EL OCASO DE LA CIUDADANÍA INDÍGENA EN EL ECUADOR CONTEMPORÁNEO
Número 10 / ABRIL, 2020 (12-24)
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Número 10 / ABRIL, 2020 (12-24)
DOI:
https://doi.org/10.37135/chk.002.10.01
ltuaza@unach.edu.ec
Universidad Nacional de Chimborazo,
Facultad de Ciencias de la Educación,
Humanas y Tecnologías, Carrera de
Pedagogía de la Historia y las Ciencias
Sociales.
Riobamba, Ecuador
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-9533-5107
Recibido:
17/09/2019
Aceptado:
07/02/2020
Luis Alberto Tuaza Castro
EL OCASO DE LA CIUDADANÍA
INDÍGENA EN EL ECUADOR
CONTEMPORÁNEO
THE SUNSET OF INDIGENOUS
CITIZENSHIP IN CONTEMPORARY
ECUADOR
Luis Alberto Tuaza Castro
Número 10 / ABRIL, 2020 (12-24)
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El artículo analiza las causas y las repercusiones de la decadencia de la
ciudadanía indígena en el Ecuador contemporáneo, en contraste con las
experiencias de ejercicio ciudadano, emprendidas por los indígenas antes
de la constitución de 2008, desde el acercamiento etnográco y la literatura
académica crítica a la interrelación del gobierno con los pueblos indígenas.
El estudio concluye que el desgaste organizativo del movimiento indígena
y la inuencia de un gobierno concebido en las lógicas del poder tradicional
(buen patrón, lántropo y pastor) provenientes del régimen de hacienda,
posibilitan la desaparición de la noción de los derechos y hacen que la
democracia pierda signicado. Se señala también que, en esta situación,
los indígenas se convierten nuevamente en seres menesterosos de quienes
ejercen los cargos de representación pública, sin mayores derechos ni
protagonismo político.
Palabras clave: Movimiento indígena, ciudadanía intercultural, políticas
públicas.
This article analyzes the causes and consequences of decay of the
indigenous citizenship in contemporary Ecuador, in contrast to the
experiences of citizen exercise undertaken by indigenous people, before the
2008 constitution, from the ethnographic and literature academic criticism
of the government’s interrelation with the indigenous population. The study
concludes that the organizational decay of the indigenous movement and
the inuence of a government conceived in the logic of traditional power
(good employer, philanthropist and pastor) from the nancial regime, allow
the disappearance of the notion of rights, and make democracy lose its
meaning. It is also pointed out that during this situation indigenous people
are used again by those who exercise positions of public representation,
with no rights or political prominence.
Keywords: Indigenous movement, intercultural citizenship, public policies.
Resumen
Abstract
Número 10 / ABRIL, 2020 (12-24)
EL OCASO DE LA
CIUDADANÍA INDÍGENA
EN EL ECUADOR
CONTEMPORÁNEO
THE SUNSET OF
INDIGENOUS
CITIZENSHIP IN
CONTEMPORARY
ECUADOR
EL OCASO DE LA CIUDADANÍA INDÍGENA EN EL ECUADOR CONTEMPORÁNEO
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INTRODUCCIÓN
Cuando la Constitución (2008) designó al Estado
ecuatoriano como intercultural y plurinacional,
que reconoce los derechos colectivos, la justicia
indígena, la participación ciudadana, las circuns-
cripciones territoriales, los derechos de la natura-
leza, las autonomías indígenas, la democracia co-
munitaria y estableció el Sumak kawsay o el buen
vivir como el objetivo a alcanzar en los programas
de desarrollo, parecía que por n había llegado
una nueva época, en que la discriminación étnica
desaparecía por completo.
Los indígenas fueron reconocidos como ciudada-
nos con derechos, sus demandas eran acogidas, el
Estado construido sobre la matriz colonial había
sido derrotado por “las lógicas de la igualdad y de
la diferencia” (Rojas 2015:23), y parecía que, por
n se construía una patria para todos. No obstante,
con el correr del tiempo, las promesas de días me-
jores que ofreció la mencionada Constitución, no
lograron concretizarse sucientemente; y los pue-
blos indígenas que otrora demostraron capacidad
de articulación de acciones colectivas, alcanzando
el reconocimiento de sus derechos y la incorpora-
ción de nuevos actores en el sistema político (Za-
mosc 2007), paulatinamente fueron desmoviliza-
dos (Pachano 2012), perdiendo así sus derechos
de ciudadanía, hasta tal punto de convertirse en
individuos necesitados de las ayudas de los blan-
co-mestizos que gobiernan y que se autodenen
como los benefactores de la “desgraciada raza in-
dígena” (Bonifaz 1988:445).
