REVISTA CHAKIÑAN, 2018, Nº.4, ABRIL, (16-27)
ISSN 2550-6722
17
INTRODUCCIÓN
Los valores son denidos como “algo im-
portante en la existencia humana” (Guerre-
ro 1999:3). Por otro lado, también los de-
nen como entidades que se caracterizan y
existen por ser pensados y reconocidos en
el pensamiento de las personas (Izquierdo
1998). Hay autores que los denen como
componentes de una guía que predice con-
ductas dirigidas a metas y que a la vez son
una manera de explicar anteriores conductas
(Rokeach 1977). Cardona Cita que valor es
“…el carácter, cualidad o principio ideal,
propio de los seres, acciones u objetos que
suscitan admiración, aprecio o complacen-
cia” (2000:37).
Sin embargo, personas hablan de
valores y no tienen claro aún qué
son los valores y en especial cuál
es su real signicación en la vida
cotidiana. Sin embargo, muchas
personas declaran intuitivamen-
te que en la actualidad, “hay una
crisis de valores” (Díaz 2010:23).
Para este investigador es evidente que es-
tas personas hablan sin tener claro qué son
los valores pero, sienten la falta de algo y
cuando esto tiene una manifestación coti-
diana que marca una tendencia de compor-
tamiento en una generación o en un tiempo
se declara enseguida que “hay una crisis de
valores” (id.).
Siguiendo la ruta de que los va-
lores son acciones y que esas ac-
ciones se realizan sobre la base
de determinadas reglas, se puede
decir que muchas de las acciones
están predeterminadas en el sub-
consciente de muchas personas que
determinan lo que debemos hacer.
A estas piezas que predenen el
accionar es a lo que se le suele lla-
mar mecanismos (Díaz 2010:89).
Los mecanismos son las piezas que se ins-
trumentan para producir determinado movi-
miento y que pueden concurrir en busca de
fortalecer las creencias y valores. Es decir,
los mecanismos determinan el funciona-
miento o modo de obrar en la mente de las
personas y pasan a ser leyes que deben regir
su movimiento (id.).
Teniendo estas premisas presentes, el inves-
tigador buscó introducirse en la situación
problémica del ámbito universitario, partien-
do de la experiencia en las aulas, por la ob-
servación y recopilación de información de
los estudiantes, así como por el intercambio
de criterios entre profesores de diferentes
materias, facultades y universidades.
Con la aplicación de estos instrumentos de
investigación, se llegó a la conclusión de que
los estudiantes universitarios no maniestan
valores propios de este nivel de escolariza-
ción, como pueden ser: sistematicidad en el
estudio, creatividad, interés en las materias,
búsqueda de información para aumentar el
conocimiento y el ejercicio profesional.
Por el contrario, se observan comportamien-
tos como la apatía a los estudios, no consul-
tar a los profesores, no tomar notas de cla-
ses, no buscar fuentes de información para
ser creativos, sino para copiar, no tratar de
ser diferentes y originales, sino copiar lo
que aparece en internet. En n, muchas ten-
dencias tienen un carácter negativo y no son
propias de un estudiante universitario que
debe estar dispuesto a la investigación, a la
profundización y a tomar conciencia de que
aprender es lo que se hace, cuando no sabe-
mos qué hacer.
De lo anterior, se deduce como situación pro-
blémica que las aulas universitarias carecen
de una metodología basada en los criterios
estudiantiles para formar valores de manera
participativa que mejoren sus conductas y
formen competencias de carácter profesio-
nal, lo que sirvió de base para plantear como
problema la interrogante siguiente: ¿cómo
desarrollar conductas de calidad y acorde a
los paradigmas del estudiante de los tiempos
actuales, donde prevalece la formación de
competencias en la vida profesional?.