REVISTA CHAKIÑAN, 2019, Nº.8, AGOSTO, (36-51)
ISSN 2550-6722
REDES DE PODER Y ECONOMÍA EN BERTRAND RUSSELL
POWER NETWORKS AND ECONOMY IN BERTRAND RUSSELL
El concepto de poder es central en el pensamiento social de Bertrand Russell y puede ser tomado
como el marco de referencia para entender su pensamiento fuera de las fronteras de la filosofía
analítica o de los fundamentos de la matemática. Este artículo de reflexión analiza a Russell
desde las ciencias del espíritu, donde inevitablemente su concepto de poder juega un papel
cardinal. El análisis se centra en el rol que desempeña la economía en su pensamiento social.
Para esto se recorre la tipología en la que Russell enmarca a la economía, como una parte de un
sistema de poder. Se revisa las precisiones que Russell establece de la economía como una
forma que adopta el poder, tales como el poder sacerdotal, manifiesto o revolucionario, entre
otros. Se muestra que la economía no es una función de una forma de poder específico, ni
tampoco la forma general del poder, sino una esfera correlacionada y en constante tensión las
formas de poder revisadas. Este proceso permite establecer una relación economía-poder
siguiendo una sistematización consecuente en términos de redes y que se articula con su marco
general de sistema de poder.
Palabras clave: red de poder, economía, Russell, poder.
The concept of power is central to the social thought of Bertrand Russell and can be taken as
the frame of reference for understanding his thinking outside the boundaries of analytic
philosophy or the foundations of mathematics. This article of reflection analyzes Russell from
the sciences of the spirit, where inevitably his concept of power plays a cardinal role. The
analysis focuses on the role that the economy plays in its social thinking. For this we go through
the typology in which Russell frames the economy, as a part of a system of power. It reviews the
precisions that Russell establishes of the economy as a form that adopts the power, such as the
sacerdotal, manifest or revolutionary power, among others. It shows that the economy is not a
function of a specific form of power, nor is the general form of power, but a correlated sphere
and in constant tension the revised forms of power. This process allows us to establish an
economy-power relationship following a consistent systematization in terms of networks and
which is articulated with its general framework of power system.
Keywords: power network, economy, Russell, power.
Víctor Morales Oñate
victor.morales@uv.cl
FLACSO, Quito, Ecuador
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1922-6571
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Bertrand Russell inicia su vida académica en
el Trinity College de Cambridge a través del
estudio de la Matemática, se adentra en uno
de los confines menos cuestionados de la
materia: sus fundamentos. Fruto de su trabajo
en este campo de estudio publica, junto con
Alfred North Whitehead, sus Principios de la
Matemática en 1903. Su casa de estudio es el
lugar donde conoce al filósofo George
Edward Moore y a Ludwig Wittgenstein,
juntos son considerados los fundadores de la
filosofía analítica, y hacen varios aportes en
esta área de la filosofía (Glock 2008:21-40).
Desde otro ángulo, las obras que lograron
una mayor difusión e impacto entre sus
lectores, primordialmente anglosajones del
siglo XIX, estaban más relacionadas a temas
como ética, política y poder (Griffin 2003:2).
Si bien no escribió ninguna obra con la
palabra economía en su título, varias de sus
obras más conocidas están permeadas de
cuestiones económicas. Entre ellas: Ideales
políticos (1917), Los caminos de la libertad
(1918), El poder: un nuevo análisis social
(1938), Autoridad e individuo (1949),
Nuevas esperanzas para un mundo en
transformación (1951).
Existe una marcada distinción en la
producción bibliográfica de Bertrand Russell;
pasa de buscar lo que considera verdades
eternas e inalterables en la matemática a
sumergirse en un mundo más terrenal y
humano. Este giro ocurre alrededor de 1920
luego de la Primera Guerra Mundial, hecho
que lo marca profundamente y se convierte
en un pacifista y activista radical.
Gran parte de la literatura económica, con
mucha precisión, plantea a la distribución de
la riqueza como uno de los principales
problemas de nuestra era (Kilgarriff,
Charlton, Foley & O’Donoghue 2019:118-
130; Sen 1992:88-95). Pero para Russell esto
es una visión parcial, pues nos plantea que el
problema de distribución del poder es más
difícil que el de la riqueza. Dicho de otra
manera, de llegar el día en que se
solucione el problema de la redistribución de
la riqueza, sin redistribución de poder, sería
una solución efímera (Russell 1917:35). En
la misma línea, sus opositores han expuesto
que el concepto de poder “eclipsa todos sus
escritos políticos y económicos” (Schilpp
1944:581).
Dentro de la literatura reciente, King (2005)
ofrece un análisis importante del pensamiento
económico de Bertrand Russell desde 1889
hasta 1918. Lo expone como, “quizá, el
último gran filósofo que tomó un interés
activo en la economía”. Russell se refiere a
la competencia como uno de los males del
mundo, similares a la crueldad, envidia y
dominación, que a su vez conllevan al uso de
la fuerza excesiva (Russell 1917:174).
Si bien el trabajo de King se alinea
directamente en una parte de la temática de
este artículo, hay marcadas diferencias. Su
análisis se centra en lo estrictamente
económico y su estudio llega hasta 1918,
pero no es sino hasta 1938 donde Russell
publica, El poder: un nuevo análisis social.
De modo que una diferencia en este trabajo es
la articulación de su pensamiento económico
en la dinámica de poder que propone en esa
obra. En primer lugar, se estructura el sistema
de poder que propone Russell como una red,
para luego visualizar, describir y evaluar el
lugar de la economía en una red conexa y
relacionada al sistema global.
Russell comenta algunas de las doctrinas
económicas que más aborda en las obras
analizadas: socialismo, anarquismo y
sindicalismo gremial. El socialismo tiene por
fundamento la propiedad comunal de la tierra
y capital; si la propiedad pertenece a un
Estado democrático o es de libre propiedad
comunal se crean diferentes formas de
socialismo. Sin embargo, “todas teniendo en
común a la democracia y la abolición, virtual
o completa, del presente sistema capitalista”
(Russell 1918:1).
