REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
28
EL ZAPATISMO COMO ‘RESISTENCIA CRÍTICA
AL NEOLIBERALISMO
ZAPATISM AS A ‘CRITICAL RESISTANCE’ TO NEOLIBERALISM
RESUMEN
ABSTRACT
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994, ejecutó un levanta-
miento armado en el Estado de Chiapas-México, con el objetivo de reivindicar los derechos y
la autonomía de los pueblos indígenas. Este acontecimiento marcó un hito histórico en la región
latinoamericana y en el mundo, ya que signicó un resurgir de la resistencia al neoliberalismo
y al capitalismo posterior a la disolución de la Unión Soviética. El presente artículo se pretende
profundizar el análisis de la categoría ‘resistencia crítica’, considerando la conguración histó-
rica y epistémica del zapatismo a través de sus discursos, prácticas e inuencias internaciona-
les. Para este n, revisamos los postulados políticos del EZLN, su relación con el movimiento
indígena ecuatoriano y el simbolismo del Subcomandante Marcos. La metodología utilizada
consiste en la revisión bibliográca de literatura especializada y de documentos, declaraciones,
reportajes y material audiovisual sobre la historia del EZLN. Finalmente, nuestra conclusión es
que la acción zapatista puede considerarse una “resistencia crítica” porque inicia con una rein-
terpretación y una revalorización de conceptos, categorías, experiencias y saberes indígenas,
con la nalidad de des-imbricar las redes políticas, económicas y sociales del neoliberalismo.
Palabras clave: Ejército Zapatista de Liberación Nacional; movimiento indígena; resistencia
anti-neoliberal; resistencia crítica; zapatismo.
The Zapatista Army of National Liberation (EZLN), in January 1994, carried out an armed
uprising in the State of Chiapas-Mexico, with the aim of vindicating the rights and autonomy
of indigenous people. This event constituted a historic milestone, in Latin America and in the
world, since it signied the resurgence of resistance to neoliberalism and capitalism after the
dissolution of the Soviet Union. This article seeks to deepen the analysis of the category of “cri-
tical resistance” considering the experience of Zapatismo. The methodology consists on the bi-
bliographic review of specialized literature, documents, declarations, reports and audiovisual
material on the EZLN history to review concepts, categories, practices and their international
inuence, particularly with the Ecuadorian indigenous movement. Finally, our conclusion is
that zapatista action can be considered a “critical resistance” because it includes a reinterpre-
tation and revaluation of indigenous concepts, categories, experiences and knowledge, in order
to unravel the political, economic and social networks of neoliberalism.
Keywords: anti-neoliberal resistance; critical resistance; indigenous movement; zapatismo;
Zapatista Army of National Liberation.
Marco Ambrosi De la Cadena
marco.ambrosi@ucuenca.edu.ec
Universidad de Cuenca, Ecuador
Fecha recepción: 16/4/17
Fecha aceptación: 13/12/17
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
29
INTRODUCCIÓN
METODOLOGÍA
En el presente trabajo se analizan investi-
gaciones anteriores (Ambrosi y Vintimilla
2013), sobre los movimientos sociales en
América Latina y su incidencia en la cons-
trucción de una “resistencia crítica” frente
al desarrollo neoliberal. A partir de una bre-
ve reseña histórica del ejército zapatista se
intenta identicar sus conceptos, categorías
y prácticas; por ejemplo, el proceso de for-
mación del EZLN deja entrever que las co-
munidades indígenas de Chiapas jugaron un
rol clave en la conguración de las prácticas
democráticas del zapatismo, lo cual, se con-
siguió con la armación de los indígenas,
como actores políticos capaces de interpre-
tar y transformar su realidad.
La lucha del EZLN se enfoca en el ejercicio
del poder por las mayorías a través de deci-
siones consensuadas y no en la toma del po-
der político, una reivindicación fundamental
en la izquierda tradicional; pero la ruptura
con la izquierda ortodoxa tiene múltiples
puntos, entre ellos: su estructura orgánica,
la inclusión de las diversidades sociales, el
análisis interseccional de la sociedad, el re-
chazo a la violencia, o la armación de la
autonomía y el autogobierno. Precisamente,
el zapatismo se constituye en una resistencia
crítica a consecuencia de esta ruptura y de
factores socio-epistémicos que permiten la
reinterpretación y la transformación de las
realidades, en otras palabras, la resistencia
no se reduce a una lucha armada sino a una
construcción colectiva de las y los exclui-
dos.
Para aportar a la reexión acerca del zapa-
tismo como resistencia crítica consideramos
sus procesos de formación e internacionali-
zación, a través del análisis de la inuencia
recíproca con el movimiento indígena ecua-
toriano, pionero de las resistencias neolibe-
rales en el continente. Adicionalmente, revi-
samos la representación y el simbolismo del
Subcomandante Insurgente Marcos como
imagen visible del EZLN.
En conclusión, la resistencia crítica se pre-
senta para el zapatismo como una condición
indispensable para asegurar un desarrollo
social autónomo y diverso, distanciado de la
dinámica institucional-estatal que invisibi-
liza las necesidades de los sectores sociales
excluidos. Es así que, por todo lo señalado,
el zapatismo se convirtió en un estandarte
del resurgimiento de la resistencia al proyec-
to neoliberal.
La metodología consiste en el análisis de la
categoría de ‘resistencia crítica’ a través de
la revisión de literatura especializada y de
documentos, declaraciones, reportajes y ma-
terial audiovisual sobre la historia del EZLN,
para proponer una reexión acerca de con-
ceptos, categorías, procesos y prácticas za-
patistas; con énfasis en la conguración de
su discurso político-epistémico, a través de
la inuencia recíproca con el movimiento
indígena ecuatoriano, y el simbolismo del
Subcomandante Marcos.
BREVE HISTORIA DEL ZAPATISMO:
EL RESURGIMIENTO DE LA RESIS-
TENCIA
América Latina, desde los años 80, se con-
virtió en un laboratorio vivo para la experi-
mentación y aplicación del neoliberalismo, a
consecuencia de la “década perdida” (Brie-
ger 2002) y su profunda crisis económica. El
proyecto neoliberal – defendido como única
alternativa posible – se concretó a través del
llamado “Consenso de Washington” que se
convirtió en un decálogo que pregonaba el
laissez faire (dejar hacer y dejar pasar) en la
economía con postulados como: liberaliza-
ción y apertura de fronteras a capitales, re-
ducción de Estados nacionales, privatización
de servicios públicos y sectores estratégicos,
reducción de la inversión pública, endeuda-
miento externo, y entre otras medidas que
desfavorecían a los ya debilitados Estados
en la “región más desigual del planeta” (De
Ferranti, Perry, Ferreira y Walton 2004).
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
30
Dos acontecimientos históricos, la caída del
Muro de Berlín en 1989 y la desintegración
de la Unión Soviética en 1991, marcaron el
triunfo del neoliberalismo como alternativa
económica y el n del mundo bipolar del si-
glo XX. A pesar de este contexto adverso a
la lucha social y de la hegemonía discursiva
del “Fin de la Historia” (Fukuyama 1992),
en Chiapas-México, el 1 de enero de 1994 –
“cuando soñar estaba prohibido” – resurgió
la resistencia al capitalismo y al neoliberalis-
mo con un ejército popular en un país direc-
tamente afectado por el proyecto neoliberal.
