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REVISTA CHAKIÑAN, 2019, Nº.7, ABRIL, (25-39)
ISSN 2550-6722
VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO EN OPINIÓN DE UN GRUPO DE
ADOLESCENTES DE LA SIERRA NORTE DE PUEBLA
VIOLENCE IN DATING IN THE OPINION OF ONE GROUP OF TEENAGES OF THE
NORTHERN SIERRA OF PUEBLA
RESUMEN
ABSTRACT
La violencia es originada por múltiples factores y diversas expresiones. En el noviazgo, la vio-
lencia es un fenómeno casi imperceptible que puede confundirse con muestras de cariño y de
protección. Es por ello, que este estudio tiene como objetivo analizar las opiniones de hombres
y mujeres asociadas al alcance y naturaleza de la violencia en el noviazgo en adolescentes.
Participaron estudiantes de tres bachilleratos ubicados en la Sierra Norte del Totonacapan en el
estado de Puebla, México. La metodología empleada fue la cualitativa mediante la recolección
de testimonios recabados en grupos focales, a raíz de las jornadas de vinculación con la comu-
nidad en conjunto, con el personal de la Casa de la Mujer Indígena de Ixtepec (CAMI, A.C.).
Se examinaron los tipos de violencia que describen en sus opiniones las y los adolescentes (psi-
cológica, física y sexual) y las explicaciones que dan de cada una de ellas. Se concluye que los
usos y costumbres de las y los entrevistados denotan que las prácticas de violencia se aprenden
principalmente de forma no reexiva en el hogar.
Palabras clave: Violencia, noviazgo, estudiantes, Colegio de Bachilleres, Sierra Norte de Pue-
bla.
Violence is caused by multiple factors and diverse expressions. In dating relationship, violence
is an almost imperceptible phenomenon that can be confused with the expressions of affection
and protection. This study aims to analyze the opinions of men and women associated with the
scope and nature of violence in teenage dating relationship. The participants were students of
three high schools
located in the old Northern Sierra of
Totonacapan in Puebla, Mexico. The
types of violence was described with the collaboration of the House of the Indigenous Woman of
Ixtepex (CAMI, AC)
through the application of qualitative methods of analysis which consists
of the testimonies of focal groups. This was explained by women and men interviewees (psycho-
logical, physical and sexual) were examined, in some cases, after having faced some of them.
We conclude that the uses and customs of the interviewees denote that the practices of violence
are learned in the non-reective way in the home, and are enhanced by the behaviors acquired
through digital means.
Keywords: Violence; dating; students; highschool students; Northern Sierra of
de Puebla.
Maritel Yanes Pérez Armando Hernández de la Cruz
Alfredo Bautista Juárez
myanes@ecosur.mx ahernan@ecosur.mx
alfre.uiep@gmail.com
Colegio de la Frontera Sur Unidad Villahermosa, México Colegio de la Frontera Sur Unidad Villahermosa, México
Colegio de la Frontera Sur Unidad Villahermosa, México
Fecha recepción: 06/04/2018
Fecha aceptación: 13/12/2018
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8880-6209 ORCID: https://orcid.org/00000-0002-6347-2043
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5685-5345
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5165-8986
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INTRODUCCIÓN
Diversos estudios han mostrado que en el
período de la adolescencia se experimentan
las primeras relaciones amorosas (Celis &
Rojas 2015); estas relaciones pueden deve-
nir en conictos y violencia en el momento
en que alguno de los miembros de la pareja
pretende dominar al otro, asumiendo una po-
sición controladora o posesiva (Echeburúa &
Corral 1998; Vargas & Barrera 2002; Linares
2006; Rubio, Carrasco & López 2015).
Las relaciones de noviazgo entre adolescen-
tes y jóvenes, no están libres de comporta-
mientos encaminados a causar daño físico,
psíquico o sexual a alguno de sus miembros
(Organización Panamericana de la Salud
2003; Celis & Rojas 2015; López, Lana,
Rodríguez, Rodríguez & Paino 2015). En
el estudio realizado identicamos que en la
opinión de los y las jóvenes entrevistadas,
muchas de las conductas violentas se identi-
can más bien con el amor o el interés por la
pareja. Esta línea de argumentación nos per-
mite entender el concepto de violencia en pa-
rejas de adolescentes como “el conjunto de
actitudes y comportamientos agresivos que
se despliegan en el contexto de una relación
de pareja en la que existe atracción y en la
que dos miembros de la pareja se citan para
salir” (Close 2005 citado por Celis & Rojas
2015:1).