A tenor de esta realidad, el presente artículo pre-
tende responder a los siguientes interrogantes:
¿Cuáles son las causas que conducen a este ocaso
de la ciudadanía indígena? ¿Cuáles son las reper-
cusiones que genera esta situación en términos de
derechos y de los procesos de democratización?
Las posibles respuestas a estas preguntas se pue-
den encontrar en el análisis de la trayectoria his-
tórica de la lucha indígena y la interrelación del
movimiento indígena con los gobiernos de turno.
METODOLOGÍA
El presente artículo de investigación se elaboró a
partir del acercamiento etnográco a la trayectoria
histórica del movimiento indígena y a las visiones
críticas de la interrelación de los indígenas y el go-
bierno en el periodo 2007 – 2017 que aparecen en
la literatura académica reciente. En la ejecución
del análisis se tomaron en cuenta los siguientes
aspectos:
a) los procesos históricos de la reivindicación in-
dígena,
b) la apuesta por la organización comunal,
c) la participación política de los indígenas, a
través del Movimiento de Unidad Plurinacio-
nal Pachakutik – Nuevo País y el Movimiento
Amauta Yuyay,
d) la relación del gobierno de Rafael Correa con
las bases indígenas, y
e) la visibilización de la continuidad de las anti-
guas formas de dominación, procedentes del
régimen de hacienda en la ejecución de las po-
líticas públicas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los estudios referentes a los pueblos indígenas de-
muestran que estos a lo largo de la vida republica-
na se esforzaron por construir la ciudadanía activa.
Históricamente excluidos por los blanco-mestizos
y por el Estado monocultural, reclamaron el acce-
so a la tierra, el mejoramiento de sus condiciones
de vida, sus derechos a la participación política,
el reconocimiento de sus lenguas, el respeto de la
diversidad cultural (Rojas 2015), el derecho a la
educación bilingüe, la aceptación de sus prácticas
de administración de justicia (Grijalva 2012), la
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salvaguarda de sus territorios, el respeto a la na-
turaleza, la defensa del agua y la construcción de
un Estado plurinacional e intercultural (De Sousa
2012).
En sus localidades, los indígenas desarrollaron sus
propias capacidades de agencia a n de enfrentar
a las crisis económicas, políticas, sociales y cultu-
rales. Crearon y consolidaron las organizaciones
comunitarias, emprendieron los programas de de-
sarrollo, buscaron el apoyo de los aliados estraté-
gicos, entre estos, las organizaciones de coopera-
ción al desarrollo, la Iglesia Católica, las Iglesias
Evangélicas, instituciones que proporcionaron
recursos económicos y tecnológicos, con los que
construyeron caminos vecinales, infraestructura
educativa, servicios de agua entubada, el mejora-
miento de la producción agropecuaria y la capaci-
tación de los líderes comunitarios.
Entre las organizaciones comunitarias creadas por
los indígenas, se destaca la comuna, organismo
que se convirtió en ente articulador de la interrela-
ción y negociación indígena con las instituciones
estatales y otras entidades de cooperación. Si bien
es cierto, la organización comunal fue reconocida
por la legislación nacional, desde 1937, a través
de la Ley de Régimen de Organización y de Co-
munas; sin embargo, por la oposición de los blan-
co-mestizos de los centros parroquiales y de los
hacendados, esta ley solo se ejecutó después de la
segunda reforma agraria, en 1973, cuando fueron
creadas la mayoría de las comunas indígenas.
Contar con la comuna fue para los indígenas un
paso signicativo en la búsqueda de su liberación,
de la dominación de los hacendados y de los blan-
co-mestizos que administraban las poblaciones in-
dígenas, despóticamente. Antes de contar con la
organización comunal, los indígenas dependían de
los centros parroquiales. En estos lugares eran ob-
jetos de explotación, no podían tomar decisiones
por mismos (Pallares 2000), ni tener recursos,
ni establecimientos educativos donde educar a sus
hijos.
La comuna se convirtió en un espacio de democra-
tización, de resistencia y de otorgamiento de dere-
chos. Con la organización comunal, reconocida le-
galmente por el gobierno, los indígenas fundaron
las escuelas, posibilitando así el acceso de niñas y
niños a la educación primaria y secundaria (Tuaza,
2017); obtuvieron obras de infraestructura: casas
comunales, espacios deportivos, servicios de agua
entubada y riego, talleres artesanales, formaron a
líderes y lideresas que con el tiempo llegaron a los
espacios de representación pública.