“Vivir por la patria o morir por la
libertad” fue la consigna del EZLN,
continuando la lucha inconclusa de
la Revolución Mexicana liderada
por Pancho Villa y Emiliano Zapata
(Moctezuma, 2010; Santana, 2010).
La primera acción ofensiva pública del
EZLN fue la toma insurgente de varios mu-
nicipios en Chiapas (San Cristóbal de Las
Casas, Las Margaritas, Ocosingo, Altamira-
no, Chanal, Oxchuc y Huixtán), el mismo día
que entraba en vigencia el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN),
máximo estandarte del proyecto neoliberal
en el continente.
El inicio del Ejército Zapatista se remonta a
las décadas de los 60 y 70 con varios acon-
tecimientos como: la creación de movimien-
tos sociales, estudiantiles y campesinos; las
Matanzas de 1968 y 1971 (Allier 2009); o la
conformación de las Fuerzas de Liberación
Nacional (FLN) (Oikión y García 2006). Así
mismo, el Estado de Chiapas se ha caracte-
rizado por su tradición de lucha desde tiem-
pos de la conquista española (Lenkersdorf
2004), por lo cual, no es extraño que en la
selva Lacandona grupos militares insurgen-
tes hayan levantado sus campamentos de en-
trenamiento y adoctrinamiento.
Una fecha crucial para el zapatismo es el 17
de noviembre de 1983 cuando integrantes
de las FLN se establecen en esta región para
adiestrarse, formarse y generar relación con
las comunidades indígenas cercanas (Subco-
mandante Insurgente Marcos 2003b).
El proceso de organización y fortalecimiento
del Ejército Zapatista tardó más de 10 años
y no estuvo exento de contradicciones; en
términos político-ideológicos, el debate se
centró en el postulado de la toma del poder
político por la vía armada para la construc-
ción del Socialismo como una primera guía
ideológica y programática.
Desde el punto de vista orgánico,
las FLN y el EZLN inicialmente
estuvieron conformados por estu-
diantes y actores sociales urbanos,
quienes consolidaron su espacio
de inuencia entre comunidades
indígenas y campesinas chiapa-
necas que se integraron progresi-
vamente a las las de los ejérci-
tos zapatistas (Hernández 2006).
Con el acercamiento político y orgánico de
las comunidades indígenas, el EZLN debió
adaptar su estructura político-militar verti-
cal y orgánica, al aprendizaje de la tradición
organizativa indígena sustentada en la par-
ticipación colectiva y la toma de decisiones
por consenso. Este proceso de cohesión, en
un momento dado, condicionó las decisio-
nes del mando militar a la aprobación de
las comunidades; así nació el concepto del
“mandar obedeciendo” y la masicación de
las y los zapatistas en la Selva Lacandona
(Contreras y Ortiz 1994), en otras palabras,
el ejército pasó de ser una estructura militar
urbana y mestiza, a una organización comu-
nitaria y básicamente indígena sin perder el
carácter insurgente y beligerante.
El asalto armado fue resultado de una lar-
ga deliberación, entre 1992 y 1993, cuan-
do el EZLN y las comunidades decidieron
iniciar la “guerra contra los poderosos” por
las necesidades insatisfechas, la dignidad y
la vida. Es así que, el Comité Clandestino
Revolucionario Indígena-Comandancia Ge-
neral del EZLN (CCRI-CGEZLN) preparó
los primeros enfrentamientos que tuvieron
lugar, entre el 22 de mayo y el 3 de junio
de 1993, conocidos como la Batalla de Co-
rralchén (Jiménez 1996). Posteriormente, el
mismo Comité organizó el levantamiento
del 1 de enero de 1994 con la consigna ¡YA
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
31
BASTA! contra el “mal gobierno de Méxi-
co” (en términos zapatistas).
La vía armada fue la última medida para el
EZLN y no se la consideró como un medio
para la violencia o la consecución del poder,
al contrario, se la argumentó como una lucha
justa debido a la necesidad y exclusión de
los pueblos. Tempranamente, el EZLN per-
cibió que el camino de las armas no era el
único – ni el mejor – y en Agosto de 1994
participó de la Convención Nacional Demo-
crática (CND) para generar diálogos de paz
entre el Gobierno Mexicano, organizaciones
sociales y la sociedad civil, con la convic-
ción de instaurar un Gobierno de transición
y convocar un Congreso Constituyente para
abrir camino a la “verdadera democracia” en
México (Subcomandante Insurgente Marcos
1994).
Los consensos alcanzados en la CND debían
ser acatados por el Presidente electo a partir
del 1 de diciembre de 1994, sin embargo, el
candidato ganador Ernesto Zedillo del Parti-
do Revolucionario Institucional (PRI), par-
tido gobernante por más de 6 décadas, trai-
cionó los acuerdos e inició una persecución
militar violenta marcada por hechos como la
matanza de 45 personas en Acetal en 1997.
A pesar de la fuerte represión por parte del
Ejército Mexicano y movimientos parami-
litares, los zapatistas continuaron utilizando
el diálogo como herramienta política para la
consecución de sus nes propuestos. En pa-
labras del Subcomandante Insurgente Mar-
cos (2003a) los zapatistas se percataron que
se debían disparar “palabras” y no armas,
por ello, construyeron un espacio nombrado
“Aguascalientes” para aprender a escuchar y
hablar con la pluralidad de la sociedad civil.
Luego del fracaso de los diálogos en 1994 y
1995, el primer “Aguacalientes” de Guada-
lupe Tepeyac fue destruido por la ofensiva
militar del gobierno, ante lo cual, en símbo-
lo de resistencia el EZLN decidió constituir
cinco nuevos Aguascalientes en las comuni-
dades de La Garrucha, Oventic, Morelia, en
La Realidad “y el último y primero en el co-
razón de todos los hombres y mujeres hones-
tos que hay en el mundo” (Comité Clandes-
tino Revolucionario Indígena-Comandancia
General del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional 1996).
La resistencia zapatista a través del diálogo y
la participación comunitaria no se limitó a la
inclusión y organización del indígena chia-
paneco, en reiteradas ocasiones el EZLN ha
convocado a mujeres, trabajadores, obreros,
estudiantes, jóvenes, intelectuales, académi-
cos, religiosos, ciudadanos y a los más di-
versos sectores sociales a sumarse a la rei-
vindicación y conquista de la democracia, la
libertad y la justicia.
En los primeros años de resistencia el EZLN
se dedicó a defender los “Acuerdos de San
Andrés” (Gobierno del Estado de Chiapas
2003) alcanzados en los diálogos de paz, que
buscaban garantizar el reconocimiento ple-
no de los derechos indígenas, empero, estos
fueron irrespetados por el gobierno mexica-
no y la Comisión para la Concordia y la Pa-
cicación (COCOPA) (Romero 1998).
El cambio de partido político en el poder,
con la elección de Vicente Fox del Partido
Acción Nacional (PAN) en el 2000, no re-
presentó un cambio de la política ocial ha-
cia el EZLN; es más, los Acuerdos de San
Andrés fueron continuamente irrespetados,
teniendo como punto máximo la aprobación
de la ley indígena en 2001 que excluía los
aspectos esenciales de los acuerdos (Van der
Haar 2005, Harvey 2011). En respuesta al
“mal gobierno mexicano” el zapatismo optó
en 2003 por conformar los ‘Caracoles’ y las
‘Juntas de Buen Gobierno’ (JBG), en reem-
plazo de los Aguascalientes, como espacios
para fortalecer la democracia, la participa-
ción colectiva y los diálogos. De esta ma-
nera, las comunidades indígenas asumieron
su dirección política para consolidar la auto-
nomía, el autogobierno y la autogestión, sin
participación alguna del EZLN que contami-
naba la tradición indígena como un elemento
antidemocrático (Subcomandante Insurgen-
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
32
te Marcos 2003a).