Socialismo, anarquismo y sindicalismo son
democráticos en el sentido de que “apuntan a
la abolición de todo tipo de privilegios y todo
tipo de inequidad artificial” (Russell 1918:2),
se diferencian en el tipo de democracia
INTRODUCCIÓN
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preferida. Si se aboliese el capitalismo, un
socialista estaría de acuerdo con un sistema
parlamentario, pero un anarquista o
sindicalista preferiría un sistema distinto
para regular los asuntos de la comunidad,
uno donde el ciudadano tenga más potestad
en la toma de decisiones. Las tres doctrinas
sostienen que la explotación laboral se debe
al capital y al sistema salarial, y que la
propiedad comunal de la tierra otorga
libertad al proletariado.
Este trabajo sostiene que el poder en
Bertrand Russell puede ser visto como una
red en la cual la economía juega un papel
significativo, pero no exclusivo. Se examina
el poder y el sistema que propone Russell,
paso necesario ya que ver a la economía
aislada de su sistema, muy probablemente
nos haría incurrir en las mismas carencias
que la doctrina neoliberal dominante padece.
En consecuencia, se establece, contrasta y
amplía la definición de poder que Russell
propone. Luego, nos enfrentamos a la
sistematización, usando una correspondencia
a redes, del sistema de poder que propone de
forma dispersa en su Poder. Finalmente, se
presenta la relación entre economía y poder
como una subred, donde todos los elementos
precedentes le dan robustez a las relaciones
entre las fuentes de poder ahí presentadas.
Este artículo de reflexión se basa en la
documentación y extracción de los
componentes sustanciales en las obras de
Bertrand Russell para llegar a definir el
poder dentro de su pensamiento, así como su
articulación con elementos económicos que
también versan en las obras analizadas. Se
trata de una metodología cualitativa holística
que incluye un componente interpretativo de
los fenómenos en cuestión, poder y
economía, tomando como referencia
doctrinas económicas relevantes desde la
perspectiva de Russell.
En este contexto, aparecen varias formas de
poder que son sistematizadas didácticamente
tal que de cuenta de la estructura del sistema
propuesto por Russell. Este enfoque necesita
de la descripción de los enlaces que se dan en
el sistema, emergiendo así comparaciones
necesarias con otros autores.
En el prefacio de Poder, de la edición
reimpresa en 1996, Samuel Brittan menciona
que “pocas personas acudirán a Russell
para obtener información sobre asuntos
económicos” (Russell 1938:xiii).
Precisamente, este artículo de reflexión es
uno de los que se aventuran a buscar en
Russell algunas bases de economía que
permitan su despliegue en la discusión
actual.
Para lograr este objetivo, las obras
estudiadas con mayor profundidad son
Ideales políticos (1917), Los caminos de la
libertad (1918), El poder: un nuevo análisis
social (1938). Asimismo, se toman capítulos
relevantes de otras obras como Autoridad e
individuo (1949), Nuevas esperanzas para
un mundo en transformación (1951). Todas
ellas contienen los conceptos y la
cronología adecuada para lograr los
objetivos planteados. Simultáneamente, se
precisa usar bibliografía de apoyo, citada en
la sección de bibliografía, para elaborar la
línea argumental y establecer las conexiones
descritas en la formulación del proyecto.
En particular, se aborda sistemáticamente el
pensamiento económico de Bertrand Russell
desde su propuesta del poder. Argumentamos
a favor de la concepción de su propuesta de
poder como una red de poder a la que se le
faculta una génesis en los impulsos creativos
y posesivos. Esto nos permite examinar y
sistematizar el lugar de la economía desde el
pensamiento de Russell. Para ello se ha
acudido a sus obras originales y se han
traducido directamente de estas fuentes
todas las referencias que el lector encontrará
en este trabajo.
El libro central que ha sido trabajado es
Poder: un nuevo análisis social (1938).
Además, sin perjuicio de otras fuentes y con
el objetivo de tener una perspectiva más
clara, ha sido necesario vincular dos obras
que complementan su propuesta de
METODOLOGÍA
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Poder: Ideales políticos y Los caminos de la
libertad.
LA MOTIVACIÓN DEL PODER
Para tratar de comprender el concepto de
poder que desarrolla Russell, es importante
revisar una de sus primeras obras de contenido
político donde se puede apreciar algunos
elementos subyacentes que nos competen en
este trabajo. En particular, revisamos la
clasificación de bienes e impulsos que el
autor propone en Ideales políticos (1917) y
que se muestran en la tabla 1.
Estos conceptos sirven de preámbulo y
conexión necesaria para la obra que se revisa
más adelante, Poder: un nuevo análisis
social (1938). De hecho, coincidiendo con
Lippincott (1990:9), los impulsos que
propone Russell están presentes, explícita o
implícitamente, en toda su obra y, por
consiguiente, es preciso repasar estos
conceptos siempre que recurramos a su
pensamiento.
Ideales políticos aparece en 1917, a un año
de terminar la primera guerra mundial. Este
evento marca profundamente a Russell y
juega un papel predominante en su
motivación para que escribiera Ideales.
Empieza el libro con un mensaje que invoca
esperanza: “en días oscuros, los hombres
necesitan una clara y bien fundamentada
esperanza; y como resultado de estas, el
coraje calmado que no toma en cuenta las
dificultades del camino” (Russell 1917:1).
El fundamento al que apela en esta primera
sentencia de su obra se refiere al ser humano,
a su motivación y al contexto de la primera
guerra mundial en la que la escribe. Se
pregunta por aquello que motiva al ser
humano, su análisis inicia desde la
perspectiva del individuo (sin perjuicio de lo
colectivo) y propone que existen dos tipos de
bienes e impulsos que se corresponden (tabla
1).
Posteriormente plantea que “la mejor vida es
aquella en que los impulsos creativos juegan
un rol más importante que los posesivos”
(Russell 1917:5). No propone eliminar los
impulsos posesivos, ya que reconoce a
ambos como inherentes al ser humano. Por
ejemplo, describe que para desarrollar
inciativa será necesaria una cuota de poder,
y para obtener libertad y seguridad, será
necesario tener propiedad. Pero siempre con
más relevancia de los impulsos creativos por
sobre los posesivos. Por ejemplo, siendo la
seguridad un impulso posesivo, menciona
que una sociedad donde prime la seguridad
se volverá estacionaria y presumida, pues
para mantenerla vibrante y activa se requiere
de la creatividad, como su contrapeso.