En la comuna fue posible, también, la resolución
de conictos concernientes a temas jurídicos. Si
en el pasado los litigios de tierras, de familias y
de cónyuges se resolvían ante el teniente político
y los jueces a un costo económico alto, o los jui-
cios no eran resueltos a brevedad; en el espacio
comunitario se podían solucionar los problemas
rápidamente y con benecios para las dos partes
involucradas en el pleito (García 2012).
Para la década de los noventa del siglo pasado,
más allá de la organización comunal, los indíge-
nas crearon las Organizaciones de Segundo Grado
(OSG) que aglutinaban a varias comunas y asocia-
ciones a nivel cantonal y provincial. En 1986, los
dirigentes indígenas, representantes de las OSG de
las distintas partes del país, fundaron la Confede-
ración de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del
Ecuador (CONAIE).
Animados por esta organización nacional, los in-
dígenas protagonizaron los levantamientos (1990,
1992, 1997 y 2000) que paralizaron al país. Las
dos últimas movilizaciones (1997 y 2000) desata-
ron la caída de los gobiernos de Abdalá Bucaram y
Jamil Mahuad. El eslogan de las mencionadas ac-
ciones colectivas fue: “nada solo para los indios,
la unidad en la diversidad” (Tuaza 2011:60). Este
ideal atrajo la simpatía y el respaldo de otros sec-
tores sociales a la lucha indígena.
En el afán de conquistar la participación política,
los indígenas crearon el Movimiento de Unidad
Plurinacional, Pachakutik Nuevo País (1996),
brazo político de la CONAIE (Van Cott 2005;
Becker 2015), y posteriormente el Amautay Yu-
yay (1998), movimiento político de los indígenas
evangélicos (Guamán 2006). Estos dos movimien-
tos políticos permitieron participar a los indígenas
en la contienda electoral a nivel nacional y local.
Los candidatos indígenas por Pachakutik y Amau-
ta Yuyay, propusieron romper con las antiguas
prácticas políticas, caracterizadas por la discrimi-
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nación, el clientelismo, el uso patrimonial de las
instituciones estatales y la ausencia de la partici-
pación de la ciudadanía en el diseño y en la eje-
cución de las políticas públicas. “Gobernar con-
sultando a las bases, gobernar obedeciendo a los
verdaderos mandantes” Tuaza 2011:67), fueron
las expresiones signicativas con las que los can-
didatos se presentaron en las campañas políticas.
Las autoridades electas de estos dos movimientos
políticos, especialmente de Pachakutik, una vez
posesionados en los cargos de representación en
los gobiernos autónomos descentralizados muni-
cipales, con alto porcentaje de población indígena
como en Guamote, Chimborazo, Cotacachí en Im-
babura (Ortiz 2012) y Nabón en el Azuay, promo-
vieron la creación de los parlamentos indígenas y
populares (Bebbintong & Torres 2001). Hablaron
de una democracia participativa, en la que inter-
vienen todos los actores sociales para el diseño
de la acción política, el análisis de la realidad, la
elaboración de los presupuestos, el diseño de los
planes de desarrollo y la toma de decisiones (Bra-
vo 2017; Conaghan 2016).
El movimiento indígena se convirtió en un actor
político decisivo en educación bilingüe, desarrollo
rural, diseño institucional, el fortalecimiento de la
democracia que impulsa la inclusión de grupos
tradicionalmente marginalizados, así como el mo-
delo saludable de conexiones partido-sociedad y
las relaciones interétnicas (Lalander 2010).
Además, protagonizó la movilización social con-
tra el neoliberalismo, a través de la cual se con-
virtió en un movimiento social en búsqueda de
un liderazgo nacional (Lalander & Ospina 2012).
Aunque, la imagen de la fuerza política diferente
y alternativa fue dañada (Lalander 2010), por los
desaciertos en la alianza con Lucio Gutiérrez, mi-
litar que junto con el movimiento indígena provo-
la caída del gobierno de Jamil Mahuad, y que,
en las elecciones de 2002, llegó a la presidencia
de la república. Gutiérrez, que en un principio se
mostró crítico al neoliberalismo, pronto abandonó
esta postura, mostrándose favorable a las políticas
emanadas del consenso de Washington, situación
que provocó la ruptura con Pachakutik, que for-
mó parte de su gobierno durante los primeros seis
meses.
Llegadas a la segunda década del siglo XXI, las
organizaciones indígenas atraviesan las situacio-
nes de fraccionamiento y de debilitamiento. Estos
dos aspectos tienen que ver, por un lado, con el
mismo desgaste del movimiento indígena, y, por
otro, con la confrontación del gobierno de Rafael
Correa con la CONAIE.