Las bases zapatistas han enfrentado el blo-
queo, acoso y ataque militar y paramilitar
desde 1994, sin descuidar su formación edu-
cativa, política, militar y de servicio para
proteger la autonomía, la libre determinación
y los derechos indígenas (Comité Clandesti-
no Revolucionario Indígena-Comandancia
General del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional 2005). En los últimos años el za-
patismo se ha enfocado en el trabajo con los
Caracoles y las JBG, sin abandonar el diálo-
go y la resistencia por la construcción de la
democracia en México y la solidaridad con
las luchas a nivel mundial. Muestra de ello,
fue la última aparición pública masiva del
EZLN en la marcha en solidaridad con los
43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa,
en Octubre de 2014 en Chiapas.
A inicios de 2017, el zapatismo sorprendió
al mundo con la convocatoria a la Asam-
blea Constitutiva del Concejo Indígena de
Gobierno cuyo objetivo es gobernar el país
y presentar una candidata presidencial indí-
gena para las elecciones de 2018 (Congreso
Nacional Indígena-Ejército Zapatista de Li-
beración Nacional 2017). Este anuncio re-
presenta un cambio en el accionar zapatista
que previamente se ha pronunciado renuente
a la consecución del poder político institu-
cionalizado, sin embargo, esta estrategia
tiene un carácter simbólico para posicionar
en el discurso político-electoral las luchas
indígenas.
Finalmente, el EZLN en marzo de 2017 ex-
presó su rechazo a la construcción del muro
entre las fronteras de EEUU y México, con
la campaña “Frente a los muros del Capital:
la resistencia, la rebeldía, la solidaridad y
el apoyo de abajo y a la izquierda” (Subco-
mandante Insurgente Moisés y Subcoman-
dante Insurgente Galeano 2017), misma que
es apoyada con la donación de toneladas de
café cosechadas por indígenas zapatistas.
EL ZAPATISMO COMO RESISTEN-
CIA CRÍTICA
En esta sección buscamos examinar cómo
el EZLN rebasó una mera oposición al pro-
yecto neoliberal para levantar colectivamen-
te una ‘resistencia crítica’ que deconstruye
prácticas sociales, culturales y políticas, para
avizorar alternativas al neoliberalismo en to-
das sus dimensiones. Adicionalmente, anali-
zaremos el simbolismo del Subcomandante
Marcos, y la inuencia mutua del zapatismo
y el movimiento indígena ecuatoriano que
han reivindicado postulados y luchas comu-
nes.
El EZLN desde su inicio tuvo un carácter
anticapitalista y antineoliberal que fue rati-
cado en las seis Declaraciones de la Selva
Lacandona (2 en 1994, 1995, 1996, 1998 y
2005) como documentos de discusión y po-
sicionamiento político sobre la problemática
mexicana y mundial. En reiteradas ocasio-
nes, el zapatismo ha planteado la elaboración
de un Programa Nacional de Lucha desde
los sectores “de abajo y de la izquierda” para
resistir al neoliberalismo en México, defen-
diendo su soberanía y sus recursos a través
del diálogo y la construcción de una política
de alianzas con organizaciones y movimien-
tos no electorales con la consigna “DESDE
ABAJO Y POR ABAJO” (Harvey 2011).
Poco después del levantamiento, en agos-
to de 1994, el zapatismo asumió como es-
trategia política y organizativa el diseño de
formas alternativas de resistencia como: el
diálogo, la movilización ciudadana, o la coa-
lición de movimientos sociales, inicialmen-
te, por tres razones: la primera, la búsqueda
de legitimidad entre las comunidades indíge-
nas y el país que, en buena parte, se oponían
a una lucha armada; la segunda, la forma-
ción de una nueva cultura política que no te-
nía como objetivo la toma del poder político
(Holloway 2005), elemento fundamental de
la izquierda clásica; y tercero, la incapacidad
material – en un primer momento – de hacer
frente a un conicto armado contra el ejérci-
to, las fuerzas de seguridad mexicanas y el
creciente paramilitarismo.
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
33
La lucha del zapatismo no se limitó a la in-
surrección armada, ya que formuló una com-
binación de formas de lucha en lo político,
cultural, social, educativo y económico. Así,
la resistencia zapatista intentó no replicar
experiencias pasadas de proyectos revolu-
cionarios del siglo XX, por ejemplo, una
profunda ruptura con la tradición militante
fue renegar la toma del poder político al con-
siderarlo como ilegítimo, viciado, excluyen-
te e injusto, para en su lugar, proponer un po-
der solidario, democrático y justo (Ambrosi
y Vintimilla 2013).
En consecuencia, la acción zapatista no es
únicamente un acto de oposición o “aguan-
te” a las realidades adversas provocadas por
el neoliberalismo sino es una propuesta po-
lítica, cultural, social y epistémica para la
emancipación indígena. Es así que, busca-
mos analizar al accionar zapatista como un
caso de resistencia crítica que rechaza la ac-
tual crisis civilizatoria con una actitud y una
propuesta epistémica y política de reinter-
pretación, deconstrucción y decolonialidad
del pensamiento y la política misma (Am-
brosi y Vintimilla 2013).
El acierto y diferencia del zapatismo fue
apoyar a los pueblos indígenas para recono-
cerse como un sujeto político, un actor social
capaz de tomar las riendas de su realidad y
transformarla para su benecio. En conse-
cuencia, las comunidades lograron superar el
debate de la exclusión indígena, iniciado por
Bartolomé de las Casas desde los tiempos de
la Colonia (Lavallé 2009), para armar que
tienen “alma” y están conscientes y dispues-
tos a cambiar su situación de exclusión.
El zapatismo conquistó para las y los indí-
genas: la esperanza, la palabra, la conan-
za, el orgullo, las tierras y la política misma,
para reposicionar su postura social y polí-
tica de lucha como “ciudadanos completos
y cabales”. Esto permitió abrir una vía de
emancipación social sustentada en una ma-
quinalidad social indígena, distanciada de la
dinámica del Estado y asentada en una mate-
rialidad social y comunitaria (García 2004).
Los planteamientos zapatistas se estable-
cen como una resistencia crítica con base
en principios como la “otredad”, compren-
diendo que la inclusión de un sector no pue-
de signicar la exclusión de otro (García
de León, Monsiváis y Rodríguez 2001). La
alteridad y la esperanza son también princi-
pios que han fundamentado la resistencia de
Chiapas como una confrontación transversal
e integral (política, ética, cultural, social, de
género, y epistémica) por la ilusión de “un
mundo en el que quepan todos los mundos
posibles”.
Otra categoría primordial en el pensamien-
to zapatista son las diversidades concebidas
como ecologías que reúnen la diversidad
con la identicación y promoción de interac-
ciones sostenibles entre entidades parciales
y heterogéneas (Sousa 2010). Las comuni-
dades chiapanecas no son homogéneas, sin
embargo, el zapatismo logró catalizar su
accionar a través de la construcción de una
resistencia autóctona y diversa por la auto-
nomía indígena. El EZLN supo comprender
que la lucha anti-neoliberal debía incluir a
las comunidades como protagonistas con
sus diversidades, saberes, prácticas y estruc-
turas.
