad que certeza
frente a este fenómeno. Para resolver lo que plantean las dos primeras partes,
el tercer momento se encarga de comprender el fenómeno del nihilismo
desde la visión nietzscheana. Algunos textos como: La gaya ciencia (1985),
La voluntad de poder (2006) y El crepúsculo de los ídolos (2001), son
estudiados para comprender que el nihilismo puede ser entendido como un
fenómeno que ha llevado al ser humano a una lógica de la decadencia que
ha afectado su habitar en el mundo, la cual podría tener su origen en la idea
de los dos mundos de Platón.
Palabras clave: Nihilismo, crisis de la cultura, filosofía, literatura.
Abstract
This paper reflects on the phenomenon of nihilism, some of its antecedents
in the literary field (Turguénev and Dostoevsky) and its use in the
philosophical field. This happens in order to find a starting point for the
use of this term in the epistolary discussion between the German thinkers,
Jacobi and Fitche. The first two parts of the article make a context and an
analysis of what has been known as nihilism. However, more ambiguity
than certainty against the so-called phenomenon of nihilism is observed
here. To solve what the first two parts set out, the third moment makes
the nihilism phenomenon understanding from the Nietzschean vision
clear. Some readings with: The Gaya Science (1985), The Will to Power
(2006) and The Twilight of the Idols (2001), are studied to understand that
nihilism can be understood as a phenomenon that has led the human being
to a logic of the decline that has affected his inhabiting the world, which
could have its origin in the idea of the two worlds of Plato.
Keywords: Nihilism, culture crisis, philosophy, literature.
EL NIHILISMO:
UNA LÓGICA DE LA
DECADENCIA QUE
AFECTA LA VIDA
HUMANA
NIHILISM: A LOGIC OF
THE DECADENCE THAT
AFFECTS HUMAN LIVE
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Maria Fernanda Motato Valencia
INTRODUCCIÓN
La presente investigación se plantea como objeto
principal analizar y reflexionar en torno a la falta
de sentido. Dentro del conjunto de todos los
problemas que agobian al hombre contemporáneo
(la guerra, la desigualdad, la injusticia, la muerte,
la crisis de los valores, etc.), quizá sea la falta de
sentido, en relación con su existencia, uno de los
más urgentes de tratar.
Este problema podría presentarse como algo
irresoluble o demasiado complejo para tratarse, y
por ello tanto más postergado. Es esta necesidad
la que impulsa esta investigación, creyendo como
muchos otros que la filosofía aún no ha agotado
su capacidad explicativa y de reflexión. Dado
este escenario, el presupuesto básico que guiará
esta investigación es: Existe una estrecha relación
entre el sinsentido y el fenómeno del nihilismo.
Para el desarrollo del supuesto planteado
anteriormente, será necesario contextualizar el
fenómeno del nihilismo a partir de algunos de sus
planteamientos tanto en la literatura como en la
filosofía. Está reflexión se dividirá en tres partes.
La primera buscará delimitar el significado del
nihilismo iniciando con la crítica que Friedrich
Jacobi hace a Johann Fichte (al considerar que
su reelaboración del idealismo kantiano no
puede ser otra cosa que nihilismo) y finaliza
con la novela Padres e hijos, de Iván Turguénev,
cuya importancia es fundamental, dado que fue
el primero en utilizar el concepto en el ámbito
literario.
La segunda parte busca caracterizar el concepto
a partir de uno de los escritores más relevantes
para la concepción del nihilismo: Dostoievski.
La tercera parte está dedicada a la forma en que
Nietzsche entiende el concepto, cuya elaboración
está estrictamente relacionada con la frase “Dios
ha muerto”. Es decir, se intentará indagar sobre
lo que cada uno de estos autores entendía sobre
el nihilismo a partir del uso y las definiciones que
le dan al concepto, para entender el fenómeno del
nihilismo y a su vez observar su repercusión en la
vida humana.
METODOLOGÍA
El siguiente artículo intenta reflexionar acerca
del fenómeno del nihilismo y su relacn con la
falta de sentido en la vida humana, por eso parte
de un contexto en donde se muestran algunos
de sus antecedentes, para así ver algunas de sus
consecuencias. Para el estudio de este problema
el artículo parte de un supuesto básico: puede
existir una estrecha relación entre el fenómeno del
nihilismo y el sinsentido.
Para el desarrollo del supuesto, este artículo
utiliza un método hermenéutico, por ello se hace
un breve rastreo del uso del rmino; en la primera
parte se analiza la correspondencia entre Jacobi
y Fitche, creyendo que este punto de partida
permite visualizar una primera concepción del
término desde un ambiente filosófico. Dentro de
esta primera parte también se habla de Turgnev,
el novelista ruso que introdujo por primera vez el
término nihilismo en la literatura, a través de su
novela Padres e hijos (1862), de la cual se analizan
algunos diálogos para ver la manera en que este
autor concibe al nihilismo.
La segunda parte de este artículo encuentra
reflexión en otro novelista ruso, Dostoievski,
especialmente en su novela Los Demonios (2008),
en este punto también se analizan algunos diálogos
para observar cómo fue retratado el nihilismo en
aquella época. Básicamente, la primera y segunda
parte sirven para evidenciar la ambigüedad del
término en diferentes épocas. Sin embargo,
estos dos primeros momentos, que parten de una
reflexión filosófica y literaria, dejan la pregunta:
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EL NIHILISMO: UNA GICA DE LA DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA HUMANA
¿qué es realmente el nihilismo, una concepción
filosófica o un comportamiento propio de una
generación?