Con respecto al desgaste, esto se produjo por los
desaciertos en la alianza de los indígenas con Lu-
cio Gutiérrez, tal como se ha señalado anterior-
mente, dado que los dirigentes pertenecientes a la
Federación de Indígenas Evangélicos del Ecuador
(FEINE), prerieron continuar siendo parte del
gobierno, mientras que los militantes de Pachaku-
tik y de la CONAIE se retiraron.
Asimismo, las organizaciones comunitarias y
otras de alcance nacional se sentían escasamen-
te representadas por la CONAIE (Sánchez-Parga
2007; Tuaza 2011). Adicionalmente, en las bases
del movimiento indígena existían fraccionamien-
tos y confrontaciones entre los líderes, las organi-
zaciones, ocasionadas por la inuencia de los pro-
yectos de desarrollo, la migración campo-ciudad,
el cambio generacional de la dirigencia y casos de
corrupción.
Los estudios señalan igualmente que las organiza-
ciones indígenas como el Ecuador Runakunapak
Rikcharimuy (ECUARUNARI), lial de la CO-
NAIE y otras organizaciones campesinas e indíge-
nas han mantenido las protestas medioambientales
y el rechazo a las acciones del gobierno, pero con
escasos resultados (Pachano & Freidenberg 2016).
En efecto, durante los diez años del mandato pre-
sidencial de Rafael Correa, las convocatorias del
movimiento indígena a las marchas por el agua y
el rechazo a la minería a gran escala en los territo-
rios indígenas encontraron escasa respuesta de la
población indígena.
Por otra parte, la decadencia de las organizaciones
indígenas se explica por la inuencia del gobierno
de Rafael Correa que, según los estudios, se ha ca-
racterizado por ser personalista, confrontacional,
populista y tecnocrático (De la Torre 2013). Co-
rrea, pese a considerarse como la encarnación del
pueblo (De la Torre 2011), el amigo, el mashi, el
actor político que hace posible la “refundación de
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la patria, la segunda y denitiva independencia”
(Correa 2013:20) se mostró hostil al movimiento
indígena, persiguió a los dirigentes y calicó de
sabotaje y terrorismo las movilizaciones convo-
cadas por la CONAIE, judicializó la lucha social
(Lalander & Ospina 2012), y mandó apresar a los
dirigentes que protagonizaron las marchas y el
cierre de las vías en Zamora Chinchipe, Morona
Santiago y Loja, tres provincias afectadas por la
minería a cielo abierto.
Por su parte, Meléndez y Moncagatta (2017) se-
ñalan que la “gura altamente carismática y la
utilización de una retórica polarizadora hicieron
posible el establecimiento de una comunicación
directa con las masas, debilitando de este modo las
instituciones democráticas y así mantenerse en el
poder” (Meléndez & Moncagatta 2017:437), a la
que hay que añadir, igualmente, la decadencia de
las organizaciones de la sociedad civil, entre estas,
el Frente Unitario de Trabajadores y la Unión Na-
cional de Educadores.
En efecto, la gura carismática de Correa no solo
atraía la simpatía del pueblo, sino que se tradujo
en prepotencia, porque él demarcaba la separación
entre quienes estaban a su favor y quienes se con-
vertían en sus adversarios. Dado que el movimien-
to indígena mantenía un discurso contestatario al
régimen, en 2010 Correa despojó a la CONAIE
de la dirección del Consejo de Desarrollo de los
Pueblos Indígenas y de la Dirección de Educación
Bilingüe Intercultural (Altmann 2014), institucio-
nes gubernamentales que, desde la fundación, ve-
nían siendo administradas por las organizaciones
indígenas.
En teoría, Correa pregonaba la participación ciu-
dadana como el eje transversal de la acción polí-
tica, pero en la práctica, estatizó y desde el poder
se crearon y promocionaron las organizaciones
sociales anes a su gobierno, a la vez que se
fragmentaron, debilitaron y cooptaron a las or-
ganizaciones de la sociedad civil. “En su afán de
debilitar a la CONAIE desempolvó del olvido a
la Federación Ecuatoriana de Indios, antigua or-
ganización del Partido Comunista, que casi había
desaparecido en los años ochenta y noventa” (De
la Torre 2011:69).
La participación ciudadana, al convertirse en un
atributo estatal limitó “las posibilidades de reco-
nocerla como la acción libre e instantánea de la
sociedad, que incluso puede aparecer como sub-
versiva ya que no se realiza en esos ámbitos ins-
titucionales” (Pachano 2012:98). De hecho, la
movilización social protagonizada por los movi-
mientos sociales fue considerada por el régimen,
actos de sabotaje y terrorismo (Correa 2012).