Esta jeraquía de los impulsos creativos sobre
los posesivos, acompaña toda su obra,
reflexiona que dejarnos guiar por impulsos
posesivos malgasta nuestro tiempo, conduce
Tabla 1: Esquema de bienes e impulsos que se corresponden en Bertrand Russell
Bienes
Impulsos
Materiales: la posesión individual es
posible. La provisión es insuficiente, lo
que alguien obtiene lo hace a expensas de
otro. Ej. comida y ropa
Posesivos: cuyo objetivo es adquirir o
conservar los bienes que no se pueden
compartir. Son centrales en el impulso a
la propiedad.
Mental y espirituales: todos podemos
compartirlos por igual. No pertenecen a
alguien con la exclusión de otra persona.
Ej. Arte poesía, ciencia.
Creativos y constructivos: apuntan a hacer
disponibles los bienes en los que no hay
privacidad ni posesión.
Fuente: Elaboración propia a partir del texto Ideales políticos (Russell 1917)
RESULTADOS Y
DISCUSIÓN
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a la competencia, envidia, dominación y en
particular, al “uso depredador de la fuerza”
(Russell 1917:2). Los bienes materiales
pueden ser obtenidos por la fuerza, los
espirituales no. Por esta razón, los hombres
que creen en la fuerza son hombres cuyos
pensamientos y deseos se preocupan por los
bienes materiales.
En su Autobiografía, Russell (1975) resume
e interpreta el pensamiento de Hobbes y
Lippincott; asegura que su perspectiva es
inequívocamente Hobessiana. Sin lugar a
duda, existen grandes diferencias en el
pensamiento de estos dos autores. Por
ejemplo, Hobbes propone como la
“inclinación general de la sociedad entera” al
“incesante afán de poder por el poder” que
“cesa solo con la muerte” (Lippincott 1990),
quien además sostiene que para Russell esto
sería una exageración, que únicamente
resalta una parte de la humanidad y que debe
controlarse fomentando nuestros impulsos
posesivos. Por otro lado, Russell coincide
con Hobbes en la necesidad de una autoridad
central para establecer la paz internacional
luego de la segunda guerra mundial.
De hecho, una de las críticas que hace
Russell a Hobbes es la falta de énfasis en las
relaciones entre estados, “no hay una sola
palabra en el Leviatán que sugiera ninguna
relación entre ellos excepto la guerra y la
conquista, con interludios ocasionales
(Russell 1945). Russell es considerado por
muchos como un pacifista, pero en tiempos
de guerra su estilo de evaluar las cosas por
sus efectos le hacían doblegar este espíritu
“intento seguir siendo pacifista, pero la idea
de triunfo de Hitler y Stalin es difícil de
soportar” (Russell 1975:461). En
consecuencia, tal parece que Russell toma las
ideas del Leviatán cuando se trata de las
relaciones internacionales para salvaguardar
la paz entre los países. De hecho, señala
abiertamente que no es un pacifista per se:
El anhelo a menudo ha sido lo
suficientemente fuerte como para
llevarme a un autoengaño. Me he
imaginado a mí mismo como un
liberal, un socialista o un pacifista,
pero nunca he sido alguna de estas
cosas, en ningún sentido profundo.
Siempre el intelecto escéptico,
cuando más lo he deseado en silencio,
me ha susurrado dudas, me ha
apartado del entusiasmo fácil de los
demás y me ha transportado a una
soledad desolada. (Russell 1945)
En el campo psicológico también existen
convergencias entre los dos autores. Mientas
Hobbes considera como inquebrantable a la
competencia por el poder, Russell trata a la
competencia como resultado de un defecto
de las instituciones sociales, políticas y
educativas, pues alientan los impulsos
posesivos y frustran los impulsos creativos.
Como Hobbes, Russell destaca el impulso
de la mayoría de la gente de buscar una
autoridad central ante la presencia de peligro
(Russell 1938:18). También comparten
que un gobierno autoritario es necesario
para salir de la anarquía: “después de la
anarquía, el paso natural es el despotismo”
(Russell 1938:23). Empero, también existen
diferencias sustanciales en la motivación
de sus argumentos. Por ejemplo, para
Hobbes la amenaza de anarquía dentro de
un país es la razón para que se instaure el
despotismo, mientras que para Russell la
causa del despotismo nacional viene dada
por la amenaza de guerra internacional
(Lippincott 1990:18). Ambos usan la
misma lógica, pero para Russell uno de los
mayores males que enfrenta la humanidad
es la guerra internacional, y para Hobbes
se trata de la guerra civil. En consecuencia,
Russell considera que cualquier acción
que rompa el círculo de violencia es mejor
que una situación de guerra. Sin embargo,
para Russell, la aceptación de un gobierno
que prevenga la guerra (incluso si es uno
despótico) es una fase de transición, “creo
que, si alguna vez que el mundo se liberara
del miedo a la guerra, bajo cualquier forma de
gobierno o sistema económico, con el tiempo
encontraría formas de frenar la ferocidad de
sus gobernantes” (Russell 1938:309).
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En la configuración de los impulsos que
plantea Russell, se puede apreciar un
componente psicológico inherente al ser
humano, pues su motivación de poder y
gloria estaría constituida por los bienes e
impulsos que se corresponen.
Una distinción como la anterior es también
abordada en su Poder, aquí plantea que la
diferencia entre los seres humanos y los
animales es, entre otras, emocional.
“Mientras los animales se contentan con la
existencia y la reproducción, los hombres
desean también expandirse, y sus deseos en
este respecto están solamente limitados por
lo que la imaginación les sugiere posible”
(Russell 1938:1). Es decir, el deseo y la
imaginación fungen como frontera entre
humanos y animales.
También afirma que dos de los deseos
infinitos más importantes del ser humano
son el de poder y gloria. Por lo tanto, uno de
los puntos centrales de conexión entre
Ideales políticos y Poder radica en su idea de
impulso. Específicamente, se puede alinear
el deseo de poder y gloria con los impulsos
posesivos. Una distinción necesaria para
continuar este análisis es definir el concepto
de poder.