El carácter crítico de la resistencia zapatista
se expresa en la resignicación de conceptos
y términos “clásicos”, en la creación de nue-
vas categorías, así como, en la reinterpreta-
ción de las realidades de las comunidades
que se arman como sujetos políticos y epis-
témicos capaces de construir conocimientos,
saberes, prácticas y una nueva política.
Por ejemplo, podemos considerar
la denición del sujeto histórico
que discrepa con la visión tradi-
cional del marxismo, no se par-
te del ‘proletario explotado’ sino
de otros actores sociales como:
la mujer, el indígena, el “sin ros-
tro”, los “excluidos”, los “migra-
dos”, “discriminados” o los “otros”
(Ambrosi y Vintimilla 2013).
Igualmente, la asimilación de la desigualdad
social no se reduce a una interpretación eco-
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
34
nómico-material (explotado) ya que incluye
una visión social, étnica, cultural y de gé-
nero (excluido y excluida) que inuye en el
análisis de la sociedad mexicana compuesta
por plantas: el México de planta alta, el de
en medio, el de abajo y el México del sótano,
recalcando la inequidad entre capas sociales
discriminadas por su etnia, orientación se-
xual, educación, ubicación geográca, o-
cio, es decir, por estar abajo. Como podemos
apreciar el estudio de la sociedad mexicana
y de la exclusión no se reduce a una visión
economicista, es mucho más amplia e inte-
gral, con un claro carácter interseccional que
rompe con la ortodoxia de izquierda.
También podemos considerar que las mis-
mas ideas de rebelión y esperanza para el
zapatismo toman nuevos horizontes con ob-
jetivos de lucha como: la autonomía inclu-
yente, la libre determinación de los pueblos,
el reconocimiento de la mujer, el derecho a
la tierra, así como la estipulación y reconoci-
miento de los pueblos ancestrales olvidados
y rezagados por el “México de la Moderni-
dad” con una sociedad injusta, empobrecida
y excluyente (García de León, Monsiváis y
Rodríguez 2001).
La deconstrucción del “México de la Moder-
nidad” – siguiendo la línea discursiva mo-
derna kantiana – se evidencia en un discur-
so político que arma la “mayoría de edad”
del indígena, del campesino, de la mujer,
del trabajador, capaces de tomar sus propias
decisiones políticas y de elegir democrática
y legítimamente sus representantes para ter-
minar con el gobierno del partido de Estado.
El Zapatismo plantea un proyecto nacional
para un “nuevo México” que no encaja en
la imposición de un modelo económico-po-
lítico, dígase Capitalismo, Socialismo o Co-
munismo, sino propone un espacio libre y
democrático para la confrontación de plan-
teamientos e ideas políticas. La democracia
zapatista no se ejerce con el triunfo de un
partido político en unas elecciones, al con-
trario, se fundamenta en la legitimidad del
apoyo, la acción y la vigilancia de las ma-
yorías a una propuesta política democrática.
Inicialmente, el EZLN busca alejar su ac-
ción del “mal gobierno” caracterizado por su
corrupción, ineciencia y colonización que
favorece a los sectores “de arriba” en des-
medro de los “de abajo”. La plataforma de
lucha del EZLN no es por el poder político,
sino por la construcción de una nación libre,
justa y democrática, adversa al partidismo
mexicano. En este contexto, se podría en-
tender que el zapatismo pretende ‘erradicar
el poder, empero, su objetivo es cambiar a
quién lo ejerce, porque si las mayorías lo
ejercen, los partidos políticos se verían obli-
gados a formar una nueva cultura política,
una nueva clase política (Comité Clandes-
tino Revolucionario Indígena-Comandancia
General del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional 1994).
Consecuentemente, el concepto de política
no se encasilla al enfrentamiento electoral
y al ejercicio del poder; la política zapatista
es resistencia anti-sistémica y anti-neolibe-
ral con una convergencia a la praxis en las
comunidades indígenas, con perspectiva ha-
cia la autonomía sin permiso del Estado ni
de los partidos políticos. Precisamente, los
Aguascalientes, Caracoles, Juntas de Buen
Gobierno y los Municipios autónomos de
Chiapas son estructuras sociales alternativas
al poder constituido para garantizar la auto-
nomía y los derechos fundamentales a las y
los indígenas históricamente excluidos por
el “México de la Modernidad”.
En términos conceptuales la democracia za-
patista es una de las principales aportacio-
nes de la Selva Lacandona, que presenta dos
nalidades, la primera, socializar el poder
político con la participación constante de
toda la comunidad y, la segunda, controlar
el trabajo de las autoridades bajo la estric-
ta vigilancia del pueblo mandante que tiene
la potestad, incluso, de removerlas. Así, el
principio de “mandar obedeciendo” resume
esta democracia que surge como antagónica
a la institucionalidad mexicana caracterizada
por la corrupción, ilegitimidad y servicio al
capital y sus clases dominantes; en palabras
del Subcomandante Marcos, la democracia
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
35
es “gobierno del pueblo, para el pueblo y por
el pueblo” (Ambrosi y Vintimilla 2013).
De esta manera, en las JBG y los Caracoles
se establecieron como prácticas democráti-
cas y del mandato obediente: las asambleas,
la rotación de autoridades, el servicio públi-
co gratuito, el control social, la rendición de
cuentas y la revocatoria del mandato. Sin
embargo, una divergencia mayor con la con-
cepción de democracia occidental-moderna,
es la toma de decisiones y elección de auto-
ridades por consenso y en asambleas comu-
nitarias; es una democracia real y radical con
la incidencia de toda la comunidad, no sólo
por intermedio de la función pública sino
del trabajo por y para los Caracoles. Cabe
señalar que, a pesar de la exclusión de estas
prácticas y estructuras por parte del gobierno
mexicano, su importancia es simbólica (Van
der Harr 2005) al armar la autonomía y el
autogobierno indígenas.
El zapatismo, en diversas formas, ha supe-
rado el legado histórico revolucionario del
siglo XX con nuevas alternativas de resis-
tencia y la conducción de un territorio en re-
beldía sin necesidad de prácticas violentas y
represivas como sucedió en anteriores expe-
riencias. Así mismo, la estructura del EZLN
representa un quiebre para la línea orgánica
de las “guerrillas” o ejércitos populares que
han seguido una estructura jerárquica-militar
dirigidas por Comandos Generales o Comi-
tés Centrales, en cambio, el ejército zapatista
debió ajustar su estructura a la dinámica so-
cial indígena con participación comunitaria
y decisiones consensuadas.
A continuación, revisemos particularmente
dos aspectos fundamentales de la resisten-
cia crítica del zapatismo, en primer lugar,
su internacionalización y, posteriormente, la
estructura de dirección y representación del
zapatismo que durante 20 años tuvo como
actor visible al Subcomandante Marcos.
Internacionalización del Zapatismo: la
inuencia del movimiento indígena ecua-
toriano
La insurgencia zapatista se constituyó como
uno de los focos de reinicio de la resistencia
al neoliberalismo, que se nutrió de experien-
cias y luchas de pueblos y movimientos del
continente. Para exponer las características
de la resistencia crítica del EZLN, propone-
mos observar, por intermedio de una revi-
sión histórica y política, su internacionaliza-
ción en relación con el movimiento indígena
ecuatoriano, pionero en las movilizaciones y
luchas anti-neoliberales en la región, y con
quien se establece una inuencia recíproca
desde los años 90.