Los estudios señalan igualmente que Correa en el
ejercicio gubernamental, fomentó el hiper-presi-
dencialismo, con el cual deterioró la calidad de la
democracia, radicalizó el esquema autoritario de
poder bajo la concentración de los recursos polí-
ticos y la neutralización de los poderes fácticos
(Pachano & Freidenberg 2016; Conaghan 2016;
Basabe & Martínez 2014; Collins 2014) actos que
fueron justicados con la misma constitución de
2008 que otorga mayor capacidad de maniobra al
ejecutivo, en menosprecio de otros poderes del es-
tado.
En contraste a los estudios antes mencionados,
Lalander y Ospina (2012) sugieren entender el
conicto del gobierno de Rafael Correa y el mo-
vimiento indígena desde otras perspectivas. Para
estos autores, la confrontación tiene que ver con el
dilema intercultural, la oposición al extractivismo
por parte de las organizaciones indígenas, las dife-
rencias en cuanto a la apreciación de la moviliza-
ción social, la política agraria y la política estatal
orientadas a la desectorización de las organizacio-
nes sociales.
En cuanto al dilema intercultural, los menciona-
dos autores señalan que, en la primera campaña
presidencial, Correa y el movimiento Alianza
PAIS intentaron acercarse al movimiento indíge-
na, ofreciendo la vicepresidencia a Luis Macas o
a Auki Tituaña, líderes históricos, pero ellos no
aceptaron, por cuanto que la CONAIE buscaba re-
forzar la identidad propia, colocando en segundo
lugar la política de alianzas (Lalander & Ospina
2012).
En cuanto a la política agraria, Correa respaldó
la actividad agropecuaria a gran escala promo-
vida por los agroindustriales, en menosprecio de
los pequeños agricultores. Asimismo, su oferta de
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redistribuir la tierra entre quienes trabajan quedó
en el olvido. Los indígenas a su vez solicitaban la
redistribución de la tierra y el apoyo a la actividad
agropecuaria familiar y comunitaria (Lalander &
Ospina 2012), peticiones que no fueron acogidas
por el gobierno.
Con respecto a la plataforma organizativa, el go-
bierno de Correa buscó la desmovilización de las
organizaciones sociales, aprovechando el debili-
tamiento que estas atravesaban. Según la versión
del gobierno, las organizaciones sociales y el cor-
porativismo serían los responsables de detener el
desarrollo nacional (Dávalos 2012). En contraste,
el movimiento indígena buscó el fortalecimiento
de sus organizaciones, pero con escasos resulta-
dos, porque no podía competir con el gobierno que
había coaptado a las bases con la entrega de obras
en las comunidades.
A diferencia de las versiones anteriores, los análi-
sis políticos que respaldan los aciertos del gobier-
no de Rafael Correa con respecto a los pueblos
indígenas, señalan que la cuestión indígena fue
importante durante su gestión (Martín 2012), por-
que junto con el reconocimiento del carácter plu-
rinacional del Estado, la Constitución y las leyes
sobre todo el Código de Ordenamiento Territorial,
Autonomías y Descentralización (COOTAD) y la
Ley de Participación Ciudadana habría posibilita-
do la creación de las circunscripciones territoria-
les indígenas, las “autonomías indígenas y la de-
mocracia comunitaria” (Ramírez 2012:177).
Asimismo, destacan que Correa promovió las po-
líticas públicas como el bono de desarrollo huma-
no, el bono de la vivienda, el subsidio universal
del gas doméstico, la tarifa de la dignidad aplicada
al consumo de la electricidad, el cuidado de las
personas discapacitadas, la eliminación de barre-
ras de acceso a la educación y a la salud, la gratui-
dad de la educación pública universitaria (Martín,
2012), la titularización de las tierras improducti-
vas de propiedad estatal que favorecería a la lucha
contra la desigualdad social (Ramírez 2012:130-
136) y que en criterios de los beneciarios, mejo-
raron las condiciones de vida.
Sin embargo, estas obras fueron concebidas por el
gobierno nacional y por las autoridades de los go-
biernos autónomos descentralizados parroquiales,
cantonales y provinciales como si fueran ayudas,
por lo que los beneciarios quedaban en deuda.
Esta práctica tiene que ver con la reciprocidad an-
dina y con las estrategias de interrelación de las
autoridades blanco-mestizas e indígenas en condi-
ciones asimétricas, provenientes del antiguo mun-
do de la hacienda.
En el contexto andino, según los estudios de Ferra-
ro (2004) es importante la interrelación social en
términos de reciprocidad, don y deuda. En alguna
necesidad urgente, las familias indígenas acuden a
otras familias a solicitar favores, ya sean en dinero
o en especies agropecuarias, a n de poder solu-
cionar cuanto antes los problemas que atraviesan.