Algunos estudios han señalado que la violen-
cia en el noviazgo puede deberse a la inexpe-
riencia de los adolescentes. Su falta de habi-
lidades para socializar o su poca experiencia
pueden derivar en una relación agresiva.
Para el caso del presente estudio detectamos
que tanto hombres como mujeres entrevista-
dos han padecido este tipo de situaciones que
con el tiempo se normalizan y pueden gene-
rar patrones de conducta y de relación que se
mantienen y practican hasta la edad adulta.
El hecho de que tanto hombres como mujeres
sufran violencia durante esta etapa no quiere
decir que exista el mismo grado de gravedad
en los actos violentos ejercidos, en términos
de género (Celis & Rojas 2015).
Violencia en el noviazgo adolescente en
México
En la Encuesta Nacional de Violencia en las
Relaciones de Noviazgo, realizada por el
Instituto Mexicano de la Juventud en el año
2007, los resultados señalan que en las rela-
ciones de noviazgo que establecen las y los
jóvenes entre 15 y 24 años de edad, hay ex-
presiones de violencia de muy distinto tipo y
en diferentes grados (Instituto Mexicano de
la Juventud 2008).
Los tipos de violencia identicados en dicha
encuesta, fueron: la violencia física, la psico-
lógica y la sexual. Para el primer caso se se-
ñala que el 15% de las y los jóvenes han expe-
rimentado al menos un incidente de violencia
física en la relación de noviazgo que tenían
en el momento de aplicación de la encuesta
(Instituto Mexicano de la Juventud 2008). En
lo que respecta a la violencia psicológica, que
contempla abuso emocional, humillación,
maltrato verbal, entre otras, se detectó que
el 76% de los jóvenes son víctimas (Instituto
Mexicano de la Juventud 2008). En cuanto a
la violencia sexual, las mujeres representan
las dos terceras partes de las agredidas, en
términos de ser forzadas o que han intentado
forzarlas para mantener relaciones sexuales.
En otro estudio se analizó la prevalencia de
la violencia física y psicológica en más de
7.000 estudiantes de escuelas públicas del
Estado de Morelos, con edades de 11 a 24
años, quienes, habían tenido al menos una re-
lación de pareja en su vida. En cuanto a quién
ejerce la agresión, los investigadores encon-
traron que un 4,2 % de las mujeres y un 4,3 %
de los varones, habían ejercido violencia psi-
cológica, y que un 21 % y un 19,5 % de muje-
res y varones, respectivamente, manifestaron
haber llevado a cabo actos de violencia física.
Mientras que un 7,5 % de las mujeres y un
5,5 % de los varones habían ejercido tanto
violencia verbal como física (Rivera, Allen,
Rodríguez, Chávez & Lazcano 2006).
Con estos dos ejemplos podemos mostrar
que hay una tendencia en cuanto a, que tan-
to hombres como mujeres son perpetradores
como víctimas de violencia, durante el no-
viazgo adolescente.
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METODOLOGÍA
El presente artículo de investigación se ali-
nea dentro del paradigma de la investigación
cualitativa. El estudio inició en noviembre
de 2015, en el marco de un proyecto de vin-
culación comunitaria; donde estudiantes de
la Licenciatura en Derecho con enfoque In-
tercultural de la Universidad Intercultural
del Estado de Puebla, se coordinaron con la
Casa de la Mujer Indígena (CAMI) del mu-
nicipio de Ixtepec, Puebla, para investigar
sobre la violencia en el noviazgo. La reco-
lección de la información se hizo mediante
la aplicación de grupos focales cuyo interés
consistió en captar la opinión de las y los
adolescentes sobre el tema.
Los días 25 y 26 de abril de 2016 se visi-
taron tres instituciones de educación media
superior de dos diferentes municipios, en
las cuales se dio a conocer a las autoridades
escolares y a las y los adolescentes, los ob-
jetivos de la investigación. El requisito de
inclusión fue ser estudiante del colegio, sin
importar si tenía una relación de noviazgo
en ese momento o con anterioridad. Se les
aseguró a las y los participantes su anoni-
mato.