Para resolver estas dudas la tercera parte del
artículo busca su sustento teórico en los aportes de
Nietzsche acerca del nihilismo. De este filósofo se
toma La gaya ciencia (1985), La voluntad de poder
(2006) y El crepúsculo de los ídolos (2001), con
el fin de mostrar que el fenómeno del nihilismo
no es una concepción filosófica como creía Jacobi,
ni tampoco es el carácter de una generación como
creían Turguénev o Dostoievski, a partir de un
cuidadoso pero breve análisis de los textos de
Nietzsche, este artículo muestra que el nihilismo es
un problema más complejo que debe ser analizado
en profundidad, ya que este fenómeno puede
afectar el habitar humano; este tercer momento
del artículo muestra que el nihilismo persiste con
mayor fuerza en nuestros días y se presenta en
forma de sinsentido.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Sentirse engañado es una sensación que a
cualquiera puede irritar, no tanto por el hecho de
descubrir que algo no es verdad, sino por la ilusión
de querer que algo lo sea. Creer que existe una
vida después de la muerte, por ejemplo, es algo
que muchos desean, pero no se anhela realmente
que Alicia en el país de las maravillas, se trate de
un libro histórico. Una novela se lee entendiendo
de antemano que se trata de una ficción, en eso no
hay problema alguno, pero ¿cuál es el sentido de
leer novelas si no nos las creemos?
El ser humano existe como apertura, como ser
donador de sentido. De modo que necesitamos
constantemente brindarle sentido a nuestra
existencia y calificamos como algo sin sentido a
aquello que a nuestro cerebro no le resulta lógico.
Aunque ocasionalmente estas distinciones resultan
confusas. Pensando precisamente en esto, Anthony
Burgess declaraba en su artículo: El sinsentido,
que existía tanto sentido en el sinsentido, como
sinsentido en el sentido (Burgess 1987).
Para entender la afirmación de Burgess quizá sea
necesario mostrar algunos de los ejemplos que él
da. En 1750 el dramaturgo británico Samuel Foote
escribía:
De manera que ella se fue al jardín a cortar una
hoja de col, para hacer un pastel de manzana;
y al mismo tiempo una osa, que subía por
la calle, metió la cabeza en la tienda. ‘¿Qué
pasa? ¿No hay jabón?’. Entonces él se mur
y ella, de forma muy imprudente, se casó
con el barbero, y estuvieron presentes los
picnniníes, y los joblillíes, y los garyalies, y
el propio gran Panjandrum, con el botoncillo
redondo en todo lo alto, y a todos ellos
les tocó jugar a la lucha libre, hasta que la
pólvora del cañón les llegaba a los talones de
sus botas. (Burgess 1987:1)
Aunque es evidente que tal texto parece no tener
sentido, su estructura lógica (sujeto, verbo y
predicado) nos induce a creer que sí lo tiene. Esto
se explica, según Burgess, si tenemos en cuenta
que Foote estaba más interesado en el sonido que
en el significado. Por otro lado, un escrito como
el de William Blake, Vete a Scofild: pregúntale
si es Bath o Canterbury, podría resultarnos
mucho menos comprensible si no desciframos su
simbolismo.
Scofield era el nombre de un soldado que
había insultado a Blake, y este nombre,
rumiado durante largo tiempo, se convirtió en
un emblema del mal. Bath, o Aquae Sulis, es
el lugar donde los romanos establecieron un
asentamiento británico. Canterbury, donde
murió el mártir Thomas, es el centro de la
cristiandad británica reformada. Del modo
que la línea significa: “Vete a mi malvado
enemigo y averigua si ya ha renunciado
a sus ambiciones militares, bárbaras y
paganas, y ha considerado seguir la dulce fe
de Jesucristo”. En este caso no es algo sin
sentido, ni tampoco la locura, pero podemos
ser perdonados si pensamos que se trata de
ambas cosas. (Burgess 1987:1)
Anteriormente se mencionó que el ser humano
necesita constantemente brindarle sentido a su
existencia, lo cual parece evidente. Menos claro,
en cambio, es el papel que juega el sinsentido.
Parece que este problema no se soluciona
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afirmando que existe sentido en el sinsentido
como sinsentido en el sentido (y seguramente
Burgess no planeaba con esto solucionar ningún
asunto). El problema del sentido está directamente
relacionado con los valores. Los seres humanos
valoramos todo aquello que resulta del devenir de
nuestra existencia. Decimos que algo es agradable,
mortificante, bueno, malo, falso o verdadero. De
forma que el valor que le damos a un determinado
fenómeno constituye, a su vez, el fundamento del
sentido que este guarda para nosotros.
¿Cómo valoramos, entonces, aquello que nos
produce la sensación del sinsentido? Se ha dicho a
grandes voces que esta época se ha caracterizado
por una crisis de los valores (aunque se puede
sospechar que en cada época ha existido algún
pesimista dispuesto a afirmar lo mismo). Siendo
así, ¿qué significa que los valores estén en crisis?
Quizá significa que se ha dejado de valorar o
que realmente no se hace como debería hacerse.
Esta crisis se asocia comúnmente al denominado
fenómeno del nihilismo, y es este precisamente el
asunto del que se ocupa esta reflexión. Creyendo,
como lo hacía Danilo Cruz Vélez, que es esta la
preocupación más urgente de nuestra época:
Si no nos estuviera invadiendo una ceguera
tenaz para lo que no sea superficial,
epidérmico y de primer plano, la cual nos
impide mirar en el fondo de donde mana todo
lo que está ocurriendo en nuestra época, no
habría una ocupación más urgente que la de
meditar noche y día sobre el fenómeno del
nihilismo. Este fenómeno está a la vista hace
mucho tiempo. (Cruz 1972:101)
BREVE HISTORIA DEL NIHILISMO
El término proviene del latín nihil, que significa
nada. Quizá la mejor forma de acercarse a su
significado sea el camino que se recorre para
entender algunas palabras: a través de su uso.
Sin embargo, dado que es difícil establecer el
momento exacto en el que se utilizó el rmino
por primera vez, lo mejor será encontrar algún
punto, esperemos que el más propicio para esta
reflexión. Este podría ubicarse a finales del siglo
XVIII (1799) con una carta que Friedrich Heinrich
Jacobi le escribe a Johann Gottlieb Fichte.
