En el artículo se discuten las hipótesis
desarrolladas por tres autores, en relación
con los procesos religiosos y culturales
andinos antes de la conquista europea, en un
intento de unificación. La importancia de
repensar al espacio andino a partir de la
perspectiva historicista se refleja en la época
moderna ¿De qué manera los procesos
coloniales de sometimiento influyeron en la
conformación del espacio territorial, político
y religioso andino, en los últimos cinco siglos
de historia, hasta dar lugar a la sociedad
moderna andina y latinoamericana?
Golte (2003), llega a argumentar la manera
en que la distinta organización económico-
productiva precolonial entre la costa y las
sierras andinas, se refleja en los desarrollos
políticos y productivos coloniales, con la
creación de ciudades palacio burocráticas que
luego pasaron a ser centros de intermediación
capitalista, junto a una concentración en la
costa, de los procesos de castellanización y
densificación demográfica.
Las contribuciones propuestas nos invitan a
reflexionar sobre la presencia del pasado
andino en la modernidad caracterizada por
los elementos coloniales, no autóctonos.
Existen elementos de la cosmovisión andina
que promovieron en las sociedades
prehispánicas características sociales
diferentes respecto a los elementos aportados
por la modernidad, filosóficamente de origen
europea. Los mitos descritos en las crónicas
coloniales invitan a la reflexión sobre las
similitudes, entre personajes de las leyendas
andinas: el Pachacamac, Tunapa descrito por
Santacruz Pachacuti o Cuniraya del
Manuscrito de Huarochiri, Viracocha ¿Qué
lugares ocuparon estas divinidades en el
Olimpo andino? ¿Qué relaciones existen o
han existido entre ellos?
Las teorías de Golte (2003), Dussel (1966) y
Tello (1942) se basan en la hipótesis que
afirmaría la existencia en la cosmovisión
andina de una entidad/divinidad primordial
creadora de toda la vida. Al relacionar esta
hipótesis con estudios étnicos realizados en
los diferentes pueblos andinos, es posible
encontrar elementos que se repiten, aunque
con pequeñas variaciones locales, validando
la hipótesis mencionada.
A esta entidad primordial y creadora, los
pueblos andinos dieron varios nombres:
Ycschma-Pachacamac, Illa-Ticsi, Tonapa,
Viracocha, Cuniraya, entre otros; según las
localizaciones espacio-temporales. A partir
de ella, nacieron todas las formas de vida, en
un esquema piramidal y heno teísta, en el cual,
en la punta se colocan las Wakas, deidades o
idolatrías, formas de interpretar el territorio
y de ejecutar funciones de intermediación
con los seres humanos. El trabajo de Pease
(2014) sugiere que Viracocha sería el
verdadero dios creador del todo, según la
cosmogonía andina. Un dios andrógino y
bisexual, que, de acuerdo con los estudios de
Tello (1942), fue representado en las
esculturas del Chavín de Huantar, para luego
fundirse con los dioses de la costa norte,
como Kon e Ycshma, dando lugar a los mitos
relacionados con el templo del Pachacamac
y recogidos por Calancha (1638).
En una fase final, cien años antes de la llegada
de los españoles, se realiza un proceso de
solarización del Viracocha; de forma que “la
imagen solar es claramente nueva y elitista
al momento de la invasión europea” (Pease
2014:20). El trabajo de Pease encaja de
manera adecuada con las teorías propuestas
por Dussel, Golte y Tello, que se analizan a
continuación.
En el presente artículo de revisión se ha
utilizado material literario en las disciplinas
históricas y filosóficas, con el fin de encontrar
los elementos descriptivos comunes entre
varios autores dedicados en las áreas de la
historia y filosofías andinas. El estudio se ha
empezado realizando una revisión
bibliográfica de las crónicas andinas de
Garcilaso de la Vega, Guamán Poma de