El concepto fundamental en las
ciencias sociales es el poder, en el
mismo sentido en el que la energía es
el concepto fundamental en la
física… Las leyes de la dinámica
social son leyes que solo pueden ser
formuladas en términos de poder.
(Russell 1938:4)
Russell define el poder como la “producción
de efectos deseados” (Russell 1938:23).
Aunque más precisamente, y tomando en
cuenta lo relacionado a los impulsos,
probablemente Russell no objetaría el
definirlo como el impulso o deseo posesivo
natural a través del cual se tiene la producción
de efectos deseados.
Esta definición nos invita a pensar en lo
individual. Pero al mismo tiempo da cuenta,
en la producción de efectos deseados, de un
concepto abierto. Algo que también alberga
la interacción del individuo con el otro, un
otro que se puede leer como la sociedad. En
la misma línea, los deseos posesivos que
define Russell no tienen sentido sin un
componente social.
De este modo, se recogen dos perspectivas en
el que se podría concebir el poder: desde lo
individual y desde lo social. Russell observó
que el poder juega un papel central en las
interrelaciones sociales de la vida diaria y
sirve como un principio organizador en las
ciencias sociales y del comportamiento. Pese
a este, al rol fundamental que debería
cumplir al aproximarnos al estudio de las
ciencias sociales, el poder nunca ha sido el
semillero de actividades teóricas o empíricas
(Simpson, Farrell, Allison, Oriña & Rothman
2015:393). Para contrastar la definición de
poder que se ha planteado en este trabajo, se
explora brevemente cuatro teorías del poder
usadas en la psicología (Simpson et al.
2015:395-403).
En primer lugar, la Teoría del poder social
sostiene que el poder se define como el
potencial de ejercer influencia en otra persona.
La influencia, por su parte, es definida como
el proceso a través del cual el poder social es
ejercido en contextos interpersonales a el
uso de diferentes estrategias de influencia y
sus tácticas subyacentes. Se ha generado
influencia cuando se produce un cambio en
las creencias, actitudes o comportamiento de
otra persona.
Como Russell, los ponentes de esta teoría
French, Raven y Cartwright (1959) también
identifican bases o fuentes de poder. i) La
recompensa es la percepción de la persona
objetivo (persona sobre la que el poder es
ejercido) de que tendrá beneficios deseados,
sean tangibles o intangibles (relación padres
e hijos). ii) El coercitivo se da cuando la
persona objetivo tiene la idea de que puede
ser castigada por hacer algo que al agente
(persona que ejerce el poder) no le guste
(relación padres e hijos). iii) El legítimo
ocurre cuando la persona objetivo percibe
que el agente tiene algún tipo de derecho
sobre la persona objetivo (relación jefe-
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empleado). iv) La forma referente existe
cuando la persona objetivo se identifica con
un agente influente y desea emular su
comportamiento (uso de celebridades en las
campañas comerciales). v) El experto existe
cuando la persona objetivo percibe que
puede recibir del agente un tipo de
conocimiento único que considera valioso.
vi) El informativo: existe cuando el agente
tiene información específica, y la persona
objetivo debe colaborar con el agente para
obtenerla (relación en los negocios).
En segundo lugar, la Teoría de los recursos,
propuesta por Blood y Wolfe (1960:140),
define al poder como la “habilidad para
cambiar el comportamiento de otra persona,
que se da por desbalances en el acceso e
intercambio de recursos dentro de la
relación”. Es decir, los desbalances en los
intercambios o el acceso son la principal
fuente de poder. En consecuencia, la
valoración de costos y beneficios del
intercambio serán determinantes en la
dinámica de poder. En el largo plazo, tener
menos poder tenderá a agudizar la
dependencia y los desbalances. Claramente,
determinar el balance en el intercambio de
recursos puede ser complicado y difícil de
identificar de manera objetiva.
En tercer lugar, la Teoría de la independencia,
propuesta por Thibaut y Kelley (1959:110),
define el poder como “la habilidad de una
persona en la relación para influir
directamente en la calidad de los resultados
(esto es, la cantidad de costo vs beneficio)
que pueden obtener de la otra persona en una
situación dada”. Las principales fuentes de
poder son: control de destino (fate control),
control de comportamiento y experiencia. Las
dos últimas se alinean con lo propuesto por
French et al. (1959), poder por recompensa y
experto. La primera, el poder por destino, se
da cuando una persona controla totalmente
los resultados, indistintamente de lo que la
otra persona quiera.
Finalmente, la Teoría del poder diádico,
propuesta por Rollins y Bahr, se basa en la
autoridad (que se puede entender como el
poder legítimo en French et al. (1959))
y recursos (entendidos como se hace en la
Teoría de los Recursos), se define al poder
como una “propiedad diádica que depende
de los recursos y la autoridad que ambos
participantes de la diada piensan que poseen”
(1976:625). En consecuencia, de acuerdo
con esta teoría, el poder no puede verse como
una característica individual, sino, que
emerge de la diada. La autoridad y los
recursos tienen efectos cíclicos crecientes. Es
decir, un incremento en la autoridad relativa
produce un efecto en los recursos relativos.
Rollins y Bahr (1976), sostienen que el poder
tiene lugar únicamente en situaciones donde
hay conflicto, no en situaciones de armonía.
En las tres primeras definiciones se reconocen
términos que se repiten: capacidad, habilidad
e influencia. Todas apuntan a un cambio de
comportamiento por parte de la persona
sobre la que se ejerce el poder. Sin embargo,
el uso de capacidad o habilidad parecen
remitir a una tautología en la definición de
poder, se estaría definiendo al poder con un
sinónimo.
Este particular es evitado en la definición de
Russell al planear al poder como la
producción de efectos deseados, pero al
mismo tiempo la definición que se propone
reconoce una fundamentación subyacente en
los impulsos de Russell, si se quiere, pensar
en los impulsos como la causa del deseo de
obtener resultados deseados.