En esta carta, Jacobi acusa a Fichte de nihilista,
específicamente a su reelaboración del idealismo
kantiano, “Verdaderamente, querido Fichte, no
debe disgustarme, cuando usted, o quien sea,
quieren llamar quimerismo a lo que yo opongo
al Idealismo, al que acuso de nihilismo” (Serrano
1995:256). Para comprender mejor esta discusión
es necesario entender los supuestos de los que
parten cada uno, de manera que aquí trataremos
de exponer muy someramente esta cuestión.
Para Kant (del cual Fichte desarrolla buena parte de
sus ideas), las relaciones causales son descubiertas
cuando aplicamos las categorías a la experiencia,
lo que quiere decir que no podemos inferir
relaciones causales más allá de ella. Esto nos lleva
a la imposibilidad de conocer empíricamente un
orden causal del cual Dios es el autor (creador).
No podemos conocer a Dios por medio de la
experiencia. Aquí es importante una aclaración.
Si bien para Kant no podemos formular juicios
sintéticos sobre cosas que están más allá de la
experiencia, esto no implica la inexistencia de
Dios. La mejor conclusión sería que no es posible
afirmar desde la experiencia su existencia, pero
tampoco podemos negarla.
Disiento de la opinión tan a menudo
expresada por hombres eminentes y
reflexivos (por ejemplo Sulzer) al observar
la debilidad de las pruebas hasta ahora
presentadas, a saber, que podemos esperar
descubrir un día demostraciones evidentes de
las dos proposiciones cardinales de la razón
pura: que existe un Dios y que existe una
vida futura. Al contrario, estoy seguro de que
jamás sucederá tal cosa. ¿En qué se basará
la razón para efectuar afirmaciones sintéticas
que no se refieren a objetos de la experiencia
ni a su posibilidad interna? Pero tambn
es apodícticamente cierto que nadie podrá
jamás afirmar lo contrario con el menor viso
de verdad. (Kant 2005:430)
Este antecedente es muy importante para
entender la postura de Jacobi, dado que, para él,
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EL NIHILISMO: UNA GICA DE LA DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA HUMANA
la reelaboración que hace Fichte del Idealismo
kantiano lleva a un subjetivismo que no tiene
conocimientos en mismos, es decir, más allá
del conocimiento del mundo que tiene el sujeto.
Sería nihilista porque esta postura implicaría que
no existe nada más allá del sujeto que conoce. Es
decir, más allá del sujeto y la experiencia sensible,
lo único que existiría sería la nada, algo que a
Jacobi le aterraba:
Si lo más alto de lo que puedo tener
conciencia, que puedo intuir, es mi vacío y
puro, desnudo y mero Yo, con su autonomía
y su libertad, entonces reflexiva autointuición
y racionalidad son para una blasfemia.
Entonces reniego de mi existencia. (Serrano
1995:256)
En este punto es suficiente esta descripción sobre
la discusión Jacobi-Fichte, aunque su interés se
eleva si tenemos en cuenta que ni Kant ni Fichte
se consideraron como nihilistas. Sin embargo, es
necesario continuar con nuestra caracterización
sobre el término que nos interesa (nihilismo) para
no incurrir en desvíos innecesarios. Aunque a
partir del siglo XIX el término cobró mayor uso,
fue la novela de Iván Turguénev (Padres e hijos) la
que popularizó el término.
Escrita en 1862, la novela relata la historia de dos
jóvenes (Arkadii y Bazárov) recién graduados
que llegan a la hacienda de Nikolai Petrovich, el
padre de Arkadi. En dicha hacienda tienen lugar
algunas discusiones entre Bazárov y Pavel (el o
de Arkadii), quien es un militar retirado. Bazárov,
quien a mismo se considera nihilista, choca
frecuentemente con las costumbres de Pavel a
quien considera un representante del viejo mundo.
Es interesante, al respecto, la descripción que hace
Arkadii de Bazarov:
- ¿Que qué es Basarov? -sonrió
Arkadii-. ¿Es que quiere usted,
tío, que yo le diga lo que es?
- Hazme el favor, sobrino.
- Pues es nihilista.
- ¿Cómo? -preguntó Nikolai Petrovich;
pero Pavel Petrovich levantó en el aire el
cuchillo, untado de manteca en su afilada
punta, y quedóse inmóvil.
- Es nihilista -repitió Arkadii.
- Nihilista -recalcó Nikolai Petrovich-.
Eso viene del latín nihil (nada), según
creo recordar; probablemente, esa palabra
designa... que no cree en nada.
- Di más bien que nada respeta
-encarec Pavel Petrovich; y volv
a emprenderla con su mantequilla.
- Que a todo aplica su punto de vista crítico
-observó Arkadii.
- ¿Y no viene a ser todo uno? -preguntó
Pavel Petrovich.
- No; no es todo lo mismo. El nihilista es
un hombre que no acata ninguna autoridad,
que no tiene fe en ningún principio ni les
guarda respeto de ninguna clase, ni se deja
influir por ellos. (Turguénev 1971:22-23)
Aquí el término empieza a tornarse más concreto,
pero es necesario tener en cuenta el contexto de esa
época para apreciar mejor el sentido que guarda.
La segunda mitad del siglo XIX manifiesta una
serie de cambios fundamentales en el pensamiento
europeo; las ideas del positivismo hacen eco en los
jóvenes de esta época, los avances científicos y la
técnica resuenan mucho más que el ya abandonado
idealismo alemán, “sí, antes eran hegelianos, pero
ahora son nihilistas. Ya veremos cómo podéis vivir
en el vacío, en el espacio sin aire” (Turguénev
1971:25), le dice Pavel a Bazarov.
A este progresivo abandono del idealismo alemán
hay que sumarle las ideas de Augusto Comte
sobre el espíritu positivo, las agrias críticas de
Schopenhauer tanto a Hegel como a Fichte y las
nuevas posturas materialistas que empezarán a
erosionar toda autoridad metafísica en el terreno
del conocimiento humano.