Se realizaron 5 grupos focales, empleando
inicialmente una narración completa, par-
tiendo de supuestos psicoproyectivos que
dieron entrada a la pregunta sobre sus opi-
niones acerca de violencia durante el no-
viazgo en su entorno escolar. Asimismo, se
aplicó un cuestionario que recogía datos de
identicación de los participantes. Se contó
con una participación de 134 jóvenes (60 %
mujeres y 40% hombres entre los 15 y 21
años), originarios de la región de la zona
norte del Totonacapan del estado de Puebla,
México.
En algunos grupos focales las y los estu-
diantes fueron participativos y tomaron con
seriedad el tema tratado, la información que
otorgaban la complementaban con ejemplos
y la opinión de hombres y mujeres fue de
forma equitativa. En general, las mujeres
opinaron más que los hombres, además las
participantes cuestionaron el modo de vida
actual de las mujeres mostrando perspecti-
vas de cambio. En tanto que en otros grupos
focales las y los estudiantes no fueron muy
comunicativos, en el momento de expresarse
se notó nerviosismo y dudas cuando respon-
dían las preguntas, aunque hombres y muje-
res participaron de igual manera.
Uno de los límites del estudio es que se re-
ere a un contexto especíco, sin embargo,
los hallazgos pueden dar cuenta de contextos
socioculturales referidos a los pueblos origi-
narios.
1. Acerca de los participantes
Las edades de las y los entrevistados van de
los 15 a los 21 años. La edad promedio es de
17 años. Todas las y los adolescentes, perte-
necen a la región de la zona norte del Toto-
nacapan, del estado de Puebla.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos arrojados por la encuesta.
Figura 1: Distribución porcentual por sexo de las y los adolescentes de los tres bachilleratos
entrevistados (N=134).
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En la gura 1 se puede apreciar que casi el
60% de las personas entrevistadas son mu-
jeres. También se logró captar la informa-
ción sobre las comunidades de origen de las
y los entrevistados se encontró que casi el
43% provienen de la cabecera municipal de
Atlequizayan, seguido de la comunidad de
Ignacio Allende con el 27%, perteneciente al
mismo municipio. Finalmente, el 10% eran
originarios del municipio de Zapotitlán de
Méndez. Los demás municipios y localida-
des están ubicados en lugares colindantes,
algunos cercanos y otros lejanos a las comu-
nidades que tienen los porcentajes más altos
en la población estudiantil analizada; estas
últimas son precisamente las localidades en
donde se localizan los bachilleratos, en los
cuales se aplicaron los grupos focales.
En las páginas siguientes se presentan los
datos obtenidos en los diferentes grupos fo-
cales. Para llegar a dichos resultados se hi-
cieron distintos procedimientos, primero se
realizó la transcripción de los audios obte-
nidos, y después se determinó cuáles serían
las categorías a profundizar. Las categorías
observadas son: conceptualización de vio-
lencia, tipos, ejercicio según el género, ori-
gen, naturalización, repercusión, conanza
ante la violencia experimentada y reacción
ante la violencia.
Posteriormente, ya con las categorías de-
nidas, se realizaron tablas por grupos foca-
les clasicándolas por sexo, para separar las
opiniones tanto de hombres como de muje-
res. Después, con la información obtenida
se identicaron las frases y opiniones que
permitieron comprender la forma de pensar
de las y los jóvenes de las preparatorias vi-
sitadas.
Finalmente, se redactaron las opiniones de
las y los entrevistados plasmando las ideas
que eran semejantes y diferentes, así como,
la comparación de resultados entre ambos
sexos. Esto se llevó a cabo para los cinco
grupos focales. Del mismo modo, se realizó
el cotejo de información obtenida de mane-
ra general de todos los grupos focales por
sexo, y por último, las opiniones que fueron
compartidas entre las mujeres y los hombres
entrevistados. Esta información se presenta
a continuación.
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bio, Carrasco & López 2015). En los grupos,
las opiniones de las y los jóvenes incluyen
un rango de conductas que van desde los re-
gaños y sermones o amenazas hasta las agre-
siones verbales, físicas y sexuales.
.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
1. Los hallazgos: conceptualización de la
violencia en el noviazgo
En la opinión de las y los adolescentes, se
observan diferentes conceptualizaciones
(ver tabla 1) que, esencialmente, son muy
similares a las deniciones que se han repor-
tado en estudios sobre violencia íntima en la
pareja (Jackson 1999; Leen et al. 2013; Ru-
Tabla 1: Conceptualización de la violencia en las relaciones de noviazgo en estudiantes de 15
a 21 años
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En la manera en que los grupos denen la
violencia en las relaciones de noviazgo, es
posible identicar varios elementos tales
como los celos o el maltrato que están en el
trasfondo de la amenaza de un daño físico,
psicológico o sexual; o bien una relación de
dominio de un miembro de la pareja a tra-
vés de amenazas, chantajes o sermones, que
constituyen tácticas para obligar y/o limitar.