La definición planteada por la teoría del
poder diádico resulta innovadora al presentar
al poder como una característica que emerge
en la interacción de dos personas y el carácter
cíclico entre autoridad y recursos. No
obstante, la definición de este trabajo
también recoger elementos del carácter
emergente en los impulsos, pues hay
impulsos que surgen únicamente cuando se
generan interacciones sociales. A saber, la
distinción entre el poder del individuo y el de
las organizaciones en poder, y su análisis del
individuo en sociedad en obras como
Autoridad e individuo (1949), Libertad y
organización (1934) cuyos mismos títulos
reflejan un carácter colectivo.
Finalmente, pese a no ser directamente
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visible un enfoque cíclico en la definición
que se ha postulado, la siguiente sección
explora las fuentes de poder que plantea
Russell, donde se propone que la interacción
de las fuentes puede ser visto como una red
de poder, es decir, un marco más amplio que
el de Rollins y Bahr (1976).
ESTRUCTURA Y FUENTES DEL
PODER
Russell sostiene que el poder se relaciona
con un aspecto cuantitativo, que quien logra
satisfacer una mayor cantidad de deseos,
tiene más poder. Asimismo, el poder se
ejerce, y el objeto de ese ejercicio puede
ayudar a clasificar las formas de poder que
ayudará a comprender su dinámica.
Por un lado, se tiene al poder sobre la materia
muerta o formas de vida no humanas, de las
cuales la ciencia se ha encargado y han
generado grandes cambios en la historia de
la humanidad. Por otro lado, existe el que se
ejerce sobre los humanos, a partir de la
forma de influir en los individuos y del tipo
de organización involucrada.
Esta influencia en los individuos se ejerce
mediante el poder físico y coercitivo desde el
ejército o la policía, premios o castigos y
medidas disuasorias por parte de las
organizaciones económicas, la propaganda y
la creación de hábitos deseados en el caso de
los políticos, escuelas e iglesia.
Las instituciones no sólo usan la forma de
poder que les es más característico. La ley
usa el castigo y la disuasión, no sólo con el
propósito de hacer inadmisible las acciones
no deseadas, sino también como persuasión;
“una multa, por ejemplo, no hace imposible
una acción, sino sólo poco atractiva.
Además, la ley es casi impotente cuando no
está respaldada por el sentimiento público”
(Russell 1938:25). Por lo tanto, la naturaleza
del ejercicio de poder a través de la ley
podría ser físico, de castigos y de opinión
pública (propaganda) a la vez.
La figura 1 da cuenta de una primera
aproximación del poder como red. Los
enlaces en azul se interpretan como
Fuente: Elaboración propia a partir del texto Poder: un nuevo análisis social (Russell 1938)
Figura 1: Clasificación y relaciones de Poder en Bertrand Russell
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nominales y los negros como interacciones
de una red.
En términos generales, Russell distingue dos
formas de clasificar el poder: entre seres
humanos y sobre la naturaleza. Por un lado,
el poder sobre los seres humanos se clasifica
por la forma de influenciar en los individuos
y por el tipo de organización involucrada.
Por otro lado, el poder sobre la naturaleza se
ejerce por medio de la ciencia y la tecnología.
Un individuo puede ser influenciado por a)
poder físico directo (físico o coercitivo),
b) psicológico: castigos, recompensas e
incentivos y c) persuasivo o disuasorio, por
medio de la educación.
Las organizaciones más importantes
alineadas con la forma de influenciar al
individuo son a) ejército y policía b)
organizaciones económicas y c) escuelas e
iglesia.
Como se menciona, las organizaciones usan
otras formas de poder a parte de aquella que
les es más característica. El poder de la ley,
en primera instancia, ilustra dicha
complejidad (cabe recalcar que hasta aquí los
enlaces del esquema son únicamente
nominales, al ilustrar el rol de la ley en el
esquema planteado se empieza a vislumbrar
la red compleja de las fuentes o sistema de
poder en Russell).
La ley, dice Russell, es un conjunto de reglas
de acuerdo con las cuales el Estado
(organización) ejerce coerción física directa
(con algunas limitaciones) en las relaciones
con sus propios ciudadanos (Russell
1938:25). Pero la ley no solo se utiliza para
que una acción sea físicamente imposible,
sino que también usa incentivos (multas o
subsidios) para que ciertas acciones sean
atractivas para los individuos.
La ley es casi impotente cuando no está
respaldada por el sentimiento público, como
por ejemplo sucedió en los Estados Unidos
durante la prohibición. Naturalmente, las
organizaciones y los individuos están
interrelacionados. Si se desea ser un político
de alto rango, como presidente, el individuo
debe ganar poder dentro del partido. Luego,
el partido debe adquirir poder en todo el país.
Una distinción necesaria de las formas de
poder, relacionada con la aceptación de la
ley en la comunidad, es el poder tradicional
y el revolucionario o recién adquirido. La
fuerza del hábito es la que permite operar a
la tradición, tiene características religiosas
que facilita la disminución de cualquier tipo
de resistencia. Sin embargo, se genera una
interacción con lo que Russell llama poder
manifiesto, un poder sin pantallas y muchas
veces despiadado que suele aparecer con
más frecuencia en asuntos militares para la
conquista de nuevos territorios.
A una forma tradicional de poder, le suele
suceder una autoridad revolucionaria o un
poder manifiesto, la autoridad revolucionaria
dependerá del apoyo popular para disminuir
acciones de poder manifiesto. La distinción
entre las tres formas: tradicional,
revolucionario y manifiesto es psicológica.
Lo tradicional no sólo se debe a la
antigüedad sino a alguna forma de respeto; si
se pierde, progresivamente aparecerá el
poder manifiesto. El revolucionario, por su
parte, responde a grupos organizados que
profesan a un nuevo credo, programa o
sentimiento (protestantismo, comunismo,
independencia) (Russell 1938:26-28). Esta
segunda clasificación, es sistematizada en la
figura 2.
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Fuente: Elaboración propia a partir del texto Poder: un nuevo análisis social (Russell 1938)
Figura 2: Clasificación y relaciones de poder en Bertrand Russell
Nótese que, en los recuadros encerrados en
líneas discontinuas, se toman elementos de
la primera clasificación, lo cual habilita un
emparejamiento entre ambas taxonomías.