Pero ¿es cierto, como hace un momento
nos decía Arkadii le pregunta Pavel a
Bazarov, que usted no reconoce ninguna
autoridad? ¿No cree usted en ellas? -No.
¿Y por q habría de reconocerlas, y en q
había de creer tampoco? Yo me atengo a los
hechos; eso es todo. (Turguénev 1971:25)
A partir de esta novela, el término nihilista empezó
a ser de uso común en Rusia; tanto así que el
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mismo Turguénev confiesa haber sido acusado de
nihilista: “‘ni padres ni hijos’, me dijo una graciosa
señora después de haber leído mi libro. ‘Este es el
verdadero título de vuestro relato; y vos mismo
sois un nihilista’” (citado por Volpi 2005:20). Esto
no debe sorprender, cada época trae consigo sus
propios escritores, sus propios conceptos y de
ellos las más variadas interpretaciones.
El caso de la novela Padres e hijos, no es la
excepción; si bien Turguénev estaba lejos
de considerarse nihilista, su propósito no era
recriminar a quienes estaban asumiendo esta
posición. Esto, sin embargo, no evitó que quienes
se consideraban nihilistas (incluso algunos que
no lo hacían) fueran vistos como probos por la
crítica social.
No en el sentido de un reproche, no por
un propósito de mortificación utilicé aquella
palabra, sino como expresión precisa y
exacta de un hecho real, histórico; ella fue
transformada en un instrumento de delación,
de condena inapelable, casi en una marca de
infamia. (citado por Volpi 2005:21)
Si bien nuestra caracterización del término
sitúa a Jacobi como el primero en utilizarlo en
un contexto filosófico y a Turguénev (quien se
autodenominaba creador de la palabra nihilista)
como el autor que lo popularizó, son otros quienes
se sitúan comúnmente como precursores del
Nihilismo.
Tanto Dostoyevski, en la literatura, como
Nietzsche, en la filosofía, dieron un lugar
privilegiado al Nihilismo en sus obras; las cuales
también se desarrollaron en la segunda mitad del
siglo XIX. Sin embargo, sería un error abordarlos
en la misma línea expositiva, dado que el trato y
la estima que tenían cada uno por el Nihilismo
es diferente y quiantagónico. Teniendo esto
en mente, lo mejor será iniciar con una breve
descripción de la relevancia que tiene para
Dostoievski el Nihilismo. Después se abordará
con un poco más de detenimiento la postura
nietzscheana.
EL NIHILISMO EN DOSTOIEVSKI
Entender el significado que Dostoievski (1821-
1881) le da al nihilismo, no es tarea cil.
Anteriormente se señalaron los problemas de
interpretación que puede tener un escritor en una
época determinada, pero quizá pocos padecen este
problema tanto como Dostoievski.
Con apenas 24 años ya había terminado su primer
novela: Pobre Gente, la cual le había hecho ganar
alguna fama entre los críticos rusos, especialmente
la de Vissarion Belinsky, uno de los principales
críticos del momento, quien veía en la novela las
principales preocupaciones sociales de su época:
“Otorguemos honor y gloria al joven poeta cuya
musa ama a quienes habitan buhardillas y sótanos,
y que adviene a los moradores de dorados palacios:
Mirad, también ellos son hombres, también ellos
son vuestros hermanos” (citado en Muñiz 1990:35)
Pese a este reconocimiento, Belinsky abandonó
rápidamente su entusiasmo por el joven escritor
al conocer sus siguientes trabajos. La razón de
esto y otros malentendidos radica en considerar
a Dostoievski como un escritor preocupado
únicamente por los problemas sociales de su
época, aun si esto ocupa un lugar importante en su
juventud. Razón por la cual se une al denominado
Círculo Petrashevski (un movimiento democrático-
revolucionario), lo que a su vez causó que en 1849
lo arrestaran y los condenaran a diez años de exilio
en Siberia.
Es quizá por este hecho, por las calamidades que
tuvo que pasar mientras cumplía su condena y
porque, al cumplirla, simpatizó con los eslavófilos
(quienes resaltaban, entre otras cosas, papel
integrador y salvador de la religiosidad rusa) que
sus intereses cambian tan notablemente. Esto
se puede apreciar mejor en la novela Crimen y
Castigo (1866) y en la crítica que Dimitri Pisarev
hace de ella, considerándola un ataque a los
revolucionarios y nihilistas de la época (citado en
Muñiz 1990:35).
A propósito de la postura antinihilista de
Dostoievski, en los cuadernos de notas de Los
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EL NIHILISMO: UNA GICA DE LA DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA HUMANA
demonios, afirma que fue su propia generación,
con su europeísmo libertario de juventud, la que
había engendrado a la joven generación terrorista
(2008:10) y es precisamente en esta novela donde
se puede apreciar mejor la relación que existe entre
la concepción que tiene Dostoievski del nihilismo
y una cierta inclinación de los jóvenes de su época
hacia lo que él denominaba terrorismo. En su
novela, un personaje nihilista llamado Nechaev se
expresa así:
Escuche. Para empezar provocamos
una revuelta Verhovenski siguió diciendo
nerviosamente, agarrando continuamente a
Stavrogin de la manga izquierda. Ya se lo
he dicho: llegaremos hasta la plebe. ¿Sabe
que ya tenemos una fuerza enorme? Nuestra
gente no es lo la que mata e incendia, la
que emplea armas de fuego al estilo clásico
o muerde a sus superiores. Ésos sólo son un
estorbo. Sin obediencia, las cosas no tienen
sentido para mí. Ya ve que soy un pillo y no
un socialista. ¡Ja, ja! Escuche, los tengo a
todos ya contados: el maestro que se ríe con
los niños del Dios de ellos y de su cuna es ya
de los nuestros. El abogado que defiende a un
asesino educado porque éste tiene más cultura
que sus víctimas y tuvo necesariamente que
asesinarlas para agenciarse dinero también es
de los nuestros. Los escolares que matan a
un campesino por el escalofrío de matar son
nuestros. Los jurados que absuelven a todo
delincuente, sin distinción, son nuestros. El
fiscal que tiembla en la sala de juicio porque
teme no ser bastante liberal es nuestro,
nuestro. Los funcionarios, los literatos, ¡oh,
muchos de ellos son nuestros, muchísimos,
y ni siquiera lo saben! Además, la docilidad
de los escolares y de los tontos ha llegado al
más alto nivel; los maestros rezuman rencor
y bilis. Por todas partes vemos que la vanidad
alcanza dimensiones pasmosas, los apetitos
son increíbles, bestiales… (Dostoievski
2008:301)
Esta relación que presenta Dostoievski entre el
nihilismo y las tendencias terroristas de su época
es quizá un tanto extrema, teniendo en cuenta
tanto las razones que le impulsaron a escribirla,
como el hecho de que en su obra no solo parece
existir en sus personajes una pérdida progresiva de
los valores, sino un gusto casi exquisito por llegar
a las más perversas manifestaciones humanas.