En cuanto al primer elemento, hay que ma-
tizar que la intencionalidad de causar daño
físico, psicológico o sexual no siempre está
presente en una acción violenta (Carrasco &
González 2006). Algunos autores sugieren
que la auto-defensa se convierte en motivo
de agresión a la pareja, al percibir que están
sufriendo una agresión (Foshee et al. 2008;
Straus 2008).
En el segundo elemento, el del dominio del
otro miembro de la pareja, las conductas de
chantaje o sermones suelen ir dirigidas a la
obtención de la autoridad, así como al so-
metimiento de la víctima (Amor et al. 2010;
Echeburúa & Corral 1998). Finalmente, el
hecho de que los golpes se produzcan duran-
te una relación de noviazgo podría recupe-
rar la opinión de aquellos adolescentes que
consideran una relación y que ya han pasado
por una serie de rituales, tales como pedir
permiso a sus padres, lo que sugiere un vín-
culo más duradero e incluso con prácticas
sexuales.
2. Tipos de violencia
En la opinión de las y los adolescentes en-
trevistados, quienes están involucrados en
una relación de pareja experimentan diver-
sas formas de violencia; por ejemplo en la
tabla 1 podemos observar diferentes conduc-
tas violentas, así como algunas de sus com-
binaciones. Esto nos hace notar que las y los
estudiantes en sus opiniones no sólo viven
o identican un tipo de violencia al interior
de su relación o de otras relaciones de no-
viazgo, sino que identican cual es el tipo de
violencia predominante en las relaciones de
noviazgo, entre estudiantes de los tres cen-
tros de bachillerato.
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Se puede observar que el enfoque del es-
tudio de la violencia, considerando que las
prácticas violentas no las ejercen solamente
los hombres, es un tema relativamente inex-
plorado en México (Peña et al. 2013; Rivera
et al. 2006; Ramírez & Núnez 2010; Pick et
al. 2010). Más aún si se trata de pueblos ori-
ginarios donde el análisis de esta problemá-
tica se encuentra poco documentada.
Los cinco grupos focales entrevistados coin-
ciden en que el ejercicio de la violencia se da
tanto en hombres como en mujeres, pero es
más frecuente la violencia hacia las mujeres.
El análisis de nuestros resultados pone en
evidencia que la violencia del hombre contra
la mujer en una relación de noviazgo impli-
ca el contexto social, que en el caso de esta
zona de pueblos originarios se rige por nor-
mas y valores que parten de una desigualdad
de género, con roles bien denidos sobre el
papel activo y dominante del hombre, o al
menos es la percepción muy marcada cuan-
do los informantes señalan que los hombres
tienen el pensamiento de que se sienten su-
periores a ellas.
Como señalan Agoff, Rajsbaum y Herre-
ra “esto se maniesta no sólo al interior de
la relación de pareja, sino también a través
de los agentes sociales del entorno, quienes
producen y reproducen cotidianamente estas
concepciones de género” (2006:309). En el
discurso de las mujeres se interpreta que con-
ciben a los hombres como violentos y como
más fuertes que ellas. Existe una profunda
indignación por los golpes hacia las mujeres,
que provocan que tengan que ser enviadas al
hospital o que les causan la muerte. Ellos se
atreven a pegar porque piensan que tienen
más control sobre las mujeres e incluso ha-
cia otros hombres. Casi todas las mujeres en-
trevistadas consideran que no son violentas.
Los varones entrevistados en su mayoría re-
conocen que ejercen violencia, pero además
revelan que entre ellos mismos las agresio-
nes son más fuertes que hacia una mujer. En
contraste, hay un grupo de hombres que de-
claró que la violencia existe de igual mane-
ra, es decir, que tanto varones como mujeres
pueden ser agresores y que las mujeres les
controlan las redes sociales.