Para analizar la inuencia mutua entre el za-
patismo y el movimiento indígena ecuatoria-
no, es necesario apuntar la formación de la
Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (CONAIE) en 1986, como una
organización nacional de base, producto de
la formación histórica y el apoderamiento
de las y los indígenas como sujetos políticos
durante décadas (Becker 2015). La platafor-
ma de la CONAIE, desde sus inicios, fue la
lucha contra el neoliberalismo y sus políti-
cas de empobrecimiento y exclusión de los
sectores sociales, campesinos, e indígenas
(Confederación de Nacionalidades Indíge-
nas del Ecuador 1989).
Es importante recalcar la relación histórica
entre la izquierda ecuatoriana y la CONAIE,
a pesar de su progresivo distanciamiento de
la tradición orgánica y organizativa caracte-
rizada por la lucha “clasista”. Si considera-
mos la auto-denición de la CONAIE como
una “organización del pueblo oprimido y ex-
plotado” con una lucha “anticolonial, antica-
pitalista y antiimperialista” (Confederación
de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
1989), podemos apreciar la “doble dimen-
sión” de su acción por reivindicaciones cla-
sistas y étnico-culturales. En este punto, es
posible identicar una primera conuencia
del movimiento indígena ecuatoriano y el
zapatismo, con la visibilización de catego-
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
36
rías ignoradas por la izquierda tradicional
como: la opresión, la exclusión y las luchas
étnico-culturales.
En una breve revisión histórica, se pueden
anotar algunos hitos del movimiento ecuato-
riano que marcaron su incidencia internacio-
nal, por citar: en 1990 el primer “Levanta-
miento Indígena” y la “Primera Conferencia
Continental sobre los 500 años de Resisten-
cia Indígena”; la Marcha por los 500 años
de Resistencia Indígena de 1992; y la Mo-
vilización por la Vida – en contra del neo-
liberalismo – de 1994 (Becker 2015). Estos
acontecimientos permitieron establecer una
dinámica de difusión, formación, intercam-
bio, y consolidación de las experiencias y
resistencias indígenas a nivel continental
(Rodríguez 2008), especialmente, si se ana-
lizan los movimientos indígenas de Bolivia
y Centroamérica (Becker 2015, Schavelzon
2015).
A criterio de Schavelzon (2015), un nexo
entre las resistencias de Chiapas, Ecuador
y Bolivia fue, especícamente, la creciente
preocupación por las autonomías, a su vez,
inuenciada por el proceso sandinista de re-
conocimiento de las autonomías en la Cons-
titución de Nicaragua de 1987, liderado por
intelectuales marxistas como Díaz Polanco
(1997) y López y Rivas (2004), cuyos tra-
bajos marcaron un camino común de los
movimientos indígenas del continente. Así
mismo, es posible analizar múltiples inuen-
cias y similitudes, orgánicas y políticas, en-
tre movimientos de la región, especialmente,
si consideramos: el Movimiento de los Tra-
bajadores Rurales sin Tierra (MST) en Bra-
sil, el Movimiento Social de la “guerra del
agua” y de la “guerra del gas” en Bolivia,
el Movimiento Quinta República (MVR) en
Venezuela y la juventud de los piqueteros en
Argentina.
Es importante recalcar que la incidencia de la
CONAIE es reconocida por el propio EZLN,
en 1997 el Subcomandante Marcos saludó la
resistencia del pueblo ecuatoriano, con el
siguiente texto: “Aprovecho para saludar al
pueblo ecuatoriano. Ojalá alguien enseñara
a cantar a los gobernantes mexicanos. (…)
En el Ecuador a los simuladores e hipócritas
los expulsan, en Chiapas los hacen goberna-
dores interinos…” (Subcomandante Insur-
gente Marcos 1997:s.n.). Este comentario se
reere a la destitución de Abdalá Bucaram
en 1996 acusado de corrupción y mala admi-
nistración, en este hecho histórico, la partici-
pación del movimiento indígena fue funda-
mental, así como, en los derrocamientos de
los gobiernos neoliberales de Jamil Mahuad
en el 2000 y de Lucio Gutiérrez en 2005.
En este sentido, podemos anotar que la in-
uencia recíproca entre Ecuador y Chiapas,
se articula en torno a la resistencia neoliberal,
especialmente, a partir de 1994 con la crea-
ción de espacios internacionales de coordi-
nación y difusión de luchas. En 1996, en la
Selva Lacandona, se convocó al “I Encuen-
tro Intercontinental por la Humanidad y en
contra del Neoliberalismo”, con la nalidad
de internacionalizar la experiencia zapatista;
este evento contó con la participación de 40
países de los cinco continentes, que declara-
ron en su acta nal: la resistencia y la lucha
por la humanidad y contra el neoliberalismo
(Subcomandante Insurgente Marcos 1998).
Con este antecedente, se conguró a nivel
internacional el “movimiento antiglobaliza-
ción” para luchar contra el libre mercado y la
globalización del capital, la pobreza y la ex-
clusión. El movimiento tomó fuerza y pudo
articular una resistencia organizada, partici-
pando en momentos históricos como: la lla-
mada “Batalla de Seattle”, la formación del
Foro de Sao Paolo (FSP), el Foro Social Eu-
ropeo (FSE), el Foro Social Mundial (FSM)
y la Ocupación de Wall Street (Antentas y
Vivas 2009).
Estos espacios internacionales, al igual que,
la consolidación del zapatismo y la CONAIE
tienen lugar en una “Geopolítica de las Re-
sistencias” (Bensaïd 2001) caracterizada
por: movilización social masiva; estructuras
orgánicas diversas, colectivas y comunita-
rias; democracia directa e interna; y creación
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
37
de espacios de coordinación internacional.
En otras palabras, fue un resurgir de resis-
tencias y proyectos políticos contrarios al
“n de la historia” (Fukuyama 1992) y a la
unipolaridad neoliberal.
Particularmente, en Ecuador las organiza-
ciones sociales y el movimiento indígena
mantuvieron una incidencia política y social
durante el triunfo y los primeros años del
proyecto político de la llamada “Revolución
Ciudadana”. Durante la Asamblea Constitu-
yente de 2008, el aporte indígena fue clave
para la conquista de reivindicaciones históri-
cas de la resistencia social del Ecuador que,
previamente, no lograron cristalizarse en la
Constitución de 1998.
Entre los logros obtenidos, existen elemen-
tos comunes con la discursiva zapatista, aun-
que con una aplicación radicalmente distin-
ta, por citar tenemos: denición de Ecuador
como Estado Plurinacional e Intercultural;
reconocimiento de derechos para: indígenas,
mujeres, sectores vulnerables e incluso para
la naturaleza; la no privatización del agua y
sectores estratégicos; respeto a las tierras co-
munales, territorios ancestrales y a pueblos
en aislamiento voluntario; salud y educación
gratuita de calidad y calidez; establecimien-
to de la participación ciudadana y control so-
cial; revocatoria de mandato a autoridades;
consultas populares en temas de interés so-
cial, entre otras. Todas estas reivindicacio-
nes se enmarcan en la construcción del Su-
mak Kawsay o Buen Vivir como alternativa
de desarrollo para el Ecuador (Macas 2010,
Simbaña 2011, Acosta 2013).