Sin embargo, aquí no se trata de establecer si es
acertado o no el sentido que Dostoievski le da al
concepto, s bien el asunto es de describir cuál
era el trato que le daba al mismo.
EL NIHILISMO EN NIETZSCHE
Aunque la concepción del nihilismo que tenía
Dostoievski es distinta a la que Nietzsche propone,
es necesario reconocer la influencia que el primero
tuvo sobre el segundo. En una carta que Nietzsche
escribe a Overbeck el 23 de febrero de 1987 narra
su descubrimiento de Dostoievski, precisamente
mientras trabajaba en La voluntad de poder:
¡Hace pocas semanas no conocía ni
siquiera su nombre, como persona inculta que
no lee revistas! La visita a una librería me ha
puesto por casualidad ante los ojos el Esprit
souterrain, su obra recién traducida al francés
(¡e igualmente por casualidad he descubierto
a los veintiún años a Schopenhauer y a
los treinta y cinco a Stendhal!). El instinto
de afinidad (¿o cómo debo llamarlo?) se
hizo inmediatamente sentir, mi alegría fue
extraordinaria… (Volpi 2005:51)
Pese a esta evidente influencia, Nietzsche no
considerará al nihilismo como una de las causas
de la decadencia que padecen los valores morales
de su época, ni mucho menos como una expresión
de comportamientos propios de una generación,
“El nihilismo no es un motivo, sino únicamente
la lógica de la decadencia” (Nietzsche 2006: 58).
Para entender en qué consiste esta lógica de la
decadencia es necesario entender la historia de la
misma como un proceso de desvalorización de los
valores que caracteriza el desarrollo de la historia
del pensamiento europeo. En ese sentido, son dos
los temas fundamentales relacionados con este
proceso de desvalorización: la doctrina platónica
de los dos mundos y la muerte de Dios.
Para Nietzsche, este proceso de desvalorización
tiene su origen en la fundación de la doctrina de
los dos mundos que propone Platón. Es decir, en
la postulación de un mundo ideal, que además es
trascendente y verdadero; el cual es superior al
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Maria Fernanda Motato Valencia
mundo sensible porque este último es considerado
aparente.
En la negación del mundo sensible, en tanto que
aparente, existe ya un proceso de desvalorización.
Este sería el acto originario. Este acto, según
Nietzsche, se realiza en cuanto que consideramos
como insuficiente el mundo real, para después
postular un mundo verdadero que cumpla con
nuestras expectativas.
Inventar fábulas acerca de otro
mundo distinto de este no tiene sentido,
presuponiendo que en nosotros no domine un
instinto de calumnia, de empequeñecimiento,
de recelo frente a la vida: en este último
caso tomamos venganza de la vida con la
fantasmagoría de “otra” vida distinta de ésta,
“mejor” que ésta. (Nietzsche 2001:56)
Una vez identificado el acto originario, aún queda
por responder cómo llega este a convertirse en una
lógica de la decadencia, esto es, en el nihilismo.
Nietzsche describe este proceso en un breve texto
de El crepúsculo de los ídolos, titulado: Cómo el
mundo verdadero acabó convirtiéndose en una
fábula. El mismo describe la historia del nihilismo-
platonismo en seis capítulos bastante concretos:
1. “El mundo verdadero, asequible al sabio, al
piadoso, al virtuoso, - él vive en ese mundo, es
ese mundo” (Nietzsche 2001:57) Este primer
capítulo hace referencia al pensamiento de
Platón, al mundo suprasensible como mundo
verdadero que solo puede ser alcanzado por
el sabio. Una idea que atañe a ese primer acto
originario que introduce una dicotomía en
el ser y que, a su vez, postula una “verdad”
que es, en principio, posible de alcanzar.
Según Nietzsche, La forma más antigua de
la Idea, relativamente inteligente, simple,
convincente. Transcripción de la tesis yo,
Platón, soy la verdad” (Nietzsche 2001:57).
2. “El mundo verdadero, inasequible por
ahora, pero prometido al sabio, al piadoso,
al virtuoso (al pecador que hace penitencia)
(Nietzsche 2001:57) Aquí la idea del mundo
verdadero se vuelve un poco más concreta, en
tanto que se convierte en promesa y se dibuja
el camino para alcanzarla: una vida virtuosa
es el precio para obtenerla. Solo queda aclarar
cuáles serán los valores que se deben seguir
para alcanzar la virtud, algo que estará a
cargo del cristianismo: “Progreso de la Idea:
ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más
inaprensible, - se convierte en una mujer, se
hace cristiana…” (Nietzsche 2001:57).