De lo anterior se pueden destacar tres pun-
tos. Primero, tanto para mujeres como para
los varones los roles de género previamente
establecidos en sus comunidades originarias
continúan vigentes. La mujer sigue repre-
sentando lo frágil y lo indefenso, mientras
los hombres son rudos, violentos y prac-
tican dominación sobre ellas, lo que se ha
nombrado como masculinidad hegemónica
que es denida como “la conguración de
práctica genérica que encarnan la respues-
ta corrientemente aceptada al problema de
legitimidad del patriarcado, la que garan-
tiza la posición dominante de los hombres
y la subordinación de las mujeres” (Conell
1995:39). En ella, los varones buscan con-
tinuamente el poder, y lo ejercen sobre las
mujeres, e incluso sobre otros hombres que
son considerados como débiles.
El ejercicio del poder es el término clave.
Para Foucault (1988) el poder se ejerce so-
bre las cosas y proporciona la capacidad de
modicarlas, utilizarlas, consumirlas o des-
truirlas. Además, pone en juego relaciones
entre individuos (o entre grupos), porque si
se habla de estructuras o de mecanismos de
poder, este designa relaciones entre parejas.
Para los hombres el ejercicio del poder es una
posibilidad de imponer control sobre otras
personas. Una de las maneras para demos-
trar el poder, es mediante el uso de la sexua-
lidad, cuándo la masculinidad se convierte
en objeto de medición y comparación con
otras personas que comparten la genitalidad
masculina (Figueroa 2001). Otra manera de
ejecutar y conservar el poder es mediante la
legitimidad social del uso de la violencia fí-
sica por parte de los hombres. Esta violencia
se puede practicar sobre las mujeres y sobre
otros hombres o grupos de hombres (Con-
nel 1995). Ambas demostraciones de poder
se presentan en la cotidianidad de las y los
jóvenes entrevistados.
Segundo, el hecho que las mujeres rechacen
tajantemente la violencia representa un po-
sible cuestionamiento a esos roles de género
establecidos. Esto coincide con otras inves-
tigaciones en contextos indígenas, en donde
las mujeres están redeniendo sus derechos
y están empezando a debatir algunos de los
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fundamentos sobre los que se constituye
el derecho indígena (como la violencia in-
trafamiliar), replanteando críticamente sus
propios sistemas normativos (Sierra 2006;
Chenaut 2007; Hernández 2010).
Por último, llama la atención que los hom-
bres declaren que las mujeres también son
violentas mientras ellas lo niegan. Esto po-
dría deberse, por una parte, a que la agresivi-
dad es vista como un atributo masculino que
no es bien aceptado y, por lo tanto, el uso de
la fuerza física contra otros por parte de las
mujeres está deslegitimado (Yanes 2014).
Por otra parte, se ha documentado que las
mujeres ejercen el poder de manera diferen-
te a la de los hombres. Ellas detentan el po-
der mediante el afecto y el cuidado erótico y
maternal, también llamados poderes ocultos,
con ellos logran que las necesiten. Según
Bonino (1995) estos no son en realidad po-
deres de dominio sino pseudo poderes que
imponen una reclusión en el mundo privado
y representa una característica de los grupos
subordinados, que consiste en manejar al su-
perior.
Las mujeres se hacen expertas en leer las ne-
cesidades y en satisfacer los requerimientos
del varón, logrando ser valorada por su e-
ciencia y exigiendo algunas ventajas a cam-
bio. Sus necesidades y reclamos no pueden
expresarse directamente, y por ello se hacen
por vías ocultas básicamente las quejas y re-
proches (a los que los varones rápidamente
se hacen inmunes) (Bonino 1995).
De acuerdo con lo anterior, cobra sentido
que sean las mujeres las que en su mayoría
vigilen el uso de las redes sociales y el ce-
lular de sus parejas, puesto que el control,
la dominación y el acecho al objeto amoro-
so (Velázquez 2013) podrían convertirse en
parte de estas estrategias silenciosas para te-
ner injerencia directa en los cambios de con-
ducta asociadas a mujeres y varones (Celis
& Rojas 2015). Tras las evidencias, hay que
señalar que dichos comportamientos ya es-
tán presentes entre las y los adolescentes de
la Sierra del Tototocapan y sin duda tendrán
repercusiones sociales en sus comunidades.
3. Origen de la violencia en el noviazgo
Una de las teorías que habla sobre conductas
agresivas aprendidas desde la psicología es
la del aprendizaje social (Bandura & Ribes
1976). En esta se plantea que las conductas
pueden aprenderse por imitación y tienen
como base la atención y la motivación. La
primera es donde se despierta el interés de
algún comportamiento ejercido por un mo-
delo (padres, o cuidadores primarios) y el se-
gundo es el motor que consiste en la volun-
tad de realizar una conducta que observamos
de un modelo (Bandura & Ribes 1976).