El Buen Vivir es un modelo todavía en dis-
puta en Ecuador, al ser producto de la ex-
periencia socio-cultural de los pueblos indí-
genas durante siglos, es su modus vivendi,
en armonía con la naturaleza y la comuni-
dad. Desde un análisis económico-político,
el Sumak Kawsay (también llamado Sumak
Qamaña en Bolivia) puede no presentarse
como una alternativa anti-capitalista per se,
sin embargo, su planteamiento de una so-
ciedad democrática, intercultural, ecológica
y sostenible evocan un modelo diferente y
contradictorio al neoliberal.
En estos momentos, el Sumak Kawsay se
ha incorporado como elemento discursivo
de movimientos indígenas y sociales a ni-
vel global; asumiendo que su concreción
requiere una profunda transformación de los
Estados con: garantía de derechos, fortaleci-
miento de economías populares y solidarias,
y el reconocimiento de la Plurinacionalidad
y la Interculturalidad. Así, la construcción de
sociedades post-neoliberales se enmarcan en
un paradigma de las experiencias indígenas,
que se nutre con la internacionalización y la
inuencia recíproca de las resistencias con-
tinentales.
Ahora bien, posterior a esta revisión histó-
rica de la inuencia mutua del movimiento
indígena ecuatoriano y el zapatismo, es posi-
ble identicar varios puntos de encuentro en
sus discursos y acciones. Tanto la CONAIE
como el EZLN toman la autonomía como
una reivindicación fundamental, a través de
una representación legítima – y por iniciati-
va propia – de los pueblos indígenas y sus
intereses, descartando actores intermedios o
exógenos como: ONG´s, sectas religiosas, o
al mismo Estado.
Cabe señalar que poseen distintas estructu-
ras, mientras el EZLN preserva un carácter
regional e indígena, organizado como un
ejército insurgente alejado de la política.
Aunque, a nales de mayo 2017, el Congre-
so Nacional Indígena (CNI), con la partici-
pación de 58 pueblos, etnias, y lenguas de
México (incluyendo el EZLN), resolvieron
presentar a María de Jesús Patricio Martínez
como candidata presidencial para las elec-
ciones de 2018; constituyéndose como un
giro trascendental en el accionar del zapatis-
mo, cuyo discurso inicial buscaba renegar de
la participación electoral. Por su lado, la CO-
NAIE es un movimiento social nacional con
participación político-electoral a través de
su frente Pachakutik, que aglutina a diversos
sectores sociales como: mujeres, sindicatos,
jóvenes, estudiantes, etc. (Becker 2015).
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
38
A pesar de sus diferencias, los dos espa-
cios se han desarrollado como paradigmas
orgánicos alternativos con prácticas como:
organización y participación comunitaria,
movilización social, liderazgo colectivo, de-
cisión por asamblea y consenso, respeto por
las cosmovisiones indígenas, y lo más im-
portante con la inclusión – aunque en pro-
cesos distintos – de los sectores marginados
como actores políticos capaces de incidir en
la construcción de acciones alternativas.
Sus resistencias se orientan por la decolonia-
lidad de la sociedad y la política como condi-
ción de autonomía, así mismo, la asimilación
del movimiento indígena como actor políti-
co, conlleva – en Ecuador y Chiapas – una
praxis transformadora para la conquista de
derechos históricamente negados a los pue-
blos indígenas como: autonomía, educación
bilingüe e intercultural, justicia indígena,
medicina ancestral, seguridad y autogestión
comunitaria, soberanía alimentaria, o los de-
rechos al agua y a la tierra.
Igualmente, la revalorización de las diver-
sidades es un eje transversal de ambos dis-
cursos, asumida como concientización de la
homogeneidad impuesta por el neolibera-
lismo; consecuentemente, la reivindicación
del Estado Plurinacional y la Sociedad In-
tercultural, es una reacción a la exclusión
e invisibilización de las luchas y experien-
cias indígenas. Así, ambos movimientos
han marcado una ruptura histórica en las
luchas sociales de la región, al conseguir la
conuencia discursiva y programática de la
identidad de los pueblos indígenas, con una
conciencia de clase amplia junto a sectores
campesinos y populares (López 2010).
En conclusión, la inuencia recíproca de
los movimientos indígenas de Chipas y
Ecuador, puede ser analizada desde varios
enfoques: histórico, político, orgánico, y -
losóco. Si consideramos la conguración
de las resistencias en América Latina desde
los años 90, se aprecia que existe una agen-
da política y programática común, ya que la
mayor conuencia entre los movimientos
regionales es, precisamente, su objetivo, la
resistencia al avance del neoliberalismo que
ha tomado formas y rumbos distintos en los
últimos años.
Sería un error señalar que las agendas socia-
les fueron denidas, únicamente, por luchas
coincidentes contra el neoliberalismo, ya
que a través de: encuentros internacionales,
reconocimientos permanentes, formación
política, y lecturas comunes de intelectuales
de la región, se ha hilado una inuencia recí-
proca entre la CONAIE, el EZLN y diversos
movimientos latinoamericanos. De forma
particular, el zapatismo y la resistencia in-
dígena ecuatoriana consolidan la internacio-
nalización de las resistencias y la solidaridad
entre pueblos que rebasan la selva Lacando-
na y las fronteras de Ecuador.
El Subcomandante Marcos
La organización del EZLN constituye una
alternativa democrática frente a viejas es-
tructuras orgánicas verticales y autoritarias
que dicultan la resistencia. En este contex-
to, el zapatismo fue representado, simbóli-
camente, por el Subcomandante Insurgente
Marcos, un líder militar, político, social, cul-
tural y losóco, quien es una ruptura con
el paradigma del dirigente de izquierda y
del tradicional Comandante. No sólo es un
“transgresor de la ley” como lo han de-
nido los gobiernos – es un transgresor de la
política anti-ética, es un pensador y lóso-
fo de la palabra quien con facilidad y con
lenguaje coloquial analiza, desglosa, recrea
y ejemplica la política y la problemática de
la globalización neoliberal sin descuidar la
rigurosidad y formalidad del quehacer aca-
démico e intelectual.
El EZLN como ejército insurgente clandes-
tino ha tenido en el Subcomandante Marcos,
también llamado “Delegado Zero”, un canal
de diálogo con la sociedad civil y los movi-
mientos más allá de Chiapas. El personaje
de Marcos ha tenido las funciones de difun-
dir la vida de las comunidades indígenas, las
necesidades y demandas del zapatismo en
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
39
medios de comunicación, encuentros inter-
nacionales, círculos académicos, boletines,
documentos y, en especial, en el ideario del
mexicano que desconoce la situación de su
país.
El Subcomandante personica la esperanza
zapatista y la construcción de una nueva cul-
tura política, Marcos – a pesar de ser mestizo
– fue la voz de la resistencia indígena y sus
derechos a conquistar. El simbolismo que
rodea a este personaje ha constituido una
herramienta y una concreción de la política
discursiva zapatista; por ejemplo, su pasa-
montañas reeja un emblema de la identidad
colectiva de: indígenas, mujeres, trabajado-
res, maestros, estudiantes, jóvenes, homo-
sexuales, empobrecidos, ancianos, es decir,
de todas y todos los actores sociales visibili-
zados por el zapatismo. Así mismo, Marcos
utiliza dos relojes, uno en cada mano, como
signo de los mundos que se viven para el za-
patismo, el de la derecha representa el tiem-
po de la sociedad civil, y el de la izquierda
el del ejército zapatista que trabaja para con-
seguir un solo reloj, una sola hora, el tiempo
de la paz y el del n del EZLN que se conse-
guirá con una verdadera democracia que re-
conozca plenamente los derechos indígenas.