Esta deuda puede ser pagada en un tiempo deter-
minado o cuando el deudor esté en capacidad de
pagar. Mientras dure la deuda, los adeudados no
pueden entrar en enemistad con aquellos que le
otorgaron el favor. Las ayudas se pagan con gra-
titudes y con acciones inmediatas, de acuerdo con
el requerimiento de quienes ofrecieron el auxilio.
La práctica de la reciprocidad en el pasado fue
adaptada y resignicada por los dueños de las ha-
ciendas serranas. Los patrones sabían con exac-
titud que debían otorgar las ayudas, cuando sus
súbditos indígenas huasipungueros, llamados así
por vivir en un pequeño lote de tierra, propiedad
de la hacienda, requerían del dinero, productos y
animales para cubrir los costos de la calamidad
doméstica, pasar la esta en honor a algún santo
(Lyons 2016), en condición de priostes.
Las deudas contraídas en muchas ocasiones no po-
dían ser pagadas y la obligación de pagar duraba
toda la vida e incluso eran heredadas por los hijos
(Rubio 1987). A cambio de los favores recibidos
de sus amos, los indígenas tenían que trabajar gra-
tuitamente en los predios del patrón y ser dóciles a
los mandatos que este impusiera.
Aunque la voluntad del patrón era prejuiciosa,
ellos no tenían el derecho a reclamar, peor aún a
denunciar los atropellos ante las autoridades loca-
les, porque muchos de ellos eran aliados con los
mismos hacendados (De la Torre 1989). Obedecer,
callar, hacer y agradecer fueron los verbos más co-
munes en la interrelación asimétrica entre patro-
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nes e indígenas (Burgos 1997).
Durante las movilizaciones indígenas de marzo
de 2010, una de las funcionarias del Ministerio de
Vivienda y Desarrollo Urbano les recuerda a los
moradores de Pachagsi, Tixán, Chimborazo:
compañeros, no hay necesidad de es-
tar yendo al paro. Este gobierno ha hecho
mucho por ustedes. Nadie como él les ha
ayudado a ustedes. Sería el colmo salir a
protestar a un gobierno amigo. Eso sería ser
malagradecidos. Ustedes no han de querer
ser malagradecidos ¿Verdad?, a lo que la
multitud les responde, “¡No, nosotros apo-
yamos a nuestro presidente!”. (Citado por
Tuaza 2011:240)
Mostrar gratitud y no ser malagradecidos, según
esta funcionaria, sería no protestar, no ir a las mo-
vilizaciones organizadas por la CONAIE, reco-
nocer al gobierno que ha hecho mucho, el amigo
autodenominado el mashi, aunque esta palabra
provenga de masha, cuñada o cuñado, cuyo sig-
nicado literal sería, el “intruso, ajeno y extraño
a la familia y a la comunidad” (Cordero 1955:46).
Similar a la opinión de la funcionaria, Correa en
la visita a la comunidad de San Guisel, Colta, el
11 de mayo de 2010, con ocasión de la entrega de
680 viviendas en ese sector, manifestó: uyaychik
mashikuna, escúchenme amigos, ningún gobier-
no se ha preocupado de ayudarles tanto. Nosotros
sí nos preocupamos por dar la ayuda. No sean
kaspi umas, olvidadizos de lo que nosotros ha-
cemos por ustedes. No necesitan salir a las calles
a apoyar a esos atrasa patrias. (Correa 2013:2),
aludiendo a los indígenas de la CONAIE que en
esos días realizaban las marchas en las calles de
Quito por la ley del agua.
Por otro lado, los funcionarios del gobierno a ni-
vel local y quienes ostentaban los cargos de repre-
sentación en los gobiernos autónomos descentra-
lizados parroquiales, municipales y provinciales,
manejaron exactamente la idea de la ayuda en el
momento de ejecutar las políticas públicas. Ellos
estuvieron enteramente convencidos de ayudar a
los indígenas (Tuaza 2014).
En la rendición de cuentas del gobierno provincial
de Chimborazo (2018), una de las autoridades ma-
nifestó: “el pueblo de Chimborazo, sabrá agrade-
cer todo el apoyo y la ayuda que hemos brindado
como autoridades” (GADPCH 2018:15). Eviden-
temente, quienes ejercen los cargos de represen-
tación no se conciben propiamente autoridades,
sino personas con espíritu altruista que desde el
cargo que ostentan, ayudan y exigen gratitudes y
lealtades.