En nuestros resultados encontramos que
las y los entrevistados mencionaron que la
violencia se origina con el machismo, los
problemas dentro del hogar por parte de la
familia de origen, la falta de conanza y la
necesidad de reconocimiento. Por lo que la
dinámica familiar es un factor importante,
ya que si las y los cuidadores primarios emi-
ten conductas agresivas que llevan a cual-
quier tipo de violencia, está será imitada por
los adolescentes llevándola a otro contexto
social, en este caso en el noviazgo. Tam-
bién observamos que las mujeres muestran
un mayor grado de tolerancia, a la violencia
que son sometidas cuando perciben que su
origen está en el contexto.
Puede apreciarse que la violencia es un fe-
nómeno complejo que abarca diferentes si-
tuaciones y escenarios comunitarios, fami-
liares y personales. La norma de lo que se
considera un comportamiento aceptable o lo
que constituye un daño para otras personas
ha variado en diferentes épocas y culturas
(Pick, Leenen, Givaudan & Prado 2010). En
el siguiente cuadro se presentan las opinio-
nes de las y los adolescentes sobre el origen
de la violencia en el noviazgo.
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Sobre esta categoría los varones opinaron
que la violencia en el noviazgo se gene-
ra cuando empiezan a privar a su pareja de
cosas, con el bullying, la falta de comunica-
ción y la conanza en la relación. Las muje-
res piensan que todos esos factores inuyen,
pero agregaron que los celos, el machismo
y la traición también originan violencia en
el noviazgo. Tanto hombres como mujeres
coinciden que estos aprendizajes se adquie-
ren dentro del hogar por parte de la familia.
Sólo los varones mencionaron que también
inuyen los amigos o incluso la televisión.
Estos hallazgos coinciden con los resulta-
dos de otras investigaciones realizadas en
México, donde se ha resaltado el estilo de
crianza como un factor importante, pues
establece un comportamiento diferenciado
para los hombres y las mujeres: autoritario
en los primeros y abnegado en las segundas
(Ramírez & Núnez 2010), ambos sexos “son
congurados para adoptar y representar los
tipos de violencia en el momento en que los
jóvenes inician una relación de pareja, en-
tonces dichos patrones son normalizados y
validados como formas de común conviven-
cia en la sociedad” (Olvera, Arias & Amador
2012:167).
En otros países
Los factores de riesgo de la vio-
lencia en las parejas jóvenes que
han sido más estudiados son la
observación de violencia entre los
padres, la aceptación de la violen-
cia en la relación de pareja, tener
amigos o conocidos que han sido
víctimas o victimarios de dicha
violencia, los roles tradiciona-
les de género y la experiencia de
haber sido víctima de violencia
por parte de la pareja o en la fa-
milia de origen (Rey 2008:232).
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1. Naturalización de la violencia
En la tabla 4, se observa que la violencia
masculina es percibida como un castigo
hacia la mujer por el no cumplimiento del
rol de género femenino. En investigaciones
previas se ha documentado que la violencia
es considerada como algo normal en las re-
laciones amorosas de noviazgo por muchos
adolescentes (Martínez 2014), veamos cómo
la interpretan las y los estudiantes entrevis-
tados.
En los varones encontramos diferentes opi-
niones. Algunos piensan que la violencia no
es normal, mientras la gran mayoría mani-
esta que es parte del sistema del noviazgo,
que es una costumbre, que las mujeres lo
permiten y que ellas deben de hacer lo que el
hombre les dice.
En cambio, casi todos los grupos de mujeres
ven a la violencia como algo fuera de lo nor-
mal. Sin embargo, en un grupo se observó
el castigo social que se le impone a la mu-
jer por no darse a respetar, opinaron que la
mujer pierde más, porque es discriminada y
señalada por la misma sociedad. Agregaron
que a veces las mujeres confunden las prohi-
biciones o los celos con amor.
Se observa que nuevamente los estereotipos
o roles de género tradicionales están presen-
tes en las y los estudiantes entrevistados. Y
en el caso de las mujeres están en una cons-
tante redenición de su papel ante la socie-
dad.