3. “El mundo verdadero, inasequible,
indemostrable, imprometible, pero, ya en
cuanto pensado, un consuelo, una obligación,
un imperativo” (Nietzsche 2001:57). El tercer
capítulo está en estrecha relación con el
pensamientode Kant.Aquí elmundoverdadero
se vuelve indemostrable, inasequible a
la razón teórica, como imposibilidad de
vincularse al terreno de la experiencia, pero
aún continúa sirviendo como imperativo: “En
el fondo, el viejo Sol, pero visto a través de la
niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada,
pálida, nórdica, kónigsberguense” (Nietzsche
2001:57).
4. “El mundo verdadero - ¿inasequible? En todo
caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado,
también desconocido. Por consiguiente,
tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a
qué podría obligarnos algo desconocido?”
(Nietzsche 2001:57) En este punto el mundo
verdadero se vuelve irrelevante, indiferente.
Dada la destrucción kantiana de las certezas
metafísicas, lo significativo se relega al ámbito
de lo cognoscible, lo medible, lo empírico. La
metafísica se convierte en juegos de palabras
y el pensamiento positivo la destierra del
campo del conocimiento: “Mañana gris.
Primer bostezo de la razón. Canto del gallo
del positivismo” (Nietzsche 2001:57).
5. “El mundo verdadero” - una Idea que ya no
sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -
una Idea que se ha vuelto inútil, superflua,
por consiguiente, una Idea refutada:
¡eliminémosla!” (Nietzsche 2001:57). En el
capítulo cinco, el “mundo verdadero” (que
ya aparece entre comillas) ya no representa
ninguna idea que deba ser mantenida,
ni siquiera ignorada. Esta idea debe ser
eliminada, suprimida como el más viejo error
de la humanidad. Ahora solo nos queda esperar
las consecuencias de este desvanecimiento.
6. “Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿q
mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?...
¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos
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EL NIHILISMO: UNA GICA DE LA DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA HUMANA
eliminado también el aparente!” (Nietzsche
2001:57).
Con este capítulo finaliza Nietzsche la historia del
más largo error; primero se desprecla vida tal
cual como se nos presentaba, se calificó al mundo
sensible como imperfecto y engañoso, en pro de
los valores más elevados, de un mundo verdadero.
Ahora ese mundo también se ha desvalorizado y,
con él, nos encontramos hundiéndonos cada vez
más en nuestra propia nada.
¿Qué queda después de negar tanto el mundo
sensible como el suprasensible? Estos dos
mundos, que constituían la totalidad del ser, han
sido abolidos y el resultado no puede ser otro: la
nada. Esta breve descripción del proceso de la
decadencia, de la desvalorización de los valores,
nos sirve para entender un poco más el trato que
Nietzsche le da al nihilismo.
El siguiente tema fundamental para entender el
nihilismo como movimiento histórico, como esa
lógica de la decadencia, es el que está relacionado
con la muerte de Dios. Sin embargo, antes de
cualquier examen apresurado sobre esta frase, es
necesario hacer dos aclaraciones. La frase “Dios ha
muerto” (Nietzsche 1990:115), no es una expresión
de un ateísmo radical que pueda encontrar su
fundamento en la filosofía de Nietzsche; nada s
lejos de sus intereses que limitarse a plantear una
posición teológica, por muy inquietante que esta
pueda ser.
En segundo lugar, Nietzsche no desconoce el
hecho de que en su época (y aún en la nuestra)
existían muchos devotos que seguían visitando
los templos y situando su obrar bajo la premisa
de un Dios creador que le brindaba sentido a toda
su existencia; es decir, tal frase no significa que
la fe en Dios se ha extinguido por completo del
habitar humano. Teniendo en mente estas dos
aclaraciones, el paso a seguir es tratar de explicar,
de modo muy breve y seguramente insuficiente, el
significado de dicha sentencia.
La frase Dios ha muerto” (Nietzsche
1990:115) aparece por primera vez en su
libro La gaya ciencia. Un loco, quien nos
recuerda a Diógenes, se pasea con una
linterna encendida en pleno día gritando
sin cesar “¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!”
(Nietzsche 1990:115). Es él quien por
primera vez anuncia la más terrible de las
noticias: Dios ha muerto. Específicamente,
somos nosotros quienes lo hemos matado.
Una vez que ha identificado a la víctima de
tal crimen y a sus perpetradores, el loco se
pregunta:
Pero, ¿cómo lo hemos hecho? ¿Cómo
hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos ha
dado la esponja para borrar completamente
el horizonte? ¿Qué hemos hecho para
desencadenar a esta tierra de su sol? ¿Hacia
dónde rueda ésta ahora? ¿Hacia q nos lleva
su movimiento? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos
precipitamos en una constante cda, hacia
atrás, de costado, hacia delante, en todas
direcciones? ¿Sigue habiendo un arriba y
un abajo? ¿No erramos como a través de
una nada infinita? ¿No sentimos el aliento
del vacío? ¿No hace ya frío? ¿No anochece
continuamente y se hace cada vez s
oscuro? ¿No hay que encender las linternas
desde la mañana? ¿No seguimos oyendo el
ruido de los sepultureros que han enterrado a
Dios? ¿No seguimos oliendo la putrefacción
divina? (Nietzsche 1990:115)
Esta noticia, que Dios ha muerto, significa que
todo el reino de los valores suprasensibles, de los
grandes ideales, de los fines, de los para qy de
sus normas, también han muerto con él. Es por
eso que la sentencia está en estricta relación con
el nihilismo: dado que el mundo suprasensible,
donde precisamente habitaba Dios, ha perdido
por completo su valor, ya no es posible que
este ser nos procure vida ni sentido a nuestra
existencia. Heidegger, en un ensayo titulado: La
frase de Nietzsche Dios ha muerto” (Nietzsche
1990:115), analiza esta sentencia no solo en
relación con la muerte del dios cristiano, sino en
su sentido más amplio, esto es, para designar el
mundo suprasensible en general.