De igual forma que el esquema de la figura
1, los links en azul se interpretan como
nominales y los negros como una red.
Russell también clasifica al poder en:
tradicional, revolucionario o recn
adquirido y manifiesto, donde el poder
tradicional tiene de su lado la fuerza del
hábito, se relaciona frecuentemente con la
religión y depende directamente de la
opinión pública. El poder revolucionario es
aquel que depende de un gran grupo unido
por un nuevo credo, programa o sentimiento,
como el protestantismo, el comunismo o el
deseo de independencia nacional. El poder
manifiesto, por su parte, resulta meramente
de los impulsos de amor al poder por parte de
individuos o grupos, y gana sumisión de sus
súbditos a través del miedo, no cooperación
activa.
Cuando el poder tradicional termina, es
seguido del poder revolucionario. De hecho,
existe una relación en doble sentido debido a
que el poder revolucionario pronto se vuelve
tradicional. Si la lucha revolucionaria dura
mucho tiempo se da apertura para el poder
manifiesto. Psicológicamente, los partidarios
del poder revolucionario y manifiesto son
muy diferentes. Pues los primeros luchan en
función de un credo, mientras los otros lo
hacen por ambición en sí misma.
Para queelpoder revolucionario se establezca,
es preciso hacer uso de poder manifiesto (que
puede llegar a ser despiadado). Pero, sobre
todo, para mantenerse, necesita del apoyo de
la opinión pública.
El poder sacerdotal es una forma del poder
tradicional. Como guardianes de una antigua
tradición, son conservadores y poseedores de
riqueza y poder, además tienden a volverse
hostiles o indiferentes a otras religiones. El
poder sacerdotal suele estar representado en
organizaciones como la Iglesia católica. Son
organizaciones que persiguen fines ideales y,
por lo tanto, una excusa para amar el poder.
Aludir a la posesión de una virtud superior es
peligroso. A la larga, producirá superioridad
solo en tener una crueldad inescrupulosa
(Russell 1938:53).
Tarde o temprano, el poder sacerdotal puede
ser desbancado por parte de la aparición de
un profeta revolucionario. Por ejemplo, el
credo de Buda y Jesús fue al principio
revolucionario, pero gradualmente se volvió
tradicional.
El rey es un hombre que lidera a su tribu o
nación en la guerra, que decide cuándo hacer
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la guerra y cuándo la paz; a menudo, aunque
no siempre, él hace las leyes y controla la
administración de justicia. Su título al trono
suele ser, en mayor o menor grado,
hereditario. Él es, además, una persona
sagrada: si no es él mismo un dios, al menos
es el ungido del Señor (Russell 1938:55).
La sumisión de los súbditos de la realeza
depende de la significancia religiosa de la
monarquía. La monarquía depende del poder
militar que posea. Sobre todo, cuando se
trata de un rey autoproclamado. Cuando el
poder monárquico está en decadencia, su
poder depende de dos fuerzas crecientes: el
nacionalismo (que también puede ser visto
como lo persuasivo del esquema anterior) y
el comercio (visto como una forma de
organización económica).
El poder manifiesto, el que no necesita del
consentimiento de los individuos aparece
cuando convergen dos circunstancias:
primero, donde dos o más credos fanáticos
compiten por el dominio; en segundo lugar,
donde todas las creencias tradicionales se han
deteriorado, sin ser reemplazadas por otras
nuevas, de modo que no hay limitaciones
para la ambición personal (Russell 1938:65).
El poder manifiesto depende, casi
enteramente, del poder militar. Su duración
suele ser pasajera y suele terminar de alguna
de las siguientes maneras: conquista
extranjera, establecimiento de una dictadura
estable (que pronto se vuelve tradicional), el
nacimiento de una nueva religión (en su s
amplio sentido) (Russell 1938:74).
Todas las formas de poder se basan en
sentimientos que son las fuentes de poder
psicológicas,
La tradición, especialmente en forma
de respeto por los sacerdotes y los
reyes; miedo y ambición personal,
que son las fuentes del poder
manifiesto; la sustitución de un credo
nuevo por uno antiguo, que es la
fuente del poder revolucionario; y las
interacciones entre credos y otras
fuentes de poder (Russell 1938:127).
Además, en última instancia, estos
sentimientos están motivados por el amor al
poder dado por la supremacía de los
impulsos posesivos por sobre los creativos.
Las formas de poder que se ha tomado de la
propuesta de Russell interactúan unas con
otras, y el poder económico es parte de este
sistema.
RELACIÓN PODER-ECONOMÍA
La palabra poder en la economía puede
rastrearse hacia el pasado. En tal sentido,
Palermo (2014:175) menciona que el papel
que juega el poder en la economía se remonta
a los años 70, y que su discusión sigue siendo
motivo de investigación. Categoriza posturas
radicales que van desde el planteamiento de
la ausencia de relaciones de poder por parte
de Alchian y Demsetz (1972:777-795), hasta
la de Bowles y Gintis (1993:324-353) que
conciben el poder como la capacidad de
algunos agentes de influenciar en el
comportamiento de otros para su beneficio a
través de la imposición de sanciones. Ambas
posturas entendidas como una consecuencia
de imperfecciones en el mercado.
Acemoglu y Robinson (2000:128-130)
postulan un modelo estático que recoge las
barreras impuestas por grupos de interés en
cuanto a la introducción de nuevas mercancías
en un mercado nacional, lo cual limita la
innovación. Lo anterior da cuenta del interés
que genera el poder, tanto desde un punto de
vista general, como particularmente en la
economía. No obstante, las posiciones que se
han citado no presentan un maco sobre el que
actúa el poder, haciendo más compleja la
identificación del rol de la relación entre
economía y poder.
En consecuencia, al resaltar a la economía en
el sistema de poder que propone Russell, es
posible dar un marco de referencia para
estudiar a la economía desde una perspectiva
renovadora, como integrante de una red de
poder.