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5. Repercusión de la violencia en el no-
viazgo
En este apartado se describen las consecuen-
cias del maltrato narradas por las y los jóve-
nes, así como las relaciones existentes entre
unas y otras, limitándonos a las que han re-
sultado ser más signicativas.
La mayoría de las mujeres identican aspec-
tos relacionados con la depresión, el pánico,
la desconanza, la inseguridad y el temor a
las relaciones futuras. Además, piensan que
es una situación que siempre será así e inte-
riorizan esa idea. Estos aspectos generan a
las víctimas un grado importante de inadap-
tación a la vida cotidiana y se reeja en lo
que podemos denominar un malestar emo-
cional, que repercute en síntomas depresi-
vos.
En tanto que algunos varones opinan que
la violencia en el noviazgo genera miedo,
humillación, baja autoestima, temores, trau-
mas, conictos e inseguridad en la toma de
decisiones, es posible deducir que una con-
siderable cantidad de las y los jóvenes en-
trevistados muestran esas características y,
atribuyen a ellas los bajos niveles de estra-
tegias para afrontar los actos de violencia en
el noviazgo.
Los factores que inicialmente se presentan
como un juego pero que potencialmente de-
rivan en situaciones de violencia, con reper-
cusiones de daño que los y las jóvenes perci-
ben como: uso de la fuerza, miedo, traumas,
baja autoestima, depresión y desconanza.
6. Conanza (búsqueda de ayuda) ante la
presencia de violencia en el noviazgo
Con sus particularidades y semejanzas, los
pueblos originarios a los que pertenecen las
y los entrevistados, representan una muestra
del escenario cultural en el que se desenvuel-
ven las mujeres afectadas por la violencia en
su noviazgo.
En los tres planteles donde se realizó el es-
tudio, la violencia en el noviazgo no ha sido
reconocida por las autoridades como un pro-
blema de salud pública. Por otra parte las
afectadas no ven a la institución educativa
como un canal para resolver asuntos de pa-
reja, que se consideran de orden personal y
privado; lo que invisibiliza muchas situacio-
nes y prácticas violentas, que al irse estable-
ciendo se van normalizando.
Por otro lado, en los Colegios de Bachilleres
estudiados, no se han incorporado acciones
de prevención o de atención a la violencia
en el noviazgo en términos institucionales.
Las y los jóvenes afectados reciben algo de
apoyo en función del interés individual de
los y las profesoras u orientadores, quienes
no tienen una capacitación especíca para
apoyar en estos casos.
Ante este contexto, los varones participantes
en los grupos focales comentan que cuan-
do buscan ayuda, recurren a sus familias en
caso de padecer algún tipo de violencia, en
especíco a sus padres o hermanos; pero
también a su mejor amigo o a algún maes-
tro. Mientras que las mujeres, la mayoría de
las entrevistadas si sufrieran de violencia: se
lo contarían a alguien de conanza, amiga o
amigo, a su familia, en especial a su madre, o
a alguien mayor. Aunque también existió la
opinión de que lo reexionaría por sí misma.
En este sentido, los resultados encontrados
en las opiniones que se analizaron, muestran
que el contexto patriarcal y la inequidad de
género juegan un papel importante en invisi-
bilizar la violencia en las relaciones de pare-
ja, durante el noviazgo; la falta de reconoci-
miento del problema en muchas ocasiones es
un factor decisivo para no buscar ayuda; ya
que se vive en una situación que se considera
normal.
7. Reacción ante la violencia en el noviaz-
go
Las y los jóvenes mencionan como impor-
tante establecer una distancia con los agre-
sores; darse un espacio y reexionar sobre
la situación que viven. Esta toma de accio-
nes permite que ubiquen que esta situación
puede atenderse en un ámbito más allá de la
pareja, y que, en dado caso, es susceptible
de llevarse ante las autoridades competentes.
El tener valor en pedir apoyo a las autori-
dades, denunciar y contárselo a personas de
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La violencia en el sistema del noviazgo, es
un tema de alta complejidad, por lo que su
abordaje conlleva a analizar prácticas socia-
les y étnicas. Este estudio plantea un acer-
camiento a la comprensión de esta proble-
mática.
Para las y los adolescentes entrevistados
la violencia en el noviazgo es un rango de
conductas que van desde los sermones, las
amenazas y los celos hasta las agresiones
verbales, físicas y sexuales. El ejercicio de
la violencia que se lleva a cabo dentro de una
relación es cosa de ambos, tanto de hombres
como de mujeres, pero es más frecuente la
violencia hacia las mujeres.