Dios es el nombre para el ámbito de
las ideas y los ideales. Este ámbito de lo
suprasensible pasa por ser, desde Platón,
o mejor dicho, desde la interpretación de
la filosofía platónica llevada a cabo por el
helenismo y el cristianismo, el único mundo
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Maria Fernanda Motato Valencia
verdadero y efectivamente real. (Heidegger
2012:162)
Esta muerte representa el abandono de la idea
de ese otro mundo inmutable e imperecedero,
aquel lugar en donde reinaban desde siempre
las ideas de la verdad y la justicia, el mismo
que le brindaba sustento a este mundo aparente
y caótico que pensamos como lugar de tránsito,
como purgatorio momentáneo cuyos sufrimientos
se verían compensados y justificados en ese otro
mundo de la divinidad.
Ahora ese lugar se nos presenta como producto
de nuestras ilusiones, de nuestras carencias y
nos damos cuenta de que no tenemos derecho a
tomarlo por verdadero. Vacío está ese mundo y
vacías están nuestras esperanzas, “ahora que se
hace claro el mezquino origen de estos valores,
nos parece que el universo se desvaloriza, pierde
su sentido” (Nietzsche 2006:37).
Sería necesario un trabajo mucho más extenso para
analizar a fondo todo lo concerniente al fenómeno
del nihilismo. Aquí apenas hemos caracterizado
parte de su uso y algunos de los significados que
ha tenido tanto en la literatura como en la filosofía,
para ver de qué manera desde los postulados de
Nietzsche, el nihilismo se relaciona con la falta de
sentido en el ser humano.
EL NIHILISMO Y LA FALTA DE
SENTIDO
Durante las tres primeras partes de este artículo se
ha estado pensando en torno al término nihilismo,
esto con el fin de vincularlo con el problema
central de esta reflexión: la falta de sentido que
padece nuestro habitar humano en estos tiempos.
Para este análisis es necesario dejar claro que aquí
se parte de los supuestos teóricos de Nietzsche, es
decir, se entiende que el nihilismo es un proceso
de desvalorización de los valores que puede tener
una estrecha relación con la pérdida de sentido.
Para entender cómo el nihilismo nos puede llevar
a una pérdida de sentido es necesario pensar en un
tema del que se ha hablado bastante en los últimos
años, la crisis de los valores. Cuando padecemos
una crisis o nos hablan de una crisis pensamos en
un momento de quiebre, una ruptura, un cambio
o un momento de tensión que nos puede afectar.
Las crisis son momentos de duda que nos sacan de
nuestra estabilidad, estas pueden ser de diversos
tipos, algunas s fuertes que otras, algunas son
colectivas, otras individuales.
Cuando nos referimos a la crisis de los valores
hablamos de una crisis individual que afecta
directamente la existencia, porque los valores son
los fundamentos sobre los cuales nos apoyamos,
de allí surgen nuestras creencias, opiniones,
decisiones y perspectivas que darán guía a
nuestro habitar en el mundo. Si nuestros valores
están en crisis, es decir, en duda o en quiebre,
inevitablemente se va a ver afectada nuestra
estabilidad existencial. “Una crisis individual es
la destrucción de todo fundamento subjetivo, todo
valor moral que para la persona es positivo porque
sobre ella basa lo más importante para sí.” (García
& Benítez 2009:108)
Con la famosa frase de Nietzsche acerca de la
muerte de Dios, vemos que aquellos valores
absolutos que servían de sustento, van perdiendo
su valor para la vida, ingresan en un estado de
crisis y las preguntas que surgen desde la filosofía
son: ¿qué consecuencia tiene esta crisis de valores
absolutos? ¿Qué sucederá con el ámbito que Dios
ocupaba? ¿Quedará irremediablemente vacío o
surgirá algo que pueda ocupar su lugar? Heidegger
explica en su ensayo titulado Sobre la frase de
Nietzsche (2012), que:
En el lugar de la desaparecida autoridad de
Dios y de la doctrina de la Iglesia, aparece
la autoridad de la conciencia, asoma la
autoridad de la razón. Contra ésta se alza el
instinto social. La huida del mundo hacia lo
suprasensible es sustituida por el progreso
histórico. La meta de una eterna felicidad
en el más allá se transforma en la de la
dicha terrestre de la mayoría. El cuidado del
culto de la religión se disuelve en favor del
entusiasmo por la creación de una cultura
o por la extensión de la civilización. Lo
creador, antes lo propio del dios bíblico, se
convierte en distintivo del quehacer humano.
Este crear se acaba mutando en negocio
(Heidegger 2012:165)
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EL NIHILISMO: UNA GICA DE LA DECADENCIA QUE AFECTA LA VIDA HUMANA
Estas ideas acerca del progreso histórico, la
felicidad de la mayoría, la extensión de la
civilización y las constantes creaciones humanas
(por medio de la técnica), han servido para tratar
de llenar las expectativas y anhelos humanos.
La búsqueda insaciable de sentido, de una para qué,
nos ha permitido reemplazar unas ilusiones por
otras, crear nuevos dioses y encontrar un rumbo
que permita continuar despertando día a día como
si esto fuese un medio para alcanzar algún fin.
Queda preguntarnos desde está reflexión si acaso
esto ha funcionado, si después de todo este trabajo
nos sentimos más completos o si acaso todo esto
ha sido un esfuerzo inútil por llenar un vacío que
no puede ser llenado.
Desde la reflexión filosófica podemos pensar que
la rdida de sentido se relaciona con el fenómeno
del nihilismo porque en la historia de este proceso
de desvalorización de los valores decimos que se
está negando la vida misma. Recordemos que en
el momento en el que Platón consideró el mundo
sensible como un mundo engañoso, negó la
realidad existente.
Estas ideas de Platón son tomadas por el
cristianismo y encarnadas a través de la idea de
Dios. Después, la ciencia moderna cree superar
estas ideas fantasiosas y postula a la razón como
pilar fundamental, como valor absoluto que guiará
a un lugar mejor a la humanidad, sin embargo, en
este proceso de desvalorización vemos que opera
una misma estructura.