Poder es un texto donde es factible recabar
elementos económicos que mantienen
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relevancia en la actualidad. Por ejemplo,
como acertadamente lo establece King
(2007:198), la economía clásica presupone
las preferencias del individuo como dadas,
pero para Russell son formadas. Sin
perjuicio de lo anterior, a la sentencia de
King se puede agregar que para Russell las
preferencias tienen un fundamento sobre el
que se edifican, responden a los impulsos
posesivos que trasciencienden la satisfacción
de bienes materiales.
En esta esfera, sus deseos se vuelven infinitos
y se guían únicamente por aquello que la
imaginación considera posible. Uno de los
deseos infinitos más importantes es el amor
al poder, no el egoísmo económico (como
Marx y los ortodoxos lo entienden) debido a
la finitud de los deseos materiales. Es por
esto que Russell considera al poder como “la
causa fundamental de las actividades que son
importantes en los asuntos sociales” (Russell
1938:5).
EL PODER ECONÓMICO
En Ideales políticos Russell plantea tres
preguntas sobre las cuales se puede evaluar a
las instituciones de una sociedad ¿Impulsan
la creatividad en lugar de la posesividad?
¿Incorporan o promueven un espíritu de
reverencia entrelos seres humanos?¿Guardan
respeto por los impulsos fundamentales del
individuo? (Russell 1917:6).
Las instituciones políticas y económicas
generan condiciones que impiden el
desarrollo del espíritu creativo: competencia,
destitución, priorización de la riqueza por
sobre la sabiduría y tienen la ley a su favor
(Russell 1917:8). Aquí podemos apreciar
una mirada más amplia de Russell para con
la economía. En particular, para las
instituciones económicas plantea una
reconstrucción del sistema de modo que
pueda disminuir la codicia de la humanidad.
Los objetivos que el sistema económico
debería perseguir son: i) maximizar la
producción de bienes y facilitar el progreso
técnico, ii) asegurar la justicia distributiva,
iii) seguridad contra la indigencia y, iv)
liberar los impulsos creativos y disminuir los
impulsos posesivos. Además, resalta que el
último es el más importante y que el
socialismo de estado, pese a que podría dar
seguridad material, probablemente fallaría en
este objetivo. Por otro lado, el actual sistema
se escuda en lograr el primer objetivo, pero
lo hace despilfarrando y en detrimento de los
recursos naturales. Es decir, el sistema actual
falla en los cuatro objetivos y, sin embargo,
“¡es defendido sobre la base de que
salvaguarda el progreso!” (Russell 1917:11).
Ya desde Ideales políticos Russell se aleja de
la economía ortodoxa. “El problema de la
distribución del poder es más difícil que el
problema de la distribución de la riqueza”
(Russell 1917:35). Luego expone que el
capitalismo únicamente cumple el primer
objetivo que debería lograr el sistema
económico (maximizar la producción de
bienes y facilitar el progreso técnico). Pero
¿se puede encontrar elementos en su
pensamiento económico que nos guíen en la
consecución de los demás? Empecemos por
perfilar lo que Bertrand Russell entiende por
poder económico.
Luego de establecer las formas de poder
(riqueza, armamento, autoridad civil e
influencia en la opinión), Russell afirma que
todas están “al mismo nivel y ninguna se
deriva de la otra” (1938:4). Sin embargo,
más adelante en la misma obra, menciona
que “el poder económico, a diferencia del
poder militar, no es primario, sino derivado”
(Russell 1938:95).
Parece haber una contradicción entre las
sentencias, pero Russell trata de establecer
una diferencia entre riqueza y economía.
Entiende la primera exclusivamente con lo
relacionado a bienes de capital, y la segunda
a lo laboral, propiedad, distribución, entre
otros. Aborda la economía desde la propiedad
de la tierra, “todo otro poder económico, en
su análisis último, consiste en poder
decidir… a quién se le permitirá permanecer
sobre un determinado terreno y poner y tomar
cosas de él” (Russell 1938:95). Sin embargo,
“la posesión del poder económico puede
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conducir a la posesión de poder militar o de
propaganda, pero el proceso opuesto es igual
de propenso a ocurrir” (Russell 1938:103).
Es claro que hay una visión más general
de la clásica división tierra-trabajo-capital,
Russell quita la economía del centro y
queda entramada en la interacción de la
fuerza, ley o sistema social que administre
dicha propiedad y poder de decisión, y de
este modo se empiece a vislumbrar el poder
en sus diferentes formas. Una vez más, se
vuelve a alejar de la tesis en cual la economía
es fundamental en las ciencias sociales.
EL LUGAR DEL PODER
ECONÓMICO EN LA CIENCIA
DEL PODER
¿Cuál es el lugar del poder económico en la
ciencia del poder? El esquema que se
presenta en la figura 3 procura recoger las
ideas de Russell en el capítulo Poder
económico de su poder (1938). Cada enlace
(link) está representado por números y el
color rojo denota una relación unívoca desde
el poder económico. La dirección de la flecha
señala el direccionamiento de la influencia
desde cada forma de poder. Como vemos,
Russell ofrece un sistema que se aleja de
una concepción cientificista de causalidad,
ni siquiera podría ser enmarcado en una
causalidad circular. En su lugar, la relación
economía-poder de Russell puede ser vista
como una red compleja (complex networks)
(figura 3).
La fuerza militar se encarga de hacer cumplir
las leyes, dándoles a las personas la facultad
de mantener su poder económico. Por
ejemplo, que no se traspase su propiedad
privada. En una relación recíproca un grupo
puede unirse y armarse, y así lograr poder
económico. Pero, al mismo tiempo, quizá su
fin último siempre fue el poder económico,
no el militar.
El poder del gobierno para mantenerse en el
poder depende en gran parte del poder
militar, pero también de los tratados y leyes
internacionales. Las leyes promulgadas por
el Gobierno de una sociedad deben en última
instancia estar respaldadas por la opinión
pública. A partir del esquema, el poder
económico también depende de la opinión.
Por ejemplo, de que el robo sea condenado
por ley.
El poder económico, una vez instaurado
logra cierta independencia. Puede por lo
tanto influenciar en las leyes a través de la
corrupción. Como en el enlace anterior,
Fuente: Elaboración propia a partir del texto Poder: un nuevo análisis social (Russell 1938)
Figura 3: Relación economía-poder en el pensamiento de Bertrand Russell
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el poder económico también puede
influenciar a la opinión pública a través de la
propaganda. Puede amenazar al gobierno
con la generación de una crisis financiera.