Por su parte, los indígenas saben por tradición que
siempre hay que ser agradecidos con los patrones
y sus intermediarios (Guerrero 2010), aceptando
el trabajo que ellos les impongan y ofreciéndoles
regalos en las festividades especiales como el car-
naval y la inauguración de las obras. Actualmente,
la manera de expresar la gratitud es votando en las
urnas para una reelección o respaldando al can-
didato propuesto por quienes están en cargos de
representación.
Asimismo, en la lógica de interrelación, Correa,
las autoridades locales y los indígenas fueron
caracterizados por la incorporación de las viejas
tácticas del poder, reforzando así la relación asi-
métrica entre quienes ayudan y quienes reciben
los favores. Citando a Michael Foucault, se puede
decir que hubo la integración de “una nueva forma
de poder en base a una vieja técnica de poder que
nació en las instituciones cristianas” (Foucault
1988:8), conocida como el poder pastoral.
De acuerdo a Foucault, los individuos, en virtud
de su calidad religiosa han recibido un poder es-
pecial y pueden servir a otros no como príncipes,
magistrados sino como pastores, que buscan ase-
gurar la salvación, están dispuestos a sacricarse
por la vida y por la redención del rebaño, se pre-
ocupan por cada individuo particular durante toda
su vida, conocen el pensamiento interior de la gen-
te, explotan sus almas y hacen revelar sus secretos
más íntimos (Foucault 1988:8-11). Esta concep-
ción del poder hace que quienes reciben los fa-
vores, escasamente cuestionen a sus autoridades,
son simplemente eles u ovejas que esperan ser
guiadas, ayudadas y protegidas por sus pastores.
El conocimiento del poder pastoral y su funciona-
miento no son ajenos a Correa ni a las autoridades
locales. Correa, durante su niñez, la adolescencia
y los primeros años de juventud fue formado en
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los establecimientos educativos católicos. Tras
concluir los primeros años de estudios universita-
rios, trabajó en la misión salesiana de Zumbahua,
en calidad de voluntario (Almeida & López 2017).
Las autoridades y líderes locales igualmente po-
seen la inuencia del poder pastoral. Algunos en
el pasado fueron formados en el ámbito eclesial
católico y evangélico. Esto hace que, a más de ac-
tuar en calidad de buenos patrones y personas -
lantrópicas, aparezcan como buenos pastores que
guían a la grey hacia el paraíso terrenal, llamado
el sumak kawsay.
CONCLUSIONES
El análisis demuestra que los indígenas antes de
la constitución de 2008 mantuvieron la acción co-
lectiva signicativa en pos de la reivindicación de
sus derechos, desarrollaron sus propias capacida-
des de agencia a la hora de resolver sus conictos,
crearon y consolidaron la organización comunita-
ria, buscaron el apoyo de los aliados estratégicos,
protagonizaron los levantamientos, fundaron los
movimientos políticos, a través de los cuales al-
canzaron la participación política y apostaron por
un proceso serio de democratización y su posicio-
namiento en la escena política nacional en condi-
ción de ciudadanos.
Igualmente, el reconocimiento del Estado ecua-
toriano como intercultural y plurinacional, la le-
gitimidad de la justicia indígena, los derechos
colectivos y los derechos de la naturaleza son con-
secuencia de la larga lucha social de los pueblos
indígenas, efectuada antes de la elaboración de la
constitución de 2008.
En los procesos de articulación de la acción colec-
tiva de los pueblos indígenas, anterior a 2008, se
puede evidenciar la toma de conciencia, en cuanto
a los derechos a la tierra, a la libertad, a la edu-
cación, a la salud, al acceso a recursos económi-
cos y tecnológicos, y a la participación política en
condición de igualdad. Los indígenas establecie-
ron las negociaciones con el Estado, en virtud de
derechos y en condiciones de ciudadanos. De este
modo intentaron romper con el pasado colonial
hacendatario (Quijano 2005), caracterizado por
la discriminación y el sometimiento. No obstante,
aparece el desgaste al interior de las organizacio-
nes y comunidades por las divisiones internas, la
multiplicación de los proyectos de desarrollo, la
migración campo-ciudad y el cambio generacio-
nal de la dirigencia. Esta situación se radicaliza
por la inuencia de los gobiernos autoritarios, pa-
radójicamente concebidos como buenos patrones,
lántropos y pastores. Las llamadas ayudas ofreci-
das por estos gobernantes hacen que desaparezca
la conciencia ciudadana, el ideal de lucha por los
derechos, la articulación de la acción colectiva y
la apuesta por los procesos serios de democrati-
zación.
Bajo la potestad de los gobernantes patrones, -
lántropos y pastores, los indígenas dejan de ser
ciudadanos. Se convierten nuevamente en perso-
nas subalternas, pobres, necesitados de la ayuda.