El manejo de violencia dentro del noviazgo
está sufriendo cambios culturales debido a
la información que les viene de fuera (tele-
visión y redes sociales). Sin embargo, estos
cambios en realidad no producen grandes al-
teraciones a las prácticas culturales, es decir,
no modican del todo los usos y costumbres.
Tanto para mujeres como para los varones
adolescentes de la Sierra Norte del Totona-
capan los roles de género previamente es-
tablecidos en sus comunidades originarias
continúan vigentes; pero al mismo tiempo,
algunas mujeres están empezando a cuestio-
narlos.
Tanto hombres como mujeres tienen una in-
terpretación particular acerca de qué es la
violencia y cómo se ejerce. Casi todos los
varones maniestan que la violencia es una
costumbre y que forma parte del sistema del
noviazgo. Mientras las mujeres, piensan que
la violencia no se debe de permitir, pero ellas
mismas se auto-castigan por no darse a res-
petar y toman pocas acciones para cambiar
su condición. Entonces, ellas están en una
constante redenición de su papel ante la so-
ciedad.
El análisis de la información permitió di-
ferenciar como parte de las razones de la
violencia percibidas por las mujeres entre:
motivos y causas. El estilo de crianza es un
factor que inuye en la violencia en el no-
viazgo, ambos sexos son congurados para
CONCLUSIONES
conanza, darse un pensamiento de lo que
quieres y lo que no quieres, son las reaccio-
nes que proponen los y las jóvenes de la Sie-
rra Norte de Puebla que entrevistamos.
Los varones manifestaron las siguientes re-
acciones ante la violencia en el noviazgo:
alejarse, aislarse, solicitar consejos, infor-
marse, respetarse, denunciar, pedir apoyo a
las autoridades, contarle a alguna de la per-
sona de su conanza, o decirles a sus padres.
En general, los testimonios de ambos gé-
neros nos muestran transformaciones en la
manera de ver la violencia en el noviazgo;
indudablemente este posicionamiento es un
referente para las comunidades de origen de
los y las participantes, lo que supone que es
posible una respuesta social más adecuada a
estos casos de violencia. Aunque es impor-
tante señalar que los contextos no necesaria-
mente asimilan estos posicionamientos, en
la medida de que los usos y costumbres se
arraigan como comportamientos normales,
lo que en muchas ocasiones justica la vio-
lencia entre las relaciones de pareja, la in-
equidad entre géneros y se reproduce como
una práctica socialmente tolerada o abierta-
mente aceptada.
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adoptar y representar los tipos de violencia
en el momento en que las y los jóvenes ini-
cian una relación de pareja.
Las consecuencias del maltrato narradas por
las y los jóvenes revelan que quien es tratado
con violencia percibe una carencia de posibi-
lidades para modicar su vida y controlar su
futuro. Los factores que sobresalen en este
estudio son: la baja autoestima y el estilo de
crianza. La violencia en el noviazgo no ha
sido reconocida por las autoridades de estas
comunidades indígenas como un problema
de salud pública. Tampoco los Colegios de
Bachilleres estudiados se han preocupado
por incorporar acciones de prevención o de
atención a la violencia en el noviazgo dentro
de su quehacer cotidiano. El peso principal
de tratar de hablar lo que ocurre con la rela-
ción violenta en el noviazgo recayó sobre las
jóvenes mujeres mientras que la mayoría de
los varones preeren guardar silencio.
Como medida preventiva consideramos que
desde la niñez debe fomentarse la igualdad
y el respeto entre hombres y mujeres, y que
en esta tarea no solo se involucre a la comu-
nidad estudiantil y al profesorado sino tam-
bién a las madres y padres de familia. Para la
atención de la violencia en el noviazgo entre
adolescentes, los profesionales de la salud
y la educación deben establecer medidas de
intervención para la solución del problema
para disminuir la violencia durante el no-
viazgo y evitar su progresión hacía la vida
adulta.
Por último, nos parece importante agregar,
que se necesitan más estudios que aborden
la violencia en el noviazgo desde la perspec-
tiva de género, y que analicen además como
las tecnologías de información y la crisis de
familia han impactado a las sociedades en
general y a las comunidades indígenas en
especíco, por lo que se abre el debate y se
incentiva a que se realicen más investigacio-
nes referentes al tema.
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