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REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.6, DICIEMBRE, (37-45)
ISSN 2550-6722
INTRODUCCIÓN
Gran parte del contexto en el que la sociedad
se desarrolla está plagado de imágenes, ilus-
traciones y contenido visual en general. El
cine, el arte, la pintura, la escultura son algu-
nas de las manifestaciones de un tipo de len-
guaje que está instituido, fundamentalmente,
de signos. A toda esa agrupación de imáge-
nes que las personas procesan día tras días
(muchas veces sin ser conscientes de ello) se
la conoce como Cultura Visual. Su enfoque
multidisciplinario aborda un amplio espectro
de imágenes manipuladas por el hombre. De
acuerdo al criterio de Costa, “un mensaje grá-
co, como el plano de la ciudad, un cartel o
un libro de cocina, está ahí fundamentalmente
para transmitir informaciones. Y esta función
comunicativa deviene precisamente de su na-
turaleza visual” (2014:93). En ese sentido, la
importancia de procesar estos signos se des-
ploma sobre la forma de acción que tiene en
los seres humanos, pues estos permiten crear
interacción con el mundo, ofreciendo dife-
rentes formas de entenderlos desde la propia
construcción de la razón, en respuesta a los
estímulos visuales que se consumen.
El consumidor, por su parte, busca una sola
cosa: satisfacer el hambre de conocer. Busca
información constantemente y en su búsque-
da en muchas ocasiones no opera bajo crite-
rios analíticos, sino únicamente a un modelo
de respuesta adoctrinado inconscientemente.
En este mismo marco, la percepción del ser
humano habita en un gigantesco mar de sig-
nos cuya decodicación crea la estructura de
la conciencia.
A través de este universo de signos, cons-
truimos una representación de la realidad,
que tiene el sello de las circunstancias es-
paciotemporales y los códigos culturales
compartidos. Entonces, existe un código
y una realidad percibida a través de ese
código, una realidad ltrada por medio
de ese simbolismo, que nos permite ver
esa realidad, aunque sea parcialmente,
pero es lo único que tenemos (Fernández
2011:50).
Partiendo de todo lo expuesto, el colo-
quio de Cultura Visual explora diferentes
áreas enmarcadas a los leguajes visuales
como la fotografía, el diseño gráco, la
publicidad, las artes y, en general, los pro-
cesos inmiscuidos en la narrativa visual.
La realización de este evento en la ciudad
de Machala, capital de la provincia de El
Oro, busca, a través de una perspectiva se-
miótica, ampliar la visión que la gente tie-
ne sobre el contenido visual que rodea su
entorno. Flechsig y Schiefelbein senten-
cian, que, respecto a la realización de un
coloquio, este se trata de un “aprendizaje
recíproco, (donde) cada participante apor-
ta y, también, recibe experiencias, aunque
los aportes sean cuantitativa y cualitativa-
mente diferentes” (2003:31).
De esta manera, el evento permite la re-
exión acerca de temas propios de la
cultura visual, además de promover la
sensibilización en las personas sobre las
inuencias que los contenidos visuales,
inmersos en la iconósfera, tienen sobre su
propia conducta. A groso modo, el primer
coloquio de Cultura Visual busca capaci-
tar a los asistentes a ser mejores lectores
de imágenes, críticos y constructores de
conocimiento a través de la socialización
de experiencias y, más puntualmente, del
contenido recogido durante el evento. Es
preciso aclarar que el desarrollo de eventos
que permitan a los actores principales de
un área temática, interactuar y acercar con
la ciudadanía y la academia, son de gran
importancia para la toma de conciencia de
las posibilidades que existen al trabajar de
manera interdisciplinaria en la gestión de
la cultura visual.
METODOLOGÍA
La investigación realizada es de orden cua-
litativo y está basada en un enfoque dialéc-
tico, por tanto, se encarga de reexionar