A cambio de esto, se quedan con la deuda de agra-
decer, en el momento en que sus benefactores re-
quieran ser respaldados.
En un contexto político y social, donde no existe la
ciudadanía activa, los gobernantes reproducen las
antiguas tácticas del ejercicio del poder heredado
del pasado colonial hacendatario, traducido en la
imagen del buen patrón que, aunque tenga actitu-
des prepotentes, es capaz de otorgarles la ayuda,
como un padre rico enfurecido con sus hijos, pero
que tiene el corazón misericordioso, capaz de sen-
tir compasión por los que suplican clemencia.
En situaciones donde los ciudadanos se encuen-
tran desmovilizados, ellos no tienen ni voz ni
voto. Otros toman las decisiones por ellos. La úni-
ca opción que tienen es la de acudir a los talleres
de capacitaciones promocionadas por los llama-
dos benefactores y a las concentraciones masivas
obligadas. De acuerdo la Constitución de 2008, es
imprescindible que la planicación estatal cuente
con la participación de la sociedad civil, y en el
Artículo 57, numeral 7 señala que: “los pueblos
indígenas tienen derecho a la consulta previa, libre
e informada, dentro de un plazo razonable, sobre
planes y programas de prospección, explotación y
comercialización de recursos no renovables que se
encuentren en sus tierras y que puedan afectarles
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ambiental o culturalmente”; sin embargo, durante
el gobierno de Correa, esto se redujo “a escuchar
la socialización de los proyectos elaborados por
los técnicos de la Secretaria Nacional de Planica-
ción y a los plebiscitos que legitiman el liderazgo
del presidente” (De la Torre 2011:68).
Cuando las organizaciones sociales están debili-
tadas y los ciudadanos acuden a sus gobernantes
a solicitar ayudas y estos últimos procesan las de-
mandas, convencidos de ser benefactores, pasto-
res dotados de carisma mesiánica que personi-
can al pueblo y se creen ser elegidos para marcar
un antes y un después en el destino de sus pue-
blos, no es posible la democracia, especialmente
el requisito de la rendición de cuentas, porque el
régimen democrático “implica exigir de los fun-
cionarios públicos la resolución de problemas, el
cumplimiento de promesas electorales, el respe-
to a los derechos ciudadanos” (Levine & Molina
2011:103) y la transparencia en el manejo econó-
mico.
Por más que se hable de la participación ciuda-
dana, los derechos constitucionales a favor de los
pueblos y nacionalidades, la vigencia del estado
de derecho, la democracia participativa y comuni-
taria y las elecciones; resignicados con las viejas
tácticas del poder a las que Foucault denominó el
poder pastoral (Foucault 1988), escasamente se
puede cuestionar la autoridad gubernamental. Los
ciudadanos son simplemente eles que esperan ser
guiados, atendidos y protegidos por sus pastores.
En las dinámicas de interrelación pastor y grey,
aparecen verdades absolutas, tradiciones inamovi-
bles, las cuales la grey asume sin cuestionamien-
tos ni protestas, así, no es posible la democracia,
no hay opción al reclamo, a la deliberación en el
manejo del poder ni a la toma de decisiones con-
cernientes a los asuntos que competen a todos
los actores de la sociedad. Además, para quienes
ejercen el poder, el ejercicio ciudadano y el recla-
mo de los derechos resultan hostiles (Peruzzotti
2008), por los que buscarán debilitar a la ciudada-
nía cuanto antes.
Sin la capacidad de reclamo, sin rendición de
cuentas, con una ciudadanía desactivada, los go-
biernos mesiánicos, lántropos, buenos patrones
y pastores ocultan en sus aparentes actos de cari-
dad, no solo el propósito de capitalizar gratitudes
y respaldos electorales, sino que corren el riesgo
de caer en actos de corrupción.
En efecto, en estos últimos años, los medios de co-
municación y aun los antiguos colaboradores del
régimen de Correa, ahora miembros del gobierno
de Lenín Moreno, señalan los casos de corrupción
en las instituciones gubernamentales, especial-
mente relacionados con los sectores estratégicos
de la economía nacional (Vicuña 2018).
Sin ciudadanía y con presencia de gobiernos me-
siánicos, populistas, buenos patrones y pastores,
parafraseando a Dani Rodrik (2018), se puede
decir que se pone de maniesto la amenaza a la
democracia, en la medida en que esta se convier-
te en “una forma de política autoritaria que tiene
elecciones populares, pero poco respeto al imperio
de la ley y a los derechos de las minorías”. Una
democracia que a decir de Windy Brown (2016) se
convierte en un signicado vacío, capturado por el
neoliberalismo.
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