Luego de 20 años al frente del EZLN, en
mayo de 2014, Marcos anunció su retiro
como vocero zapatista, con el comunicado
“Entre la luz y la sombra”, para “transfor-
marse” en el Comandante Insurgente Ga-
leano, en honor al profesor José Luis Solís
asesinado ese mismo mayo. Esta decisión
se enmarcó en un relevo simbólico por par-
te del Subcomandante Insurgente Moisés
quien representa una dirigencia joven, indí-
gena, y formada en los valores zapatistas. La
elección de Moisés como vocero y jefe indí-
gena fue una señal contra el individualismo,
el caudillismo, el vanguardismo y el racismo
existente en la izquierda (Subcomandante
Insurgente Galeano 2014), demostrando que
la Comandancia Insurgente no dependía del
Subcomandante Marcos.
Otra de las intenciones del EZLN con esta
acción era demostrar que la resistencia za-
patista no comenzó en Enero de 1994 ni
terminó con el “retiro” del Subcomandante
Marcos, al contrario, continúa con la cimen-
tación y levantamiento de las autonomías en
los Municipios y Caracoles en Chiapas, con
el fortalecimiento de la democracia zapatista
y del mismo EZLN. En términos zapatistas
la lucha terminará – los dos relojes se uni-
rán – cuando se alcance la democracia, liber-
tad y justicia verdaderas, es decir, ese “otro
mundo posible” multipolar, diverso, inclusi-
vo, y solidario.
CONCLUSIONES
La lucha zapatista constituye una resistencia
anti-neoliberal que busca evitar, en sus terri-
torios, la vorágine capitalista de: apropiación
y destrucción de la naturaleza; expropiación
de tierras comunales y ancestrales; discrimi-
nación, exclusión y sobrexplotación de las y
los indígenas; invisibilización e irrespeto a
las diversidades; y a su vez, de todas las for-
mas de empobrecimiento de los más vulne-
rables. El carácter anti-neoliberal del EZLN
radica en defender los derechos indígenas,
en rechazar el “dejar hacer y dejar pasar” del
libre mercado, en luchar contra el predomi-
nio del capital, en reclamar el reconocimien-
to de un Estado plurinacional y una sociedad
intercultural, todos ellos, postulados contra-
rios a la homogenización cultural y control
de la vida que consolida el neoliberalismo.
La lucha zapatista no se queda en el an-
ti-neoliberalismo, al contrario, se plantea
la resistencia anti-capitalista como camino
para la consecución de su plataforma de lu-
cha recogida en las Declaraciones de la Sel-
va Lacandona, mismas que requieren de una
transformación radical y profunda del Esta-
do mexicano, por ello, el llamado a resistir y
combatir ha sido para todos los mexicanos y
mexicanas.
En lo referente a lo político-orgánico, se
puede denir al EZLN, como un medio de
las comunidades indígenas para visibilizar
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
40
sus luchas, necesidades, y símbolos de re-
sistencia, sean estos personajes, conceptos
o movimientos. El ejército zapatista siempre
fue concebido como transitorio para conse-
guir el reconocimiento de los derechos indí-
genas, que sólo se pueden dar con democra-
cia, justicia, equidad y paz. El EZLN no ha
terminado su lucha, ni ha quedado rezagado
en el tiempo o en la Selva Lacandona, con-
tinúa en búsqueda del cumplimiento de sus
pliegos de propuestas y reclamos que desde
1994 no han sido acogidos por el gobierno
mexicano.
Por eso, el zapatismo es un discurso de la
esperanza y la alteridad, que reconoce sus
diferencias y limitaciones pero busca con-
cretarse en la práctica diaria de un mundo
diferente, del “otro mundo posible”, con
expresiones sencillas y cotidianas, como la
utilización de un lenguaje diferente que per-
mite evidenciar la realidad del indígena y de
construcciones conceptuales y políticas de
resistencia, de quiebre frente a la hegemo-
nía política que excluye y menosprecia las
expresiones sociales y culturales del “otro y
la otra”.
La resistencia crítica zapatista se presenta
como una “disputa simbólica” (García de
León 2005) a través de prácticas y concep-
tos para la reinterpretación y transformación
de la realidad, fundamentados en los conoci-
mientos, saberes y experiencias de las comu-
nidades indígenas. La discursiva y la praxis
zapatistas plantean un diálogo de saberes
para construir ese “mundo en el que quepan
todos los mundos” que reconoce lo desecha-
do por la “modernidad neoliberal” por ser
atrasado y subdesarrollado.
El zapatismo es una propuesta política, so-
cial, cultural y epistémica que apunta a la
des-imbricación de las redes políticas, eco-
nómicas y sociales del neoliberalismo con
educación, salud, arte, cultura, comunica-
ción, relaciones entre iguales, es decir, con
acciones del “otro mundo posible” en el
mundo actual. La resistencia del EZLN es
crítica porque parte de su acción política
consiste en la reinterpretación de las reali-
dades indígenas con la discusión y decons-
trucción de valores, conceptos y categorías
que justican las inequidades y las exclusio-
nes de los más empobrecidos. El zapatismo,
epistémicamente, es una revalorización de
las expresiones, tradiciones, historias, y sa-
beres de las y los indígenas en un contexto
de interacción socio-epistémica que privile-
gia las diversidades y particularidades como
defensa de las identidades frente a la homo-
genización neoliberal (Ambrosi y Vintimilla
2013).
Finalmente, la resistencia crítica se presenta
para el zapatismo como una condición in-
dispensable para asegurar un desarrollo so-
cial autónomo y diverso, distanciado de la
dinámica institucional-estatal que excluye
e invisibiliza las características y necesida-
des particulares (endógenas) de los sectores
sociales; de esta manera, el zapatismo se
convirtió en un estandarte del resurgimien-
to de la resistencia al proyecto neoliberal y
un ejemplo claro para las luchas por el re-
conocimiento de los sectores históricamente
marginados.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Acosta, A. (2013). El Buen Vivir. Sumak Kawsay, una opor-
tunidad para imaginar otros mundos. Barcelona, Es-
paña: Icaria.
Allier, E. (2009). Presentes–pasados del 68 mexicano.
Una historización de las memorias públicas del
movimiento estudiantil, 1968–2007. Revista Mexi-
cana de Sociología, 71(2), 287-317.
Ambrosi, M. & Vintimilla, D. (2013). Las formas de “re-
sistencia anti neoliberal” en América Latina posterior
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
41
a la Caída del Muro de Berlín (Tesis de pregrado
inédita). Ecuador, Universidad de Cuenca.
Antentas, J. & Vivas, E. (2009). Resistencias globales De
Seattle a la crisis de Wall Street. Madrid, España:
Editorial Popular.
Becker, M. (2015). ¡Pachakutik!: movimientos indígenas,
proyectos políticos y disputas electorales en el Ecuador.
Quito, Ecuador: Ediciones Abya Yala.
Bensaïd, D. (2001). Resistencias: Ensayo de Topología Gene-
ral. Madrid, España: Ediciones de Intervención
Cultural - El Viejo Topo.