El poder militar depende de la opinn
pública, particularmente de la propaganda.
En momentos de guerra se debe convencer a
las personas que morir por cierta causa es
meritorio.
La relación economía-poder que nos presenta
Russell resulta muy cercana a la realidad que
vive la sociedad actual. Sin duda, cada uno
de los enlaces del esquema propuesto pueden
ser descritos con ejemplos contemporáneos:
i) La demolición de casas en zonas urbanas
por parte de la fuerza pública, ii) Las fuerzas
civiles que se conformaron en Colombia y
Venezuela para enfrentarse con el gobierno
de turno. iii) La guerra en Siria. iv) Leyes a
favor del aborto. v) Casos de corrupción por
parte de la empresa Odebrecht en casi toda
Latinoamérica. vi) Casi todas las campañas
electorales. vii) Crisis financiera del 2008 en
Estados Unidos y lucha por el petróleo en
Oriente Medio y ix) Enlistamientos para la
guerra de Irak.
El poder económico, visto como una forma
de plutocracia, tiene gran alcance, pero
también limitaciones. Por ejemplo, en
varios países, no ha podido desterrar el
sindicalismo, no ha podido evitar impuestos
altos sobre los ricos y no ha podido eliminar
la propaganda socialista. No obstante, ha
logrado impedir el socialismo incluso
cuando los gobernantes han sido alineados a
esta ideología, han fomentado crisis y
propaganda para lograrlo. Incluso pueden
generar grupos armados para evitar la
consolidación del socialismo. Sin embargo,
la opinión pública es dominante, pues si ésta
es fuerte y decidida, la plutocracia carece de
poder, pero si es dudosa, la plutocracia
ejercerá su poder.
Hoy la plutocracia es cauta, ha logrado
cautivar al pueblo haciéndolos partícipes de
una cuota de prosperidad, gana adeptos de la
clase media que difunden las bondades del
capitalismo. Esta es su estrategia para evitar
actos revolucionarios. En todo caso,
si la sociedad logra indagar y entender las
relaciones de poder de las que somos peones,
quizá exista la esperanza de generar un
verdadero cambio en el devenir como
humanidad. Por lo tanto, para lograr este
objetivo, el pensamiento económico de
Bertrand Russell y la relación con su sistema
de poder representa una oportunidad para
empezar este viaje.
En base a las ideas presentadas por Russell,
se ha definido al poder como, el impulso o
deseo posesivo natural, a través del cual se
tiene la producción de efectos deseados. El
impulso al que se refiere la definición toma
elementos de la motivación natural que tiene
el ser humano, o sea, rescata lo individual,
pero al mismo tiempo da cuenta, en la
producción de efectos deseados, de un
concepto abierto. Algo que también alberga
la interacción de un individuo con el otro.
Este recorrido también ha puesto en evidencia
el carácter cualitativo y cuantitativo del
poder, los que se alinean con lo individual y
colectivo. Por lo tanto, no bastará una cifra
para describir al poder en la sociedad, sino,
un trabajo más amplio, que recoja, al menos,
dichas dimensiones, una red de poder.
Russell es parte de una herencia racionalista,
pero este trabajo resalta su posición política
y social que trasciende la posición de Russell
en los fundamentos de la Matemática. La
racionalidad a la que apelan los economistas
está basada en principios axiomáticos
reduccionistas, que consideran a los agentes
como racionales, si sus preferencias son
transitivas y completas (Mas-Colell,
Whinston & Green 1995:6). Este
reduccionismo, sumado a las crisis y
problemas del capitalismo, hace que Russell
plantee la necesidad de darle un nuevo
rumbo a la economía.
Se ha evidenciado el lugar de la economía en
el verdadero objetivo que Russell vislumbra
en las ciencias sociales, el poder. El esquema
propuesto en este trabajo plantea una
CONCLUSIONES
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articulación clara del devenir y porvenir de la
economía. Una nueva economía política que
trasciende a la clásica economía política, la
cual versaba sobre una relación casi unívoca
entre economía y política. Russell nos ha
permitido en este trabajo una articulación
desde lo institucional y multidisciplinar, y de
una política que se sirva de sus relaciones con
las demás formas de poder vertidas su
sistema de poder.
Este trabajo de reflexión ha sistematizado el
sistema de poder en Bertrand Russell.
Además, se ha dado un lugar particular a la
economía dentro del sistema. Esto puede
habilitar el pensamiento económico de
Russell en una discusión contemporánea de
la economía y el poder para tratar de
comprender la dinámica social. Como se ha
mencionado, el poder es un tema vibrante en
el debate actual en economía. Exponentes
como Acemoglu y Robinson (2000) están
tratando de cuantificar el poder. Pero limitarse
a un enfoque netamente cuantitativo puede
resultar peligroso, pues hemos visto que el
poder responde a un sistema de interacciones
donde el componente cualitativo no puede
quedar desplazado.
Es importante señalar aquellos elementos
que han quedado fuera del alcance de este
trabajo. Por un lado, Russell subraya en
repetidas ocasiones el poder que tiene la
opinión pública, incluso parecería tener un
papel más importante que las demás fuentes
de poder al darle una especie de fundamento
último en el sostenimiento de cualquier
sistema de poder. Se recoge el poder de la
opinión en la sistematización planteada, pero
su tratamiento sin duda puede ser mucho
más exhaustivo, abordar la configuración
misma de la opinión pública, por ejemplo,
desde un punto de vista filosófico o desde la
psicología de masas.
Por otro lado, relacionar la propuesta de
Russell con otros autores que abordan la
misma temática sería un gran aporte; por
ejemplo, Laclau (1993) en su Poder y
representación, las ideas de hegemonía en
Gramsci y Vega (1967), la red de poder en
Foucault (1988) y lo vertido en Economía
y sociedad de Weber (1922) ayudarían en
gran medida a vislumbrar los diferentes
componentes a partir de los cuales somos
dominados por el poder y su relación
economía-poder en la actualidad.
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