La actual crisis de los valores nos muestra que estos
más que ser un fundamento para la existencia, son
un consuelo por el miedo a perecer, por el miedo
a sentir que nuestra existencia no tiene ningún
propósito ni un para qué digno. Por eso, cuando
los valores absolutos entran en crisis otros toman
su lugar, con la certeza de que se encontrará
el verdadero camino que nos conduce a algo
mejor. Sin embargo, más que cambios, vemos la
repetición de un modelo con la misma función: ser
el consuelo de las aflicciones humanas.
La idea de un mundo suprasensible nos consoló
del miedo que sentimos frente a la muerte
irremediable; creímos que en realidad existía un
lugar puro en el que los padecimientos del mundo
no existían; la idea de la razón como autoridad nos
hizo creer que nuestra capacidad es suficiente para
ordenar y limitar el mundo a nuestro antojo; la
idea de la felicidad como meta y consuelo nos hizo
creer que los resultados que buscamos y la dicha
que perseguimos culminarán en un final en el que
se justifiquen los sufrimientos que padecemos.
Vimos la meta, el fin último, el propósito, pero
no buscamos el origen que empujó estas ideas.
No nos dimos cuenta de que la fragilidad humana
nos llevó a buscar un refugio, un hogar ideal en el
cual nos pudiéramos consolar del dolor y del frío
que produce el mundo; es ahora con la revelación
que nos procura el nihilismo que sentimos que
“la falta de meta, la falta de respuesta al por qué”
(Nietzsche 2006:35).
Es el proceso de desvalorización de los valores
el que nos muestra que, en nuestra búsqueda
de valores absolutos, lugares ideales o mundos
mejores, hemos de cierto modo negado la vida y
el mundo tal como es. Por ello cuando nuestros
valores absolutos entran en crisis, es cuando se
pierde el sentido, desgarrando inevitablemente
nuestra existencia porque aquellos valores que
servían como guía, pierden su utilidad, caducan
y nos sentimos vagando solos en medio de este
mundo caótico sin sentido.
CONCLUSIONES
Este artículo en su primer y segundo momento
sirvió de contexto para analizar el término
nihilismo dentro de la literatura y de la filosofía,
en donde vimos que este era entendido por algunos
escritores como un acontecimiento de un siglo.
Por su parte la discusión epistolar entre los
filósofos alemanes nos mostró que el nihilismo era
entendido como una corriente del pensamiento;
sin embargo, el tercer momento de este artículo
reflexiona desde una postura nietzscheana que el
nihilismo no es necesariamente un acontecimiento
de un siglo o una corriente del pensamiento;
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sino que también puede ser entendido como
movimiento histórico que ha afectado el devenir
del pensamiento occidental y que, justo ahora,
dos siglos después de su planteamiento, podemos
entrever algunas de sus consecuencias s
ensordecedoras.
Lo que cuento es la historia de los dos
próximos siglos. Describe lo que sucederá,
lo que no podrá suceder de otra manera: la
llegada del nihilismo. Esta historia ya puede
contarse ahora, porque la necesidad misma
está aquí en acción. Este futuro habla ya
en cien signos; este destino se anuncia por
doquier; para esta música del porvenir ya
están aguzadas todas las orejas. Toda nuestra
cultura europea se agita ya desde hace
tiempo, con una tensión torturadora, bajo una
angustia que aumenta de década en cada,
como si se encaminara a una catástrofe;
intranquila, violenta, atropellada, semejante
a un torrente que quiere llegar cuanto antes
a su fin, que ya no reflexiona, que teme
reflexionar. (Nietzsche 2006:31)
El examen sobre el terreno del supuesto por el
que parte el artículo (es decir, puede existir una
estrecha relación entre el fenómeno del nihilismo
y el sinsentido) ha permito entender que, tanto la
búsqueda de sentido, propia del ser humano, como
el denominado fenómeno del nihilismo, entendido
a partir de Nietzsche, se considera como la lógica
misma de una decadencia, no como un suceso
que fue superado con la llegada del siglo XX. El
final del tercer momento brindó herramientas para
entender lo concerniente a la muerte de Dios, cuyo
análisis pasó por entender a Dios como el ser que
ocupaba el ámbito de lo suprasensible.
Dicho ámbito tuvo su origen en la doctrina
de los dos mundos propuesta por Platón y fue
entendida, a partir de Nietzsche, como el acto que
dio origen a un proceso de desvalorización de los
valores, pues en la negación del mundo sensible,
en tanto que aparente, existe ya un proceso de
desvalorización. La metáfora de la muerte de Dios
nos muestra el vaciamiento de este ámbito de lo
suprasensible, cuyo espacio debía ser llenado por
alguna otra idea o entidad que brindara sentido a
nuestra existencia, dejando al ser humano en una
búsqueda de sentido.
La razón, la felicidad de la mayoría, el progreso
histórico, la técnica, han sido otros valores o ideas
supremas en los que el ser humano ha puesto la
esperanza para encontrarle un sentido a la vida,
pero parece que nada es suficiente, estos ideales
también han caído en crisis y la pérdida de sentido
en la actualidad se hace más latente.
La rdida de sentido que padecemos a raíz de
la crisis de los valores tiene su fundamento en el
fenómeno del nihilismo, porque en el momento en
el que se negó la vida en misma, ingresamos
a una lógica de la decadencia que tiene como fin
último mostrarnos la realidad de nuestros valores
absolutos.
Si repensamos nuestra época, vemos que, con la
llegada del nihilismo hasta nuestros días, se nos
ha revelado la cara de las ideas supremas, de las
verdades absolutas en las que fundamentamos
nuestra existencia; sin el velo de la ilusión y la
creencia, se nos presentan como artificios sobre
los cuales hemos tratado de dar sentido al mundo
y a la existencia. Inevitablemente este fenómeno
nos lleva a una pérdida de sentido.
DECLARACIÓN DE CONFLICTOS DE
INTERESES:
La autora declara no tener conflictos de interés.
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