Brieger, P. (2002). De la década perdida a la década del
mito neoliberal. En J. Gambina (comp.). La globa-
lización económico-financiera Su Impacto en América
Latina, (pp. 341-354). Buenos Aires, Argentina:
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Coman-
dancia General del Ejército Zapatista de Libera-
ción Nacional. (1994). Segunda Declaración de la sel-
va Lacandona. Recuperado de http://palabra.ezln.
org.mx/comunicados/1994/1994_06_10_d.htm
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Coman-
dancia General del Ejército Zapatista de Libe-
ración Nacional. (1996). Cuarta Declaración de
la selva Lacandona. Recuperado de http://www.
cedoz.org/site/content.php?doc=563
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Coman-
dancia General del Ejército Zapatista de Libera-
ción Nacional. (2005). Sexta Declaración de la selva
Lacandona. Recuperado de http://www.cedoz.
org/site/content.php?doc=19&cat=10
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecua-
dor. (1989). Las nacionalidades indígenas en el Ecua-
dor. Nuestro Proceso organizativo. Quito, Ecuador:
Ediciones Abya-Yala.
Congreso Nacional Indígena-Ejército Zapatista de
Liberación Nacional. (2017). Convocatoria a
la Asamblea Constitutiva del Concejo Indígena de
Gobierno para México. Recuperado de http://
enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/04/02/con-
vocatoria-a-la-asamblea-constitutiva-del-conce-
jo-indigena-de-gobierno-para-mexico/
Contreras, J. & Ortiz, C. (directores). (1994). Los más
pequeños, un retrato del Ejército Zapatista [cinta ci-
nematográfica]. México D.F., México: Colectivo
Perfil Humano.
De Ferranti, D., Perry, G., Ferreira, F. & Walton, M.
(2004). Desigualdad en América Latina y el Caribe
¿ruptura con la historia? Resumen Ejecutivo. Recu-
perado de http://web.worldbank.org/archive/
website00894A/WEB/PDF/INEQU-13.PDF
Díaz, H. (1997). La rebelión zapatista y la autonomía. Mé-
xico D.F., México: Siglo veintiuno editores.
Fukuyama, F. (1992). El Fin de la Historia y el Último
Hombre. Buenos Aires, Argentina: Editorial Pla-
neta.
García, A. (2004). El zapatismo: indios insurgentes, alianzas
y poder. Observatorio Social de América Latina,
4(12), 293-300.
García De León, A. (2005). From revolution to transi-
tion: The Chiapas rebellion and the path to de-
mocracy in Mexico. The Journal of Peasant Stu-
dies, 32(3-4), 508-527.
García de León, A., Monsiváis, C. & Rodríguez, H.
(2001). EZLN Documentos y Comunicados 2. 15 de
Agosto de 1994 a 29 de Septiembre de 1995. México
D.F., México: Ediciones Era S.A.
Gobierno del Estado de Chiapas. (2003). Los Acuerdos
de San Andrés. Chiapas, México: Consejo Estatal
para la Cultura y las Artes de Chiapas.
Harvey, N. (2011). Más allá de la hegemonía. El zapatis-
mo y la otra política. En B. Baronnet, M. Mora
& R. Stahler-Sholk (coords.). Luchas “muy otras”.
Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas
de Chiapas, (pp. 163-190). México D.F., México:
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social.
Hernández, A. (2006). EZLN. Revolución para la revolu-
ción 1994-2005. Madrid, España: Editorial Popu-
lar.
Holloway, J. (2005). Cambiar el mundo sin tomar el poder.
Caracas, Venezuela: Vadell Hermanos Editores,
C.A.
Jiménez, R. (1996). La guerra de enero. Revista Chiapas 2,
21-40.
Lavallé, B. (2009). Bartolomé de las Casas: Entre la espada y
la pared. Barcelona, España: Editorial Ariel.
Lenkersdorf, G. (2004). La resistencia a la conquista es-
pañola en Los Altos de Chiapas. En J. Viquiera
& M. Ruz (ed.). Chiapas los rumbos de otra Histo-
ria, (pp. 71-85). México D.F., México: Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antro-
pología Social.
López, M. (2010). Zapatismo en México y la CONAIE
en Ecuador: convergencias y divergencias de dos
modelos de resistencia contrahegemónica-étni-
ca. Nómadas, Revista Crítica de Ciencias Sociales y
Jurídicas, 27(3), 377-378.
López, E. & Rivas, G. (2004). Autonomías: democracia o
contrainsurgencia. México D.F., México: Editorial
ERA, 2004.
Macas, L. (2010). Sumak Kawsay: Recuperar el sentido
de vida. América Latina en movimiento, 452, 14-16.
Moctezuma, P. (2010). Viva Villa… Cabrones. Alegatos,
75, 417-454.
Oikión, V. & García, M. (2006). Movimientos armados en
México, siglo XX. México D.F., México: Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antro-
pología Social.
Rodríguez, J. (2008). Los movimientos indígenas en
REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (28-42)
ISSN 2550-6722
42
América Latina. Resistencias y alteridades en un
mundo globalizado. Gazeta de Antropología, 24(2),
s.p.
Romero, L. (1998). Guerra en Chiapas: antidemocracia
en México. Espiral, 4 (11), 9-19.
Santana, A. (2010). Emiliano Zapata en el pensamiento
Latinoamericano. Cuadernos Americanos, 4(134),
53-72.
Schavelzon, S. (2015). Plurinacionalidad y Vivir Bien/
Buen Vivir: Dos conceptos leídos desde Bolivia y Ecua-
dor postconstituyentes. Quito, Ecuador: Ediciones
Abya Yala.
Simbaña, F. (2011). El Sumak Kawsay como proyecto
político. En M. Lang & D. Mokrani (eds.). Más
allá del desarrollo, (pp. 219-226). Quito, Ecuador:
Ediciones Abya Yala.
Sousa, B. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder.
Montevideo, Uruguay: Ediciones Trilce.
Subcomandante Insurgente Galeano. (2014). Entre la luz
y la sombra. Recuperado de http://www.cedoz.
org/site/content.php?doc=1136
Subcomandante Insurgente Marcos. (1994). Convocatoria
a la Convención Nacional Democrática. Recuperado
de http://www.cedoz.org/site/content.php?-
doc=63
Subcomandante Insurgente Marcos. (1997). Carta del
sub donde recuerda engaños y traiciones pasadas.
Recuperado de http://www.jornada.unam.
mx/1997/02/17/comunicado.html
Subcomandante Insurgente Marcos. (1998). Discurso
de Clausura del Subcomandante Marcos. Revista
Chiapas 3, 106-119.
Subcomandante Insurgente Marcos. (2003a). Chiapas:
La Treceava Estela. Recuperado de http://www.
cedoz.org/site/content.php?doc=511
Subcomandante Insurgente Marcos. (2003b). Mensaje de
presentación del libro ¿EZLN: 20 y 10 el fuego y la
palabra? Recuperado de http://www.cedoz.org/
site/content.php?doc=1121&cat=201
Subcomandante Insurgente Moisés y Subcoman-
dante Insurgente Galeano. (2017). Los muros
arriba, las grietas abajo (y a la izquierda). Recu-
perado de http://enlacezapatista.ezln.org.
mx/2017/02/14/los-muros-arriba-las-grietas-
abajo-y-a-la-izquierda/
Van der Haar, G. (2005). El movimiento zapatista de
Chiapas: dimensiones de su lucha. Recuperado de
http://www.iisg.nl/labouragain/documents/
vanderhaar.pdf